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literatura

4 T EL CORREO / SÁBADO 3 DE NOVIEMBRE DE 2007

Lamento por un marido complicado


Las esposas de Raymond Carver publican
sus memorias. La primera narra los
complicados años junto al escritor

CIRO GALANTE puso tenso y se apoyó en mí, inmovilizán-


dome un instante, aunque me pareció estar

P
ermanece fresca la huella de congelada y expuesta durante una breve
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Raymond Carver, cuando faltan eternidad. ¡Me había estremecido de la


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pocos meses para el vigésimo cabeza a los pies!»


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aniversario de su prematura ‘Así fueron las cosas’ tiene una cualidad


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muerte, ocasionada por el cáncer, con sola- fundamental: no es para nada carveriano.
mente medio siglo a sus espaldas. Maestro Maryann Burk no es una escritora profe-
de la narración breve, con motivo de su sional. Su memoria se desnuda sin recur-
fallecimiento fue saludado a toda plana por sos de artificio. Los buenos y los malos
el diario londinense ‘The Times’ como ‘el tiempos, desde su precipitada boda en 1957,
Chejov americano’. Su huella sigue pre- embarazada de tres meses, hasta la rup-
sente en los círculos académicos y litera- tura dos décadas después, que propone ella
rios que frecuentó en la última etapa de su para que Carver suelte el lastre de toda su
vida, convertido en una especie de sacer- vida pasada, están narrados con minucio-
dote del realismo sucio, etiqueta que reú- sidad y expansión sentimental. Despierta
ne a los cultivadores del minimalismo, la simpatía del lector con un discurso inme-
aquel estilo despojado donde lo más impor- diato, generoso con el detalle, desmitifica-
tante se expresa mediante el silencio y las dor pero sin pretensiones.
omisiones. Una buena parte de los asun-
La poeta Tess Gallagher, su tos tratados por Raymond Car-
viuda y albacea, es una de las
«Me había ver en sus célebres narraciones
personas más implicadas en la destrozado la cortas y poemas encuentran su
tarea de alimentar durante los vida intentando fuente o reflejo en las vicisitu-
últimos tiempos el interés por des del matrimonio, tal como
el narrador norteamericano. conservar en Burk las recuerda. Los autores
Para la próxima reedición del ella a Ray», del realismo sucio, como el pro-
primer libro realmente exito- pio Carver, Tobias Wolff, Richard
so de Carver, ‘De qué hablamos escribe Ford o el mentor de la genera-
cuando hablamos de amor’ Maryann Burk ción, Charles Bukowski, extra-
(1981), Gallagher ha prometido en de sus propias vivencias el
restaurar la integridad de las
Carver material con que confeccionar
narraciones originales, en su sus historias, bajo la máscara de
momento amputada por el editor Gordon personas ordinarias, trabajadores de clase
Lish hasta extremos que, de no haber sus- media-baja, a la que pertenecen por origen
tituido Carver en el año 1977 la sed de alco- y por las estrecheces que sufrieron para satis-
hol por la de reconocimiento, difícilmen- facer su vocación literaria.
te hubiese llegado a imprenta en la forma Es mareante la sucesión de empleos y
en que la conocemos. mudanzas por los que atravesaron los Car-
ver, ