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PON'l1FI.CJ A .

RSIDAD JAVERIANA

FACULTADDE ·_

EL PRINCIPIO DE RAZÓN SUFICIE ÍA DE


SCl·IOPE

-
RlfLING BARRAGÁN Y

13 DE AGOSTO DE 1997 •

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TABLADE CO

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CAPÍTULO!

DE L A CUÁDRUPLE RAÍZDEL PRINCIPIODE RAZÓN SUFIQEN'l'E .•.•....•.....•... 4

''De la Cuádruple Raíz del Principio de Razón Suficie11te'' dentro del marco de la obra filosófica de
Schopenhauer - Kant, Reinhold y Fichte: bases de su episiemoiogía-La representación, el sujeto,
y el objeto. El principio de razón suficiente.

CAPÍTULO II

LA PRThtIERA CLASE DE REPRFSENTACIO NFS YELMO])()DEL PRINCIPIO


"

DE R.AZON .APLICABLE A ET�L.A .........................•.•....................................•......- ..........15

Naturalez.a de esta clase de representaciones-Causalidad como materia-Causalidad como


categoría del entendimiento-Análisis de la visión: prueba empírica del carácter intelectual de la
intuición-Refutación a la prueba de la aprioridad de la ley causal dada por Kant-Ley de la
causalidad-Causalidad ternaria : la tripartición de la ley de causalidad en la naturaleza.

LA SEGUNDA CLASEDE REPRESENTACIONES Y EL MODO DEL PRINCn>IO DE


�O N Sl.JliICIE� �LICA�L� A EI..LA :3:3


.. .... ... .. .. ..... ... .... ... .... ............ .. ..... ... ....... .... ....

Naturaleza de los conceptos-Verdad lógica, verdad empírica, verdad trascendental, verdad


metalógica-Anexo: Tabla de predicables a priori.

LA 'l'ERCERA CLASE DE REP....� AOO NFS Y EL MODO DEL PRINCIPIO


"

J:>E RAZO?\J .API.,l:C.ABLE A ELL� 4'1.


.........................•...•...•........•.......................................

Intuiciones puras de espacio y tiempo como objetos de conocimiento y el principio de razón


suficiente del ser-Razón del ser en el espado-Razón del ser en el tiempo: Aritmética -
Geomebia.

CAPÍTULO V

LA CUARTA CLASE J:>E REPRESENTAC..."'IO NES Y EL MODO DEL PRINCIPIO


,,.

I:>E RAZc::>l'r APl.JC.A,BLE A EL'L.J\ 47


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Naturaleza de esta clase de rl�presentaciones-Falacia del 'conocer del conocer -sujeto volente Ley
de la motivación.

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CAPÍIULOVI
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I I
CONCLUSIONF.S DE LA CUADRUPLE RAIZ ......................................................... 52

El concepto de 'necesidad' y su cuádruple expresión según el principio de razón suficiente.


Transgresiones del principio de razón.. El orden de las ciencias según el principio de raz.ón­
Resultados de esta investigación.

CAPÍIULOVIl
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I I
"

EPILEGOMENOS A LA CU'ADRUPIJE RAIZ ............................................................ 61

Criticas y comentarios generales al tratamieni:o de Schopenhauer en su análisis de la 'Cuádruple


Raíz' -El problema del objeto como representación en relación a Kant-Sobre los apéndices y su
relación con este trabajo-Una nota final acerca de este trabajo.

APÉNDICE A

EL PRINCIPIO DE RAZÓN SUFICIFN'IE EN LA CONFERENOA 'LA


,.
I
PROPOSICION DEL FUNDMIBNTO DE MARTIN HEIDEGGER 74 .........................

Resumen-Conferencia.

APÉNDICEB

EL PRINCIPIO DE RAZÓN SUFICIEN'IE SEGÚN LA PRAGMÁTICA


�E��A.L DE �L��c::::> .APEL �
................................................ 4············�··

Resumen-El Principio de Razón Suficiente, el Trilema de Munchausen, y el Principio del


Falibilismo- Un análisis pragmático-trascendental en tomo al recurso a la evidencia-El recurso a
la evidencia como condición de posibilidad del postulado del falibilisnto-El principio de razón
suficiente como presupuesto pragmático transcendental del postulado del falibilismo... solución al
Trilema de Munchausen.

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Santaié de Bogotá, 13 de agosto de 19'J7.

Dr Manuel Dominguez.
Decano de la Facultad de Filosofía.
Pontificia Universidad Javeriana.
Ciudad.

Estimado Manuel:

Por medio de ésta, presento a la Facultad la monografía "EL PRINCIPIO DE RAZON


SlJFICIENTE EN LA DIANOLOGIA DE SCHOPENHAUER", con la que el alumno
Ruling Barragán-Yañez cumple uno de los requisitos para optar el título de Magister en
Filosofía.

El trabajo aquí presentado examina uno de los conceptos fundamentales de la filosofía de


Schopenhauer. Considero que este trabajo por su claridad expositiva y presentación
impecable es un aporte valioso para nuestra comunidad filosófica; en los anexos del
trabajo el autor presenta la importancia de este concepto ·en la discusión contemporánea,
particularmente para Heidegger y Apel.

Atentamente •

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Luis emando Cardona Suarez.

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INTRODUCCIÓN

La tesis fundamental de este trabajo es mostrar la validez e importancia que tiene

c ente realizado por Schopenhauer en su


el tratamiento del principio de razón sufii

disertación doctoral. Los métodos que he asumido para esta investigación han

sido de selección, complementación y exposición crítica de textos; éstos han sido

aplicados a la tesis doctoral de Schopenhauer, De La Cuádruple Raíz del Prindpio de


Razón S1lfidente. La misma ha sido depurada, ccnjugada, y re-examinada

críticamente junto al resto de su obra filosófica, espe cialmente aquella que se

encuentra en El MzLndo como Voluntad y Representadón.

Considero que la pertinencia de este trabajo se muestra relevante por su carácter

didáctico, analítico, y crítico-valorativo:

a) Didáctico: El estudio que presenta la Cuádruple Raíz €:S median.a o escasamente

conocido, en extremo árido, y sin duda, el menos atractivo de los ensayos que

encontramos en el conjunto de la obra filosófica de Schopenhauer. Con mi trabajo

de grado quiero facilitar a todo el que se interesa en la obra de Schopenhauer -

tanto profesores como estudiantes- un acceso menos complicado y riguroso al

preámbulo indispensable del sistema filosófico de Schopenhauer.

b) Analítico: Esta investigación es un tratamiento que analiza en profundidad,

estructura, y detalle el principio de razón suficiente en la dianología de

Schopenhauer. Para ello, mi ensayo se ha ceñido fielmente a las propias

estructuras de redacción, estudio, y referencias que el propio Schopenhauer

aconsejó y señaló expresamente para la comprensión cabal de su obra.

c) Critico-Valorativo: No me satisfago meramente en ofrecer un examen

depurado y complementado de la Cuádruple Raíz sino que, aparte de s·u análisis y

exposición, someto a crítica algunos aspectos que pueden resultar inadmisibles


2

dentro de la misma obra, al mismo tiempo que valoro aquellos que podrían ser de

gran relevancia y vigencia para nuestras consideraciones filosóficas

contemporáneas.

Sobre la bibliografia utilizada he de hacer una preliminar e importante anotación.

Hemos uti]izado las principale.s versiones de la obra principal de Schopenhauer

que existen en Español (Ovejero y Maury) y en Inglés (E. F. J. Payne). La versión

en inglés tiene una ventaja notable sobre la edición española que me es

indispensable mencionar. La versión inglesa del Mundo como Voluntad y


Representadón tuvo como base una edición temprana (Haldane-Kemp) a la cual ha

corregido cerca de 1,000 errores y omisiones. La edición española no tiene como

base ningún trabajo anterior. En segundo lugar, se basa en la edición de las obra�

completas de Schopenhauer preparada en 1937 por el Dr. Arthur Hubscher, quien

ft�e presidente de la Schopenhauer-Gesellshaft y colaboró personalmente con E.F.J.

Payne en el trabajo de traducción. La edición española no cuenta con este respaldo.

En tercer lugar, la edición inglesa CU•enta con un índice alfabético-temático de

profusa erudición (2,500 ítems), lo cual es una ayuda de inapreciable valor para este

tipo de investigaciones. La edición española carece por completo de esta clase de

ayuda o alguna similar. En cuarto y último lugar, esta edición cuenta también con

las traducciones de las citas en latín, italiano, y francés, que Schopenhauer nunca

traduce. La versión española no nos ofrece ninguna traducción adicio11al.

Por todo lo anterior, he preferido utilizar la numeración de la edición inglesa. En

todo caso, mi director de tesis, el profesor Fernando Cardona, ha contado también

con unas versiones en alemán que nos han servido de apoyo para contrastar la

fidelidad de la traducción inglesa, tanto como la española.

La traducción de la Cuádruple Raíz que hemos utiJizado es la de Leopoldo Eulogio

Palacios en Gredos. Es superior a la de Aguilar en varios aspectos; es más reciente y

está mejor acabada. Ovejero y Maury también ha traducido la Cuádruple Raíz, pero
3

la ha amalgamado junto con el opus magnum de Schopenhuaer y fragmentos de

Parerga y Paralipomena. Con ello, malogra en algún sentido la Cuádruple Raíz, pues
esta tesis doctoral es un trabajo independiente. Por lo mismo, debería ser

traducida independientemente, no en conjunto.

Por último, he de señalar que las obras de Bryan Magee y Copleston, aunque ya

traducidas al español, han sido trabajadas en su versiones origina]es. La

numeración utilizada también responde a estas versiones.

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4

CAP1TutOI
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DE LA CUADRUPLE RAIZ DEL PRINCIPIO DE RAZON SUFICIEN'IE

''De la C11ádr11ple Raíz del Pri11dp;o de Razór1 S1ifide11te'' dentro del n1arco de la obra filosófica de
Sd1ope11l1a11er-Kant, Rei11l1old, y Fiditc: bases de s11 episte111ología-La representació11, el sujeto, y
el objeto-El prirrcipio de razóri srificie11te.

l. De la Ci�ádruple Raíz del Principio de Razón Suficiente (1813) fue la tesis doctoral
de Schopenhauer, obra con la cual inicia su portentosa e innovadora actividad
filosófica. Este tratado constituye el reqt1isito indispensable al abordar y
comprender su obra capital El Mundo como Voluntad y Representación.
Schopenhauer no sólo solicita la previa y atenta lectura de su trabajo doctoral1,
sino que hace constante referencia a ella a lo largo de toda su obra posterior. La
traducción que conocemos de la Cuádruple Raíz corresponde, sin embargo, a la
segunda edición, aparecida en 18472. Esta edición contiene importantes adiciones,
las cuales permiten un mejor acoplamiento a la doctrina principal expuésta en El

Mz1ndo como Voluntad y Representación. No obstante, estas significativas adiciones


se encuentran amalgamadas y entretejidas con numerosas críticas y digresiones en

relación a Fichte, Schelling, y sobre todo Hegel; las mismas configuran una nutrida
y cwiosa colección de polémicas e invectivas que vendrían más bien a tono en una

1 Ya en el prin1er prefacio que corresponde a Ja primera edición del .1.\41111do co1110 Vol11nlnd y
Repre.se11t11ció11, Schopenhauer demanda del lector el conocimiento de su tesis doctora). ..1Sin una
familiarización con esta introducción y propedeúticar es bastante imposible entender el presente
trabajo (refiriéndose al lvt1111do co1110 Vol1111tad y Representació1i] propiamente, y el tema esencial de
aquel ensayo esta siempre presupuesto aquí co1110 si est11viese i11cluido ett el libro. Ade111ás, si esta ''º
l111biese precedido este trabajo por alg111ios a 1ios1 110 seria p11esto dela1Jtr de este co1110 11na i1itrodilcdón,, si110
q11e l111biese sido iricorporado e11 el pri111er libro, ya qrre este libro carece de lo qire ft1e dicl10 e1i aq1rel eiisayo,...
''. Las cursivas son mías; con ellas he querido hacer énfasis en una de mis LTttenciones con respecto
a este trabajo: hacer realidad lo que solo fue una posibilidad para Schopenhauer, la integración de
su tesis doctoral con el primer libro de su Op11s Magnr1111, El Mztndo 001110 Vol11ntnd y Representadmi.
2 Las ediciones de la tesis doctoral de Schopenhauer no utilizan como base la primera edición de

esta tesis (1813), sino la segunda (1847). Esta segunda edición fue escrita después que
Schopenhauer publicó su obra principal, El lv'l1111tto ro1110 Vol1111lad y Represent•idón, conteniendo
muchas adiciones y modificaciones. En esta segunda edición es más dificil conocer el pensamiento
original de Schopenhauer; en cierto modo, en ella su pensamiento aparece algo oscurecido. Es más
fácil extraer la línea original del pensamiento de Schopenhauer de la primera edición. Sin
embargo, solamente nos es conocida esta segunda edición, debido a que, principalmente, el propio
Schopenhauer aconsejó que sólo se publicase ésta, la cual se presenta en mayor armonía con su
obra principal (Apuntes de la conferencia dictada por el padre Hara1d Schondorf SJ. En adelante
AP).

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obra de �.&i carácter historiográfic<>3. Por esta razón, gran parte de mi labor en

exponer el primer ensayo schopenhaueriano consistirá en suprimir estas

innecesarias digresiones, ya que no son pertinentes a una exposición 'seria y

objetiva' de la temática esencial de La Cuádruple Raíz4. Por otra parte, intentaré

complementar las tesis expuestas en La Cuádruple Raíz con sus correspondientes

contrapartes localizadas en El Mundo como Voluntad y Representadón. Esta

complementación se suscita, principaJmente, en el libro I del primer tomo de dicha

obra, en el apéndice ''Crítica a la Filosofía Kantiana'', del mismo tomo, y en

algunos suplementos del tomo II, del mismo trabajo. Sin embargo, mucha� otras

partes más del corpus p.liilosophicum de Schopenhauer fomtan parte integral de la

complementación que aquí proponemos.

2. La Cuádruple Raíz es la breve pero sustancia] disertación filosófica en donde

Schopenhauer expone su propuesta epistemológica, la cual tiene un marcado

carácter kantiano, aunque ya bastante divergente del idealismo transcendental

expuesto origina1mente por Kant. En ella, las tesis originales del ilustre maestro de

3
En su tan conocida y célebre Historia de la Filoso/fa, tomo VII, en la primera sección que
corresponde al tratamiento de la filosofía de Schopenhauer, el padre Copleston hace una atinada
ohse1"Vación al mencionar el carácter histriónico que pueden suscitar e;tas invectivas en los
presentes lectores. Esta observación es también pertinente por el hecho que el talante sarcástico de
estas invectivas ha provocado una indebida apreciación de la obra de nuestro filósofo por parte de
algunos profesionales de la filosofía. Con la supresión de las mismas he querido contribuir a una
justa consideración de lo que Schopenhauer ha expresado con valor y objetividad, lo cual ha sido
empañado, de manera indirecta, por la valoración negativa que tales comentarios producen en sus
críticos. Sin embargo, los rasgos satíricos que aparecen en la C11ádr11ple Raíz no han de atribuirse
exclusivamente al talante de la personalidad de Schopenhauer. Ha de tomarse muy en cuenta que
el humor irónico con que Schopenhauer ornamenta su obra filosófica no es una particularidad
única y exclusiva de este autor, sino que es una propiedad comím que comparte con el Zeitgeist del
romanticismo. El mismo humor agresivo e irónico permea la obra de Kierkegaard y está dirigida
contra un mismo enemigo, Hegel. Posteriormente1 Nietzsche se convertirá en el epítome del furor
irónico en la literatura filosófica alemana durante el siglo XIX. El profesor Manuel Maceiras, en su
libro Sd1openl1a11er y Kierkegaard: Senti111iento y Posió111 nos confirma el hecho del humor y la ironía
como rasgos particulares del romanticismo en filosofía (SK 32-34) .
.e 'fal propuesta había sido ya sugerida al propio Schopenhauer por su discípulo Julius
Frauenstadt En una traducción de Leopoldo Eulogio Palacios, encontramos lo que Frauenstadt
había comentado en relación a las invectivas del filósofo: ''Cuando Schopenhauer trabajaba en la
�-runda edición de Ln C11tfdr11ple Raíz del Principio de Razó11 S1ificiente me dijo que en la nueva
•••

edición de su obra iba a dar su merecido a los profesores de filosofía, Yo le aconsejé desechar por
.•.

completo las inveztivas de sus obrcts objetivas...con lo que conseguiría no adulterar...su obra
dentifica,..."(CR 12-13). Este, parece ser, es el primer precedente de un intento por suprimir de la
Cuádn1ple Raíz todas estas polémicas.
6

Koenigsberg son interpretadas por Schopenhauer en una óptica expresamente

berkeliana, aun a pesar de que una interpretación así fue ya rechazada de

antemano por el propio KantS. En todo caso, Schopenhauer afirma partir de la

distinción kantiana entre fenómeno y cosa en sí y básicamente adopta el mismo

planteamiento de Kant: sólo los fenómenos nos son conocidos, sólo el mundo del

fenómeno es accesible a nuestro conocimiento. En este mundo fenoménico

encontramos elementos que provienen de las facultades cognitivas del sujeto; estos

elementos son el tiempo, el espacio, y las categorías. Los mismos conforman los

objetos de nuestro conocimiento, siendo estos últimos conectados por leyes de

determinación físico-causal; debido a esto, los objetos de la metafísica no pueden

conocerse, ya que no pertenecen al mundo del dete rminismo causalista. Pero,

según Kant, el acceso a estos supuestos objetos es aun posible a ·aavés de la razón

práctica, no la razón teórica, la cual se ha circu nscrito exclusivamente al ámbito del

fenómeno. No obstante, Kant buscaba una raíz común, un fundamento racional

que pusiese en conexión a la razón practica con la teórica. Los intentos de Kant

por encontrar este fundamento no satisficieron a muchos filósofos posteriores; por

ello, algunos pensadores que siguieron a Kant quisieron explorar mejores bases

para establecer esta raíz común. Uno de estos pensadores fue Karl Leonard

Reinhold (1758-1823), pensador con el cual Schopenhauer hubo de estar

familiarizado. Reinhold considera la representación como el primer hecho de la

consciencia del cual tiene que partir el análisis filosófico. Además, analiza nuestra

facultad cognoscitiva com Q una fac·ultad esencialmente representativa. De esta

facultad representativa, Reinhcld señala que a toda representación pertenece un

sujeto que representa )7 un objeto representado, los cuales deben distinguirse de la

propia representación. Así, Reinhold distingue tres elementos: el sujeto1 el objeto,

y la representación. La representació11 se refiere y vincula tanto al sujeto como al

objeto; todo pensamiento es, por un lado, representación de un sujeto y, por otro

En el capítulo 1Epilegómenos a la Cuádruple Raiz' de este trabítjo de graduación, expondré las


:>

diferencias que existe1t entre Scho penhauer y Kant en relación a la noción de objeto como
representación. Estas se detallan con rigor y considerable extensión en el tan famoso apéndice de
7

lado, este pensamiento refiere a un objeto. En su disertación doctoral,

Schopenhauer guarda Utla expresión similar a la de Reinhold, aunque con una

diferencia bastante �ignificativa. En el enfoque de Schopenhauer, ser objeto para el


sujeto y ser representación es lo mismo. Ya aquí Schopenhauer se di«;tancia
significativamente de la visión de Reinhold, para quien había tres elementos: el
sujeto, el objeto, y la representación. Sin embargo, para Reinhold, uno de estos
elementos, la representación, no es sinónimo de objeto. En c ambio, Schopenhauer
los identifica: objeto y representación vienen a ser una y la misma cosa. Esta es una
posición fundamentalmente idealista. La posición i�ealista de Schopenhauer se
debe posiblemente a la influencia que tuvo en él el pensamiento de J.G. Fichte
(1762-1814). '' El mundo es mi representación'' no hace ninguna distinción entre mi
representación del mundo y el mundo en cuanto tal, es decir, en cuanto existe
independiente de esta representación6.

3. En todo C?.so, para Schopenhauer, el punto de partida par excellence del


,.

conocimiento lo constituye la representación. Esta es el primum factum de todo


sujeto de conocimiento en cuanto descubre el mundo. Que el mundo sea
representación de un sujeto es, según Schopenhauer, el axioma más elemental e
inmediato que pueda haberí.

la segunda edición del M1111do c.01110 Vol111ilad y Representación, ''Critica a la Filosofía Kantiana''. En
este apéndice, Schopenhauer aboga por una interpretación berkeliana de Kanl
ó Parcialmente, AP.

7 Claro está que una aserción de esta índole, tan fundamental y dogmática, encuentra inmediata

oposición por parte de ciertos críticos. Por ejemplo, 1 Vecchiotti, en su libro Qilé Ira didro
verdadera111e1zte Scl1ope1zl1a1rer menciona el caso del critico italiano Martinelti para quien el principio
del cual parte Schopenhauer "'El mundo es mi representación'' es una verdad solamente simple y
e'\ridente en apariencia, pues exige luego un complejo y riguroso análisis de sus diversas e
inherentes formas (p. 107). Esto es muy cierto; el término ''representación'' no se puede entender
de un modo unitario o unívoco, sino que demanda una comprensión múltiple, semántica y
ontológicamente hablando. En este concepto pueden hallarse hasta un total de oclio sentidos, todos
ellos relacionados muy estrechamente entre sí, con Ja excepción del último: 1) Como acto de la
ronsde11da en ge1JeTal; 2) Como acto de la co11scienda en partia1lar, es decir, como representación
empírica o percepción, abstracción, e intuición pura; 3) Como for111a de la recepdó11 cognitiva
(sensibilidad, entendimiento, y razón); 4) Comofon11a del objeto en aianto tal, esto es, como percepto,
concepto, espacio, tiempo, y objeto de la volición 5) Como la 11nidad relado11al entre el sujeto y el
objero; 6) Como prod11cto del cerebro o el entendi111iento 7) Como #'objeto de la experiencia y de la cienciti'
8) Como ''objeto del arle''. En general, el sentido principal de ''representación'' que usa
Schopenhauer es el de "'representación empírica o intuitiva''. Como se puede apreciar, la
·.

••Et mundo es mi representación'': esta verdad es aplicable a todo ser que vive y conoce,

aunqt1e sólo al hombre le es dado tener consciencia de ella. Uegar a co nocerla


.. es poseer el

sentido filosófico...cuancio el hombre conoce esta verdad, estará para el claramente

denlostrado que él no conoce un sol ni una tierra, sino únicamente un ojo que ve el sol y una

111ano que siente el contacto de la tierra; que el mundo que le rodea no existe más que como
representación, esto es, en relación con otro ser, aquel que le percibe, o sea, él mismo (MVR 1,.

n.I).

En relación al mundo como representación, Schopenhauer es menester seña1ar­

manifiesta dos posiciones fundamentales: por una parte, expresa una posidón
idealista, la cual afirm a que conocemos una cosa únicamente en cuanto es nuestra

representación. Pero, al mismo tiempo, su modo de expresión indica,

sorprenderltemente, una postura matcn·atista. '' ... él no conoce un sol ni una tierra,

sino únicamente un ojo que ve el sol y una mano lJUe siente el contacto de la tierra''.
La posición idealista es aquí incorporada a los órga.i,os de la percepción, al ojo y la

mano. Esto es algo típico del discurso schopenhaueriano: la mezcla de una

perspectiva idealista y transcendental -para la cual, no obstante, solo tiene sentido

atribuir la representación al yo, no a los órganos perceptivos- y una posición

materialista.

El mw1do como representación, cualquiera que sea la posición en el cual le

consideremos, consta de dos mitades necesarias e inseparables. Una de ellas es el

objeto, que se encuentra en el tiempo y el espacio; la otra, el sujeto, que está fa.era

del tiempo y el espacios (MVR 1, n. 1I) . Aquí se habla de un sujeto transcendental,

re?resentación no es de suyo algo ''simple y evidente para todo ser que vive y coraoce y una verdad
que apenas necesita una demostración'', según las declaraciones del propio Schopenhauer al inicio
de su Op1l5 Magnu111.
s Sensu stricto, objeto y sujeto e11 ge1reral son sólo abslTacciones; sólo existen sujetos y objetos

parlia1Iares. ···El mundo como representació� el mundo objetivo, tiene de esta manera, por así
decirlo, dos polos, a saber, el sujeto cognoscente puro y simple, sin las fo1n•as de su conocer, y la
1ílateria cruda, sin forma ni cualidad. Ambos son absolutamente incognoscibles; el sujeto, debido a
que es aquello que conoce; la materia, debido a que sin forma ni cualidad no puede ser percibida.
Sin embargo, ambos son las condiciones fundamentales de toda percepción empírica. Así, el sujeto
cognoscente, meramente en cuanto tal, el cual es una presuposición de toda experiencia, permanece
en oposición, como su clara contraparte, a la cruda, informe,... materia inerte. Esta materia no es

. . .

. .
. . .
. .· ·. . .: . .
. . . . . .
.: . . :.
.· .
: .
9

es decir, de 111\a subjetividad que no se identi6ca con un objeto entre los objetos
que el mundo. Este sujeto no puede ser conocido (pr«isamente

porque no es <lbjeto), sino que es una de las condiciones transcendentales del


conocimiento de los ob¡etos. No obstante, el tratamiento dc..'1 sujeto, por parte de
Se uer, se pres!'a a u....a diffcil tica. Al tratar al sujeto como una

"mit.ad" del mundo -siendo el objeto la otra mitad-, uer abandona la


perspectiva transcendental. Dentro de esta perspectiva, el sujeto y el objeto no
pueden considerarse como dos mitades; en el momento que se consideran asÍt ipso
facto se equiparan, son colocados a un mismo nivel Así, sujeto y objeto vienen
ambos a conformar partes de la objetividad, dos partes del mundo, dos pucelas de
la realidad,. Pero, según la perspectiva transcendental, esto no puede ser: el sujeto
no puede ser parte de la objetividad; el sujeto no puede ser mitad del mundo al
igual que el objeto. En palabras de Schopenhauer, "el sujeto y el objeto se limitan
i-edprocamente, ahí donde el objeto empieza, rermina el sujeto". Esta óptica coloca
al sujeto y al objeto en el mismo plano; de esta mane1·a, cada uno viene a ser una
suerte de frontera para el otro. ''La comunidad de tales límites se manifiesta

precisamente en que las fom1as y generales de cada objeto, tiempo,

espacio, y causa1id ad, pueden ser halladas y completamente conocidas partiendo

del sujeto, sin llegar al conocimiento del objeto". Schopenhauer alega como
argumento de esta limitación recíproca# que el tiempo, espacio, y causalidad son

fotntas Jel sujeto y del objeto, siendo ambas lo común. o el límite entre lo subjetivo

y lo objetivo. Esto sólo podría aceptarse en u1' sentido figurativo; si se tomase ad


litteram, entonces se estaría tomando al sujeto como una parte de la objetividad9•

dada en ninguna experiencia, sino que es presupuesbl en cada �a. Este sujeto no está en el
tiempo, ya que el tiempo es �mente la form• mis dittda de todo su represenw. La maleri�
y.aciendo ante el sujeto, es, de acuerdo a esto, ete.1-., impereceder� permanece en todo tiempo;
pero. propWnente hablando, no es e).1endid-. ya q_ue la extensión da form� y por consiguienle [la
m•tii� en cuanto Ql] no es espKial. Todn bts demis cosas están envueltas en un constante surgir
.)7 clesap.Arecer, mientras que aquellos dos constituyen los polos estíticos del mundo como
representación.. Por consiguiente, podemos considern la pau1a.nenda de la materia como el reflejo
de la ink!11tpomidild del sujeto puro, que es simplemente tomado como la condición de todo
objeto. Ambos perter-<.'Cen al fenómeno, no a la cosa en si; pero ellos son el marco del fenómeno.
Ambos son descubiertos solamente a l!'a""és de la ahstr.cción; no son dados inmediatamente, puros
�., por si mismos (MVR n Cap. t p. 15)
..

'9
Lo expuesto en este pá11afo y el anterior son observacianes particulares del P. Schl\ndorf.

. :"· .
. . .. . . .
.
. . : . .. . . .
10

En todo caso, el sujeto de conocimiento -transcendenta1mente considerad�,

aunque está relacionado esencialmente a la representación, es radicalmente

distinto de ella. El sujeto no es representación, sino su correlato necesario; el sujeto

es sólo sujeto para la representación y esta es únicamente representación para un

sujeto. Cada uno de ellos es lo que es por medio del otro. La conelación que
vincula al sujeto y la representación es, además, irreversible, pues el sujeto no es ni

puede llegar a ser representación, al igual que esta no es ni puede ser sujeto. Todo

lo representado presupone un sujeto cuya existencia es -más bien- inferida antes

que conocida per se. De esta manera, el sujeto viene a ser como una suerte de

enti,�ad transcendental, pero no en el mismo sentido en que podría concebirlo la

filoso.fía dogmática (como alma o sustancia). Se trata de entender al sujeto como

condición de posibilidad e11 geJzeral de la experiencia16; Por otro lado, la


representación -la cual, como ya ha sido mencionado, es equivalente a objeto en

Schopenhauer- es sólo posible en la medida que coexiste de manera inseparable,

aunque distinguible, de un sujetoll. '' ... [C]on el sujeto es puesto a la vez el objeto

(pues sino la palabra no tendría significación) y del otismo modo, con el objeto, el

sujeto... ''(CR 204). ''Ser objeto para el sujeto y ser nuestra representación, es lo

mismo. Todas nuestras representaciones son objetos del sujeto, y todos los objetos

to Decimos que el sujeto es cond�ción de posibilidad de la experiencia e1i general, ya que no se han
especificado aún las formas cognoscitivas que este sujeto tiene para confonnar la experiencia o
tealidad. Estas for111as son la de espacio, tiempo, }' causalidad, las cuales serán expuestas en su
correspondiente lugar dentro de este trabajo.
i1 ##A í
s como no puede haber u1a objeto sin un sujeto, nopuede existir un sujeto sin un objeto, es
decir, un cognoscente sin algo diferente a aque) cognoscente. Una conciencia que fuese completa y
enteramente pura inteligel'-:ia es imposible, ya que toda conciencia consiste en conocer, pero todo
conocer requiere un cognoscente y un conocido. Por consiguiente, no puede hallarse
autoconciencia, sino hubitse en esta un conocido opuesto y diferente al cognoscente'' (MVR 11, Cap.
XIX, p.202) E n palabras de Bryan Magee, ��Hume fue el primer filósofo en darse cuenta claramente
.

que si buscamos dentro de nosotros mismos por aquel sujeto percipiente del cual estamos t.an
fácilmente inclinados a tomarlo como nosotros mismos, nos encontramos ante toda una serie de
objetos de Id. consciencia -pensamientos, sentimientos, imágenes, sensaciones, y el resto- pero nunca
ante ninguna entidad separada de aquellas que tiene el EI sujeto nunca es capaz de aparecer como
..•

un objeto en el mundo de mis propias percepciones...El análisis de la percepción de Schopenhauer,


aunque radicalmente diferente que el de Hume, al menos refuerza la conclusión de Hume de que
el sujeto de la percepción no se encuentra en ninguna parte del mundo de la experiencia. En la
'\isión de Schopenhauer, el sujeto metafísico existe como el sostenedor de aquel mundo y no puede
el mismo entrar en éln (BM 107)
11

del sujeto son nuestras representaciones (CR 59)''. La unidad bifacia1 sujeto­
representación está, por otra parte, reJacionada indisoluble y esencialmente al

principio de razón sufic..iente. Todas nuestras representaciones están conectadas


en un enlace regular y determinable a priori; este enlace es el principio de razón
suficiente en cuanto tal..

c ente, nihil est sine ratione cur potius sit, quam non sit12,
4. El principio de razón sufii
fue formulado por primera vez de manera explícita y formal por Leibniz13. Según
Schopenhauer , los filósofos, desde la antigüedad hasta su época, han tratado el
principio de razón suficiente de una manera demasiado vaga y aún equívoca; esta
vaguedad y error en su tratamiento, se ha debido a que no se han especificado los
distintos modos o acepciones en que puede abordarse tal prindpiot.i. '' A1mque se
le ha propuesto de una manera general desde hace tiempo y muchas veces, se ha
descuidado la separación de sus muy diversas aplicaciones, en cada una de las
cuales obtiene una significación diferente y que delatan su procedencia de
diferentes facultades cognoscitivas''(CR 30). Esto último es clave para entender la
intención que tiene Schopenhauer en relación a su tratamiento del principio de
razón: él quiere demostrar que este principio se origina en varias facultades
cognoscitivas. De ello, se seguirá que las distintas significaciones o aplicaciones y
la necesidad inherente a este principio son tan múltiples, ''como las fuentes del
principio nlismo'' (CR 31).

Schopenhauer destaca que el principio de razón ha tenido, previamente a él, sólo


dos aplicaciones efectivas: la de razón de los juicios y la de causa de los cambios
materiales. Sin embargo, estas dos primeras aplicaciones no siempre se han

distinguido con suficiente claridad y precisión; muchas veces se han confundido

12
Schopenhauer adopta provisionalmente esta definición de Wolff, ''por ser la más general'' (CR
33).
13 En el primer apéndice a este trabajo de grado, he anexado una conferencia de Heidegger con
respecto al principio de razón suficiente. Hay ciertas anotaciones en relación a Leibniz.

. . .
. .

. :. . :; .
12

las causas con las razones, e incluso han habido quienes identifican y asimilan las

unas a las otras. En la antigüedadts, Sexto Empíricot6 representa un caso

paradigmático; en los medievalest7, tampoco aparece claro el principio; los

modernos, Descartests, Spinozat9, y Leibniz20 continúan en el error; Hnme2t, por

su parte, llega a poner en tela de juicio la noción de causalidad; Wolffl2 y Platner23,

14
''Los diversos errores cometidos por IC!S filósofos de las distintas escuelas dependen de tal o cual
confusión en la aplicación de las formas del principio de razón, o también, en general, de la no
inteligencia de la moría general de la representación''(V 17)
is Según Schopenhauer, las primeras formulaciones del principio de razón, más que todo en su

acepción de causa, son halladas en Platón y Aristóteles. ''Platón y Aristóteles no lo proponen aún
como un principio fundamental; pero con todo lo expresan muy a menudo como una verdad
evidente de suyo'' (CR 33). En relación a Platón, Schopenhauer alude a un pasaje en el Ti111eo (302);
En Aristóteles, la Metafísica (lib. IV, c.I) y los Posteriores A11alíticos (11, 11).
16
Entre los filósofos antiguos, por el fragmento citado, quiz.á sea la instancia más representativa
de la confusión entre razón y causa. ''De esta mezcla y confusión generalizada nos ofrece un •.•

vigoroso ejemplo Sexto Empírico. Así, en el libro 9 adversr1s 1natlie1r1atin1s trata de demostrar la ley
•••

de la causalidad y dice: "El que afirma que hay una causa , atna, o no tiene ninguna causa, attta,
para afirmarlo, o tiene alguna'. . En el primer caso, su afirmación no es más verdadera que la
contraria; en el otro, por su misma afirmación establece la existencia de causas. Vemos, por tanto,
que los antiguos no llegaron a distinguir claramente entre la existencia de una razón de
conocimiento para fundar un juicio, y la f?xigencia de una causa para la génesis de un hecho'' (CR
38)
17 Los escolásticos se atenían, esencialmen� a la división aristotélica de las causas (material, formal,
eficiente, }' final), y, de acuerdo a Schopenhauer, no habian llegado tampoco a tener clara las
distinciones entre causa y razón (CR 38).
is De s11 respo11sio ,1d sec1111das objectiones, de sus 111cditatio11es de pri111a pl1ilosop11ia, axioma 1,
Schopenhauer cita el siguiente pasaje:
Nidia res existit, de c711a 11011 possit q11aeri, q11ae11a111 sil ca1lSll, a1r existat. Hoc eni111 de ipso Deo q11aeri
potest, 11011 q11od i11digeat 11lla ca11sa 11t existat, set q11in ipsa ej11s r1at11rae i11111e11sitas est CAUSA sive
RATIO, propter q11a111 1111lla ca1lSll i11diget ad eJ.�iste11d11111.
Según Schopenhauer, Descartes habría tenido que decir que la inmensidad de Dios, es una razórr de
conocimiento de la cual inferimos que Dios no requiere carlSll alguna para su existir. Descartes, no
obstante, confunde los conceptos de causa }' razón (el 'sive' latino expresa esta confusión
abit!rtamente); así, '' ... se ve que tampoco tiene una clara consciencia de la profunda diferencia entre
causa y razón de conocimiento''(CR 38-39)
19 Ampliamente citado a lo largo de toda su Etl1ica, Spinoz.a es otro ejemplo paradigmático de la
asimilación de una relación causal a la relación juicio-consecuencia. De acuerdo a Schopenhauer, el
error de Spinoz.a ''...consiste en mezclar la razón de conocimiento , que reside en determinado
concepto, con una causa eficiente que opera desde fuera, equiparándola a ella;.."(CR 43)
:!O Schopenhauer no concede a este pensador ning ún mérito, ya que no presenta algún indicio o

distinción que especifique claramente los diversos modos del principio de razón. Aún así,
Schopenhauer reconoce que ''en ocasiones [Leibniz] alude a la distinción [del principio de razón]
entre sus dos principales signifit:adones [a saber, entre razón y causa) [pero] no la subraya
expresamente, ni la ha explicitado con claridad en ninguna parte'' (CR 49)
21 ''H ume fue el primero en preguntar de donde extraía esta ley de causalidad su autoridad, y pidió
sus credenciales. Es conocida la resulta a la que l legó esto es, que la causalidad no es otra cosa que
,

la s11asió11 te111poral de las cosas y de los estados percibidos empíricamente y que se ha hecho en
nosotros habitual''(CR 53)
22 Wolff 11[e] s el primero que ha separado expresamente las dos principales significaciones del
principio y ha analizado su diferencias''_ A pesar de ello, no escapa de incurrir en confusiones. De
13

entre otros anteriores a Kant, siguen confundiendo ca11.Sa con razón; y Schelling24

presenta su confusión de una manera muy sui generis. De esta manera,

se colige, como TeSulta general, que han sido distinguidas dos aplicaciones del principio de
••.

razón suficiente, si bien esto se haya efectuado de un modo gradual y sorprendentemente


tardío, y no sin haber con frecuencia incunido y reincidido en confusiones y desaciertos. Las
dos aplicaciones eran: una, a los juicios, que para ser verdaderos necesitan siempre de una
razón , y otra, a las mutaciones de los objetos reales, que deben tener siempre una causa.
Vemos que, en ambos casos, el principio de razón suficiente autoriz.a a la pregunta por qué,
siendo {"Sta esencial a él. Pero, ¿están comprendidos en estas dos relaciones todos los casos
en que tenemos derecho a preguntar por qué? (CR 57)

De aquí parte Schopenhauer; para él no son sólo dos los casos en que se agotan las
aplicaciones del principio de razón, sino cuatro -se comprende ah.ora lo de

'cuádruple'. Estas cuatro aplicaciones del principio de razón suficiente

corresponden a cuatro clases de representaciones; estas representaciones u objetos,

a su vez, no son sino las formas en que el sujeto representa el mundo25. En otras

palabras: las clases de representaciones que existen en el mundo para el sujeto de

conocimiento se corresponden vis a vis con su estructura cognitiva; es decir, la

forma en que se divide el mundo se corresponde y es necesariamente paralela a la

Wolff, Schopenhauer toma las cuatro aplicaciones del principio del principio de razón suficiente: 1)
pri11cipi1'''' ftendi (relativo a las causas); 2) prindpiu111 essendi (con relación a las esencias posibles).
La segunda aplicación de este principio tal como la formula Wolff, es inaceptable para
Schopenhauer (CR 51-52); 3) pri11dpi11111 cog1iosce11di (referido a las relaciones lógicas); 4) pri11dpiu111
opermidi (de las \'olicion5)
23 Aunque Plabter es un filósofo muy poco conocido, lo cito aquí en cuanto ofrece un ejemplo
bastante claro de la confusión que todavía persiste después de Kant entre causa y razón de
conocimiento:
1' Lo que en el dominio de la representación se llama razón y consecuencia (principium
cognoscend�, ratio-rationatum).. es, en realidad, causa y efecto (causa effidens-effectus). Toda
causa es razón de conocimiento; todo efecto, consecuencia del conocimiento.'' (CR 52)
2-i La Nnh1rpl1ilosopl1ie de Schelling es una docbina que ha influenciado el pensamiento de
Schopenhauer en cierta medida, aunque no por ello deja de impugnar los elementos que le
parecen inadmisibles. En un fragmento schellingniano, .use aprende que la pesantez es la razón de
las cosas, y la lu:?: es su ca1l5ll''. Lo anterior solo se menciona como un ejemplo de 'una frívola y
curiosa manera de hablar' (Schopenhauer).
:s .uSe entienden por raíces del prindpio de m.zó11 srljiciente aquellas relaciones necesarias que
constituyen su base. ¿Cuales son estas relaciones necesarias? Son cuatro, que correspt:tnden a
cuatro clases de objetos para el sujeto.. en cuanto que todas ellas entran en el acto representativo'' (V
8).

. .
: . . .

. . . .
.
.

.
. . . .
. .

.. : . .
.
.
14

manera en que la mente puede comprender la realidad26. El principio de razón es


la expresión general de esta correspondencia. En los siguientes capítulos, se

expondrá y desarrollará la naturaleza de cada una de las representaciones que


establecen la correspondencia sujeto-objeto y los modos del principio de razón
aplicables a ellas.

26Con refurenda a este punto, Bryan Magee nos remite a la visión que Wittgenstein mantenía en el
Tracfahis: el hecho de que podamos hablar del mundo debe significar que la esbuctura del mundo
y la esbuctura del discurso en el lenguaje se co11espondan mutuamente. Los paradigmas
epistemológicos en que se desenvuelven Schopenhauer y Wittgenstein son distintos, mas, sin
embargo, estrechamente análogos_, lo cual justifica esta relación. Presentaré algunas otras
relaciones de Schopenhauer con Wittgenstein en un capítulo más adentrado en mi disertación.
15

CAPÍTULO il

LA PRIMERA CLASE DE REPRFSENTACIONFS Y El.. MODO DEL PRINCIPIO


DE RAZÓN APLICABLE A ELLA
Nah1raleza de esta clase de representaciones-Ca1lSalidad co1no 1naleria-Oiil5tllidad corno
categoría del e1rtendi111ier1to-Análisis de la visión: prireba e111pírica del carácter it11tlecl11al de la
i11h1ición-Refi1tadó11 a la priU!ba de la aprioridad de la ley ca1l5lll dado por Kant-uy de la
c.a11salidad-Cn11snlidad teniaria: la tripnrtició11 de la ley de causalidad en la n11h1raleza.

l. Esta primera clase de representaciones es la más relevante dentro de la

clasificación que realiza Schopenhauer en referencia a todos nuestros posibles

objetos de conocimiento. De acuerdo a esto, podría hablarse de este tipo de

representaciones u objetos como representaciones sensu stricto; las mismas se

caracterizan por ser i1ztuitivas, completas, y empíri.cas27

Son i11t11itivas, considerándolas en oposición a lo meramen� pensado, es decir, a los


conceptos abstractos; co111pletas, en cu.anlo, según la distinción de Kan� no sólo conti<?nen lo
formal, sino también lo material de los fenómenos; e111píricas, en parte porque...tienen su
origen en una estimulació11 de la sensadón de nuestro cuerpo...}' en parte porque, conforme
a las leyes del tiempo, el espacio, )' la causalidad...se ligan a aquel complejo que constituye
nuestra realidad e111pírica (CR ó1)

Estas representaciones se conocen también con el nombre de intuiciones empíricas o

perceptos; en cualquier caso, han de ser claramente distinguidas de las

representaciones de orden abstracto, es decir, los conceptos. Como anteriormente

fue mencionado en relación a Reinhold, Schopenhauer equipara representació n a

objeto; en esta equ iparación, hay, de igual manera, un significativo distanciamiento

de Kant. Para este último, tenemos representaciones en cuanto algo nos es dado

en el espacio y tiempo. No obstante, de acuerdo a Kant, no hay aquí todavía

objetos de conocimiento, sino sólo representaciones, pues faltaría que el

77 11
la representación, tal como es considerada en su complejidad en la primera aplicación, tiene
•••

los siguientes carac teres: es intuitiva, completa (de elemento natural y formal), empírica basándose
en el conocimiento representativo, en la furnia del tiempo, del espacio, de la causalidad'' (V 8).
16

entendimiento aplicase en ellas su actividad categorial. Unicamente así, según el


planteamiento kantiano, la representación deviene en objeto28.

Según Schopenhauer, las forn1as que configuran este tipo de representaciones son
tiempo, espacio, y causalidad. Son fomtas pertenecientes al sujeto, pero también
son formas o propiedades del objeto en cuanto tal; en este sentido, las mismas
constituyen el límite común e indivisible entre sujeto y objeto. La primera de ellas,
el tiempo, es condición de posibilidad de la sucesión de los fenómenos; la segunda,
el espacio, es condición de posibilidad de la yuxtapusidón de los mismos. Ambas
son necesarias; ''si el espado fuese lo forma única de las representaciones..., no podría
ltaber ningún ca,nbio, pues cambio o mutación es sucesión de estados''(CR 62). Por
otra parte, ''(s)i el tiempo fuese la forma única de las representaciones, no podría
darse la sinzitltaneidad, y por tanto nada pernianente y ninguna duradón (Ibid) . '' De la
unión de tiempo y espacio surge la materia29; esto es posible gradas a la acción del
entendimien.to a través de su única categoría: la de causalidad.

2. De acuerdo al planteamiento schopenhaueriano, el quid de la materia 'no es más


que causalidad'; la materia es actividad que llena el espacio y perdura en el tiempo.
Así, la relación causa-efecto fom\a la esencia de la materia; el ser de ésta es su obrar
mismo (MVR I, n.4). La materia consiste en actuar; este actuar no es sino la
causalidad, y ésta no es más que el cambio o mutación de sus propios estados
materiales deterntinada por estados de la misma clase que le anteceden
necesariamente. ''Toda la esencia de la materia consiste en actuar; sólo así ésta
llena el espacio y permanece en el tiempo; es... pura causalidad. Por consiguiente,
en dondequiera hay acción, hay materia, y lo material es en general aquello que

28En relación a este punto, ver el capítulo VII de este trabajo, sección ""El problema del objeto como
representación en relación a Kant''.
29 ...,El tiempo y el espado, cada uno de por sí, no n<'S los podemos rerresentar intuitivamente sin la
materia, y esta no lo es sin aquéllos. Ya la forma, que es inseparable de Ja materia, supone el
espacio, y la acción de la materia, que constituye todo su ser, se .refiere siempre a un cambio, es
decir, a una determinación temporal. Pero el tiempo y el espacio no son supuestos separadamente
sin la materia, sino que su esencia misma la constituye la unión de ambos, porque consiste... en el
obrar, en la causalidad'' (MVR L n.4)
17

actúa .."(MVR 11, Cap. XXIV, pp. 305-306).


. Dentro de estas consideraciones, la

materia pertenece también a la parte forma] de nuestro entendimiento, pues es la


causalidad dentro del espacio y el tiempo.

La materia pura es una mera abstracción, pues sólo es susceptible de experiencia

los cambios o modos de acción particulares a ella, no ella tnisma. La materia pura
''es una abstracción de todas las clases de actuación''. De acuerdo a esto, en cuanto

a su esencia, la materia consiste en la acción en general; en cr1anto a su existencia, en

-:.tit determi11ado modo <le actuación, pues sólo existe realmente el cambio en
particular. Por ello, puede decirse que en la materia essentia y existentia coinciden
(MVR II, Cap. IV, p. 45). Con respecto a esta consideración,, hay que recalcar el

hecho que no hay una acción en general de la materia; ésta siempre es específica y

definida. Por consiguiente, la materia pura e.5 únicame1tte objeto del pensamiento, no de
la percepción y, en cua1ito C-al, no es objeto, propiamente liablando, sino condidón de la
e>..perienda, tal con1v lo son tambié11 el tiempo y el espado. En resumen, la materia como

causalidad30 es una de las condiciones formales de la posibilidad de la experiencia.

Según Bryan Magee, la equivalencia de materia y causalidad que es sustentada por

Schopenhauer, adquiere implicaciones de gran envergadura para nuestra

concepción de los objetos y los sujetos. En cuanto a los objetos, la doctrina que ''los

cuerpos son espacios llenados de fuerza'' ( Cfr. Sobre la Voluntad en la Naturaleza) ha


sido grandemente vindicada por la ciencia natural contemporánea. Por ella,

30 ''La naturaleza esencial de la materia consiste en actuar; es la acción misma, en lo abstracto, y así
Ja acción en general, aparte de toda diferencia en la manera de actuar; es completa y enteramente
causalidad. Precisamente debido a esto, en sí misma, de acuerdo a su existencia, r10 está sujeta a la
ley de causalidad. Por consiguiente, [la materia] es sin origen y eterna, ya que de otra manera la
ley de causalidad seria aplicada a ella misma. Ahor� en cuanto que la causalidad es conocida por
nosotros a priori, el concepto de materia, conto la base indestructible de todo lo que existe , eit
cuanto ésta es únicamente la realización de una forma de conocimiento dada a nosotros a priori,
puede hasta este punto tomar su lugar entre las diferentes clases de conocimientos a priori. Ya que
tan pronto como percibimos algo actuando, esto se exhibe por sí mismo y eo ipso como material; e
inversamente, algo material se exhibe necesariamente romo actuando o efectivo; de hecho, son
conceptos intercambiables''(tvfVR Il, Cap. IV, p. 47). En resumidas cuentas, Ja materia y la
causalidad son una y la misma cosa, pues todo lo actual o efectivo es de necesidad material, al
igual que todo lo material se da en la actuación<ausación o efectividad. La materia sólo se nos da
a conocer por la causalidad y toda causalidad nos es conocida materialmente.
13

sabemos que el volumen ocupado por cualquier cuerpo aparentemente sólido

consiste en campos de fuerza en cuyo espacio los átomos revolotean a velocidades

que aproximan a la de la luz. A rJveles subatómicos, el concepto de materia es

asimilado en el de energía. Así, por ejemplo, los elecirones -que son una

minúscula parcela de un campo de energía- no se hallan claramente delimitados de

aquel campo en el cual habitan; recorren el espacio vacío �'como las ondas de agua

se propagan en la superficie de un lago, de tal manera que la substancia del

electrón no siempre consiste en algo diferente al espacio o campo de energía en el

cual se propagan''(BM 111). También, por la teoría de la relatividad, sabemos que

masa }' energía son equivalentes; ya Schopenhauer, siguiendo a Kant había escrito

que ''fuerza y substancia son inseparables porque en el fondo son una y la misma

cosa31''(M\rR Il, p. 309).

En cuanto a los sujetos, la equivalencia entre n1ateria y ca11salidad tiene también

implicaciones decisivas. ''El hecho que la materia es causalidad significa que el

mundo de la materia es el mundo de la causalidad no [solamente J en el sentido en

que el principio de razón lo caracteriza, sino en el sentido que el principio de razón

es él '' (BM 112). Este hecho provee el tan importante vínculo entre el mundo y

nuestra percepción del mismo. Para Schopenhauer, el correlato

subjetivo de la materia o la causalidad es el entendimientol2. Conocer la

causalidad es la única función del entendimiento, así como la causalidad o materia,

::11 Schopenhauer no sólo se une a Kant en esto, como anota Bryan Magee, sino también y más
interesantemente con Leibniz. En su N11evo Siste111n sobre la Nah1raleza, Leibniz había escrito lo
siguiente: "...al tratar después de profundiz.ar en los principios mismos de la mecánica para dar
razón de las leyes de la nabiraleza..., advertí que no bastaba con la consideración exclusiva de la
1:1asa a·te11sa y que era pre<:iso emplear además la noción de ft1erza, que es muy i11teligible, aunque
pertenezca al dominio de la metafisica''(p. 460). Una consideración solamente "físico-ideal'' de la
materia, esto es, meramente <.:orno res exte1rsa, tal como lo habi'\ planteado Cartesio, no satisfizo a
Leibni7, La materia tenia que ser algo más que mera extensión y ese algo es lo que Leibniz vio en
la vis o fiterm. Por supuesto.- Leibniz aplicó esta noción a la multiplicidad infinita de sus mónadas,
a las cuales llamó ''fuerzas primitivas'' o ''puntos de fuerza''. La noción de fuerz.a constituyó para
la mecánica de Leibniz la 11lti111a ratio pliysicae, al igual que para Schopenhauer, la Voluntad vino a
ser la ufundamentación metafísica'' de la filosofía de la naturaleza. Para Schopenhauer, donde
acaba Ja física, empieza la metafísica, que no es sino la doctrina de la Voluntad.
::\2 u la posibilidad de conocer el m11ndo de la percepción se ha de encontrar en dos condiciones: la
•••

primera es, si la e..\·presa111os objetioo1nente, la habilidad de los cuerpos de actuar uno sobre el otro, de
19

\.>5 decir, el mundo, es sólo por el entendimiento, a través del entendimiento, en el

e11tendi1niento (MVR 1, n.11)

3. Para Schopenhauer, la WUca y verdadera categorla del entendimiento es la de


causalidad; en esto se diferencia esencialmente de Kant, para el cual es · la
actividad de doce categorfas. Schopenhauer afir1na que por medio de esta sola

categoría logramos pasar de la mera sensadón a la percepción; gracias a ella, los

simples datos de tos sentidos logran configurarse en representación del mundo

real ''Sólo cuando el entendimiento...entra en activi«ia<t aplicando su sola y única

fotnta, la ley de causalidad, se opera una poderosa transfo1·mació� porque de la

sensación subjetiva se hace la intuición objetiva "(CR 92). Esta actividad es una
operación 'intuitiva y complet:amente inmediata', no como Kant la había

concebido, en cuanto función discursiva o conceptual Debido a la causalidad, la


intuición del mundo objetivo es posible; los datos se."\Sibles no pueden

transformarse por sí solos en representación empírica o real La causalidad tiene

que venir en su auxilio; ''[s)egún esto, el entendimiento tiene que crear el mundo

objetivo... [p)ues los sentidos no suministran más que la materia bruta...que...el

entendim.iento,...transforma en la concepción de un mundo objetivo'' (Ibid).

En relación a todo esto, es interesante destacar que la argumentación que Scho­


penhauer alega en favor de la función intelectual de la causalidad, no es mera­

mente filosófica, sino también científica. De hecho, a su argumentación 'transcen­

dental', Schopenhauer elabora una fundamentación 'fisiológica', con esenciales in­

cursiones y planteamientos en óptica-geoméb'ica.. Ambas exposiciones <liscurren

llevar a cabo cambios el uno al otro. Sin esta propiedad univerAl de todos los cuerpos ninguna
percepcic!.n señíl posible, aún por medio de g sensibilidad de los cuerpos anim41les. Si, sin
embugo.. deseamos expresar esta misma primera condición subjetivttnwnlt� decimos que el
entendimientc, primero que todo1 hace la posible.. porque la ley de causalida� IA
· ·

posibilidad de Ja causa y el efecto; surge sólo del entendimiento, y es válida para él


solamei:tte;. ."�tvR Ln.6). La segunda condición es la sensibilidad animal. Las implicaciones de la
..

equiparación de la materia y la causalidad (en cuanto entendimiento) no dejan de ser, por


supuesto, problemáticas.
20

paralelamente y se apoyan la una a la otra33. Una de las notables y relevantes

ventajas de una exposición de tal índole dual es que 11 en la terminología más física

33 Para Schopenhauer, existen dos puntos de vista fundamentalmente diferentes en los que puede
considerarse el entendimiento. El primero de ellos es s11bjetivo, comienz.a desde el inte11or y toma la
conscienda como su dato inicial. El segundo es de orden objetivo, empieza desde e] exterior y no toma
la conciencia como su punto de partida, sino los objetos que conforman el mundo. Este segundo
punto de vista es, por lo mismo, er11pírico ya que toma al mundo de los objetos como lo primaria y
absolutamente dado. Es también primariamente fisiológico, pero puede devenir filosófico sólo a
través de su conexión cora el primer punto de vista, el subjetivo, alcanzando así un status más
elevado (MVR Il, Cap. XXIl, p. 272). En palabras de Soledad García Ferrer, 11 erraríamos si •••

pensásemos que estos dos puntos de vista están reñidos entre sí, tanto como si creyésemos que la
cuestión se reduce a decidirse por uno o por el otro. A los ojos de Schopenhauer cada uno de los
dos puntos de vista -que son al mismo tiempo dos caminos (Weg)- depende en todo caso del otro,
es en esa medida condicionado, puesto que cada uno presupone necesariamente aquello que el otro
a tomado como dato... [son] ... dos caminos paralelos que desembocan en el mismo punto y que
transcurren requiriéndose el uno al otro continuamente"(La diversa consideración del objeto de
conod111ienlo 1"'' parle de Schope11l1a11er y Kant: 111ia c11estió11 de p1111to de vista, artículo de la revista
Antliropos, colección Documentos, p. 47). Schopenhauer estima que es esencial y necesario a la
argumentación filosófica o transcendental del entendimiento, una consideración de corte empírico
o fisiológico. '1Una filosofía como la kantiana, que ignora enteramente este [segundo] punto de
vista del intelecto, está parcializada, y, por consiguiente, es inadecuada. Deja un inmenso golfo
entre nuestro conocimiento filosófico y fisiológico, con el cual nunca podemos estar satisfechos''
(MVR Il, Cap. XXD, p.273). Sin embargo, el puente o conexión que Schopenhauer pretende
establecer entre los puntos de vista sobre el entendimiento, no estaría tampoco exento de ciertas
dificultades. Así, por ejemplo, Schopenhauer asegura abierta y expresantente que ''el mundo es un
fenómeno cerebral" (MVR Il, Cap.I, p.3); que todo el mundo objetivo es 11realmente un cierto
movimiento o afección de la masa pulposa del cerebro'' (MVR Il, Cap. XXD, p.273); ''un fenómeno
fisiológico, una función del cerebro" (lbid. p. 285); que asf como el espado está en el cerebro, el
cerebro mismo se encuentra en el espacio (MVR Il, Cap. 11, p.19). Todo esto es en extremo
paradójico, ¿de qué manera aceptable habría, entonces, que entenderse? A mi parecer personal,
habría que comprender este tipo de expresiones no en un sentido absol11to, es decir, no como si lo
que ellas aparentemente expresan aconteciese real111e11te. Teniendo esto en cuenta, veamos lo
siguiente. Si entre el par de proposj_ciones "el espacio está en el cerebro'' y ''el cerebro está en el
espacio'', tomamos al espacio en un sentido absol11to, tendríamos una antinomia insoluble, pues,
as1l111iría111os q11e el espado 11ecesiln estar de 11nte111a110 e11 el cerebro, esto es, q11e l1alla, .,mn1era11te11te, 11n
espado para qrre, posteriar111e11te, p11eda 11aber e11 e1 11J1 cerebro. En otras palabras: pres11pondría1os 11 la
prioridad ontológica del espacio co1110 1111a condidón 11bsol11ta y 11ecesaria para la existenda real del cerebro.
Esto presuposición estaría tomando al espacio como una realidad absoluta, es decir, una realidad
que puede existir i11dependiente111e11le de cualquier otra cosa. Sin embargo, según la perspectiva
transcendental, tal cosa no puede ser. Un espacio puro y absoluto, independiente de todo sujeto y
objeto es un presupuesto infundado del realismo. Kant había dicho que a pesar de que no podemos
i111agi1111r ningún objeto sin el espacio, podemos i111agi11nr perfectamente un espacio sin ningún
objeto en él, pero esto no significa que pueda haber de l1ecl101 es decir, real111ente un espacio vacío de
cualquier objeto e independiente de todo sujeto. Que existe un espacio significa que hay sujeto
(pues, ¿por qué más Kant denominaría al espacio como u.na condición s11bjefiva?) y también que
hay, en sentido general, objeto (al menos, alguna clase de objeto), ya que sólo a través y
precisamente por el ''análisis transcendental'' de Jos objetos, encontramos que el espacio se nos
muestra como una realidad ontológica más fundamental. Que el espacio sea más fundamental no
implica, sin embargo, que pueda estar por sí solo, absolutamente, esto es, que pueda existir real e
independientemente de su re]ación con el objeto y el sujeto. Volviendo a la contradicción entre las
proposiciones ''el espacio está en el cerebro'' y ''el cerebro está en el espacio'', luego de las
anteriores consideraciones, tendríamos que llegar a lo siguiente. La contradicción aparente no es
absol11la1 si110 sólo relativa: Ja existencia del espacio implica no sólo la posibilidad de los objetos, sino

. . .
21

que 11liliza Schopenhauer, el argumento central es más fácil de captar que lo que

hubiera sido en un discurso de orden abstracto (como ocurre en Kant), y es al

mismo tiempo más persuasivo (BM 98-99). A continuación, procederé a exponer

las líneas generales de los argumentos sobre la intelectualidad de Ja inhlición; los

mismos se dan en el seno de la óptica.

4. Como fue señalado y reiterado en la sección anterior, Schopenhauer considera

que la percepción objetiva del mundo real es sólo posible mediante la acción del

entendimiento sobre los datos de los sentidos. E11 relación a esto, el caso de la vi­
sión ha merecido un análisis y atención particular. En la visión pueden ser dis ..

ti.nguidos elen1entos de carácter subjetivo, en el sentido de sec aportados por la

sensación, y otros de índole objetiva, los cuales son brindados por el entendi­

miento. En el primer caso, '' ... lo que en la vffiión es obra de la sensación es sólo una

variada afección de la retina, muy parecida al aspecto de una paleta man,hada de

muchos colores,. ... " (CR 98). Así, si fuese por esta mera afección '' ...un paisa!e

quedaría reducido a una paleta de manchas sobre la retina'' (V 12). Por su

conformación fisiológica, la retina es sólo una superficie susceptible de una

yuxtaposición de impresiones diversas. Al ser impresionada por la luz, y debido a


la propagación rectilínea de esta últinla, la retina '' ..indi(ca] ya la dirección de su

causa, y así apunta directamente al lugar del objeto que emite o refleja la luz'' (CR

99). Todo esto es el único aporte de la sensación en la afección de la retina. Sin

embargo, los indicios ofrecidos la impresión retinal no constituyen todavía la


-------- ----- ------ -

también la realidad e11 ge11eral de los mismos (entre ellos, en el marco de una investigación
fisiológica -una indagación sobre pnrti•.•1larPS-, encontraríamos, por supuesto, al cerebro). Por otra
parle y aunado a lo anterior, podemos decir, ..il mismo tiempo y sin contradicció� que ""el ce:ebro
está en el espacio". Según mi criterio, creo que podríamos entender la parad• entre cerebro y
espacio si nos atuviésemos a estos análisis aquí esbozados. Quisiera reiterar una vez más, de
manera más sencilla y sucinta, la conclusión alcanz.ada: el cerebro está en el espacio, así como, al
mismo tiempo, el espacio está en el cerebro, siempre y cuando no concibamos un espacio
independientemente real de todo objeto (¡especialmente si este objeto es el cerebro!), o un cerebro
(objeto) independientemente real de todo espacio. Como habi. indicado ya la profesora Feraer., n:>
se puede reducir ninguno de los dos puntos de vista, el subjetivo y el objetivo, a su contraparte,
sino que cada uno presupone al otro. Asf, el espacio (s11bjetivo)
el rer�bro (obytivo), rMnm a sn
y
co111pre11didos co1110 realidades in-ed11ctibles la 1111a a la otra, es decir, necesariamente interdqmdientes y
con-elativas en 1111 se11tido lógico, y, a In vez, ontológico. Esto es, básicamente, si bien entiendo al
filósofo, lo que defendería Schopenhauer.
22 . .
·.
.
.
.

visión tal como Ja conocemos. La visión integral y objetiva de la representación


empírica se conforma de la siguiente manera: lo primero que rea)ii.a el
entendimiento sobre la impre::1ión de la retina es enderezar la imagen del objeto que
se forma en ella, pues la imagen que aparece en la retina, como simple producto de
la sensación, es una imagen invertida. Si no actuase el entendimiento sobre esta
impresión, '' ...percibiríamos la impresión del objeto invertida, porque así la

recibimos; ... " (CR 99). Otra característica de esta mera y preliminar impresión es
que, además, esta imagen, sin el auxilio del entendimiento, la percibiríamos como
algo que está en el interior del ojo, porque no pasaríamos más allá de la sensación.
Sin embargo, gracias al entendimiento, referimos o proyectamosl-1 e) efecto recibido
11
de esta sensación a su causa. Para lograr ello, el entendimiento toma de la
sensación el dato de la dirección con que ·vino el rayo de luz, [y] recorre la
dirección hacia atrás sobre ambas líneas, hasta encontrar la causa; ...el
[recorrido] ...se hace ahora en sentido inverso, de lo que se sigue que la causa se
presenta afuera, como objeto en el espacio, en posición derecha, esto es, en la
posición en que despide los rayos, no en la posición en que los rayos alcanzan la
retina''(CR 100).

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34 P. Martinelti en su libro J11lrod11zione al/a Metaf.sím hace mención de que la 1teoría de la


proyección', que aparece por primera vez en Fichte, fue desa11oliada y perleccior�a por
Schopenhauer ''hasta el punto df'? ser considerado con todo derecho como su verdadero autor''.
Para Schopenhauer, la f11nción intelectual proyecta los procesos cognitivos al espacio. Sin entbargo,
Martinetti señala que estos procesos proyectados al ''exterior'' para coPStituir los objetos, no
pueden ser algo enteramente subjetivo; los 1nismos presuponen ya un algo l\bjetivo. J.Á! teoría de la
proyección presupone que los procesos fisiológicos, que tienen que preceder a la constitución de los
objetos, presuponen aquel espacio que deberían explicar, pues el cerebro y los -.e
'� 1 1vios también
es�ín en el $pacio'' (V 108).
-

. . .
.
: . .. .
23

La segunda operación del intelecto35 sobre la sensación consiste en ''hacer una

imagen simple de lo que ha sido sentido dos veces; pues cada ojo de suyo recibe

una impresión del objeto, e incluso en dirección algo diferente, y, sin embargo, el

objeto se nos presenta co:a::to único;. . ."(CR 100-01). En términos estrictamente

sensoriales, en realidad percibimos dos imágenes, ya. que vemos con dos ojos; pero

además ''nuestros ojos, en cuanto diferentemente posicionados, reciben dos

imágenes incongruentes de cada cosa que miran'' (BM 99). No obstante, el objeto
en nuestra representación objetiva aparece único. Schopenh.auer detalla y explica

como ocurre esto:

Los puntos [A y B] situados a los lados del vértice del ángulo óptico [O] proyectan sus

rayos, no...en el punto medio de la retina, sino a los lados de este centro; [de esta

manera] ...los lugares heridos por dichos lados son simébicamente correspondientes,...EI

entendimiento aprende pronto a conocerlos, y extiende a ellos Ja susomentada regla de

concepción causal, refiriendo,... los rayos que van a herir los...lugares simébicamente co­

rrespondientes a un so]o y mismo yunto emisor del objeto, intuye11do así...e] objeto entero,

no doble, sino sencillo (CR 101-02)

35 A pesar de su �numeración, es menester señalar que estas operaciones no son, en realidad,


sucesivas, sino si11111ltáneas. Sin embargo, el análisis y, más aún, Ja exposición discursiva de estas
operaciones de) entendimiento nos obliga necesariamente a exponerlas de manera sucesiva, como
si así aconteciese rcaliter. Lo cierto es, no obstante, todo Jo contrario: estas operaciones del intelecto
ocurren en si11111lta1ieidnd.
24

Según lo expuesto por Schopenhauer, el entendimiento 'reconoce' la procedencia

de los rayos de luz, retrotrayendo estos rayos a un mismo y (mico punto,

con{ormando así una sola y misma imagen. ''Lo cual sucede porque el efecto de

un... [rayo] de luz es reconocido ccmo causalmente derivado de un único punto''�

14).

La tercera operación que efectúa el entendimiento para transformar las sensaciones

en intuición empírica ''...consiste en construir cuerpos con las meras [sensaciones]

obtenidas hasta aquí, esto es, en añadir la tercera dimensión''(CR 106). Debido a la

naturaleza del órgano de la visión, la retina sólo puede recibir dos dimensiones;

así, la sensación recibida es sólo planimétrica, no estereométrica. Por ello, la

profundidad es añadida por el entendimiento, no es dada en la sensación. Como

consecuencia de esto, '' 'vemos' los objetos en perspectiva, aunque esto no

caracteriza los datos ópticos. 'Vemos' la mayoría de los objetos como siendo más o

menos del tamaño que conocemos que son, aunque , de nuevo, esto no caracteriza

la información óptica,.." (BM 99). Si sóio contáramos con los datos de la sensación,

no podríamos conocer el tamaño real de un objeto con respecto a otro, por

ejemplo, un edificio y un ciganillo. Esto se debe a que la superficie del ojo sobre la

cual se fomta una imagen, hace posible equiparar el tamaño del edificio, divisado

desde 200 metros de distancia, y el tamaño de aquel ciganillo situado a un pie de

nuestros ojos. De hecho, el área de la imagen con que cada lAno de estos objetos

incide sobre la retina puede tener la misma extensión. Así pues, el mero dato

sensible no puede, por sí solo, informarnos acerca del tamaño real de uno o varios

objetos. Sólo el entendimiento es capaz de esto. Como consecuencia de ello,

aquellas personas que no han ejercitado adecuadamente el entendimiento -ya sea

por haber carecido de visión, o por tener un intelecto débil- están desprovistas de

una intuición objetiva del mundo corpóreo. En relación a ello, Schoperdlauer cita
25

un tratado de óptica de su época, en el cual se corrobora empíricamente, según la


opinión del filósofo, lo que ha sido desarrollado por el análisis transcendental36

Persons born blind t''''º obtain tlieir siglrt by an operalion in later yems only, somelimes imagine ll1at

ali objects tor1cl1 tl1eir eyes, a11d lie so 11ear to the111 tlmt tl1ey are afraid o/ sh1mbling against tlien1;

so111eti111es tlrey leap fOltPnrds tl1e 111oon, s11pposing tlrat t11ey can lay lrold of it; al otl1er tirnes they 11111

after tire clo11ds 111ovi11g alo11g tl1e sky, i11 order to catd1 llre111, or co111111it otlrer s11d1

exlravagancies... Si11ce ideas are gai,1ed by reflecHon 11por1 sensalion, it is 11ec� in ali cases, in

order 111111 a11 acc11rate idea of objecls 111ay befor111ed fro111 tire sense o siglrt, tlrat tire pmtPerS o/ tire 111ind

sl1011ld be 11ni111paired a11d ir1dist11rbed in tlreir excercise. A 1"00/ of tl1is is ajforded ofa boy t''''º liad
•••

110 defect of siglrt b11t lvas lt'f!ek i11 1111dersta11di1rg, a11d 1t1llS 1111able to esti111ate tire distant of objects,
••.

especially as lo l1eigl1t; l1e ''"'''Id exlend Iris l1a11d freq11ently tor,1ards a nail on tire ceiling, or louJtlrd

tl1e 1110011 to catcl1 it. lt s


i llrerefore tire ji1dge111ent lL7/1icl1 corrects and n1akes clear tliis idea, or

perccption of visible objecls (CR 119·20)

Con el párrafo auterior37 se muestra que la percepción objetiva del mundo real es
algo propio del intelecto y no de los sentidos. Sin el intelecto, seríamos incapaces

36 El análisis empírico de la visión, hay que señalar, es sólo una prueba indirecta de que la intuición
es intelectual. Se11s11 slriclo sería inexacto afirmar que las consideraciones fisiológicas del intelecto
son prueba s1ificie1ite del carácter intelectual de la percepción. Si, de hecho, estas consideraciones
fuesen suficientes, ento11ces toda la argumentación transcendental devendría innecesaria y aún
superflua. Lo que demuestra el análisis empírico o fisiológico de la visión es que esta no puede ser
explicada de manera positiva por una referencia a los órganos de la visión (Cfr. CR 100,102,105-6).
Así, pues, la demostración fisiológica lo es sólo en un sentido 11egativo; es precisamente por ello que
se acude o apela a un tratamiento filosófico (transcendental) del entendimiento. El análisis
transcendental es el que prueba positiva111e11te el hecho qu� la visión es prod11cto del entendimiento,
no de los sentidos. El propio Schopenhauer nos aclara esto explícitamente. 4'EI excelente libro de
Thomas Reid, l11q11iry i11to tire Hr1r1111r1 Mit1d, como una corroboracióil de las verdades kantianas en
forma 11egntiva, nos ofrece una muy completa convicción del carácter inadecuado de los sentidos
para producir la percepción objetiva de las cosas. Reid refuta la enseñanza de Locke de que la
percepción es un producto de los sentidos. Lo hace por medio de una completa y aguda
demostración que las sensaciones colectivas de los sentidos no tienen la mfruma similitud con el
mundo conocido a través de la percepción, y en particular, mostrando que las cinco cualidades
prinlarias de Locke (extensión, figura, solidez, movimiento, número) no pueden ser de manera
posible ofrecidas a nosotros por ninguna sensación de los sentidos. De acuerdo a ello, él (Reid ]
abandona la pregunta acerca del modo de origen y fuente de la percepción como completamente
insoluble. Así, aunque totalmente sin familiarización con Kant, nos provee, por asf decirlo, en
acuerdo a una reg11la ft1lsi, una consistente prueba de la naturaleza intelectual de la percepción ( la
cual yo fui realmente el primero en exponer en consecuencia de la doctrina kantiana), y de la
fuente n priori, descubierta por Kant, de los elementos constituyentes de la percepción, a saber,
espacio, tiempo, y causalidad ''(MVR 11, Cap. D, pp. 20-21).
.••

37 El texto (77re Eye: A Treatise 011 tite Arl ofpreseruing litis Organ in hen1111y Condition, and on improuing
tite Sigl1t) aparece citado en su inglés original en la obra de Schopenhauer (No se menciona al autor
del tratado). Ofrezco aqui una traducción: ''Las personas nacidas ciegas, quienes obtienen su vista
26

de distinguir la distancia real de un objeto y, con ello, su verdadero tamaño. Como

indica el ejemplo citado, las nubes o la luna se tomarían como objetos cercanos. De

igual fornta, la altura -entendiéndose sencillamente como una profundidad hada


arriba- sería igualmente indistinguible. Para Schopenhauer, todos estos ejemplos

constihtyen prueba irrefutable, aportadas por la misma ciencia, de la

intelectualidad de la intuición.

5. La prueba de la aprioridad de la ley causal, brittdada por Schopenhauer a través


de su análisis de la visión, intenta reemplazar a la que dio Kant en su Critica a la
Razón Pura. Schopenhauer está en total desacuerdo con la prueba ofrecida por

Kant, la cual se encuentra básica y esencialmente expuesta en el siguiente pasaje de

la Crítica:

La síntesis de los diverso, necesaria en todo conocimiento empírico, operada por medio de la

imaginación, da la sucesión, pero una sucesión aún no determinada: es decir, deja

indeterminado cual de !os dos estados percibidos precede al otro, no sólo en mi imaginación,

sino en e1 objeto. El orden determinado de esta sucesión, por el cual la percepción se

convierte en experiencia, es decir, justifica juicios objetivamente válidos, sólo penetra

mediante el concepto puro intelectual de causa y efecto. De este modo, el principio


fundamental de Ja relación causal es Ja condición de posibilidad de la experiencia, y como tal

nos es dada a priori38.

Según este pasaje, señala Schopenhauer, el orden de la sucesión de los cambios de

los objetos sólo nos es conocido como objetivo por medio de la causalidad de los

mismos; Kant ''afirma... que la objetividad de la sucesión de representaciones ...nos

por una operación adentrados en años, a veces imaginan que todos Jos objetos tocan sus ojos y
yacen tan cerca de ellos que temen tropezarse contra los mismos; a veces saltan hacia Ja luna, •

suponiendo que pueden agarrarla; en otras ocasiones, corren por Jas nubes que se mueven a través
del cielo con el propósito de agarrarlas, o cometen otras extravagancias como esas.. Ya que las
.

ideas son ganadas por la reflexión sobre la sensación, es necesario en todos los casos, para que una
idea adecuada de los objetos sea formada del sentido de Ja vista, que los poderes de la mente no
sean obstaculizados o interrumpidos en su ejercicio. Una prueba de esto es ofrecida... por un niño
que no tenía defectos de visión, sino que era débil de entendimiento y era ir.capaz de estimar la
distancia de los objetos, especialmente con respecto a la altura; el extendía su mano frecuentemente
hacia un clavo en el techo, o hacia la ]una para agarrarla. Por consiguiente, es el entendimiento el
que corrige y hace clara la idea o percepción de los objetos v�sibles."
26

de distinguir la distancia real de un objeto y, con ello, su verdadero tamaño. Como

indica el ejemplo citado, las nubes o la luna se tomarían como objetos cercanos. De

igual fom1a, la altura -entendiéndose sencillamente como una profundidad hacia


arriba- sería igualmente indistinguible. Para Schopenhauer, todos estos ejemplos

constituyen prueba irrefutable, aportadas por la misma ciencia, de la

intelectualidad de la intuición.

S. La prueba de la aprioridad de la ley causal, briltdada por Schopenhauer a través

de su análisis de la visión, intenta reemplazar a la que dio Kant en su Crítica a la


Razón Pura. Schopenhauer está en total desacuerdo con la prueba ofrecida por

Kant, la cual se encuentra básica y esencialmente expuesta en el siguiente pasaje de

la Crítica:

La síntesis de los diverso, necesaria en todo conocimiento empírico, operada por medio de la

imaginación, da la sucesión, pero una sucesión aún no determinada: es decir, deja

indeterminado cual de !os dos estados percibidos precede al otro, no sólo en mi imaginación,

sino en el objeto. El orden determinado de esta sucesión, por el cual la percepción se

convierte en experiencia, es decir, justifica juicios objetivamente válidos, sólo penetra

mediante el concepto puro intelectual de causa y efecto. De este modo, el principio

fundamental de la relación causal es la condición de posibilidad de la experiencia, y como tal

nos es dada a priori38.

Según este pasaje, señala Schopenhauer, el orden de la sucesión de los cambios de

los objetos sólo nos es conocido como objetivo por medio de la causalidad de los

mismos; Kant '' afirma...que la objetividad de la sucesión de representaciones...nos

por una operación adentrados en años, a veces imaginan que todos los objetos tocan sus ojos y
yacen tan cerca de ellos que temen tropezarse contra los mismos; a veces saltan hacia la luna,
suponiendo que pueden agarrar1a; en otras ocasiones, corren por las nubes que se mueven a través
del cielo con el propósito de agarrarlas, o cometen otras extravagancias como esas... Ya que las
ideas son ganadas por la reflexión sobre la sensación, es necesario en todos los casos, para que una
idea adecuada de los objetos sea formada del sentido de la vista, que los poderes de la mente no
sean obstaculizados o interrumpidos en su ejercicio. Una prueba de esto es ofrecida... por un niño
que no tenía defectos de visión, sino que era débil de entendimiento y era incapaz de estimar la
distancia de los objetos, especialmente con respecto a la altura; el extendía su mano frecuentemente
hacia un clavo en el techo, o hacia la luna para agarrarla. Por consiguiente, es el entendimiento el
que corrige y hace clara la idea o percepción de los objetos vjsibles."
27

es conocida solamente por la regla mediante la cual se suceden unos a otros, esto

es, por la ley de causalidad..."(CR 134). Kant asegura que si fuese por la mera

percepción, la relación objetiva de los fenóme�os que son sucesivos quedaría

indeterminada, ya que esta percepción es subjetiva y, por lo tanto, no puede

validar la objetividad de la sucesión, a menos que se apoye en la ley de la

causalidad. Así, Kant argumenta que uno podría invertir a voluntad el orden de

las sucesiones; para ello, toma como ejemplo la percepción de una casa cuyas

partes uno podría considerar en cualquier orden de sucesión, v.gr., de arriba hacia

abajo o de abajo hacia arriba, por lo cual la determinación objetiva de la sucesión

de las percepciones estaría subjetivamente fundada (CR 135) . Por otro lado, Kant

nos ofrece también un ejemplo en el cual la sucesión no es determinada

subjetivamente: es el caso de la percepción de un barco descendiendo por un río;

de acuerdo a éste, siempre percibiríamos a1 barco descendiendo desde arriba hacia

abajo. En este caso, la sucesión de las posiciones del barco son percibidas, en todo

momento, de arriba hacia abajo, sin que uno las pueda hacer variar a voluntad.

En corltra de esta argumentación, Schopenhauer asevera que, en ambos ejemplos,

la sucesié:·i es objetiva, es decir, real y objetivamente válida. Según nuestro

filósofo, lo que pasa es que en el ejemplo de la casa, Kant no toma er;. cuenta el cuerpo
del observadJr, :·:; rit·.:ir, el ojo. Tanto en el caso de la casa así como el del barco, la

sucesión de las percepciones es objetiva, en cuanto que 11 ••• ambos son las mutadones
de posición de dos cuerpos entre si'' (Ibid). Así, nos elucida Schopenhauer:

En el [ejemplo de la casa] ..., uno de [estos cuerpos] ... es el propio cuerpo del observador, y,
por cierto, sólo una parte del mismo, el ojo, y el otro, la casa, respecto de cuyas partes la
posición del ojo varía sucesivamente. En el [ejemplo del barco J , varía el barco su posición
con respecto al río; por tanto, también se trata de una mutación de posición entre dos
cuerpos... [La importa11te diferencia, que Kant no toma en cuenta, es que en el caso de la
casa] ..., la mutación procede del propio cuerpo del observador, cuyas sensaciones
[visuales ) son por cierto el punto de partida de todas las percepciones del mismo, y que no

38 Ver Critica a la Razón P1lra, 246. El pasaje es citado en la página 134 de la C11ádr1lple Raíz.
28

por esto deja de ser un objeto entre los demás objetos, y, por tanto, está sometido a laSi leyes

de este mundo objetivo corporal. El movimiento de su cuerpo según su voluntad es para

él [Kant] , en cuanto se comporta como puro sujeto cognoscente, nada más que un hecho

percibido empíricamente. [Sin embargo] [e] 1 orden de sucesión de la mutación podría

invertirse en el [caso del barco J ••• tanto como en el caso de la casa, si el espectador tuviese

fuerza para hacer que el barco marchase hacia atrás, como lo ha tenido para mover su ojo en

una dirección contrapuesta a la primera. Pues, de que la sucesión de las percepciones de las

partes de la casa depende su albeldrío, quiere deducir Kant que nos es subjetiva... Pero el

movimiento de su ojo en la dirección del tejado al sótano es [ una sucesión objetiva] ..., y el

opuesto, desde el tejado al sótano, Jo es también , tanto como puede serlo la marcha del

barco (CR 135-136).

En realidad, no existe diferencia entre los dos casos; en ambos ejemplos, se trata de
una sucesión objetivamente determinada. De acuerdo a Schopenhauer, Kant no
habría, en la exposición de su argumento, creído que hubiese diferencia entre uno
y otro caso, si hubiese tomado en cuenta que ''su cuerpo es un objeto entre objetos,
}F que la sucesión de sus intuiciones empíricas depende de la sucesión de las

impresiones producidas [causadas] por otros objetos sobre su cuerpo'' (CR 136).
Por consiguiente, la sucesión de intuiciones empíricas que percibe el observador
son, en cualquier ,--:aso, objetivas y son independientes de la voluntad del
observador.

Pero la refutación de la prueba dada por Kant no termina aquí para Schopelihauer.
De acuerdo al primero, sólo por la ley de la causalidad se puede conocer la
objetividad de una sucesión. Pero el resultado de tal afirmación sería que el único
tipo de sucesión objetiva que sólo se nos daría a conocer serían las causales,
observa agudamente Schopenhauer. '' ...el resultado de su afirmación [la de Kant]
sería que nosotros no percibimos ninguna serie en el tiempo como objetiva , con
excepción de la de causa y efecto..." (CR 137). Por otra parte, como implicación
directa de lo anterior, cualquiera otra clase de sucesión objetiva de fenómenos sería
1
29

necesariamente causaJ39. Sin embargo, podemos distinguir entre sucesiones que no


son causales y aquellas que lo son. ' La sucesión en el tiempo de acontecimientos
'

que no están en relación causal es precisamente lo que se llama casualidad


(Zufall)' (Ibid). De esta manera, v.gr., del hecho que luego de salir de compras,
'

caiga un aguacero, no se sigue de que halla una relación causal entre ambos
eventos; no obstante, la sucesión entre el evento de salir a comprar y el aguacero
es algo que puedo percibir objetivamente, sin que mi voluntad intervenga.
''Igualmente, la sucesión de sonidos en una pieza de música es una sucesión
determinada objetiva, y no subjetivamente, por mí, el oyente; pero ¿qui.én dirá que
los sonidos de la música se suceden según la ley de la causa y efecto?''(CR 138).
Para Schopenhauer es inadmisible lo que plantea Kant en torno al conocimiento y
la determinación objetiva de las sucesiones mediante la ley de causalidad; todos los
anteriores puntos intentan mostrar, de una fomta bastante satisfactoria -así nos
parece-, las inconsecuencias de la demostración kantiana.

6. El principio o ley de la causalidad pri1icipio de razón suficiente del devenir,


prindpii.im rationis suffidentis fiendi es la primera aplicación o modo del principio
general de razón. En esta aplicación, el principio causal no es sino la ley de
conexión por el cual los objetos de la primera clase se relacionan entre sí. Así, estos
objetos '' ... están ligados unos con otros..., en orden al comenzar y cesar de sus
estados, y, por tanto, en la dirección del transcurso del tiempo''(CR 68). La ley de
la causalidad es el principio por el cual los fenómenos se conectan entre sí; se
aplica a las mutaciones o estados de la materia, no a substancias; explica el comienzo y
cesar de estos estados, y es necesariamente unidireccional con relación al tiempo
(en este sentido, la causa es siempre, por necesidad, anterior al efecto). '' ..., [L]a ley

39''Si la objetividad de la sucesión fuera conocida meramente por la causalidad, sólo se la podría
pensar corno tal, y [toda sucesión] no seria más que causalidad...Por consiguiente, si Kant tu\-iese
razón, no se podría decir: 'Este estado sigue de aquel, por eso le sigue', sino que 'seguir' y 'ser
efecto' serían una y Ja misma cosa, y la proposición seria tautológica'' (CR 142). Schopenhauer
también señala que si la sucesión sólo nos es conocida por el nexo de necesidad causal, entonces
toda sucesión real nos es dada a conocer por su carácter necesario. Sin embargo, esto presupondría
que un entendimiento pudiese abarcar toda la cadena de causas-efectos, pues sólo así se
constataría la necesidad de los fenómenos percibidos como SUC$ivos.
30

de ca11salidad se halla en exclusiv11 relación con las mutadones y sólo se refiere a

éstas" (CR 68); 61 se


••• refiere sólo y exclusivamente a mutadones de estado& de la
materia y a ninguna otra cosa; p.>r consiguiente, no se la puede invocar CUL-ido no

se trata de éstas''(CR 71). ''Cada cam.bio en el mundo 1ratural puede aparecer solatr.ente

en a111nto otro cambio h.a i11mediatamente precedido ist.e; éste es el verdadero y

completo contenido de la ley de ca11salidadH(MVR U, Cap. IV, pp. 38-39).

Schopenhauer es muy enfático y repetitivo al formular y afirmar, de una manera

clara y precisa, la exacta si ón del nexo causal Esto se debe, esencialmente,


·

al continuo y prolongado malentendimiento de lo que es la ca11salidad y sus

erradas aplicaciones, las cuales se hacen patentes a lo largo de toda la historia de la

filosofía.

7. El principio de causalidad encuentra en la naturaleza una expresión ternaria:

como causa en sentido esbicto, como excitante, y, por último, como motivo.

Cuando hablamos de c«itsa y efecto en su principal significación , nos referimos al

ámbito de la 1uzh1raleza i11orgá11ica; al hablar de exdta11te �, reacdó11, nos ubicamos en


el 111u1ulo orgá11ico; y cuando nos referimos a motivo ), acdó11, nos encontramos en el
donti11io a11inuil, el cual incluye, por supuesto, al hombre.

• ... , la causalidad, ese guía de todas las mutaciones, aparee� en la naturalez.a bajo tres formas
,

diferentes: como ca1ts11 en el más estricto sentido, con10 e1·tita11te, y como 111otivo.

Precisamente en esta di\•ersidad descansa la verdadera )' esencial diferencia entre Jos

cuerpos inorgánicos, las plantas, �, los animales;...

La rottsa, en su más estricto significado, es la que produce las mutaciones en el reino

inorgánico; por tanto, la que origina aquellos efectos que estudian la mecánica, la física, y la

química...Sólo en esta forma de causalidad el grado del efecto es siempre exactamente

proporcional al grado de la causa, así que por ésta se puede cakular aquél, y viceversa.

La segunda forma de causalidad es el el·ciflmfl'. Esta forma de causalidad rige la vida

orgánica en cuanto tal, es decir, las plantas �1 la parte vegetativa, y por eso inconsciente, de
la vida animaL...Está caracterizada por la ausencia de los carácteres de Ja vida anterior. Por

tanto,....en ningún modo corresponde la intensidad del efecto a la intensidad de la

causa.....antes bien, si la causa se acentúa, el efecto puede con\•ertirse en su contrario.


31

La tercera forma de la causalidad es el 111otivo; bajo esta forma Ja causalidad rige Ja vida
animal propiamente dicha, es decir, el obrar, las acciones externas conscientes de todo
animal, ...Pero la manera de obrar de un motivo difiere notoriamente de un excitante: la
operación de un motivo puede ser muy corta, puede incluso no ser más que momentánea,
pues su eficacia no tiene, como la del excitante, relación alguna con la duración, con la
proximidad del objeto, y otras cosas por el estilo, sino que basta que el motivo sea percibido
para que obre; mientras que el excitante necesita siempre del contacto, ...''(CR 89-90)

De esta forn1a, las agrupaciones binarias causa-efecto, excitante-reacci611, y motivo­

acción (u obrar) constihtyen la expresión de la ley causal en la naturaleza40. Como

se señaló en el párrafo indicado, hay importantes diferencias entre estos tres

niveles: en cada uno de ellos, la proporcionalidad entre causa y efecto no es

siempre igual. De esta manera, ''la diferencia entre causa, excitante, y motivo es

sólo consecuencia de los grados de receptividad de los seres'' (CR 85). En este

40 El gran problema que encierra esta gradación de la naturaleza que hace Schopenhauer es que el
hombre está determinado en virtud de su carácter. No hay libertad -tal como se entiende
comúnment.e est.e concepto.. en el sist.ema de Schopenhauer. Así, encontramos el siguiente texto:
''Pues el hombre, como todos los objetos de la experiencia, es un fenómeno en el tiempo y en el
espacio y como la ley de la causalidad es válida a priori para todos los fenómenos, y en
consecuencia no tiene excepció11, el hombre debe estar sometido también a esta ley. Así lo
proclama la razón pura a priori; así lo confirma la analogía que persiste en toda la naturaleza. Así
lo atestigua la experiencia de cada momento, si uno se deja engañar por la apariencia. Lo que
produce la ilusión es que, mientras los seres de la naturaleza se elevan de grado en grado, se hacen
cada vez más complicados y su receptividad progresa y se perfecciona de la simplemente mecánica
a la racional, eléclTica, excitable, sensible, intelectual y finalmente racional, también la naturaleza
de las causas influyentes debe seguir esta gradación, al mismo tiempo, y modificarse en cada grado
en relación con el ser que ha de sufrir su acción: por eso las causas se presentan cada vez menos
palpables y materiales, de tal modo que, al final, no son ya asequibles a la vista, pero sí al
entendimiento que, en cada caso particular, las presupone con seguridad inquebrantable y las
descubre también tras la investigación pertinente (Los dos proble111as ft111da111entales de la ética, pp. 134-
135, Citado por Manuel Maceiras en SI<).
Siguiendo al profesor Maceiras en su análisis y crítica del determinismo de Schopenhauer,
coincidimos con él en que e] significado del texto anteriormente citado '' ...no sugiere más que la
causalidad como proceso determinístico"(p.183). Se asimila, pues, el hombre a la naturaleza. El
mundo en su totalidad es una realidad homogénea. "Tal afirmación remite a que una sola es la
sustancia de todos los seres. El hombre pertenece a esta misma uttidad substa11cial, sin que su ser
goce de privilegio especial. Y si su ser no goza de privilegio tampoco su obrar''(p.184). Pero esta
posición importa inconsecuencias inadmisibles el terreno de la ética, pues el ser l1111nano no es
respo11sable de s11 actos, en la 111edida en q11e 110 es respo11sable del carácter q11e lo deten11ina a act11nr co1110
actría. Schopenhauer asimila motivación humana a causalidad natural, dentro de un enfoque
rígidamente determinista. No obstante, la motivación verdaderamente humana no puede
entenderse, hoy día, a!;imilada sin más a los procesos naturales. Scl".cpenhauer razona dentro del
paradigma que Je ofrece Ja ciencia de Newton y Kant Aún así, el planteamiento del carácter que
realiza Schopenhauer tiene una relevancia considerable aún hoy día en la psicología y la biologí&.;
en la genética, por ejemplo, se investiga hasta que grado la configuración de los genes determina el
comportamiento de un individuo.
32

sentido, entre mayor sea la receptividad del ser (inorgánico, orgánico, o animal),

mayor será la proporción de la intensidad del efecto con relación a su causa. Así,

por ejemplo, en el movimiento de una piedra, factores tales como peso, masa,

volumen, fuerza con que es impulsada, fricción del suelo, inclinación de la

superficie, etc. (causas) detem1inan, proporcional y exactamente, la velocidad

(efecto) con que se mueve dicha piedra. En el reino vegetal, el crecimiento y

desarrollo de una planta (efecto, como reacdón), determinada por condiciones tales

como agua, luz, calor, y nutrientes minerales (causas, como excitantes), es variable

con relación a la especie de esta planta. Así, e.g., un cactus puede crecer y

desarrollarse con mayor facilidad (efecto, como reacción), bajo las mismas

condiciones de agua, luz, calor, etc. (causas como estímulos) que digamos, un fríjol.
En el ámbito animal, un hombre podría enamorarse de una particular mujer

(efecto, como acción) sólo gracias a una peculiar y atractiva mirada (causa, como

motivo)¡ otro hombre, sin embargo, necesitaría, para enamorarse de la misma

mujer, motivos (causas) adicionales tales como una cálida conversación, cierto

contacto físico, etc. A estas variaciones de la proporción entre causa y efecto,

Schopenhauer es categórico al afirmar, sin embargo, que la causalidad obra en

todos ellos con igual necesidad. Esto significa que dada o puesta la causa -sea cual

sea ésta- seguirá necesariamente el efecto. ''En definitiva, la causalidad es la

necesidad que [se] ... descubre en el mundo y las acciones''(SK 63).


33

CAPiTuLo m

LA SEGUNDA CLASE DE REPRESENTACIONES Y EL MODO DEL PRINCWIO


DE RAZÓN APLICABLE A ELLA

Nah1raleza de los co11ceptos-Verdad lógica, verdad e111pírica, verdad transcendental, verdad


111etalógica--A11exo: Tabla de Predicables A Priori

I. La segunda clase de representaciones u objetos que existen para el sujeto de

con ocimiento es prerrogativa única y exclusiva del ser humano. Son los conceptos o
representaciones abstractas, llamadas también representaciones de segundo orden, o
representaciones de representadones. Son abstractas, en contraposición a las
representadones concretas o empíricas; se consideran de segundo orden o
representaciones de representaciones, ya que toman su sustancia de las
representaciones de la primera clase.

Se han denominado tales representaciones conceptos (Begriffe), porque cada uno de ellos

abarca (begreift) innumerables cosas particulares en sí, o más bien, bajo sí, por lo que viene a

ser conglobación (lnbegriff). También se las pudiera definir como representaciones de

representaciones. Pues para formularlas la facultad de abstracción descompone las

representaciones completas, esto es, intuitivas, .., en sus partes constitutivas, para aislarlas y

poderlas conocer cada una de por sí, como cualidades o relaciones diferentes de las cosas.

(CR 149)

Estas representaciones hacen posibles las operaciones intelectuales propias del ser
humano, las cuales se dan necesariamente en y por el lenguaje41: relaciones,

-ti
''Por un lado, la teoría de la palabra. El hecho de que el lenguaje tenga algo de racional implica
que no haya un proceso palabra-in1agen suscitada. A cada palabra que se pronuncia, Ja razón se
expresa mediante un concepto y habla a la razón mediante representaciones no-intuitivas. Las
palabras no son, por lo tanto, evocadoras de imágenes, ya que entonces serían entendidas también
por los animales. Sólo alguna vez -continúa Schopenhauer- se da lugar a imágenes que
reproducen intuitivamente conceptos. Pero esta forma de reproducción siempre es inadecuada,...la
teoría que por fuerza habría de adquirir fisonomía propia en Schopenhauer es la teoría de la
abstracción. La teoría de la abstracción tiene efectivamente tales características que sepa¡ :\ a
Schopenhauer netamente de los presupuestos del empirismo y con igual nitidez de los
presupuestos planteados por el kantismo. No hay que olvidar que la teoría schopenhaueriana del
conocer parte de los concreto de la representación intuitiva. Si el conocer lógico es un alejarse de
los fundamentos del conocer auténtico, por otro lado, para conocer, ha de fundarse sobre la
autenticidad de aquel conocer, en los mismos datos con que tal autenticidad está dotada. Quiere
decir esto que no se contará con el recurso de una multiplícidad de representaciones semejantes
34

distinciones, inferencias, etc. Todas estas operaciones son patrimonio de nuestra

facultad de pensar o razón. ''En general, la ocupación del intelecto con los

conceptos,...,es lo que propiamente y en sentido estricto se llama pensar''(CR 153).

Este es el pensar abstracto o conceptual, lógico, o racional. Sin embargo,

Schopenhauer hace también un uso menos restringido del término ''pensar''¡


según el, todo pensamiento, en el sentido más amplio de la palabra, necesita de

representaciones intuitivas, o representaciones abstractas. Ambas mantienen una

importante y necesaria relación, pues las primeras se convierten en garante de la

legitimidad de las segundas. Así, las representaciones intuitivas se constituyen en

la base empírica en la cual se fundamentan los conceptos. '' [T]odo verdadero y

originario conocimiento,..., tiene que tener por núcleo íntimo o raíz una raíz

intuitiva'' (CR 158).

2. El pensamiento abstracto o discursivo no consiste meramente en la presencia de

conceptos en la consciencia, sino en una relación entre ellos. ''Tal relación de

conceptos, claramente pensada y expresada, se llama juido'' (CR 158). Respecto a

los juicios o proposiciones, aparece ahora la segunda forma del principio de i·azón

como principio de razón sufidente del conocer, principium rationís suffidentis


cognoscendi. Este segundo modo o aplicación del principio general de razón

expresa o indica la siguiente regla: todo juicio o enunciado debe tener una razón

suficiente que garantice su verdad¡ sólo bajo esta condición un juicio puede

predicarse como verdadero. ''La verdad es, por tanto, la relación de un juicio con

algo diferente de él, que se llama su razón (Grund),. .. "(CR 159). Ahora bien, este

fundamento o razón de un juicio es susceptible de ser clasificado según cuatro

categorias o especies; las mismas se clasifican como verdad lógica, 11erdad empírica,
verdad transcendental, y verdad metalógica.

para extraer de su multiplicidad las notas comunes, sino la fijación de una representación única en
sus caracteres constitutivos no perecederos. El concepto de perro nace de la inmovilización de Ja
fijación visualizada, intuitivizada de los caracteres por los que el perro es perro y por los que,
consiguie.ntemente (pero como pura consecuencia), este perro es un perro y se diferencia del
caballo (de un caballo). El concepto en Sc.hopenhauer, más que perder su ser concreto, lo
35

Verdad Lógica o Formal.- Esta primera especie del principio de razón del conocer se

suscita cuando un juicio encuentra su fundamentación o razón suficiente en otro

juicio. La fom1a clásica en que se ha tratado este tipo de fundamentación es,

propiamente hablando, toda la silogística tradicional.

[L]a fundamentación de un juicio por otro nace siempre de una comparación con [ ) otro:
•...

ahora bien, esto acontece, ora directamente en la mera conversión o contrapos!ción de los
mismos; ora por adjunción de un tercer juicio, con lo que de la relación de los dos últimos
entre sí resulta la verdad del juicio que hay que fundar. Esta operación es el silogismo
completo. Toda la silogística no es otra cosa que la conglobación de reglas para la aplicación
del principio de razón a los juicios entre sí;...''(CR 159-160).

Verdad Empírica o Material.- Esta segunda especie de fundamentación ocurre

cuando 11na representación de la primera clase, esto es, una intuición empírica, se

convierte eti �azón de un juicio. De esta manera, el juicio fundamentado adquiere

verdad material, la cual se denomina como verdad empírica, pues se verifica con la

expenencta.
• •

Verdad Transcendental.- La tercera especie del principio de razón del conocer es la

que se efectúa cuando ''[l]as formas del conocimiento intuitivo empírico,

residentes en el entendimiento y en la sensibilidad, pueden ser, como condiciones

de la posibilidad de la experiencia, razón de un juicio, .. "(CR 161-162). Instancias

de esta clase de verdad son los juicios sintéticos a priori; estos contienen también

verdad material pues se apoyan en la experiencia, aunque además, y más

importante aún, tienen su fundamento en las condiciones mismas de posibilidad

de toda experiencia. En este sentido, se dice que son transcendentales.

inmoviliza en una imi:gen conceptual, que es la forma más concreta de una representación
abstracta'' (V 22-23).
36

Ejemplos de estos juicios son proposiciones con10 las siguientes: dos lineas rectas no
encierran ningún espacio.- Nada sucede sin causa.- 3 x 7=21.- la materia no puede nacer ni
morir. Propiamente toda Ja matemática pura, como también mi tabla de predicables a
priori,... pueden ser aducidos como comprobantes de esta especie de verdad (CR 162)

Verdad Metalógica.- Poseen verdad metalógica aquellas proposiciones o enunciados


que encuentran su razón o fundamento en las llamadas ''leyes del pensar'', esto es,

los principio de identidad, no-contradición, y el de tercio excluso.

De tales juicios de verdad metalógica sólo se dan cuatro, que han sido hallados hace mucho
tiempo por inducción y han sido llamados leyes de todo pensamiento, si bien no hay aún
plena unanimidad tanto en lo que hace a sus formulaciones cuanto en lo que toca a su
11úmero, aunque exista un perfecto acuPrdo en lo que deben generalmente asignar. Son los
siguientes: 1) Un sujeto es igual a la suma de sus predicados, o a = a. 2) Ningún predicado se
puede afirmar y negar a la par de un sujeto , o a = -a = O. 3) De dos predicados opuestos

contradictoriamente, uno de ellos debe convenir a un sujeto. 4) La verdad es la relación de


un juicio con algo fuera de él, que es su razón suficiente (CR 163)

Schopenhauer reduce estas tres leyes a la del tercio excluso, pues el sentido y

validez de ésta ya contiene y presupone las otras dos42. A este principio de tercio

excluso, Schopenhauer adiciona el propio principio de razón suficiente del

conocer, ''todo juicio encuentra su razón suficiente o verdad en algo exterior a él'' .

Según Schopenhauer, estas leyes o principios lógicos pueden ser considerados

como las ''condiciones de posibilidad de todo pensamiento'', pues, a través de la

autorreflexión, ''encontramos que pensar en oposición a estas leyes, es tan

imposible como mover nuestros miembros contra la dirección de sus

articulaciones'' (CR 163). Las verdades metalógicas se asemejan a las verdades

transcendentales, ya que ambas condicionan y posibilitan el pensamiento de forma

42
''Me parece que la doctrina de las leyes del pensamiento pudiese ser simplificada estableciendo
sólo dos de ellas, a saber, la ley del tercio excluso, y aquella de razón o fundamento suficiente. Así,
la pri.mera ley: 'cualquier predicado puede ser, o atribuido a, o negado de todo sujeto'. Ya en el
'o...o...'está el hecho que ambos no pueden ocurrir simultáneamente, y consecuentemente, la misma
cosa expresada por las leyes de identidad y contradicción." (:MVR II, Cap. IX, p.104)
37

necesaria. No obstante, ambas formas necesarias del pensar pueden y deben ser
distinguidas: la verdad metalógica es una verdad necesaria en sentido lógico, pues
nace de puros principios forn1ales de la lógica; la verdad transcendental obtiene su
necesidad no de principios abstractos, sino de la naturaleza esencial de la parte
formal de nuestras representaciones empíricas, esto es, las intuiciones puras de
espacio y tiempo. La constitución esencial y necesaria de las intuiciones puras de
espacio y tiempo dan cabida a una nueva forma del principio de razón, la cual será
tratada en el próximo capítulo.

3. Anexo: Tabla de Predicables A Priori.- La siguiente tabla constib.tye un cuadro


de enunciados que se basan en nuestro conocimiento intuitivo a priori. Esta
serie de proposiciones de verdad transcendental conforman, según
Schopenhauer, un capíhtlo para una ontología -o más bien, una dianología, ·�sto
es, una suerte de ''fisiología transcendental'' del cerebro. Son las 'leyes
fundamentales del cerebro', al igual que los 'principios eternos de las cosas'
(Cfr. MVR 11, Cap. IV).

DEL TIEJ\1PO DEL ESPACIO DE LA MATERIA

l.) No hay más que un 1.) Sólo hay un espacio, y l.) No hay más que una
tiempo, y todos los dife- todos los diferentes espacios materia, y todas sus partes
rentes tiempos son partes son partes del mismo. son estados diferentes de la
del mismo. misma: como tal se llama
sustancia.

2.) No pueden darse a la vez 2.) Los diferentes espacios 2.) La diferencia en la
diferentes tiempos, sino sólo no se dan su sucesiva, sino materia no se determina por
sucesiv¿;amente. simultáneamente. su sustancia, sino por los
accidentes.

3.) El tiemp'·! no se puede 3.) El espacio no se puede 3.) No podemos imaginar la


s11primir por el pensa­ suprimir por el penc;a­ destrucción de la materia,
miento, ::;�r� es necesario miento; sin embargo, se pero sí la de todas s1.-..s
paca pensarlo todo. puede suprimir todo lo que formas y cualidades.
sale de él.

4. ) El tien1po tiene tres 4.) El espacio tiene tres 4.) La materia existe , es
sectores: pasado, presente y dimensiones: longihld, lati- deci'", obra en todas las
íuturc,, q:ue form:-..n dos
38

direcciones contrarias tud, y profundidad. dimensiones del espacio y


separadas por un punto de en toda la duración del
indiferencia. tiempo, y por esta acción
suya los une a ambos y los
llena; en esto consiste su
esencia., es en todo por todo
causalidad.

5.) El tiempo es divisible 5.) El espacio es divisible 5.) La materia es divisible


hasta el infinito. hasta lo infinito. hasta lo infinito.

6.) El tiempo es homogéneo 6.) El espacio es homogéneo 6.) La materia es homogé­


y fom1a un CONTINUUM, y forma un CONTINUUM; nea y es un CONTINUUM;
es decir, ninguna de sus es decir, que ninguna parte es decir que no consiste en
partes es diferente de otra, del espacio es diferente de partes diferentes por su
ni se podría separarlas sino otra., ni está separada por ,
origen (homeomerías) ni en
por el tiempo. algo que no sea espacio. partes originariamente sepa­
radas (átomos); por tanto,
no está compuesta de partes
separadas esencialmente por
algo que no sea materia.

7.) El tiempo no tiene prin­ 7.) El espacio no tiene 7.) La materia no tiene
cipio ni fin, pues todo límites, pues todo límite está origen ni fin, sino que el
principio y todo fin están en en él. nacer y el Ferecer se dan en
él. ella.

8.) Po¡· n1edio del tiempo 8.) Por medio del espacio 8.) Por medio de la materia
contamos. medimos. pesamos.

9.) El ritmo sólo es posible 9). La simetría sólo se da en 9.) El equilibrio sólo se da
en el tiempo. el espacio. en la materia.

10) Las leyes e lel tiempo las 10). Conocemos las leyes 10.) Conocemos a priori las
conocemos a pnon.
• •
del espacio a priori. leyes de la sustancia de todo
los accide11tes.

·11.) El tiempo es intwole a 11.) El espacio es intw'ble 11.) La materia es pensada


priori, y preferenten1ente1 inmediatamente a priori. meramente a priori.
bajo la figura de una línea.

12.) El tiempo no tiene du­ 12.) El espacio no puede 12.) Los accidentes cam­
ración, sino que perece al perecer sino que subsiste bian; la sustancia permane­
siempre.

mismo tiempo que nace. ce.

13.) El tiempo carece de 13.) El espacio es inmóvil. 13.) La materia es


reposo. indiferente al reposo y al
movimiento; es decir,, no se
inclina originalmente a nin­
guno de los dos.
39

14.) Todo lo que en el 14.) Todo lo que se da en el 14.) Todo lo material tiene
. .
tiempo se da tiene una espacio tiene su lugar.
,,.

un accion propia.
duración.

15.) El tiempo no tiene 15.) El espacio carece de 15.) La materia es lo que


durf'.ción, pero toda movimiento., pero todo pern1anece en el tiempo y lo
duración se da en él, y es la movimiento se da en él y es que se mueve en el espacio;
persistencia de lo el lugar de los cambios ele lo medimos la duración
pern1anente en oposición a movible, en oposición a su comparando lo que está e11.
su carrera sin descanso. inconmovible reposo. reposo.

16.) El movimiento sólo es 16.) El movimiento sólo es 16.) El movimiento sólo es


posible en el tiempo. poS1ole en el espacio. posible en la materia.

17.) La velocidad en un 17.) La velocidad, en 17.) La magnitud del


mismo espacio está en razón tiempos iguales, está en movimiento está_, en velo­
inversa del tiempo. relación directa con el cidades iguales, en propor­
espaoo.

ciórl geométrica directa con


la materia (masa).

18.) El tiempo no se puede 18.) Podemos mt:.diJ· el 18.) La materia como tal
medir directamente por sí espacio directamer1te pe· sí
,.
(masa) sólo es determinable
mismo, sino sólo indirecta­ mismo, e indirectamente oor
...
respecto a su cantidad,
mente por el movimiento,, el movimiento_, que se da a indirectamente, a saber: por
como lo que se da en el la vez en el tiempo y en el la magnitud del movimiento
tiempo; así medimos el espacio; de aquí, por que recibe y da, cuando es
tiempo por el movimiento ejemplo, una hora de impulsada y atraída.
del sol y de los relojes. camino, y las distancia de
las estrellas fij as medidas
por los años que tarda en
llegar la luz.

19.) El tiempo es omnipre­ 19.) El espacio es eterno; 19.) La materia es absoluta;


sente; cada parte del tiempo cada parte del mismo es es decir, ni nace ni muere;
está en todas partes, es perpetua. por tanto, su quantum no
decir., en todo el espacio a la puede ni aumentar rú
vez. dismin11ir.

20.) En el tiempo por sí sólo 20.) En el espacio por sí sólo 20.) 21.) La materia une el
todo se daría sucesivamente. todo seria simultáneo. inconstante huir del tiempo
con la rígida movilidad del
21.) El tiempo hace posible 21.) El espacio hace posible espacio: de aquí que sea la
el cambio de los accidentes. la permanencia de la sustancia permanente de los
sustancia. mudables accidentes. Este
cambio es determinado por
la causalidad en cada lugar
y en cada tiempo, que por lo
mismo enlaza el tiempo con
el espacio y constituye la
40

esencia total de la materia.

22.) Cada parte del tiempo 22.) Ninguna parte del es- 22.) Pues la materia es tan
contiene todas las partes de pacio contiene al mismo permanente como impene­
la n1ateria. tiempo la misma materia trable.
que las otras.

23.) El tiempo es el 23.) El espacio es el 23.) Los individuos son

prindpi11111 in dividuationis. prindpii1n1 individuationis. materiales.

24.) El presente carece de 24.) El punto carece de 24.) El átomo carece de


...

duración. extensión. realidad.

25.) El tiempo en sí es vacío 25.) El espacio en sí es vacío 25.) La materia en sí carece


e indeterminado. y carece de determinacio11es. de forma y de cualidad, y es


asimismo inerte,, es decir,
indiferente al reposo y al
movimiento; por tanto, sin
determinaciones.

26.) Cada .momento está 26.) Por la situación de cada 26.) Toda variación en la
condicionado por el momen­ límite en el espacio con materia se debe a otra
to anterior y sólo · es cuando respecto a otro límite, es anterior; por lo que una
éste ha terminado (Principio determinable su situación primera variación, y los
de razón de ser en el con respecto a otro de mismo, un estado primero
tiempo). manera rigurosa. (Principio de la mate1ia, es tan
de la razén del ser en el inconcebible como un
espacio). principio del tiempo o un
límite del espacio (Principio
de la razón del devenir).

27.) El tiempo hace posible 27.) El espacio hace posible 27.) La materia, cono lo
la aritmética. la geometría. que se mueve en el espacio,
hace posible la forononúa.

28.) El elemento simple de 28.) El elemento simple de 28.) El elemento simple de


la aritmética es la unidad. la geometría es el punto. la foronomía es el átomo.
41

CAPíruLO IV

LA TERCERA CLASE DE REPRESENTAC�ONES Y EL MODO DEL


PRINCTl'IO DE RAZÓN APLICABLE A ELLA

J11h1iciones ptlras de espado y W!111po co1110 objetos de cC1nod111ie1zto y el prindpio de razón


siifide11le del ser-Razó11 del ser e11 el espacio-Razó11 del ser e11 el tie111po: arih11ética­
Geo111etría

1. La tercera clase de objetos o representaciones que tiene el sujeto corresponde a la


parte formal de nuestras representaciones empíricas, es decir, a las intuiciones puras de
espacio y tiempo. Espacio y tiempo, en cuanto intuiciones puras, son objetos o
representaciones de nuestra facultad representativa; la unión de ambos constituye,
junto a la causalidad, la sustancia formal de la materia. La naturaleza esencial del
espacio y tiempo hace que todas sus partes constitutivas y respectivas estén
relacionadas entre sí, de tal manera que cada una de ellas esté determinada por
otra. Así, en el espacio, los lugares individuales que lo conforman se condicionan
mutuamente; en el tiempo, los momentos particulares que lo constituyen se
determinan entre sí. La detern1inaci6n que existe en el espacio se llama posición¡ la
que acontece en el tiempo, sucesión.

Estas relaciones son peculiares, distintas esencialmente de todas las demás relaciones
posibles de nuestras representaciones [aquellas que se dan entre los objetos materiales y los
objetos de la razón], por lo que ni el entendimiento ni la razón las pueden aprehender por
medio de meros conceptos: única y solamente la pura intuición a -priori nos las hace
inteligible, pues arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda [relaciones en el espacio], antes y
después [relaciones en el tiempo], no se evidencia1t por meros conceptos(CR 190).

Ahora bien, Schopenhauer denomina a la ley según la cual se determinan las


partes del espacio y tiempo, respectivamente, principio de razón suficiente del ser,
prindpium rationis suficientis essendi. Este es el tercer modo o aplicación del
principio general de razón. El prindpium essendi se escinde en dos sub-especies: la
que corresponde al espacio y la que pertenece al tiempo. En lo siguiente,
abordaremos el tratamiento de cada una de estas dos escisiones.
42

2. La razón del ser en el espado establece la determinación de las posiciones del

espacio por la de otras posiciones. De esta manera., puntos., superficies, y cuerpos­

partes que componen el espacio- quedan determinadas completamente por objetos

de la misma clase. Las partes determinantes se denominan razones (ratio), y las

determinadas consecuencias (rationata) pero no en un sentido lógico sino

transcendental. Sin embargo, en el espacio, la ratio puede ser considerada como

rationata, y a su vez la rationata puede ser, en su tumo, tratada como ratio. Así,
resulta indiferente lo que se puede considerar como ratio, o rationata. En la

siguiente figura:

l.a relación entre los ángulos a y b, en cuanto ángulos adyacentes, puede ser vista

tomando como punto de partida el ángulo a, o el ángulo b. Podríamos d..rir que

la amplitud del ángulo a es detem1inante (ratio) del ángulo b, que en este caso

queda como determinado (rationata). Y de forma inversa, pero sin alterar la

misma relación esencial entre los ángulos, podemos tratar la amplitud del ángulo b

como ratio del ángulo a, el cual esta vez se trata como rationata.. De esta manera,

queda a nuestra libre elección que puede tomarse como determinante o

determinado. Como las relaciones en el espacio pueden multiplicarse virtualmente

ad infinitum hay un indiferencia al elegir qué determina qué, pues ''todos los espacios
relativos son figuras, porque son limitados, y todas estas figuras tienen, en virtud

de sus límites comunes, su razón de .r;�!" las unas en las otras''(CR 192). Así:
43

a
b

La razón por la cual los ángulos 1 y 2 sean iguales en amplitud se debe a que
siendo a y b líneas paralelas y teniendo en común e, los ángulos 1 y 2 han de ser
necesariamente iguales. O, si queremos, sierLdo 3 y 4 ángulos iguales en amplitud,
además de ser adyacentes al 1 y al 2 respectivamente, 1 y 2 tienen que ser
necesariamente iguales, debido a esta relación. Con respecto a lo anteriormente
presentado, se aplica esta afirmación de Schopenhauer, ''[u]na demostración de
todo esto es imposible: pues son proposiciones cuya verdad es transcendental,
poseyendo su razón in.mediatamente en la intuición del espacio dada. a priori'' (CR
191).

3. En el tiempo, la razón del ser como ley de sucesión indica la determinación de


cada momento por el anterior. ''Cada momento es condicionado por el anterior;
sólo por aquel anterior podemos llegar a éste; y sólo en cuanto aquel era y ha
transcurrido es éste''(CR 192-193). Esta es la razón del ser en la aritmética; tal es su
prolegómeno y fundamento esencial. Desconocer esto es la verdadera perversidad
matemática, pues toda la aritmética y sus leyes no son sino una abreviación del
contar3, operación que no es más que el repetir -o la sucesión de la unidad- pero
con un nombre diferente en cada ocasión.

43''Debido a que el tiempo tiene sólo una dimensión, el contar es Ja única operación aribnética, a Ja
cual t.odas la otras pueden ser reducidas. Pero este contar no es nada más que intuición o
44

Todo contar consiste en la repetida puesta de la unidad; meramente para conocer siempre
cuantas veces hemos puesto ya la unidad, marcamos cada vez con una palabra diferente;
tales son los numerales. Ahora, la repetición es sólo posible a través de la sucesión; pero la
sucesión, siendo una cosa después de otra, depende totalmente enteramente en la intuición o
percepción del tiempo. [La sucesión] [e]s un concepto que es sólo inteligible por medio de
éste [el tiempo]. Esta dependencia de todo contar en el tiempo es también delatada por el
hecho que en todas las lenguas la multiplicación es expresada [por el término] 'tiempo', y así
a través de un concepto de tiempo, completamente, sexies, e�Ot'X,tc;, six fois, schesmal, six

times (MVR II, Cap. N. pp. 34-35)

En el nexo existente en las partes quP constituyen el tiempo radica la nun�1eración;


los numerales sólo denotan los pasos individuales de la sucesión;: ,, y por
consiguiente toda la aritmética , que no enseña otra cosa que abre\; aciones
metódicas de la numeración'' (CR 193). Cada número presupone los a-�•'iiif?riores
como su razón de ser; por ejemplo, sólo se puede llegar a diez pasando a� :·es por
todos los números a11teriores. Gracias al conocimiento de éstos, se pue0 saber
que donde hay un diez, hay dos, un cuatro un seis, un ocho, etc., que son 1 1·azón
de ser del diez44.

4. El fundamento de toda geometría radica en la conexión de la posición e todas


las partes del espacio entre sí. Para Schopenhauer, toda demostración geométrica
debe ser susceptible a reducirse una inttrición '' ..., toda proposición geométrica
debería reducirse a la intuición, y la demostración consistiría solamente e1· _ hacer
sobresalir con claridad el nexo que se trata de intuir: no podría haber nada
más'' (CR 193). En relación a esto, Schopenhauer crítica acerbamente el método

percepción a priori, a la cual no dudamos en referirnos, y por Ja cual solamente cada otra cosa,
cada cálculo, cada operación, es en última instancia verificada. Por ejemplo, no probamos q11e [(
7+9 ) X 8 - 2] / 3 42, sino que nos referin1os a la pura intuición del tiempo, al contar; así hacemos
=

cada proposición individual un axioma'' (MVR I, n. 15, p. 75)


-1-1 "Cada operación arihnética consiste en contar, es decir, en apelar a la pura intuición a ¡r
ríori del
tiempo. El contenido de la aritmética y del álgebra es un método para el abreviamiento de cálculo
en cuanto nuestra intuición no actúa, sino que queda indicada con la absoluta detern� ,nación,
mediante el orden numérico que permite indicar (representar) los grandes nú�eros por medio de
los pequeños''(V 27-28).
45

euclidiano, pues en sus demostraciones éste método apela al prindpio de razón del
conocer, es decir., se acude una prueba de orden lógico., no a una de orden
transcendental, como propone Schopenhauer. Sólo en los axiomas Euclides acude a
la intuición; así ''It]odos los otros teoremas son demostrados., esto es, se da una

razón de conocirniento del tec1rema que nos obliga a tenerlo como verdadero., por
tanto se demuestra la verdad lógica, no la verdad transcendental del teoren1a'' (CR
195). Así,

[c]uando yo pregunto: ¿por qué son los tres lados de este tríangulo [cualquier tríangulo

equilátero] iguales? La respuesta es: porque los tres ángu1os son iguales. Ahora bien, ...la

igualdad de los ángulos no es meramente la prueba de la igualdad de los lados, no es

meramente la r«zón de un juicio: de los meros conceptos no se evidencia que porque los

ángulos sean iguales, hayan de serlo también los lados, pues en el concepto de la igualdad

de los ángulos no e:;tá conteni<.lt> el de la igualdad de los lados (CR 57-58).

De esta forma, constituye un error el querer fundamentar una verdad geométrica


en una razón de conocimiento, esto es, un fundamento lógico45• El
correspondiente y verdadero po1· qué o fundamento de una determinada relación
espacial estriba en una referencia a la intuición. Schcpenhauer está convencido
completamente de que '' ... en todos los teoremas, aun en los más complicados,
se ... debe poner de manifiesto [la razón del ser en el espacio] y se debe reducir la
certeza de... [ una] proposición a una intuición... " (CR 198)

Por todo lo anterior, se explica, entonces, por qué el siguiente dibujo resulta ser
una prueba mucho más clara y consecuente sobre la verdad del teorema de
Pitágoras.

45 "Si consideramos Ja matemática tal como fue constituida en ciencia por Euclides, nos parecerá
absurdo el camino por ella recorrido. Mientras toda pre:posición lógica ha de ser referida a un
principio intuitivo, la matemática intenta dar una deJ,1ostración eliminando la evidencia intuitiva,
para sustituirla por una evidencia lógica. En realidad, mediante el pri1zdpiu111 essendi, que
constituye la conexión inmediata de las partes del tiempo )' del espacio, penetramos en la conexión
de los puntos del tiempo y el espacio''(V 27).
46

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47

CAPíruLO V

LA CUARTA CLASE DE REPRESENTACIONES Y EL MODO DEL


PRINCll'IO DE RAZÓN APLICABLE A ELLA

Nah1raleza de esta clase de represe11tadones-Falada del 'conocer del conocer'-S11jeto


vole11te-Ley de la Molivació11.

I. Esta última clase de representaciones u objetos es bastante dñerente a las tres

anteriores, pues únicamente comprende un sólo objeto para cada sujeto de

conocimiento. Este es 1• ••• el objeto inmediato del sentido interno, el sujeto de la


volición, que es objeto para el sujeto cognoscente, ... " (CR 202). Todo conocimiento
comporta necesariamente la unidad indisoluble del sujeto y el objeto. El

conocimiento o conciencia que tiene cada uno de sí se escinde entre un conocido y

un cognoscente; esto conocido se nos da única y exclusivamente como voluntad.

''Según esto, el sujeto se conoce a sí mismo sólo como un volente, no como un


cognoscente''(CR 203). Esto se debe a que el yo, en cuanto sujeto de conocimiento,
no puede ser, por necesidad lógica y ontológica, representación u objeto, pues el

sujeto es correlato necesario y condición de posibilidad en general de todas las

representaciones. De esto se sigue que no puede haber un conocer del conocer, ya

q11e para ello sería menester que el sujeto pudiese separarse del conocer y luego

conocer el conocer, lo cual es absurdo y, por lo tanto, imposible.

A la objeción : "yo no sólo conozco, sino que sé que conozco'', respondería yo: tu saber de tu
conocer difiere de tu conocer sólo en la expresión. ''Yo sé que J"O conozco'' no quiere decir
otra cosa sino: "Yo conozco'', y esto, así, sin mayor determinación, sólo quiere decir ''yo''. Si
tu conocer y tu sa her de este conocer fueran dos cosas distintas, prueba a tener cada uno de
ellos aislados siquiera una vez, y ahora trata de conocer sin saber que conoces, y luego trata
de saber solamente que conoces, sin que este saber sea al mismo tiempo el conocer (CR 203)

Todo conocimiento es de algo en particular, pero gramaticalmente es posible

construir la expresión ''yo conozco que conozco'', la cual sugiere un conocer en

general, esto es, un conocimiento que encierre tanto lo conocido en particular como
la intelección misma de ese conodmiento en particular. Así, la proposición ''yo conozco
que conozco'' es una mera construcción gramatical sin referencia objetiva; es, pues,
48

una simple abstracción sin sentido. En realidad, según el análisis de


Schopenhauer , ''yo conozco que conozco'' significa nada más que ''para mí hay
objetos'', lo que es equivalente a decir ''soy sujeto''. Sin embargo, ante todo este
análisis, se podría preguntar: ''si el sujeto no se puede conocer, ¿ cómo podemos
conocer sus diferentes facultades cognitivas, a saber, la sensibilidad pura , el
intelecto o entendimiento, y la razón?''(CR 203-204) La respuesta que da
Schopenhauer ante esta interrogante es que no las conocemos porque ellas
puedan ser objeto de nuestro conocimiento, ''sino que más bien son inferidas, o,
más exactamente: son i:érn1inos generales para las clases de representaciones
expuestas por mí, ..., dichas potencias cognoscitivas son abstraídas de léJs
representaciones, ..." (CR 204). Esto significa que conocer cierta facultad cognitiva
no es nada más que conocer un objeto de determinada manera, de modo que las
siguientes expresiones no son sino una y la misma cosa:

a) Los objetos tienen tales y cuales caracteristicas


b) Los objetos pueden dividirse en tales y cuales clases
e) El sujeto conoce de tal y cual manera

d) Al sujeto le pertenecen tales y cuales facultades cognoscitivas

Las oraciones a, b, e, y d, significan o se refieren a un sólo hecho. Sólo la apariencia


gramatical de las mismas parece aludir a hechos diversos entre sí.

2. El sujeto que es conocido por el sujeto cognoscente es el sujeto volente. Así, el


sujeto cognoscente no puede ser objeto de sí mismo, esto es, no puede hacerse
representación u objeto para sí. De esta forma lo conocido en nosotros como tal no
será el cognoscente, sino el volente, el sujeto del querer, la voluntad46 '' (CR 205). Si

46 Es interesante notar como toda esta relación t:?n torno al "yo'', como sujeto cognoscente y sujeto
volente, además de su vinculación al conocimiento, entra a formar parte de ]as preocupacior;es
metafísicas del joven Wittgenstein. Obviamente influenciado por Schopenhauer, Wittgenstein
también distingue entre un sujeto cognoscente y un sujeto volente. A1 igual que Schopenhauer,
Wittgenstein considera que el sujeto cognoscente no puede ser conocido, pues no es fenoménico.
Sin embargo, Wittgenstein va aún más lejos y llega hasta a afirmar que este sujeto no existe
(Tageb11cl1er 1914-1916, p.172). No obsta11te, esta última afirmación resulta paradójica, pues poco
después en el Tractat11s (5.641) y en los Tagebi1clrer (175) escribe lo siguiente: 11Si no encuentro el yo
como sujeto cognoscente, cómo entra entonces el yo en filosofía? El yo es sujeto metafísico -es decir,
no fenoménico como tal, y, sin embargo, captable filosóficamente-, en cuanto se manifiesta en e]
49

ton1amos en consideración el punto de vista del conodmiento, expresar ''yo


conozco'', es una proposición analítica; si tomamos, en cambio, el punto de vista de
la experiencia, decir ''yo quiero'', resulta ser un enunciado sintético a posteriori. De
esta manera, sólo el sujeto del querer es objeto, ''Si miramos dentro de noso�os
mismos, nos vemos siempre queriendo''(CR 206).

La identidad del sujeto volente con el sujeto cognoscente, implícita en la palabra

''yo'', es el misterio par excellence. Dicha identidad no puede ser explicada, pues

mundo en doble manera. A saber, porqite el 11111ndo es 111i 1n11ndo [1] y porq11e yo soy la frontera [2), no
11na JNlrle del 11111P1do".

De manera más explícita, la doble distinción aludida (Tageb1tc}1er, p.172. Las cursivas son mías)

... Existe el :;11jeto 111etafísico co1110 aq11el del q11e p11ede hablarse filosóficm11e1zte y del q11e se 11abla
111ediata111e11te (Este es el primer "yo"]. Y fi1zal111e1ite, existe co1110 s11jeto in111ediato, el s11jeto vole11te,
modificador del mundo [El segundo yo'' ] . Mientras que, por ejemplo, en lugar de ''yo pienso''
"'

podríamos decir, "ello piensa'', no podríamos decir, sin embargu, ''ello quiere'', sino que debemos
decir ''yo quiero'' [Lo cual está en perfecto acuerdo con lo planteado por Schopenhauer, en Ja
sección que corresponde a esta nota al pie ] . El yo e11 c11a11to vole11te y, por ello, e1i c11a1ito soportf de la
éticn, es el ce11tro de 111i 1111t11do.
Hasta aquí bien. Wittgenstein aclara que sólo el sujeto volente es el sujeto que puede ser conocido.
Además éste es el sujeto al cual se refiere Ja expresión "mi mundo''. Pero, qué de aquel otro''yo''
solamente ''captable filosóficamente'', aquel ''yo'' que es ''frontera del 11111ndo'' ? Qué hace
Wittgenstein con él? Wittge1istei1z asi111ila e ide11tifica la existe11cia del s11jeto 111etafísico co11 la fi111ción del
le11gr1aje (Apel). Aunque Wittgenstein habla desde la perspectiva de una filosofía del leng11aje y
Schopenhauer desde el punto de vista de la represe1itació111 ambos enfoques coinciden, en relación al
sujeto de conocimiento, una vez que consideramos este sujeto (tal como también lo consideró
Schopenhauer) como co1idición de posibilidad e1z general de la experie1icin.
''No puedo, efectivamente, trazar las fronteras de mi mundo, pero el mundo es limitado y yo 111is1110
soy s11 fro11tera Có1110 se 11111estra esto? E11 el leng11aje. '' '1Las fro11teras de 111i 1engi1aje sig11ifica11 las fro11teras
de 111i 1111111do"(Tractah1s 5.6). Todo lo que pueda ser descrito li11giiística111e11te [En Schopenhauer
vendría a ser represe1zfacio11al111e1zte] está en el mundo. Por tanto, si pudiera describir las fronteras
de mi mundo, no sería frontera alguna. La limitación del mundo no es la frontera de algo extenso,
es inherente al mundo mismo. De este modo el lenguaje también es limitado en sí. En efecto, 110 111e
p11edo colocar fi1era del leng11aje y l1ablar de él, es decir, de có1110 describe el 11111ndo [C01110 11no no prtede, de
manera análoga, colocarse fi1era de la rcprese11tadó11, y represe11tarla a s11 lJeZ , esto es, de ver co1110 ésta
representa al 1111111do]. No se puede hablar de lo que puede ser dicho, sólo se puede decirlo [ Así
co1110 110 se p11.ede represe11tar lo q11e p11ede ser representado, sino sólo represe11tarlo].
La afinidad de Wittgenstein con el planteantiento schopenhal1eriano [que, en este punto, es
esencialmente lo que plantea Kant] es sorprendente. La única ( pero importante) diferencia
consiste en que Schopenhauer habla de la represe11tadón (Vorstell11ng) y Wittgenstein del le11giU1je
(Spraclre). No obstante, en ambos filósofos, ta11to la represe1ztadó11 co1110 el leng11aje son tratados c01110
foru1as de fig11rar el 111111ido, a111bos son for111as picf.óric�represe11tado11ales de la realidad. Por lo tanto, las
propiedades o características del lenguaje y de la representación resultan análogas entre sí .
Recapitulemos: a) Ambas son condiciones de posibilidad de la experiencia b) En ambas se
encuentra el sujeto metafísico, sin que éste sea parte del mundo e) Ambas son fronteras del mundo
d) Ninguna de ellas puede representar (o hablar de) aq11ello que puede ser representado, sino que
50

sólo es susceptible de explicación lo que se puede ser conocido. Por lo tanto,


[a)quí,..., donde se habla del sujeto, ya no valen las reglas del conocimiento de los
objetos'' (CR 206). Es un hecho inexplicable porque es último o fundamental. Lo
que permite y posibilita que el sujeto volente se convierta en objeto de
conocimiento es el sentido interno, es decir, el tiempo. De esta manera, el tiempo
deviene el correlato subjetivo de la cuarta clase de representaciones, así como el
entendimíento lo fue de la primera clase de representaciones; la razón,, de la segunda;
y la sensibilidad pura, de la tercera.

4. El sujeto del querer aparece en la consciencia de forma inmediata y sólo se le


puede descubrir o definir como qiterer. Este suceso, '' ..., es el más inmediato de
nuestros conocimientos, y es incluso el que, por su inmediatez, debe arrojar luz
sobre todos los demás, que son muy mediatos''(CR 207). Así, en toda acdón
percibida en los otros o en nosotros mismos, estamos autorizados a preguntar por
qué? , pues a priori conocemos que esta acción ha sido precedida por algo que
vendría a ser su razón. En este caso, la razón de una acción es conocida como
motivo, concepto que se hizo explícito en nuestra sección ''causalidad ternaria''
como la forma causal que aparece en el ámbito animal. En las anteriores formas
de causación, el proceso de causalidad nos fue conocido sólo externatnente. Sin
embargo, en esta nueva y última forn1a causal, tal proceso se nos da conocer
interiormente. De esta manera, en aquellas primeras forn1as, observamos que la
causa produce el efecto con necesidad, pero no llegamos a experimentar como
propiamente ésta puede hacerlo, desconociendo así, lo que sucede en el interior de esta
reladón.

Así, vemos los efectos mecánicos, químicos, como también los originados por los excitantes,
resultar cada vez de sus respectivas causas, pero sin que nunca por esta vía entender de
parte a parte el proceso, sino que lo principal de éste sigue siendo para nosotros un misterio:
le atribuimos unas veces a las propiedades de los cuerpos, a las fuerzas naturales, también a
la fuerza vital, pero todas estas cosas no son más que qttalitates occ11ltae. Tampoco estaríamos

sólo lo representa (o dice) e) El sujeto no puede estar fuera de Ja representación, de la misma


manera en que éste no puede estar fuera del lenguaje.
51

en mejor postura para entender el movimiento y las acciones de los animales y de los
hombres, y las habríamos visto también surgir de una manera inexplicab]e de su causas
(motivos), si para nosotros no estuviese abierta la visió1z proft1nda del interior de este proceso:
sabe111os, e1z efecto1 por la experie1icia i11terinr l1ed1a en 11osotros 111is111os, qire did10 proceso es itn acto
de la vol1111tc1d, el c11al es provocado por el 111otivo, qz1e consiste en 1111a 111era represe11tadón47(CR 207-
208)

La influencia de este motivo no nos es conocida sólo desde fuera, como sucede en el
conocimiento de las demás causas, sino que accedemos a tal conocer desde dentro.
Así conocemos el secreto de cómo la causa produce el efecto. En este sentido, la
motivación, como forma de causalidad, no es sino toda causalidad pero vista desde
dentro (CR 208). Según Schopenhauer, en realidad, sólo esta forn1a de causación
nos revela de una manera inmediata qué es lo que sucede a lo interno de
cualquiera de las otras relaciones causales. Schopenhauer la clasifica como
prindpio de razón suficiente del obrar, prindpium rationis suffidentís agendi, o
simplemente, ley de la motivación.

Con esta cuarta y última clase de representaciones y el principio de razón


suficie11te que c.orresponde a ella, Schopenhauer da por finalizada la cuádruple
exposición de las raíces de este principio.

-t7
En todo este planteamiento de Schopenhauer enco11tramos 1a poderosa �nfluencia de Fichte. Para
Fichte, la comprensión integral de los cambios en la naturaleza sólo se logra 'al imaginar una
fuerza activa peculiar al objeto y que constituye su propia esencia'. Esta fuerza principio de
actividad o del devenir se logra entender en cuanto logra afectanios, cuando los objetos inciden
sobre uno (D 18-19). Ella se identifica con todas las demás fuerzas naturales y no puede explicarse
ya (!bid 22). Esta fuerza es conocida en nosotros como volri11tad. 11La voluntad es la consciencia
inmediata de la actuación de caJa una de nuestras fuerzas interiores.. La consciencia inmediata de
.

uno de los in1pulsos de esta fuerza1 ...es en la consciencia la inclinación o apetito;.."(Ibídem 29)
52

CAPÍI'ULO VI

CONCLUSIONES DE LA 'CUÁDRUPLE RAÍZ'

El co11cepfo de 111ecesidad' y s11 c11ádr11ple expresió11 segií11 el pri11cipio de razó1z srtjicie11te­


Transgresio11es al principio de razó11-El orden de las cie11das seg1ín el prindpio de razó1i­
Res11ltados de esta i11vestigadó11

l. El principio de razón suficiente es, de acuerdo a Schopenhauer, el principio


portador de toda necesidad48• 'Necesidad' se define aquí, de manera estricta,
como la inevitabilidad de la consecuencia, una vez se ha dado la razón.
' ...necesidad no tiene otro sentido verdadero y claro que la irtdefectibilidad de la
'

consecuencia..." (CR 218). Se entiende, pues, en el marco de esta definición1 que


toda necesidad es condicionada; por ello, un concepto tal como el de 'necesidad
absoluta' -entendiéndose por 'absoluto' aquello que carece de condiciones- viene a
ser una contradictio in adjecto, esto es, un absurdo. ''Pues ser necesario no puede
querer decir otra cosa que seguirse de una razón dada '' (Ibid). Según esto, dicho
sea de paso, se cierra el camino al argumento ontológico, que basa s·u validez
precisamente en un concepto que el tratamiento de Schopenhauer hace ilegítimo
pe1· definitio: un ser 'absolutamente t1ecesario'.

El principio de razón comporta una cuádruple necesidad, según los análisis


mostrados en los capítulos precedentes49. 1) La de orden físico-causal, que, según

48 El principio de razón suficiente, en general, es expresión de la forma fundamental, ...de una


conexión necesar�a de todos nuestros objetos, representaciones y el único origen del concepto de
1zecesidad, que no tiene otro verdadero contenido que la de la aparición de la consecuencia cuando
se ha puesto la razón de ella''(CR 141).
49 Siguiendo un orden diferente al nuestro, Bryan Magee presenta, de forma mucho más elaborada,

un resumen de las cuatro clases de necesidad de la siguiente manera:

''En t.:l mundo físico, las razones suficientes toman la forma de causa: e1 evento A causa el evento B.
En el mundo de la materia orgánica podemos llamar en algunos caso esas causas 'stimuli' -el
evento A estim ula el evento B -pero los stimuli pueden ser considerados como una subclase
5pecial de causas, siendo la difere11cia definitoria que la acción de todas las otras clases de causas
es cuantitativamente igual a Ja reacción, e.g., en la cantidad de energía liberada, mientras que l a
acción de u11 estím11lo pude ser más pequeña o grande que la respuesta a éste. Schopenhauer es
insistente en que la causa de un evento pude ser solamente otro evento; ésta no puede ser un objeto
o estado de cosas. Objetos y estados de cosas son traídos y expulsados de la experiencia por
secuencias de eventos causalmente interconectados los cuales, tomados conjuntamente, constituyen
el proceso de la historia del mundo natural, lo cual es decir todo el universo físico. Esta es la
conexión tal como fue concebida en la ciencia newtoniana y la biología.
53

la ley de la causalidad una vez dada la causa, se sigue necesariamente el efecto; 2)

La de carácter lógico, según el principio de razón del conoce1·; por la cual dadas las

premisas, se da la conclusión; 3) La de naturaleza matemática, en virtud de la

razón del ser ert el tiempo y el espacio, por los cuales todas las relaciones

geométricas y los cálcttlos aritméticos se siguen de acuerdo a sus principios y

2. Esta progresiva historia toma lugar en el marco del tiempo y el espacio. Cada punto en el
tiempo está absolutamente determinado con respecto a cada otro, y de este hecho puede ser
derivado toda la aritmética. Similarmente, cada punto en el espacio está absolutamente
determinado en relación a cada otro, y de este hecho puede ser derivada toda la geometría. La
historia del : �niverso, pues, toma Jugar en un marco cuyas forntas son matemáticas -de hecho,
cuyas formas a priori nos brindan nuestras matemáticas a priori (lo cual explica por qué las
matemáticas se ajustan de la manera en que lo hacen). Así, mientras que en el proceso de la
historia la razones suficientes son causales, en el marco del espacio y el tiempo son matemáticas.
De esta manera, un segundo sentido en el cual A puede ser razón suficiente de B es que A puede
ser una determinación o demostración matemática de B.
3. Existe una clase especial de objetos físicos orgánicos los cuales que pueden ser movidos en
tiempo y espacio no sólo desde fuera -por causas, incluyendo stimuli -sino también desde el
interior, por motivos. Cualquier objeto dado de esta clase, con su único complejo de determinadas
características, puede, en cualquier complejo único de circunstancias, reaccionar a cualquier motivo
solamente de una forma. De esta manera las acciones de estos agentes, aunque internamente
motivados, son tan determinados como los eventos naturales: los motivos son causas
experimentadas desde dentro. Así una tercera forma en que A puede ser razón suficiente de B es
que A puede ser un motivo y B la acción motivada...
4. El medium (interno a esos objetos físicos animados) a través del cual los motivos operan es la
n1ente. En la mente los juicios se forman y los juicios guían la acción. En este punto, por primera
vez, nos encontramos con la noción de verdad, ya que los juicios pueden ser (de hecho deben ser -
ver 4.d.iii abajo) verdaderos o falsos. El cuarto sentido, entonces, en el cual A puede ser razón
suficiente para B is que A puede implicar la verdad de la proposición B. Hay a su vez cuatro
formas distinguibles en las cuales la verdad de una proposición puede ser implicada.
a. Puede ser implicada como observación directa o experiencia, en caso cual es una verdad
emp1r1ca.
, .

b. }>uede ser una de las pre-suposiciones necesarias de la experiencia... Tales son, por ejen1plo, las
proposiciones a priori acerca del espacio y el tiempo y de hecho toda la matemática; o acerca de la
causalidad y la indestructibilidad de la materia. Estas son verdades transcendentales.
c. Puede seguir de la verdad de otra proposición, de acuerdo a las leyes de la lógica, en tal caso
hablamos de una verdad lógica. Si ésta sigu� lógicamente de un enunciado empírico verdadero a
menudo le llamamos una verdad material.
d. Puede ser ella misma una de las leyes de la lógica, en cuyo caso es una verdad meta.lógica. De
aquellas existen cuatro:
i. El principio de identidad
ii. El principio de contradicción
iü. El principio de tercio excluso
iv. El principio que afirma que la verdad consiste en la correspondencia con la realidad.

Así, para resumir, las cuatro clases de conexión necesaria a las cuales Schopenhauer se refiere en el
título de su libro son la causación como es entendida en la ciencia, en la determinación matemática,
en la implicación lógica y en la acción motivada: de acuerdo a él, toJos los ejemplos de conexiones
necesa.rias deben caer en alguna de esas cuatro categorias''(BM 29-31).
54

axiomas; 4) La psicológica o moral, que según la ley de motivación, todo acto está

condicionado necesariamente por un motivo, en virtud del carácter.

2. El principio de razón ha sido fuente de múltiples y frecuentes malentendidos -o

malinterpretaciones a lo largo de la historia de la filosofía, de acuerdo a

Schopenhauer. Esto ya fue mencionado en el primer capítulo de nuestro trabajo;

específicamente, en las acepciones del principio de razón suficiente como razón y

causa. Sucede, pues, que a lo largo de la investigación ofrecida por Schopenhauer,

se hace menester distinguir y separar un grupo de diversas significaciones en que

puede ser tomado el principio de razón suficiente, lo cual extiende la primordial y

binaria distinción de causas y razones. Todas las transgresiones al principio de

razón, es decir, todos los usos ilegítimos de esta categoría filosófica obedecen,

entonces, a una equivocada comprensión del sentido y validez del mismo.

Podríamos enumerar las principales transgresiones en las siguientes:

(i) Cuando se exige, en la serie de causalidades, la existencia de una causa primera,


esto es un último por qué de toda la serie. Pero, según la ley de causalidad, '' ... la

condición es siempre a su vez condicionada, y por cierto de la misma manera; de

a :iuí nace a parte ante una series in infinitum''(CR 220). Esta se1ie infinita de causas

no puede ser detenida arbitrio individii; además la serie es ideal, no real. Una

cadena d_e causas actual1nente existentes no puede ser, ya que causas y efectos

serían, entonces, simultáneos, lo cual es un absurdo. Así, pues, una causa primera

escapa a las posibilidades de nuestra razón. Schopenhauer se adhiere aquí

básicamente al planteamiento kantiano, que restringe la aplicación de ley causal al

dm.bito del fenómeno; por lo tanto, la exigencia de una causa primera, en cuanto

objeto transcendente a las condiciones de posibilidad del conocimiento, escapa a la

esfera de aplicación legítima del principio de razón en su acepción como principio

de causalidad. El principio de causalidad es de uso inmanente, no transcendente;


55

fenoménico, no transempírico50• Por consiguiente, no se puede llegar a una causa


última por la misma ley de la causalidad.

(ü) Cuando, para evitar la exigencia de una primera causa en una cadena causal
dada, se suplanta ésta por la demanda de una razón de conocimiento, puesto que
ahora, a la falta de una causa primera en la esfera del devenir, se transfiere nuestra
exigencia de un por qué a la esfera de la razones. Así, pues se transgrede el
principio de razón suficiente al exigir una razón -necesaria, por cierto-, en donde se
debía exigir una causa. Esto es precisamente el quid del argumento ontológico. La
posición de Schopenhauer en relación a este punto es también, en principio,
11
kantiana: se niega la validez de la prueba ontológica, pues la misma supone un
salto del plano lógico al ontológico''.

(ili) Cuando se ignora la necesaria posterioridad del efecto en relación a su causa.


De acuerdo a Schopenhauer, la causa se da siempre y necesariamente con
anterioridad al efecto, lo cual hace absurdo el concept'..> de causalidad redproca.
Causa y efecto son, por necesidad, sucesivos; primero se da la causa, luego el
efecto. De ninguna manera pueden ser simultáneos, tal como lo supone una
Wechsel1virku11g.

" ..la existencia de la causa y el efecto está estrechamente conectada con, y necesariamente
relacionad" d, la secuencia del tiempo. Solamente en cuanto el estado A precede al estado B
en el tiempo, pero siendo su sucesión necesaria y no accidental, en otras palabras, no una
mera secuencia sino una consecuencia -sólo bajo esa condición es el estado A la causa y B el
efecto. Pero el concepto de efecto redproco contiene esto, que cada uno es la causa y el efecto
del otro¡ pero esto es equivalente a decir que cada uno de los dos es el anterior y el posterio:
al mismo tiempo, lo cual es absurdo"(?v1VR L Apé11dice, p. 460)

so"En general...la ley de causalidad encuentra aplicación a todas las cosas en el mundo, pero no al
mundo mismo, ya que esta ley es in111nne11te al mundo, no transcendente; con el 1111lndo ésta es
establecida, y co1i el 1111l11do ésta es abolida. Esto depende en última instancia en el hecho que ésta
pertenece a la mera forma de nuest.To entendimiento y, junto con el mundo objetivo que es así mero
fenómeno, es condicionada por el entendimiento. Por consiguiente, la ley de causalidad encuentra
completa aplicación, y no admite ninguna excepción, a todas las cosas en el mundo " (MVR II, Cap.
...

IV, p.43).
56

(iv) Cuando se toma al sujeto y al objeto, juntos o separados, como si fuesen

realidades absolutas o incondicionadas. Así han hecho los filósofos post-kantianos

Fichte y Schelling: el primero ha querido reducir el todo (no-yo) al yo, esto es, el

objeto al sujeto, tal como lo expuso en su célebre Doctrina de la Cienda; el segundo,


el yo al todo, éste último entendido no ya como sujeto u objeto, sino como

identidad de ambosSt -lo cual es ir aún más lejos. Esto fue propuesto en su Filosofía

de la Naturaleza. Schopenhauer califica ambas posiciones de inadmisibles, en

cuanto son improcedentes derivaciones de lo estipulado originalmente por Kant.

Son propuestas inaceptables por dos razones, básicamente: 1) Parten del sujeto } ..

el objeto como si fuesen realidades inrrtediatas 2) Tratan al principio de razón

como conexión entre lo subjetivo y lo objetivo. Fichte, por ejemplo, ignora que el

principio de razón no puede constituirse en 'puente' entre sujeto y objeto52. Este

principio es sólo relativo y condicionado al fenómeno, la representación. Schelling,

por su parte, apela a Wla intuición racional, que no puede ser válida dentro de las

estrictos parámetros del conocimiento humano. El camino propuesto por

Schopenhauer resulta ser más consecuente, pues parte de la representación, la cual

es lo más inmediato que pueda haber y aunque no es sujeto u objeto, presupone y

contiene ya a an1bos53. Para Schopenhaue1· la representación es lo dado par


excelle1zce, la realidad de más estricta inmediatez. El objeto como absoluto, tal como

51 "Sistema de identidad es, por lo tanto, aque] que pretende no asumir como punto de partida ni el
sujeto ni el objeto, sino aquella identidad de entreambos que sería el Absol11to, intuible só1o
racionalmente (V 19).
''

52 "El equívoco consistiría en pensar que, dado que la intuición exige la noción de causalidad, surja
por consecuencia entre objeto y sujeto, la relación de causa y efecto. La relación tiene lugar siempre
y únicamente entre objetos''(Ibid)
53 ''Nosotros no partimos ni del objeto ni del sujeto, sino de la represe11tació11, la cual contiene y

presupone a ambos; porque la división entre sujeto y objeto es la forma primera, universal, y
esencial de la representación"(MVR I, n.7, p.25). En otra cita: ''Ahora bien, es precisamente esta
característica la que distingue la filosofía de Scltopenhauer de las demás filosofías, en cuanto a
todas las filosofías que se han dado con anterioridad a Schopenhauer, o partían del sujeto, o partían
del objeto, y constituían la unidad representativa sobre uno o sobre el otro. Por lo tanto, aquellas
filosofías han intentado explicar, o bien el sujeto mediante el objeto, o bien el objeto mediante el
sujeto, sin tener en cuenta dos hechos: 1) que el mundo es la unidad de entreambos; 2) que entre
sujeto y objeto no se puede plantear el principio de razón que pertenece también al sujeto, si, pero
opera en el reino del objeto. Esto no quiere decir que entre sujeto y objeto exista identidad, ya que
57

sucede en el materialismo, que lo toma como una realidad independiente de toda

representación, es inadmisible, pues la consideración materialista olvida que ya su

tratamiento del objeto presupone y contiene elementos de orden enteramente

subjetivoss.t.

(v) Cuando se exige una demostradón del principio de razón. Debido a que el

principio de razón suficiente es él mismo el principio de toda demostración55, tal

exigencia descansa bajo el presupuesto de su propia validez; por lo tanto, se hace

absurda.

En efecto: toda demostración es la exposición de la razón de un juicio enunciado, el cual por


esto recibe el predicado de verdadero. Precisamente la expresión de esta exigencia de una
razón para todo juicio es el principio de razón suficiente. ..t\hora bien, el que pide una
demostraciórl, esto es, la exposición de una razón para él, lo presupone como verdadero; es
más apoya su petición en esta misma suposición. Cae, por tanto, en el círculo vicioso de
pedir una demcstrci.ción del derecho a pedir una tiemostración (CR 56)

Lo mismo vale cuando se exige una explicación56 de este principio, pues

unidad representativa no quiere decir ni reducción del sujeto a] objeto, ni reducción del objeto al
sujeto, pues este es precisamente el caso de algunas de estas <<Confusiones>>."(V 18)
5-l El materialismo: 1) pone la materia, y, por tanto, también el tiempo y el espacio, como
absolutamente existente; 2) toma como ley externa, existente por sí, la ley de causalidad; 3) intenta
hallar el estado más elemental de la materia (el más si111ple) y busca mediante él los demás:
mecanismo � quimismo � polaridad-organicidad-vegetación � animalidad � sensibilidad
animal � conocer. Todo ello constituye una inmensa petitio -pri1idpii, porque el resultado alcanzado
en último lugar estaba ya presupuesto. El. materialismo intenta explicar lo que es dado
inmediatamente con aquello que es dado mediatamente. El despropósito del materialismo
consistiría en el hecho de partir de lo objetivo y <<
tomar>> la materia como fundamento y
explic<tción de todo en cuanto existe..."(V 20)
55 el principio no se puede demostrar... Pues toda demostración es la reducción de los dudoso a lo
'' ••

reconocido, y si de este algo sea el que fuere, pedimos siempre de nuevo otra demostración,
IJ ,:..garemos finalmente a ciertos principios que expresan las fom1as y leyes, y, por tanto, las
condiciones de todo pensar y conocer, en cuya aplicación consiste todo pensar y conocer; de
manera que la certeza no se podrá dil11cidar a partir de otros principios'' (CR 56).
56 "Lo que es más cierto y, sin embargo, en todo lugar inexplicable es el contenido del principio de

razón suficiente, ya que este principio en sus diferentes aspectos expresa la forma universal de
todas nuestras representaciones y conocimiento. Toda explicación es un retrotraerse a este
principio, una demostración en el caso particular de la conexión de representaciones expresadas
generalmente a través de él. Es, por consiguiente, el principio de toda explicación, y por ello no es
él mismo capaz de explicación; ni tampoco está en necesidad de una, ya que toda explicación lo
presupone, y solamente a través de él ésta obtiene todo significado."(:MVR L n. 15, p.73)
58

...el principio de razón es el principio de toda explicación: explicar una cosa equivale a reducir
su consistencia dada o conexión a una cualquiera de las formas del principio, con arreglo a la
cual debe ser como es. Según esto, el principio de razón, es decir, la conexión que expresa en
alguna de sus formas no es ulteriormente explicab]e, porque no hay ningún principio para
explicar el principio de toda explicación -lo mismo que el ojo lo ve todo, pero con excepción
de sí mismo (CR 221-222)

De manera similar, a la exigencia de una fundamentación o justificación del principio,

se pueden aplicar los anteriores argumentos. Pues fundamentar y justificar no son

sino el hecho de brindar razones probatorias para W1. juicio o enunciado.

3. El principio de razón suficiente es el fundamento general y directriz de todas las

ciencias. ''Ciencia no es otra cosa que un sistema de conocimientos, es decir, un

todo de conocimientos enlazados, en oposición a un mero agregado de ellos. Y

¿quién sino el principio de razón suficiente vincula los miembros de un sistema?''

(CR 32). Todas las ciencias tienen nociones de causas, o de condiciones y

consecuencias; por tanto, el por qué que expresa el principio de razón puede ser

considerado como la madre de todas las ciencias. El principio de razón suficiente

es el << hilo conductor>> de cada una de las ciencias. En las matemáticas puras este

hilo es la razón del ser (ratio essendi) ; en la física, la química, y las ciencias orgánicas,

la ley de causalidad (ratio fiendz); en general, en todas la5 ciencias, el hilo conductor es
la razón del conocer (ratio cognoscendi), pues en cada una de ellas lo particular se

conoce a través de lo general. La ley de la motivación (ratio agendi) es el hilo

conductor de la historia, la política, y la psicología. Y también p11ede ser hilo

conductor de la ética (Cfr. CR 222-223). En relación a una clasificación de las

ciencias, Schopenhauer presenta el siguiente cuadro., que ''por supuesto,

indudablemente será susceptible de ser mejorado y completado'' (MVR II, Cap. XII,

pp.127-128).

l. Ciencias Puras a priori

1. La doctrina de la razón del ser.


59

(a) en el espacio: Geometría


(b) en el tiempo: Aribnética y Álgebra.
2. la doctrina de la razón del conocer: Lógica

11. Ciencias Empíricas o a posteriori.

Todas de acuerdo al fundamento o razón del ser del devenir, i.e., la ley de causalidad, y
efectivamente en sus tres modos.
l. La doctrina de las causas:
(a) Universales: Mecánica, Hidrodinámica, Física, Química.
(b) Particulares: Astronomía, Mineralogía, Geología, Tecnología, Farmacia.
2. La doctrina de los stimuli:
(a) Universales: Fisiología de las plantas y animales, junto con su ciencia subsidiaria,
Anatomía.
(b) Particulares: Botánica, Zoología, Zootonúa, Fisiología Comparativa, Patología,
Terapeútica.
3. La doctrina de los motivos:
,

(a) Universales: Etica, Psicología.


(b) Particulares: Jurisprudencia, Historia57.

Según el anterior esquema, 'la filosofía o metafísica, como la doctrina de la

consciencia y sus contenidos en general, o de la totalidad de la experiencia en

cuanto tal, no viene en la lista, porque no busca directamente la consideración

requerida por el principio de razón, sino que tiene este principio como su objeto

primordial'(MVR Il, Cap. XII, p.128). Esto significa que al conocimiento .filosófico,

a diferencia del científico, no le concierne la búsqueda de contenidos particulares

en cada una de las diversas disciplinas científicas, sino ·únicamente sus resultados

for111ales y generales. Estos últimos han de coincidir con 'la estructura de la

consciencia' que es el dominio propio del principio de razón. La filosofía se

ocupa de la estructura general del mundo, que es el propio principio de razón

suficiente y las formas esenciales que de él se derivan.

4. El resultado principal de la investigación sobre el principio de razón suficiente

podría reducirse a lo siguiente: haber demostrado que el principio debe ser

S7 Se sobreentiende que este cuadro responde a una clasificación de las ciencias según el desarrollo
de las mismas a mediados del siglo XIX.
60

especificado de acuerdo -al menos- a cuatro diferentes funcionesss. En todas ellas,


sin embargo, el principio de razón pemtanece inalterable en su sentido general:
11
que siempre, y en todas partes, cada cosa sólo puede ser en virtud de otra'' (CR
224). El principio de razón suficiente es, en cuanto tal, un principio sintético a
priori; su validez no proviene de la experiencia, ni de los meros conceptos , sino
que él mismo es condición de posibilidad de toda experiencia. Es, pues, el
principio transcendental par excellence y, por lo mismo, su validez es susceptible
de ser fundamentada sólo por medio de la reflexión transcendental

Debido a la cuádruple aplicación del principio gene1·al de razón, Schopenhauer


exige de todo filósofo que '' ... construye algún razonamiento apoyado sobre el
principio de razón, o habla, en general, de una 1·azón, que determine a qué clase de
razón se refiere'' (CR 224). Las cursivas son mías. Para Schopenhauer es conditi.o sine
qua non especificar a qué clase de razones nos referimos en nuestras
argumentaciones filosóficas, pues [ p] udiera creerse que, siempre que se habla de
''

una razón, ésta se evidencia de suyo y ninguna confusión es posible. Pero hay
sobrados ejemplos de que [...] se confunden las expresiones razón y causa y son
usadas sin distinción, ..."(CR 224-25). Por consiguiente, para el sano y correcto
ejercicio del quehacer filosófico, no se debería hablar de razones en general, sino
siempre distinguir y especificar, de acuerdo al caso, cada razón en particular.

58Al respecto, anota Schopenhauer: ''...si se imaginase que pudiera surgir una nueva quinta clase
de objetos, entonces también se podría presuponer que en ella el principio de razón suficiente se
presentaría en una nueva forma ... "(CR 226).
61

CAPÍ'fULO VII
EPILEGÓ:rv.tENOS A LA 1CUÁDRUPLE RAÍZ1

Criticas y co111entarios ge11erales acerca del trata111iento de Schupenhnirer en sr' análisis de la


1C11ádr1iple Raíz' - El proble111a del objeto co1110 represe7ztadón en reladón a Knnt- Sobre los
apéndices y s1i reladón a este trabajo -Una 11ota final acerca de este trabajo.

I. El tratamiento que ha ofrecido Schopenhauer en su tesis doctoral fue la primera

investigación sistemática en tomo al principio de razón suficiente. Si bien se

reconoce la anterioridad de Leibniz en torno a aquel principio, Schopenhauer fue el

primer filósofo que lo exploró de una manera mucho más elaborada. Aparte de

ello, el enfoque que brindó Schopenhauer ha sido original en la medida que lo puso

en esencial conexión con la investigación kantiana; por supuesto, ésta última ha

tenid.o que acomodarse a la interpretación que Schopenhauer hace de la obra de

Kant.

El esfuerzo de Schopenhauer en relación a la Cuádruple Raíz se podría resumir en


unas cuantas palabras: que el principio de razón es un principio transcendental del

entendimiento, que adopta cuatro modos o forn1as, todas ellas plenamente

distinguibles unas de las otras, y que toda discusión filosófica debe atenerse a

distinguir entre las diversas figuras que toma tal principio. Tal es la insistencia de

toda la obrita. Sin embargo, en relación a la anterior síntesis podríamos cuestionar

¿ha sido Schopenhauer realn1ente consecuente en su distinción cuádruple del


principio? El carácter estrictamente cuádruple parece no obedecer a la exploración

en detalle que realiza Schopenhauer de los cuatro tipos de representaciones, pues,

una vez en ella, nos vemos inmersos en otras múltiples ramificaciones del principio.

En el primer modo del principio y su relación con la primera clase de

representaciones, Schopenh8.uer ya ramifica al principio de razón de acuerdo a los

grados de necesidad que se encuentran en el mundo natural; es decir, según el

mundo físico-inorgánico, el orgánico-vegetal, y el animal-consciente.


62

En el segundo de los modi del principio de razón ya nos ertr.:ontramos en otra

división cuádruple: el fundamento no sólo lo da un mero faicio (verdad lógica),

sino también la experiencia (verdad material), las condicion.es transcendentales del

pensar abstracto (verdad metalógica), y aquellas del entendimiento puro (verdad

transcendental).

En el tercer modo del principio de razón, los fundamentos adquieren una división

binaria: como principio de razón en el tiempo, lo cual va a ser el fundamento de la

aritmética, y como principio de razón en el espacio, como fundamentación en la

geometría.

Ya hasta aquí encontramos, propia1nente hablando, nueve clases de fundamentación


suficiente y no meramente cuatro como ha querido el filósofo, según el título de su

obra. Al parecer, Schopenhauer quiere mantener a fortiori una divisió11 cuádruple

del principio, al ajustarla a la estratificación de las facultades del conocimiento

humano dadas por Kant, a saber, sensibilidad, entendimiento, y razón. De ellas,

Schopenhauer extrae la tercera, segunda, y primera (en orden inverso y

respectivamente) división del principio. La cuarta división, el prindpium agendi,


obedece a la inflttencia de Wolff.

La cuarta y última clase de representaciones es tan extraña a las demás que bien

podría ser ilegítimo tratarla paralelamente a las otras tres. Porque esta

'representación' es el sujeto del querer, una entidad no representable; todas las

demás representaciones son realidades empírico-objetivables de acuerdo a la

consciencia cognitiva. Las perce¡x..iones, conceptos, e intuiciones matemáticas

pueden ser abordados de lleno por un tratamiento 'científico', pero el 'sujeto del

querer' escapa a este abordaje. Es la misma subjeti\ridad que presupone toda la

objetividad de las demás representaciones; una subjetividad, además, volitiva, pues

es captable por-en y a-través-del acto de desear o querer. Esta es el substratz.im


63

metaph�¡sicum de todas las demás representaciones y sin la cual ninguna de las

demás sería.

(ü) I,a obra de Scl1openhai1er hace especial énfasis en la causalidad, el primer modo

del principio de razón, y por su envergadura tal vez sea el más importante de

todos los otros 1.nodos del principio. Este juicio encuentra mayor corroboración en

el hecho que ha sido el principio de causalidad el 1niño mimado59' en las

discusiones epistemológicas hasta hoy día, y no las otras figuras del principio de

razón. Sin '�mbargo, la concepción causal a la cual se atiene Schopenhauer está

entroncada íntimamente con la física newtoniana, lo cual es una grave limitación.

El concep1co de causalidad, según el paradigma de la física clásica en la cual se

enmarca la discusión cir�ntífico-filosófica de Kant y Schopenhauer, es demasiado

rígido. La concepción causal según las investigaciones científico-filosóficas de la

época 1�ontemporánea es, empero, mucho más amplia y flexible que en los tiempos

de Schopenhauer. La extrema y estricta necesidad causal según Schopenhauer no

es s<Jstenible hoy día; por ejemplo, ya las causas no son 1necesariamente' anteriores

a l·0s efectos. Y las ciencias sociales exigen de suyo una causalidad no necesaria,

p·ues su objeto de estudio difiere significativamente de las ciencias empíricas.

Piénsese en la historia; si todo es necesidad, la historia es un mero despliegue de la

voluntad noumenal, de sus designios ya dados. 1La d,octrina de los motivos', según
el cuadro de Schopenl1auer en relación al principio de razón y las ciencias, no

satisfaría a una fundame11tación de la historia y las ciencias sociales, según los

estudios contemporáneos. El tratrui1iento de Schopenhauer es empírico-natural y

de corte newtoniano, método obsoleto para cualquiera de las Geisteswissenshaften.

2. De acu.erdo a Schopenhauer, el principal mérito de Kánt lo constituye el haber

distinguido el fenómeno de la cosa en sí, al declarar que el mundo visible no es sino

fenómeno y las leyes que le son inherentes no tienen aplicabilidad válida fuera de

59 La expresión es de von Wright. Ver su obra Explicadón y Co111prensión, Cap. 2, 'Causalidad y


Explicación Causal.
64.

él. Sin embargo, resulta curioso -señala Schopenhauer- que Kant no encuentra

veracidad en una 'simple e innegable verdad' que yace al pie de aquella

declaración: a saber, ''que no hay objeto sin sujeto''. De esta última proposición se

deduce que el objeto, debido a que sólo existe e11 relación al sujeto, es dependiente y

condicionado por él. Así, el mundo del fenómeno no existe ni puede exiStir en sí

mismo e incondicionalmente.

En este sentido, considera Schopenhauer, Kant no le ha hecho ju.'>ticia a Berkeley,

pues éste último ya había establecido que el mundo fenoménico depende

enteramente de un sujeto que le condiciona. No obstante, Berkeley 'no alcanzó a

deducir las adecuadas y pertinentes conclusiones de tal afirmación, por lo cual fue

parcialmente malentendido y no se le prestó la debida atención'. Schopenhauer

señala que la posición de Kant en relación a la consideración de Berkeley resulta de

'un visible temor a un decisivo idealismo'; Schopenhauer mismo encuentra pasajes

en la primera Critica de la Razón Pura que son una directa contradicción con lo que

posteriom1ente sostuvo Kant. En esta primera edición, algunos importantes pasajes

manifiestan una posición idealista en el sentido de Berkeley. Así, Schopenhauer

enc11entra 'con gran gozo' que, en esta primera edición, ''aunque Kant no utiliza la

fórmula 'no hay objeto sin sujeto', sin embargo, declara con tanto énfasis, como

hace Berkeley y yo, que el mundo exterior que yace ante nosotros en el tiempo y en

el espacio es una mera representación del sujeto que lo conoce''(A 434-435). No

obstante los pasajes en que Kant expone decisivamente su idealismo son

suprimidos en la segunda edición de la Crítica.

En una carta fechada el 24 de Agosto de 1837, Schopenhauer discutió

detalladamente con Rosenkranz sobre estas supresiones y las conjeturas que el

mismo Schopenhauer había desan·ollado para explicar la mutilación que hace Kai1t

de s1.t propia obra. ''El principal pasaje de esta carta fue incluida por Ronsenkranz

en su prefacio al segundo volumen de las obras completas de Kant editadas por

él, ..." (A 435). Debido a la insistencia de Schopenhauer, Rosenkranz restauró la


65

Crítica a su forma original. ''De esta forma él [ refieréndose a Rosenkranz] otorgó

un inestimable senri.cio a la filosofía; ... [ y ] por esto debemos estarle siempre

agradecidos'' (Ibid) . A juicio de Schopenl1auer nadie puede ni siquiera imaginar

que ha comprendido la ensefianza kantiana, si no ha leído la primera edición del

trabajo de Kant. ''La segunda y subsiguientes ediciones de la Crítica son un texto

mutilado, echado a perder, y hasta cierto punto espurio'' (Ibídem).

Una de las principales inconsecuencias de Kant al no admitir la posición de

Berkeley está en la doctrina de la cosa en sí. La manera en que Kant introduce la

noción de la cosa en sí, afirma Schopenhauer, se halla en contraposición con el

yunto de vista idealista que aparece en la primera edición de la Crítica. Esta

introducción trajo consigo inconsistencias irremediables. Ya G. E. Schulze, se había

encargado de demostrar la invalidez de la introducción de la cosa en sí perpetrada

por Kant, indica nuestro filósofo y este error de Kant, añade inmediatamente, se

hace bastante claro en un sencillo pasaje:

Kant basa lrt suposición de ta cosa en s!, ...en una conclusión de acuerdo a la ley de la
causalidad, a saber, que la percepción empírica, o más correctamente la sensación de nuestros
órganos de los sentidos de la cual proced e debe tener una causa externa. Ahora, de acuerdo
,.

a su correcto descubrimiento, la ley de la causalid<1d nos es descubierta a priori, y


co11secuentemente es una función de nuestro intelecto, )' por lo tanto es de origen su bjetivo.
Más aún, la sensación misma, a la cual aplicamos aquí la ley de l.J causalidad, es
innegablemente subjetiva; )'. finalmente, aún el espacio, en el cual, por medio de tal aplicación,
colocamos la causa de la sensación como objeto, PS una forma de nuestro intelecto dada a
priori y es consecuentemente subjetiva. Luego, toda percepción empírica resulta enteramente
sobre un fundamento subjetivo, como una mera ocurrencia en nosotros, y nada
completamente diferente e independientemente de ésta puede ser traída como cosa en sí o
mostrada como una suposición necesaria. La percepción empúica es y sigue siendo nuestra
representación; es el mundo como representación (A 436).

En conclusión, 1·esulta inaceptable que la admisión de la cosa en sí resulte de la

aplicación de la ley de la causalidad, pues esta es de origen subjetivo, y por lo tanto

permanece en ese ámbito, junto con las formas a prion· de la sensibilidad, tiempo y
66

espacio. De esto se sigue que no puede haber una relación causal entre cosa en sí y

la representación o percepción empírica, pues la cosa en sí es noumenon por

definición y la categoría de causalidad es sólo aplicable a la esfera del fenómeno6().

Según Schopenhauer, gran parte del anterior error se d.ebe también a que Kant no

ha distinguido adecuadamente el ccnocimiento que proviene de la percepción de

aquel cuyo origen reside en el conocimiento abstracto. Los 'objetos de la

experiencia' de los cuales habla Kant no son tratados -a juicio de Schopenhauer- ni

com.o percepciones ni tampoco como conceptos abstractos, sino como algo diferente

de ambos, siendo, sin embargo, ambos al mismo tiempo, 'lo cual es una expresa

absurdidad e imposibilidad' (A 437). De acuerdo a Schopenhauer, Kant no entiende

por falta de una comprensión adecuada, si su 'objeto de experiencia', es decir, aquel

que surge en función de la aplicación de las categorías, es una representación (o

ro La deducción de la cosa en sí, según la ley de causalidad, ha sido un plinto de frecuente


impugnación contra Kant F.H Jacobi (en 1787) y su discípulo Beck (en 1797) expresaron su
disconformidad en relación a ella. Según estos filósofos, "Kant asume sin calificación q11e la
percepción es en parte causada por la acción de las cosas en sí mismas en el sujeto percipiente.
Ahora, la causación, en el sentido ordinario del término, presupone que causa y efecto estén
situados en el espacio y en el tiempo, aunque de acuerdo a Kant los cosas en si mismas no están
ubicadas en ellos. La asunción de que las cosas en sí mismas actúan sobre los sentidos es así
contradictoria. La contradicción puede ser removida (sin embargo] interpretando la relación causal
entre las rosas en sí mismas y el sujeto percipiente como siendo diferente de las relaciones causales
entre las apariencias o también abandonado la teoría causal de la percepción de Kant, mientras se
mantiene el resto de su sistema tan intacto como sea posible'' (I< 41-42).
E. Husserl rechazó esta noción de 'causalidad noumenal' en su obra Idees; allí (n. 52, 1Comentarios
Suplementarios. La Cosa Física y la ''Causa Desconocida de las Apariencias) encontramos que ''si
la causa desco;1ociclcl ·.le las apariencias es asumida como existente del todo, entonces esta debe ser
perceptible y experimentable en principio, si no por nosotros, al menos por otros Egos quienes ven
mejor y más lejos que nosotros (p.144); ''aún la mayor transcendencia de la cosa física no implica
ningún alcance más allá dl!I mundo de la consciencia'' (p.146); "la naturaleza física más allá de
como aparece plenamente es una pura mitología''; Para liusserJ, la causalidad pertenece en
principio al sistema del mundo intencional constituido y no tiene sentido sino en este mundo
(Ibid).
El Padre Copleston también es, por supuesto, anuente a esta problemática en Kant'' ...[Kant]
empezó desde c1 punto de vista del sentido común que las cosas producen un efecto en el sujeto
que da origen a la sensación, la sensación siendo definida como 'el efecto de un objeto sobre la
facL�ltad de representación, en cuanto somos afectados por el objeto'. Pero este punto de vista del
sentido común parece implicar la suposición de que hay cosas en sí mismas. Ya que parece
implicar una inferencia de la sensación, como un efecto, a la cosa en sf, como causa ... Pero por
hablar así Kant obviamente se hace vulnerable al cargo de estar aplicando la ley de la causalidad
más ali� de los limites que el mismo había situado. Ha sido desde entonces una objeción común
contra la doctrina de lo� noumenos, considerados como cosas en sí mismas, que su existencia sea
67

percepción empírica), o simplemente, un concepto abstracto. 'Aunque resulte en


demasía extraño e increíble -dice Schopenhauer- en la mente de Kant existe algo
entre las dos alternativas'. La noción de 'objeto de experiencia' en Kant se basa en
un análisis que no esclarece con suficiente claridad a qué clase de objetos se está
refiriendo. Kant parece confundir en su 'objeto de experiencia' lo que es
representativo con lo que es conceptual.

A juicio de Schopenhauer, de aquella falta de distinción entre lo empírico y lo


abstracto se debe el carácter abstruso de la Lógica Transcendental. En ella, Kant .
establece que nuestro conocimiento proviene de dos fuentes: (1) la capacidad de
recibir representaciones y (2) la capacidad de conocer un objeto a través de estas
representaciones. ''Con la primera el objeto nos es dado; con la segunda, es
pensado''. Esto es inaceptable para Schopenhauer, ya que, según lo anterior, la
impresión sería una representación; de hecho, un objeto (A 438). Pero la impresión,
considerada en sí, no es más que una mera sensación, una modificació11 de los
órganos de los sentidos, según el análisis de Schopenhauer erl la Cuádruple Raí7.
Esta modificación se convierte en representación, sólo a través de la ley de
causalidad. Sólo así y ahora esta representación es idéntica al objeto. El
conocimiento de percepción o la representación está, luego de la ley causal,
completamente acabada; no se necesitan, por tanto, ni conceptos o pensamiento
abstracto en adición a lo anterior61. Si el pensar abstracto se añade a la

afirmada como el resultado de una inferencia causal, porque de acuerdo a los pror,ios principios de
Kant, la categoría de causa es sólo aplicable a los fenómenos''(FC, VI, p.270)
(ll Una de las consecuencias de esta perspectiva es la siguiente. ''Los conceptos abstractos son

poseídos sólo por t!l l1ombre: las representaciones int-'1itivas son comunes al hombre y los animales,
al menos, a los animales superiores. Hay un mui1do fenoménico no solamente para el hombre sino
también para los animales. Esto se debe a que las condiciones de su posibilidad están presentes
también en los últimos, siendo estas co1tdiciones las formas a priori de la sensibilidad, a saber,
espacio y tiempo, y la categoría del entendimiento, a saber, la causalidad. En la visión de
Schopenhauer, el entendimiento (Verstr!tJd) se encuentra tambjén en los animales. Y el pri11dpi11n1
ratio11is st1fficie11tis fie11di opera, por ejP.mplo, en un perro, para quien hay un mundo de cosas
causalmente relacionadas. Sin embargo, los animales no poseen razón (Vern11nft), la facultad de
conceptos abstractos. Un perro percibe las cosas en el espacio y tiempo, y puede percibir relaciones
causales concretas. Pero de esto no se sigue que un perro pueda reflexionar abstractamente acerca
del espacio, tiempo, o la causalidad. Para poner el asunto de otra manera, el enunciado que el
68

representación ipso facto et eo ipso se abandona a esta última, entrándose así a una

nueva clase de representaciones, los conceptos, que no son ni intuibles o

perceptibles empíricamente.

Al introducir 'la actividad de los conceptos' en la percepción o representación

empírica, Kant inctrrre en aquella confusión que Schopenhauer severamente

condena. Kant establece que la percepción sólo deviene en objeto a través del

pensamiento. Sin embargo, al establecer aquel supuesto hecho, el 'objeto del

pensamiento', pasaría a ser aJgo individual, un objeto real. Pero de esta forma,

indica Scl1openhauer, el pensamiento pierde s11 esencial de universalidad y

abstracción, y en vez de conceptos universales recibe como su objeto cosas

individuales(A 439). Esto es, obviamente, algo inadmisible y se debe a la confusión

de Kant, por no tener una 'clara y distinta' noción de las representaciones de

percepción y las representaciones abstractas. Por ello, Kant tiende, implícitamente,

a tratar algo así como un cruce entre las dos clases de representaciones, cuando describe
al objeto del e11tendimiento que producen las categorías, como un objeto de

experiencia62. ''Es difícil creer- señala Schopenhauer- que en el caso de este objeto

mundo visible es objeto para un sujeto percipiente se aplica tanto al perro como al hombre. Pero de
esto no se sigue que un perro pueda conocer que el enunciado es verdadero''(FC VII, 267-268}.
62 Todas estas observaciones de Schopenhauer en relación a la 'confusión' de Kant es totalmente

apoyada por el Padre Copleston. Según Copl1:.'4iton, el término representación (Vorstelli•ng)


utilizado por Kant se usa en un sentido extremadamente amplio; en algunas ocasiones, equivale a
'mente' (Ge1111tt). Cuan<.io Kant usa el térntino 'objeto• (Gege1isla11d) también peca de imprecisión: a
veces, refiere a lo que Kant denominó posteriormente cosa en sí. Sin embargo, la acepción general
del término objeto signifi,�a 'objeto del entendimiento'.
Por otra parte, Kant llanta 'apariencias' a los fenómenos, entendiéndose aquf por 'fenómeno' al
'contenido de una inmicit\n sensible', en cuanto este contenidf' no está aún categcrizado. Sin
embargo, 'fenómeno' también es usado por Kant como el 'objeto categorizado'. Kant, s�ñala
Copleston, utiliza el término apariencia (Erscl1ei111111g) en ]os dos sentidos: (1) como aquel contenido
no determinado por las categorías; (2) conto el objeto de las categorías. Ambigüedad fatal para los
intérpretes.
Esta ambigüedad, señala Copleston, revelaría dos tendencias en Ja mente de Kant. La "cosa' que
afecta al sujeto es en sí misma desconocida, pero al afectar los sentidos, produce una representación
o apariencia. Ahora bien, Kant ltabla a veces como si las �pariencias fuesen enteramente subjetivas;
cuando se expresa asf, identifica o asimila las sensaciones con las apariencias. En este caso, ambas
son el efecto de un 'objeto' sobre la 'facultad de representaciones'. Pero Kant también habla de los
fenómenos como 110 111era111L>11le representaciones subjetivas. Y esta suele ser su pet'Spectiva
dominante (Cfr. FC, VI 236-237).
69

del entendimiento, Kar•t se imaginó a sí mismo algo bastante definido y realmente

dwti.nto63 '' (Ibid).

63 El análisis de Schopenhauer es bastante minucioso; de hecho, es muy insistente y ri�LroSo en su


crítica a Kant en tomo a la noción de objeto. Parece no perdonarle. He aqui un pequeño ejemplo
de una detallada y específica atención a varios pasajes de la Critica: 11 Así en la Crítica a la Razón
Pura, pp. 67-69 (V, 92-94); pp. 89,90 (V 122,123) además, V, 135,139,153 [ Kant] repite e insiste que
el entendimiento no es facultad de percepción, que su conocimiento no es intuitivo sino discursivo;
que el entendimiento es la facultad de juzgar (p.69; V,94), y que el juicio es un conocimiento
indirecto, representación de una representación (p.68; V,93}; que el pensamiento es conocimiento a
través de conceptos (p.69; V,94); que las categorías del entendimiento no son en manera algu11a las
condiciones bajo las cuales los objetos son dados en la percepción (p.89; V, 122), y que la percepción
en ninguna forma requiere la funciones del pensamiento (p.91;V,193}; que nuestro entendimiento
sólo puede pensar, no percibir (\r, pp.135..139). Además en los Prolegómenos, # 20 dice que la
percepción, Ja intuición, perceptio, pertenece (Jnicamente a ]os sentidos; que el juicio pertenece sólo
al entendimiento; y en el # 22 que el asunto de los sentidos es percibir, el del entendimiento es
pensar, i.e., juzgar. Finalmente, en la Crítica a la Razón Práctica, cuarta edición, p.247 (Edición de
Rosenkranz,p.281) Kant dice que el entendimiento es discursivo, sus representaciones son
pensamientos, no percepciones. Todo esto son las propias palabras de Kant'' (A 440).
Todo lo anteriormente expuesto, señala Schopenhauer, encuentra flagrantes contradicciones con lo
que escribió posteriormerlte Kant De esta forma, en Ja Crítica, p.79 rv,105) Kant señala que Jos
conceptos del entendimiento se refieren a priori a los objetos de la percepción. En la misma obra,
p.94 (V,126) señala que las categorías son las condiciones de la experiencia, ya sea de la percepción
o del entendimiento. En el parágrafo 14, dice que las categorías deter111ina11 la percepción. En el
parágrafo 15, y de manera general todos los s1.1bsiguientes hasta el 27, indican que la percepción es
condicionada por las categorías; que la función lógica de los juicios posibilita las percepciones
necesariamente bajo una apercepción en general; que la unidad de 1a percepción surge en virtud de
las categorías; que la experiencia es sólo posible por el arreglo de representaciones que realiza et
entendimiento; que las categorías son el conocimiento a priori de los objetos de la percepción (Cfr.
•..

!bid 440-441)
Las contradicciones que encue11lra textualmente Schopenhauer son abrumadoras. Al respecto
señala que '1invit(a] a todo los que comparten su respeto por Kant a reconciliar estas
contradicciones, y que muestren que, en su doctrina del objeto de experiencia ..., Kant concibe algo
bastante distinto y definido"(441). Schopenhauer está harto convencido de que Kant no estaba
claro en torno a la noción del objeto de experiencia.
Esta opinión de Schopenhauer, junto con todo lo anteriormente puesto en esta cita y los párrafos
que le corresponden, es en gran medida apoyada por un crítico contemporáneo, Biyan Magee:
''Fue claro desde el principio , la mayor parte del tiempo al menos, que Kant estaba pensando el
fenómeno como el imperceptible y en últin1a instancia sustratum real del objeto, en el cual todas
sus características perceptibles recaen: lo que uno llamaría el objeto objetivo [el término que utiliza
Schopenhauer para indicar éste es 'objeto-en-si'], el objeto como es en sí mismo, inexperimentado
por el sujeto - y además, consideró este 11oumenon como la causa de nuestras sensaciones. Pero si
las categorías de espacio y causalidad son características de la experiencia (y la experiencia posible)
. olamente, entonces, no hay ningún sentido en el cual las cosas tal como son en sí mismas pueden
ser objetos de alguna clase de 'allá afuera' en el mundo, ni tampoco hay algún sentido en el cual
ellos puedan originar nuestra experiencia de ellos mismos -ya que Ja localización en el espacio, y la
causalidad, son ambas de manera similar de origen subjetivo... Ka.nt estaba mediattamente
consciente de esta dificultad. Pero su dilema era éste: si él admitía explícitamente que los objetos
físicos son las causas de nuestras sensaciones, entonces concedemos que los objetos tal como los
experimentamos son cosas en sí mismas y estamos de vuelta con el empirismo pre-crítico de Locke,
con todos sus insolubles problemas; pero si, por otro lado, dispen.�ase totalmente la noción de un
substratum objetivo en relación a la experiencia, entonces estaríamos de vuelta con BerkeJey a una
realidad que consiste sólo en experiencias, con la exce¡xión de que no podríamos defender nuestra
posición junto con la explicación de Berkeley o, hasta donde se puede ver, de cualquiera- del

70

De acuerdo a Schopenhauer, el 'objeto de las categorías' del cual habla Kant no es

la cosa en sí, sin embargo es algo muy parecido. ''Es el objeto--en-sí, un objeto que no

requiere sujeto, una cosa individual, pero que no está en el tiempo y en el espacio,

debido a que no es perceptible; es el objeto del pensamiento, aunque no es un

concepto abstracto'' (A 444) . Según este enfoque, entonces, Kant efectúa una

distinción triple: (1) La representación; (2) El objeto de la representación; (3) la cosa

en sí. No obstante, una distinción de tal índole no es posible, si hemos

comprendido bien a Berkeley, y si comprendemos consecuentemente a Kant, sólo

podremos admitir dos cosas: la representación y la cosa en sí. Nada más.

3. He considerado necesario anexar dos apéndices a este trabajo de grado. Los

mismo son resúmenes de dos tratamientos del principio de razón suficiente en

nuestro siglo: el primero de ellos es el que realiza Heidegger en su célebre

conferencia sobre 'la proposición del fundamento'¡ el segundo, es elaborado por

Karl-Otto Apel en una polémica con el popperiano Hans Albert. Ambos ensayos

no son necesarios para comprender el trabajo de Schopenhauer sobre el principio

de razón suficiente. No obstante, en ellos se verá muy claramente la importancia


-----
--- ------ -------

hecho que Jos inclividuos humanos viven en un mundo compartido. Y debido a que esta última
opción [la de Berkeley] fue la que más temía que fuese aceptada, Kant persi�.tentemente se inclina
hacia el primer error -aunque sin hacerse bastante explícito a él mismo lo que estaba haciendo. Los
ecos de esta evasión inconsciente reverberan a través de toda su obra. En el c.orazón de su
epistemología y ontología yace un problema cuya completa estrategia Je muestra haber sido
represivamente consciente de él y que, sin embargo, nunca reconoció. Estaba tratando de encontrar
una solu�ión sin formuJar el problema. Es decir, fue reacio a confrontar el problema hasta que
estuviese seguro de que lo podía resolver- y esa fue una situación que no pudo nunca alcanzar.
La doble auto-contradicción de Kant en permitir las cosas tal como son en si mismas, que aparecen
en su filosofía como entidades independientemente localizadas que causan nuestras sensaciones,
fue una vez aparente a todos Jos serios estudiosos de su trabajo, tal como lo fue la naturaleza de1
supuesto dilema que :o había dirigido a él. Todas los errores (misdemeanours), por los cuales
Schopenhauer lo acosa sin el menos descanso, toma aquellos como puntos de referencia común, ya
que no sólo Schopenhauer regaña a Kant directamente por su suposición ilegítima de el noumeno
como una suerte de objeto invisible, espacialmente localizado, causando las experiencias, sino que
también lo regaña por su reiteración de que 'el contenido empírico de la percepción nos es dado'
(Las itálicas !>on de Schopenhauer -él reprende a Kant con una especial falta de compasión por
esto), o, de manera muy diferente, por su mutilación de la primera Critica al hacer la segunda. En
el punto central de todas estas cruces, Kant está retorciéndose (wriggling) en el mismo gancho, por
su inhabilidad para explicar como es que el mundo percibido es el mismo para cada uno sin
extender la aplicación de la causalidad a las cosas tal como son en sí mismas, o sin caer en el
berkelianismo'' (BM 94-95).
71

que sigue teniendo el principio de razón suficiente para nuestra ciencia y filosofía

contemporánea.

Ninguno de los autores citados hace la más mínima mención de Schopenhauer en

relación al principio de razón suficiente. Esto es, en un sentido muy importante,

bastante lamentable, puesto que Schopenhauer ha sido el primer filósofo que ha

presentado una investigación formal y sistemática de este principio, además de

ponerlo en conexión directa y esencial con la epistemología de Kant. Heidf'gger,

como primer ejemplo, bien señala las relevantes aunqtte brevísimas anotaciones y

cartas de Leibniz y lo dicho por Kant, pero parece que no se quiere acordar ..para

nada- de lo que escribió Schopenhauer. Ni siquiera cuando hace la observación de

que las ciencias presuponen ineludiblemente el principio de razón, hecho que

Schopenhauer se cansó de remarcar y elucidar muy detalladamente a lo largo de

toda su obra.

Apel, por su parte, es heredero de la tradición de Kant; en sus escritos abundan las

expresiones kantianas y de hecho aborda, en su Tra11sforn1ació11 de la J-'ilosofía, las

grandes problemáticas del discttrso científico del positivismo desde una plataforma

en gran medida kantiana, pero nunca -que yo sepa- ha hecho algún señalamiento

especial de Schopenhauer en relación al principio de razón. ¿Cómo es posible que

se ignore por completo a Schopenhauec, el filósofo quien se consideró a sí mismo

corno el 'verdadero dic;cípulo de Kant', denigrando así a Fichte, Schelling y Hegel?

A pesar de las omisiones, los tratamientos de ambos ensayos tocan puntos que

remiten inmediatamente a algunas de las temáticas de la Cuádruple Raíz. En el caso


de Heidegger, se verá una apertura del principio de razón hacia una dimensión no

óntica, esto es, una que no se limita a la esfera de los entes. El principio de razón

suficiente viene a identificarse aquí con el ser. Respecto a aquella apertura1

Schopenhauer se sentiría receloso, pues es todavía él presa de las 'dicotomías

clásicas' de la historia de la filosoña en relación a lo que es. Recordemos que el


72

pensamiento de Schopenhauer se circ unscribe a la división del fenómeno y

noumeno, o apariencia y realidad. En Schopenhauer, el principio de razón se

limit". a una 'esfera' del ser -la esfera del fenómeno-, en virtud de aquellas división.

No obstante, el pensar de Heidegger rechaza estas 'divisiones' del ser. Se niega,

pues, a las bifurcaciones clásicas, con lo que consigue 'abrir' el principio de razón a

la esfera del ser, y no sólo a los meros entes.

En el caso de Apel, como punto de contacto en su discusión y la de Schopenhauer,

veremos el problema del recurso a la intuición o evidencia. Para Schopenhauer, la

evidencia o intuición es una condición epistémica indispensable que funciona como

fundamentación suficiente. Apel defiende este postulado de la evidencia pero

enmarcándolo ahora en una 'pragmática transcendental'. La manera en que


Schopenhauer ha defendido el 'recurso a la intuición' es ya insostenible, pues lo

considera válido independientemente de las expresiones lingüísticas¡ no obs tante, el

recurso a la evidencia sigue siendo defendible desde el punto de vista que ofrece

Apel, la perspectiva de una pragmática lTanscendPntal. En ella, el recurso a la

evidencia no es independiente de formulaciones lingüísticas, sino que se halla

'imbricado' (interwoven) con paradigmas de juegos del lenguaje.

4. Unas cuantas anotaciones últimas acerca de este trabajo de grado. En primer

lugar, quisiera justificar el título del mismo. Le he intitulado El Principio de Razón


Suficiente e1t la Dia1iología de Scl1ope11lttlucr, no sin 'razones suficientes' para ello. Lo

de 'Principio de Razón' y 'Schopenhuaer', no necesitan justificación alguna, mas si

aquello de 'Dianología'. El término 'dianología' ha sido utilizado en función de la

significación que le dio Schopenhauer, esto es, como la consideración

epistemológica en la cual las propiedades de los objetos vienen a identificarse con

las facultades de los sujetos percipientes. Lo de 'identificarse' ha de tomarse aquí

en su sentido más estricto: las propiedades de los objetos y del conocimiento son

una y la D'lisma cosa. La dianología de Schopenhauer es así una epistemología


enteramente idealista. Debido a esto, 'dia.nología' es preferible a 'epistemología', en
73

cuanto este último término es algo más abarcador, incluyendo en ocasiones

consideraciones tanto realistas o idealistas en sus análisis. Por otra parte, la

1 epistemología' o 'filosoña de la ciencias' tiene una acepción algo definida en

nuestros días, abordan<lo una variedad de temas tan amplios y diversos, que no

pertenecerían propiamente al limitado enfoque de una estricta 'dianologia'.

La división de los principales capítulos de esta obra, a saber, el segundo, tercero,

cuarto y quinto, conesponden a la clasificación de los cuatro modos del principio

de razón. En esto me he ceñido a la manera en que el propio Schopenhauer

estructuró su tesis doctoral. En aquellos capítulos se tratan 'las atatro clases de

objetos que existen para el sujeto y los cuatro modos que adopta el principio de

razón en relación a ellos". Adopto, casi ad litteram, los títulos que Schopenhauer

mismo dio a cada capítulo. En ellos hay sólo una importante excepción: he

preferido el témtino 'representación' a 'objeto', para enfatizar -o no dejar dudas

sobre- el carácte1· 'enteramente idealista' que Schopenhauer tiene en tomo a la

noción de objeto.

El capítulo 'Concl11siones de la 'Cuádruple Raíz' es también fiel a la estructura de la

tesis doctoral de Schopenha·uer. Remarco aquí que las conclusiones que ahí se

tratan son la" de Schopenhauer, no las mías.

En 'Epilegómenos a la Cuádruple Raíz', me he explayado en consideraciones

personales, que no por ser 'personales' dejan de ser esenciales a la temática de la

tesis. Cada consideración ha sido 'fundamentada suficientemente', hasta donde he

podido lograr. )' mi afán de fundamentar �e trasluce en mi preocupación por

brindar abundantes citas de especialistas y autoridades en relación a las

observaciones ahí anotadas. He procurado no proponer ninguna aserción, o hacer

afirmación alguna, que no encuentre apoyo en autoridades de renombre y prestigio

ampliamente reconocido.


74

APÉNDICE A

EL PRINC..iPI() DE RAZÓN SUFICIENTE EN LA CONFERENCIA 'LA


PROPOSICIÓN DEL FUNDAMENTO' DE MARTIN HEJDEGGER'

Res11111e11-Conferenda

l. Este primer apéndice es un resumen de la conferencia de Martín Heidegger


sobre el principio de razón ( La misma ha sido transcrita y traducida al español por
Félix Duque y Jorge Pérez de Tudela. Edit. Odós, Barcelona, 1991). Esta
conferencia forn\f) parte del último curso que dictó Heidegger en la Universidad
de Friburgo en 13risgovia, reflejada en su mayor parte en un manuscrito. Esto
último dispensét en cierta manera a sus traductores, pues la exposición original es
eminentement(� oral. En esta conferencia Heidegger examina la proposición del
fundamento en dirección a la pregunta por el ser. Según Heidegger, el principio
de razón sufic:iente leibnizian.o ha sido comprendido sólo en relación a los entes.
Sin embargo, el principio va más allá, si lo examinamos más detenidamente.
Nuestro exanle11 minucioso de este principio de hace imperante en nuestra época,
debido a la libei�ación de la energía nuclear, la información, y la seguridad que de
ellas penden para la existencia del hombre en el planeta. Ya no podemos buscar el
fundamento f�n los meros entes, sino en el ser, en cuanto nuestro examen nos )leva
a divisar en el ser el propio fundamento. Sólo si comprendemos que �er y
fundamento :;on uno y lo mismo, nos e11contraremos en ventaja ante el pensar
c11antitativo de las ciencias, que presuponen al principio de razón pero no ven él su
significación más grande y original. Se hace menester, pues, el pensar meditativo
en búsqueda del fundamento en el ser mismo, no en el calcuL-v objetivo­
cuantificable que trata la ciencia.

2. l.a aproximación que, inicialmente, efectúa Heidegger en relación al principio


de razón suficiente no requiere mayor elucidación. La proposición del
fundame1tto -Der satz von grund- enuncia que 'todo, es decir, toda suerte de cosas
que, de algún mod(l, sean, tienen un fundamento. Omnes est habet ratíonem'(183).
75

De forma negati,ra, esta proposición se expresa en el clásico nihil est sine ratio o
'nada es sin fundamento'¡ en ambos casos, la significación viene a ser la misma,
envolviendo, de alguna manera u otra, la totalidad.

En todo lo que nos rodea, nos importa y sale al encuentro, vamos mirando la busca de

fundamentos. Requerimos que se indique el fundamento de nuestros enunciados. Nos

empeñamos en pedir la fundamentación de cada comportamiento. A menudo nos


contenta1nos con los fundamentos más cercanos; a veces, indagamos en pos de fundamentos

más distantes; finalmente, nos atrevemos a acercarnos a los fundamentos primeros y

preguntamos por el fundamento último. En todo fundamentar y sondear estamos ya en

camino hacia un fundamento. Lo que enuncia la proposición es para nosotros, pues, cosa

corriente y, por corriente, también de inmediato clara (lbid)

Con cierta frecuencia, nuestra proposición suele conocerse en la expresión nihil fit
sine causa, nada ocurre sin causa; no obstante, esta formulación importa algún
distanciamiento de la significación original de nuestro principio. Indudablemente,
toda causa es una suerte de .fundamento, pero no todo funda1nento es causa.

He idegger ]Jama nuestra atención con respecto a un hecho curiosísimo; que en el


pensamiento filosófico de occidente '' ...hicieron falta dos mil trecientos años para
que Ja representació11 familiar 'nad:i sin fundamento' fttera conocida propiamente
como proposición, como ley, reconocida en todo su alcance, y llevada a sabiendas a
validez ilimitada''(184). ¿Por qué semejante trecho de tiempo para formular una

proposición tan simple, al menos a prima facie ? Leibniz fue el primero en traerla a
la luz, situándo1�' entre las proposiciones supremas. Le llama incluso -señala
Heidegger- p1incipium magnum, grande et nobilisssimum. ¿Hasta que punto se
merece este título? ]>ara responder a esta pregunta, tenemos que adentramos al
contenido mismo de este singular principio, apunta Heidegger.

Siguiendo un título que Leibniz otorga al principio de razón suficiente, 'prindpium


reddendae rationis ' ,. Heidegger pregunta por tres hechos en razón del
76

atributo de 'reddendae ' -volver a dar el fundamento- que aparece ahora en la

extraña formulación leibniziana:

1. El fundamento que hay que volver a dar, ¿de qué es fundamento en cada caso?
2. ¿Por qut� hay que volver a dar el fundamento, es decir proporcionarlo de propio?
3. ¿A dón<.te viene retrotraído el fundamento?

A la primera pregunta, responde el propio Leibniz diciendo que el fundamento es

el fundamento de la verdad de un juicio. A la segunda, Leibniz contesta que si no

se da la ratio o cuenta de un juicio, su verdad se encuentra ímproba; el juicio exige


de suyo su fundamentación. ''El juicio es una verdad sólo cuando se indica el

fundamento de la conexión, cuando se suministra la ratio, cuando se dan cuentas...


El juicio es wta verdad sólo cuando se indica el fundamento de la conexión''(186).

A la tercera, lieidegger responde señalando que la ratio reddenda debe ser

retrotraída al l1ombre, quien es el que determina a los objetos en cuanto objetos, ''

en el modo del representar enjuiciante'' (lbid). El hombre, o el yo, es quien

emplaza a los objetos de acuerdo a conexiones representacionales expresadas en

los juicios. Estos juicios sólo pueden ser verdaderos en la medida en que se

retrotraigan a él. Toda ratio o cuenta del fundamento lo es únicamente acerca de

algo en referencia al yo, ante él y para él. La ratio o fundamento asegura el objeto
ante el yo.

Sin embargo, no basta con brindar una fundamentación o ratio sino que se

demanda de la misma el predicado de suficiencia. ''EJ. fundamento que hay que

emplazar tiene que ser una ratio suffidens '' (187) . Esta exigencia de suficiencia es

radical, pues intenta traer la totalidad del estado de un objeto, ''respecto a

cualquier punto de vista y para todo el mundo, es decir, plenamente''� Esta

plenitud -o completud- del fundamento exigido implica -ineludiblemente- una

perfección. Según Heidegger, sólo la completud de los fundamentos,, la perfectio,

asegura la estancia de un objeto. Sólo ella lo garantiza.


77

El principio de razón es el principio supremo del representar hl1mano; este

representar es un representar racional., de la ratio. ''El representar racional sigue el

principium rationis. La proposi<.ión del fundamento es la proposición fundamental


de la razón, en la medida en que la razón sólo a través de ella llega al pleno

despliegue de su esencia como razón'' (188).

3. De acuerdo a Heidegger, los hombres corren el peligro de no entender la entera

significación de este principio. La ciencia y la técnica se encuentran en pos de la

perfección, una perfección englobalizadora. Al calcu]ar y emplazar sus objetos,

ellas intentan asegurar al objeto en su mayor perfección posible. ''La perfección de


la técnica no es sino el eco de la interpelación en pro de la perfectio, es decir, de la

completud de la fundamentación. Esta . . habla desde el principio reddendae rationis


sufficientis, desde la proposición fundamental... ''(189). Toda la tecnociencia busca

la mayor perfección posible. Esta perfección reposa sobre la calculabilidad de los

objetos, y esta calculabilidad, a su vez, presupone la validez ilimitada del principio

de razón. Es el supuesto transcendental de nuestra ciencia y técnica.

El hecho de que la liberación de la energía atómica sea usada para la paz o para la

guerra es cuestión de 'segundo rango'. Heidegger quiere ir más allá. preguntando

¿Qué significa, pues, eso de qite una e•·a de la historia mundial atómica tenga el cuño de la
era atómica y su puesta en libert.ad ?'' (190). Y la respuesta que adelanta es que '' ...la

era atómica está dominada p<.lr la interpelación y exigencia, que amenaza con

avasallamos a través del principio de fundamentación suficiente que hay que

emplazar'' (191)

Las ciencias y técnicas del átomo buscan afanosamente la solución de

contradicciones que surgen en su tetlría. Todo intento de solución presupone la

validez del principio de razón


78

Se trata de eliminar las contradicciones que aparecen constantemente en los hechos


observados y en las teorías asentas para su explicación. Esta eliminación acontece llevando
los juicios que se contradicen mutuamente a una comunidad de acuerdo. Para ello se precisa
de una unidad que ponga en conexión lo contradictorio. Ahora bien, lo que soporta y
determina la conexión de las representaciones en los juicios es el fundamento sufide'ítte,
emplazado en cada caso (Ibid).

De acuerdo a esta apreciación, se hace claro que lo que impulsa a la solución de


una contradicción es el propio principio de razón suficiente. Toda contradicción
exige la unidad de los juicios en virtud de un fundamento, que dicha contradicción
exige de suyo. Así se ve que 11 [E]l dominio de la poderosa proposición del
fundamento es el elemento en el cual las ciencias se mueven como el pez en el agua
y el pájaro en el aire'' (192).

En relación con la energía liberada del átomo, los ciencias y las técnicas están en
búsqueda de un fundamento que domestique y asegure tales energías. ( �Hay una
nota mu.y curiosa de Heidegger en tomo a esto: que Leibniz, el filósofo del
principio de razón, fue también quien inventó el 'seguro de vida'). Asegurarnos es
una tarea de cada día, de todo momento. Ahora bien, 'hoy por hoy, la palabra
clave para indicarnos como se efectúa dicha seguridad está enmarcada en la
palabra informadón'. Y para entender esto bien, Heidegger señala que ''[t]enemos
que escuchar esta palabra en su pronunciación anglo-americana'' (193).

lnforniation indica por un lado 'dar noticias o cuentas de'; con ello ponemos al tanto
al hombre en relación con lo que sucede. En esta acepción, information es
simplemente, 'poner al corriente'. Por otro lado, sin embargo, information también
significa -y más importantemente- in-forn1ar, es decir, dar forma, im-poner y dis­
poner. ''La información, en cuanto 'da noticias de', es ya también la imposición
que pone al hombre a todos los objetos y a todos los recursos, de una forma que
basta para asegurar el dominio del hombre sobre la totalidad de la tierra, e incluso
79

de este planeta''(Ibid). En nuestro tiempo, señala Heidegger, el principio de razón

suficiente ha adquirido la figura de la información, exigiéndonos, en esta fomta,

emplazar nuestros conoc1..i.m entos y representaciones en pos de la seguridad global.

Surge entonces el problema de como escuchar esta exigencia del principio de

razón, es decir, como escuchar correctamente la interpelación de la proposición del

fundamento. Según Heidegger:

En su expresión universalmente clásica la proposición del fundamento reza: Niliil est si1ie
ratione. Nada es sin fundamento. Generalmente, no prestamos atención al hecho que, en la
enunciación habitual de la proposición, la partícula 'es' pasa desapercibida, como algo que se
entiende de suyo. ¿Por qué habríamos de prestar oídos al 'es'? La proposición del
fundamental del fundamento dice: todos y cada uno de los entes tiene un fundamento. La
proposición del filnda111ento es 1111 e111t11dado sobre el ente (194).

He aquí un problema muy importante: sólo hemos escuchado la proposición del

fundamento de acuerdo al ente. Pero deltemos prestar atención -más bien- al 'es'

en la proposición 'nada es sin fundamento'. De esta forma, nuestra proposición

'nada es sin fundamento' suena ahora así: nada es sin fundamento. En este caso, la

partícula 'es' nombra al ser del ente. Este es el tono correcto en que se debe

escuchar la proposición del fundamento. En esta tonalidad, 'ser y fundamento

suenan ahora al unísono'. Encontramos ahora que, en relación a la pregunta por el

ser, ser significa fundamento. Y por ser él mismo el fundamento, el ser queda sin

fundamento.

El ser como fundamento es el que fundamenta a todo ente. ''La proposición del

fundamento, entendida como proposición fundamental del fundamento suficiente

que hay que emplazar, es verdadera sólo porque en ella habla una palabra acerca

del ser, una palabra que dice: ser y fundamento: lo mismo'' (195) . 'Ser significa

/
fundamento y fundamento significa ser' ante estas definiciones circulares nos

asalta cierto vértigo, indica Heidegger; en especial 'porque no sabemos muy bien

lo que quiere decir 'ser' y lo que quiere decir 'fundamento'. ¿Cómo podemos ir
80

más allá de este círculo?, pregunta Heidegger, ¿qué llaves abrirán nuestro
entendimiento en relación a la pregunta por el ser en to fundamento (o el
cuan

fundamento en cuanto ser) ? Para esta apertura seguimos a Goethe en los versos
siguientes:

Sin embargo, la ciencia, infatigable, esfuérzase y pugna


En pos de la ley, el fundamento, el porqué y el cómo

Aquí, el porqué no da descanso, no ofrece tregua, no brinda reposo alguno. Es un


porqué infinito que nos arrastra siempre en busca de uno y otro fundamento. Sin
embargo, la palabra sobre el ser como fundamento, no nos lleva a esa búsqueda
fatigosa y de indefinida sucesividad. Siguiendo nuevamente a Goethe:

Tú atente al porq11e y no preguntes ¿por qué?

A ello, responde Heidegger, interpretando a Goethe." El porque rehusa investigar el


por qué y, por ende, la fu.ndam.entítción. Se niega a fundamentar y sondear. Pues
el porque es sin porqué; carece de Í1.,ndamentos; es, él mismo, el fundame1tto''(197).

Y espéjese lo que quiera de fuente a fondos (en cuanto fundamento],

Rumbo al valle, incansable, en remolinos va.

Según Heidegger, ''[f]undamento [como fondo] es aquello sobre lo cual todo se


aquieta, aquello de antemano yace para todo ente, como soporte'' (Ibid). El porque
refiere a ese soporte ante el cual nos detenemos y apunta hacia la esencia del ser.
Pero hay que indagar más acerca del significado de nuestro porque, para la
comprensión de todo esto. :r-.;uestro 'porque' (weil) es una abreviatura de 'mientras
que' o 'mientras tanto' (dieiveilen). Este 'mientras tanto' (weil), que proviene del
verbo weilen (demorar) significa perdurar, estarse quieto, contenerse y retenerse,
es decir, estar en la quietud. De acuerdo a Heidegger, demorar o perdurar es el
antiguo sentido de la palabra ser. El porque, al negarse a toda fundamentación,
indica al simple preyacer sobre el que todo se aquieta. El porque nombra al
81

fundamento, pero sólo 'mientras que' (dieweilen) está el perdurar, el ser. '' El
.

porque nombra de consumo el ser y el fundamento, nombra el ser como

fundamento. Ser y fundamento -en el porque-: lo mismo. Ambos se

copertenecen'' (197).

Para Heidegge14, en la proposición del fundamento está hablando la exhortadón de

la palabra sobre el ser. No obstante, esta exhortación es anterjor a la interpelación.


Esta exhortación de la palabra acerca del ser ha existido desde hace mucho. ''Sin

esta exhortación no existiría el pensar bajo la figura de la filosofía'' (199). Sin

embargo, en nuestra era se hace preeminente la interpelación ante la exhortación¡

esta interpelación es apremiante, mientras que la exhortación es más bien serena.

Pero es necesario tomar ambas en cuentas:

Depende de si somos guat'das o vigías, que velan para que la queda quietud de la
exhortación que hay en Ja palabra del ser prevalezca sobre cuanto de estrepitoso hay en la
interpelación del prindpi11111 rationis, en cuanto proposición fundamental de todo representar.
Depende de que la prevalencia de la interpelación del porqué se pliegue a la exhortación del
porque, capaz de grandes cosas (Ibid)

Atenerse al porque, como señala Goethe, es una muy importante seña, según

considera Heidegger. Pero esta seña no debe ser interpretada como algo definitivo

o acabado. Las señas sólo son en cuanto tales, si el pensamiento sigue su

indicación, meditando tras ellas. Nuestro principium rationis nos lleva a la

meditación de aquello digno de ser pensado: el ser como fundamento. Y este

fundamento se nos indica como ratio, 'como un dar cuentas'.

El hombre en cuanto animal rationale, pide y da cuentas; según su acepción

'racion�' es un ser viviente calculador (en el sentido positivo de este término). Ya

se ha indicado que ser y fundarrtento es lo mismo, pero también dijimos que este

ser es ratio. Pregunta entonces Heidegger, en relación a esta definición del

hombre:
82

¿Agota la esencia del hombre la definición citada, según la cual el hombre es el animal
racional? ¿Será ésta la última palabra que se pueda decir acerca del ser: que ser significa
fundamento? O bien, ¿no sigue siendo la esencia del hombre, no sigue siendo el esendar del
ser, todavía y de manera cada vez más desconcertante, lo digno de ser pensado? Si así fuera,
¿nos será licito renunciar a lo digno de ser pensado;/y ello en favor del delirio del pensur
exclusivamente calcuJador de su gigantescos logros? ¿O estamos obligados a encontrar
caminos en los que el pensar pueda corresponder a lo digno de ser pensado, en vez de
pensar �mbrujados por el pensar calculador [aquí, en el sentido peyorativo del término] - de
una manera que pasa por alto lo digno de ser pensado?(200)

Esta pregunta es para Heidegger la interrogante par excellence. La respuesta que le


demos a ella decidirá nuestra existencia y su destino en esta tierra.
83

APÉNDICE B

EL PRINCll'IO DE RAZÓN SUFICIENTE SEGÚN LA PRAGMÁTICA


1RANSCENDENTAL DE KARL-OTIO APEL

Res11111en-El Principio de Razón Srtjiciente, el Trileina de M11nchausen, y el Principio del


Falibilismo-Un ana1isis pragn1ático-trancendental en torno al rec11rso a la evidencia-El rec11rso
a la eoidencia como condición de posibilidad del posh1lado del falibilismo- El Principio de Razón
Srificiente como presztp11esto prag1nático-trancendental del -posh1lado del falibilismo, solución al
Triler11a de M11ncl1a11Sen.

I. El siguiente trabajo es, en cierta medida, una síntesis explicativa del ensayo ''El

Problenta de la Fundamentación Filosófica Última desde una Pragmática

Transcendental del Lenguaje'', escrito por Karl- Otto Apel, y compilado en After
Philosophy: End or Transformation? (Editado por Baynes, Bohman, and McCarthy,

:rv.trr, 1987. Existe también una traducción al español de este trabajo en la revista

Estudios Filosóficos. ) En este ensayo, Apel presenta y dilucida el punto de vista de

una 'pragmática trascendental' a través de una crítica al principio del falibilismo

de Karl R. Popper; en especial, según la interpretación que Hans Albert le ha dado.

De acuerdo a Popper y Albert, el principio de falibilismo -o falsificación- rechaza

cualquier intento por fundamentar las ciencias empíricas sobre 'principios últimos

e indubitables'. Este rechazo, sin embargo, puede ser superado -argumenta Apel­

al apelar a la pragmática y reconocer por medio de ella ciertas presuposiciones que

le subyacen en cuanto 'condiciones de posibilidad' de la argumentación

intersubjetiva. Así, Apel señala que '' ...aún el principio del falibilismo es sólo

significativo dentro de una 'institución de argumentación', en donde ciertas reglas

y normas de orden pragmático no son [ni pueden estar] sujetas a

questionamiento'' (247). De esta manera, y en contraste con lo que es sustentado

por Albert, el principio del falibilismo no contradice la noción de una

fundamentación científica válida sobre ciertos principios últimos e indubitables,

sino que -más bien- el propio principio del falibilismo los presupone.
84

2. De acuerdo a la obra de Popper Logic of Scientific Discovery y en particular a

Hans Albert, la epistemología debería excluir como parte de su empresa cualquier

pretención por fundamentar las disciplinas científicas sobre principios cuya

evidencia se supone de carácter indubitable. Según Albert, todo intento por

proveer a las ciencias con esta clase de principios --en el sentido del principio de

razón suficiente- nos dirige a una problemática que Albert denomina 'Trilema de

Munchausen', el cual nos compele a elegir entre tres alternativas:

1. Un regress11111 ad infi11it11111, que aparece ser requerido por la necesidad de siempre ir en la


búsqueda de razones o fundamentos últimos. Este regressi1111 no puede ser llevado a cabo en la
práctica; debido a ello, no podemos encontrar un fundamento suficiente.

2. Un t.irci1lo vicioso en la deducción que resulta cuando, en el proceso de fundamentación, uno


tiene que recurrir a proposiciones que anteriormente se habían presentado en necesidad de
justificación -un círculo que, debic.lo su invalidez lógica, no nos conduce tampoco a ningún
fundainento seguro.

3. Una interr11pción del proceso de dnr razones en un punto dado, la cual, aunque sostenible en la
práctica, implicaría una suspensión arbitraria del principio de razón suficiente6-I.

En relación a este último punto (3), las epistemologías tradicionales desde

Aristóteles y en especial Descartes han rechazado explícitamente la suspensión del

proceso de fundamentación de manera arbitraria. Esto se ha sustentado en virtud

del reconocimiento de cierta evidencia epistémica indispensable para poner fin a la

búsqueda --vil1ualmente infinita- de un fundamento. Sin embargo, Albert señala

que apelar a una evidencia de este orden no es más que otro nombre para una

suspensión igualmente arbitraria del proceso de fundamentación. Albert sostiene

que cualquier recurso a la evidencia, e.g, el recurso a un sf0,tc of affairs


extralingüístico -como supone el hecho de apelar a una evidencia epistémica- es

equivalente a un recurso al dogma, ya que siempre es posible qttestionar por la

fundamentación de una instancia extra1ingüística. En este sentido, toda búsqueda

64 p.251
85

por la ce1·teza, asegura Albert, es considerada incompatible e irreconciliable con la

búsqueda de la verdad. Por ello, Albert sustituye el principio de razón suficiente

por el principio del falibilismo, el cual demanda incertid11mbre permanente acerca

de cualquiera proposición científica y su corroboración posterior.

La investigación de Apel se propone examinar el principio del falibilismo desde

una perspectiva fenomenológica-transcendental, en la cual se pongan al

descubierto ciertos factores intersubjetivos como 'condiciones de posibilidad' del

discurso científico argumentativo. Además, de acuerdo a Apel, es menester

investigar en qué sentido el principio de razón o fundamentación suficiente puede ser


sustituido por el principio del Jalibilismo, o en qué sentido- más bien- el principio de
fundamentación suficiente está presupuesto por el principio del falibilismo.

3. La situación que comporta el Trilema de Munchhausen se debe -afirma Apel- a

que la problemática de la fundamentación última se ha tratado desde una

perspectiva lógico-deductiva. Dentro de este enfoque, es explicable que se origine

una aporética en relación a los principios últimos, ya que la me1·a lógica formal no

pueda dar cuenta de tales principios. El carácter deductit10 de los sistemas axionzático­
formales es siempre insuficiente; por lo tanto, no puede dar razón de sus propios

postulados de base, e.g., el principio de no-contradicción. En general" los sistemas

axiomáticos o formales lógico-matemáticos efectuan lo que se conoce como una

'reducción semántico-sintáctica'; esta consiste en reducir algunos problemas de

corte científico-filosófico a una mera cuestión de semántica o sintaxis lógica, tal

como lo concibió el antiguo positivismo lógico. En esta reducción, se pretendió

abolir el recurso a la evidencia o intuición, por ser calificada de 'psicologista'. Sin

embargo, Apel propone explicar que esta consideración positivista no puede ser

sustentada al mostrar la necesidad y significatividad de un recurso a la evidencia

de una manera no-deductiva. Esto se logra al reconocer inicialmente que el


discurso cientí.fico-argu.mentativo no se basa principalmente en una semántica, o una
sintaxis lógica, sino, previamente, en una pragmática del lenguaje.
86

A pesar de sus diferencias con Popper y Albert, Apel concuerda enteramente con

ellos en que la validadón intersubjetiva de los enunciados científicos es la

metodología adecuada en la búsqueda de la verdad; acuerda completamente en el

hecho que ''la evidencia de conviccio11es para una consciencia en particular no es


suficiente para la verdad de los enunciados'' (256). De igual manera, Apel

comparte con Albert el rechazo a una reducción sintáctico-semántica del problema

de la validación intersubjetiva de enunciados. Además, tanto Albert como Apel

reconocen la primada de la pragmática6s en todo este asunto. No obstante, Apel

intenta tomar una posición más rigurosa que la de Albert, al derivar ciertas

concl·usiones no vistas o extraídas por él. Lo que Apel propone es una pragmática
transcendental del lenguaje que tome en cuenta una auto-reflexión sobre las

condiciones intersubjetivas de posibilidad del entendimiento <.ientiñco

lingüísticamente formulado. Según Apel ''la posibilidad y necesidad de una

aproximación o método pragmático-transcendental es en mi opinión, demostrable

de manera radical a través de una reflexión sobre las condiciones de posibilidad y

la validez intersubjetiva de la sintaxis y semántica lógica'' (258).

Siguiendo a C.S. Pierce, Apel afirma que toda función sintáctico-semántica

presupone una pragmática, entendida como la interpretación de los signos66 y

funciones de un lenguaje dado en el contexto de una comunidad de interpretación

(Ibid). De esta forma, la sintaxis y semántica lógica dependen de una pragmática

65 La gran ventaja de la pragmática en la epistemologia radica en el hecho de su atención a stales of


nffi1irs de orden extralingüístico, que tambjén participan en el contexto de las actividades humanas
cognitivas. En este se11tido, el enfoque de la pragmática es mucho más amplio que el oque ofrece
una reducción semántico-sintáctica, pues la pragmática acoge '' no sólo las actividades de
•..

reflexión y observación separadas de cada sujeto, tomado individualmente,, sino también la


discusión crítica como un modelo de interacción social y aquellas instituciones que apoyan o
debilitan, motivan o no, la discusión crítica'' (257)

66 Estas consideraciones de Peirce pueden ser ampliamente cc1T0boradas en f1)s trabajos de Piaget
(e.g., Tl1e Principies of Genetic Epistett1ology. En el primer capítulo de esta obra, se estratifican los
famosos cuatro estadios del desarrollo 'psico-lógico' del pensamiento en e! niño y el adolescente.
En el segundo estadio, el 'período pre-operacional' se estable lafi1nción se111iótica de los signos. En
esta fase (1.5-6 años) las acciones se interiorizan,, de tal manera que los signos reemplazan a las
cosas en el pensamiento. Lo que la sintaxis y gramática de un lenguaje presuponen, pues esta es
sólo posible por el conocimiento y manejo de ciertos símbolos y signos.
87

de la argumentación. Esta situación coloca a la pragmática como un estrato más

básico en el cual las condiciones intersubjetivas para entender los significados y

lograr el consenso en una comunidad encontrarían su fundamento.

La aproximación pragmática-transcendental de Apel intenta superar la

problemática presentada por el 'Trilema de Munchausen', el cual hace abstracción

-a tr;1vés de la reducción semántico-sintáctica- del contexto de argumentación y el

sujeto de conocimiento, su co.lnpromiso, y su participación en el proceso de

brindar razones y críticas. Unicamente a través de la abstractive fallacy que propicia


,

la reducción semántico-sintáctica, se ignora el contexto de argumentación y, con

ello, el sentido de un proceso de fundamentación se reduce a una deducción de

enunciados de otros enunciados que, en principio, no puede ser interrumpida sin

una decisión arbitraria. La pragmática trancendental de Apel pretende demostrar

que tal proceso deductivo es meramente un 'momendo mediador' que está, de

hecho, marcado por evidencia intersubjetiva a priori. Esta evidencia intersubjetiva

a priori, en cuanto evidencia epistémica, es una condición epistemológica

esencialmente imbricada con el uso del lenguaje. Si el conocimiento, o más bien, las

condiciones intersubjetivas a priori de orden cognitivo no estuviesen imbricadas

estrechamente, un niño no podría aprender un lenguaje dado basándose en la

interpretación de sus experiencias. Es imposible concebir un lenguaje que funcione

sin ningún acuerdo en un nivel de evidencia experiencia! común. No sería posible

ninguna comunicación en una com14..'1idad lingüística, de no haber un patrón

común de interpretación de experiencias; éste ha de ser compartido por cada

individuo participante en tal comunidad. De la misma manera, no habría discurso

argumentativo alguno, sin la presuposición de cierta evidencia epistémica que sea

compartida y usada por los interlocutores en el proceso de argumentación. y

consenso67.

67 Es importante recalcar el hecho que el caracler a priori de cierta evidencia epistémica no está
separada del lenguaje, sino esencial111e1ite vir.culada con él. ''...las evidencias de cmiocin1iento están
'entretejidas' de antemano con usos lingüísticos y actividades de los sujetos de conocimiento ( ) •..

De no existir esta urdimbre, un niño no podría aprender el lenguaje y con el las formas de conducta
88

4. Tanto en el lenguaje ordinario como en el discurso científico, una duda

significativa presupone que '' ...uno no dude de todo sino que proceda de

convicciones que sean tomadas como ciertas y sean asumidas como el estándar de

lo que debe ser puesto en duda ...'' (264). Esta consideración se elucida en cie1io

modo - señala Apel- en el tratamiento que realiza el Wittgenstein posterior en su

trabajo Sobre la Certeza. ''Todo el que q11isiera dudar de todo no podría ni siquiera

llegar a dudar [con sentido] pues el juego [lingüístico] de la duda presupone la

certeza''. ''Quien no tenga certeza de ningún hecho, tampoco puede tenerla del

significado de sus propias palabras." Así, algunas convicciones sirven como

'paradigmas' del significado y la comunicación dentro de una comunidad

lingüística. Por ejemplo, la convicción de que existe un mundo real exterior

'fuera' de la consciencia es un paradigma del lenguaje para cuestionar con sentido

acerca de si algo es real o es solamente una ilusión, alucinación, o algo similar

(264). En otras palabras, no se puede dudar razonablemente de la totalidad del

mundo real exterior, pues los enunciados 'todo lo real es meramente un sueño' o

'todo lo que existe está simplemente en mi consciencia' sólo tienen sentido en el marco
de un juego lingüístico en el que se presupone como paradigma de significado que no todo lo

que están en armonía con la experiencia interpretada. Esto es, no se puede pensar un juego de
lenguaje (1sprachspiel' ) funcional sin experie11das evideririales paradig111álicas. No podríamos
hacernos entender si no coincidiéramos siempre en las experiencias experienciales de las que cada
cual debe partir. En mi opinión, de esta urdimbre pragmático-·transcendental de juegos
lingüísticos...de las evidencias de conocimiento se sigue que la ft1ndan1entación de la validez del
co11oci111iento 110 p1rede ser eqtliparadas a la ded11cdó11 lógica de proposido11es a partir de siste111as
axio111atizados, co1110 lo l1ace la lógica 111oderna del leng11aje y de la denda, 11i ta1npoco al rea1rso a evidencias
de consciencia i11h1itivas i11dependie11tes del leng11aje, como sugiere la moderna teoría del conocimiento
de proveniencia cartesiana. Sino que, más bien, la fundamentación en tanto que lo es de la validez
del conocimiento, tiene que apoyarse a un tiempo en las posibles evidencias de consciencia de los
sujetos de conocimiento individuales competentes (como representantes autónomos del sujeto de
conocimiento transcendental en general) y en las reglas intersubjetivas a priori de u n discurso
argumentativo, en cuyo contexto las evidencias de conocimiento, como testimonios subjetivos de
validez objetiva, deben llegar a tener validez intersubjetiva [es inevitable que todo criterio de
objetividad pública tenga que pasar por el escrutinio de la subjetividad individual] Está
garantizado que esto es necesario y también posible mediante la 'urdimbre' -pragmátic<r
transcendental· de evidencias de conocimientos (...) y reglas de uso lingüístico ( ) Según esta ..•

concepción, no es posible en absoluto hablar con sentido de 'recurso a la evidencia de


conocimiento' sin presuponer un discurso lingüístico como contexto de interpretación y coherencia
lógica; y tampoco es posible pensar con sentido un discurso de fundamentación pleno de contenido
y argumentativo sin la presunción de determinadas evidencias de conocimiento que introducen
cada uno de los participantes en el discurso como criterios de verdad regulativos en la formación
argumentativa del consenso.'' (268-69)
89

real es meramente un sueño o que simplemente está en la co1isciencia. (274). De esta

fornta, se hace inevitable la no-absolutización de la duda y, con ella, la del propio

principio del falibilismo. En general, desde el punto de vista de cualquier juego

lingüístico -lo cual incluye al científico y al filosófico-, la duda y la critica (que puede
y de facto se deriva del principio falibilista) sólo tiene pleno sentido si pueden
fundamentarse sufidentemente por medio de una evidencia indubitable que siroa de
paradigma. En palabras de Apel, '' ... la duda y la crítica, en el marco de un posible

juego argumentativo, presuponen ya la fundamentación mediante evidencia

fácticamente indubitable ... como condición de su posibilidad'' (277).

En una última tentativa por demostrar la indubitabilidad de ciertas evidencias

paradigmáticas del juego lingüístico de la argumentación científica, Apel señala

que

••. la a11toaplicación del principio del 1falibi]ismo' conduce, obviamente, a una paradoja,
análoga a la del 'mentiroso': si el principio de] falibilismo es falible entonces en ese sentido
precisamente no es falible y viceversa. Ahora bien, esta autoaplicación del principio del
faliblismo no puede ser rechazada como un sinsentido... (si se absolutiza, como ha hecho
Albert] ...Obviamente el principio del 'falibilismo' o el de '-· ítica que se deriva de él sólo
pueden tener pleno sentido y validez cuando ésta se limita de antemano de modo que , al
menos aquella evidencia filosófica sobre la que eJlos mismos se tienen que fundamentar,
quede excluida de la posible crítica (285)

Lo interesante de esta consideración es que el postulado del falibilismo no está

sometido a posible falsificación. Sin embargo, y paradójicamente, el mismo

principio del falibilismo es un postulado metodológico-regulador de los

enunciados empíricos, exigiendo de los mismos el ser susceptibles a

falsificación(¡!). Por otro lado, es claro el carácter no-analítico del principio del

falibilismo, lo que significa que n<> puede set· contrastado en función de

operaciones meramente lógico-deductivas. Si el principio no es empírico­

falsificable, pero tampoco es constrastable de modo analítico-formal, ¿a qué clase

de enunciados pertenece entonces y qué criterios son los que justifican su validez?
90

5. La tentativa de Apel ha querido demostrar que el principio del falibilismo no

sólo requiere de evidencia indubitable, sino que, además, se fundamenta en el

propio principio de razón suficiente. El hecho de que el sentido y validez de

principio del falibilismo radica en un criterio de evidencia (indubitable) y el

principio de razón suficiente se demuestra por lo siguiente: si uno carece de

razones suficientes que sean evidentes para la falsificación de un enunciado, tal

enunciado eo ipso queda sin ser falsificado. El principio del falibilismo demanda de

los enunciados que se proponen falsificar una hipótesis científica que ellos mismos

sean susceptibles de fundamentación o justificación. En el proceso lógico­


argumentativo de toda discusión, la fundamentación de una razón puesta a favor o en
contra de un argu1nento en juego ha de ser evidente a los argumentadores para poder
mantener una disputa plena de significati.vidad; de otra nianera, los argumentadores no
podrían avanzar -lógicamente hablando- en el proceso mismo de argumentación. El propio

principio falibilista presupone esta evidencia cada vez que una razón falsifica

conclusivamente una hipótesis dada, ya que si en el proceso de falsificación la

justificación de una 'razón falsificadora' no resulta evidente de manera conclusiva,

nunca llegaremos a falsificar nada y, con ello, toda la idea del falibilismo deviene

sin sentido.

El resultado inmediato del tratamiento pragmático-transcendental elucidado en

este ensayo es una solución no-deductiva a la problemática constituida por el

Trilema de Munchhausen. El conocimiento de que cierta evidencia indubitable no

puede ser aceptada, no debe sostenerse ya como prueba de la imposibilidad de una

fundamentación suficiente. De esta consideración partían básicamente los puntos

1 y 2 del famoso trilema. Sin embargo, tal consideración no puede se aceptada

ahora, porque, precisamente, a través de la reflexión pragmático-transcendental,

esta evidencia tiene que ser reconocida como uno de aquellos fundamentos no

susceptibles a críticas. Por otra parte, el punto 3 del Trilema de Munchhausen,

tampoco constituye una opción inevitable, debido a que hemos alcanzado una

alternativa más consistente. Según la aproximación y crítica pragmático-


91

transcendental de Apel, queda revelado que el mismo principio del falibilismo

puede confirmai· una adecuada validación a través de una reflexión sobre sus

propias condiciones de posibilidad.

De acuerdo a Apel, toda esta investigación podría resumirse de la siguiente

manera: el principio del falibilismo no puede criticar con sentido al principio de

razón o fundamentación suficiente, pues su crítica a este principio -como cualquier

otra con sentido- depende, a su vez, de fundamentación. Esta fwldamentación o

justificación del principio del falibilismo es posible, siempre y cuando éste se

restringe a sí mismo, reconociendo por medio de la reflexión transcendental - y no

de la argumentación lógico-deductiva, que Stl sentido y validez descansan sobre el

supuesto de certeza indubitable, ligado al propio principio de razón suficiente.


92

BIBLIOGRAFÍA

La bibliografía uti1izada es mínima aunque fundamental. En ella aparece, en


primer lugar, la obra filosófica de Schopenhauer, la cual es explorada
;

integralmente, con la excepción de Los Dos Problemas Fundamentales de la Etica.


Estos dos ensayos (Sobre la Libertad de la Voluntad y El Fundamento de la Moral) se
desvían de la temática esencial de n�uestra tesis, aunque se relaciona
importantemente con ella debido a las implicaciones éticas de nuestro trabajo. De
las leer.iras complementarias sobre SchopE�nhauer tengo que destacar la de
Vecchioti y Magee; son las más completas y eruditas. La de Safranski es también
profusa en erudición, pero esta obra es más bien de carácter histórico-biográfico.
De las obras de consulta general y complementación, he omitido muchos textos
como diccionarios y enciclopedias filosóficas, pues resultan a menudo repetitivas y
nada añaden a lo que uno ya ha consultado. las obras clásicas que aparecen en esta
última parte han sido utilizadas, en la mayoría de los casos_. para contrastar y/ o
corrobar las citas y apreciaciones que indica Schopenhauer en su tratado. No todas
las obras que aparecen en el conjunto de esta bibliografía son citadas por
abreviaturas, pero todas ellas han sido consultadas efectivamente.

1. De Schopenhauer

Schopenhauer, A. De la Cuádruple Raíz del Principio de Razón Suficiente (CR). Trad.


Leopoldo Eulogio Palacios. Madrid. Credos. 1989.

----- . Fragmentos sobre la Historia de la Filosofía. (selección de Parerga y


Pa1·alipomena). Buenos Aires. Aguilar. 1973.

"

- ---- --. Los Dos Problemas Fundamentales de la Etica. Vol. I, Sobre la


Libertad de la Voluntad. Vol. Il, El Fundamento de la Moral. Buenos Aires. Aguilar.
1970.

--·-----. Obras (MVR). Vol . 1, La Cuádruple Raíz del Principio de Razón


Suf" -'iente. El Mundo como Voluntad y Representación. ''Crítica a la Filosofía de
Kant''(A). Vol. 11, El Mundo como Voluntad y Representadón, Suplementos.
Eudomonología (selección de Parerga y Paralipomena). Trad. Ovejero Maury y
Eduardo González Blanco. Buenos Aires. El Ateneo. 1959.

------- . Sobre la Voluntad en la Naturaleza. Trad. l\.figuel de Unamuno.


Madrid. Alianza Editorial. 1982.

------
-·-- --· ----.
--·- The World as Will and Representation (MVR). Vol. I & TI. Trad.
E.F.J. Payne. New York. Dover. 1958.
93

2 Sobre Schopenhauer

Copleston, 1�. Arthur Schopenhauer, Philosopher of Pessimism. London. Dover.

1946.

Garda, S. ''La Diversa Consideración del Objeto de Conocimiento por Parte de


Schopenhauer y de Kant: Una Cuestión de Punto de Vista''. Barcelona. Anthropos.
1989. pp. 42-47.

Gardiner, P. Sc:hopenhauer. México. Fondo de Cultura Económica. 1975.

Maceiras, M. (SK) Sclzope;zhauer y Kierkegaard: Sentimiento y Pasión. Madrid. Cincel.

1985.

Magee, B. (BM) The Philosophy of Schopenhauer. Oxford. Oxford University Press.

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Para completar esta sección, me es indispensable mencionar al seminario sobre


Schopenhauer, dictado por el P. Harald Schondorf, SJ, durante el segundo semestre
de 1996 en nuestra Pontificia Universidad Javeriana. En especial, la primera
conferencia, re�izada el día 12 de Septiembre: ''La Dianología, La Propuesta
Epistemológica de Schopenhauer''.

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capítulos IV, V, y VI presentan análisis muy aclarativos en tomo a la confusión
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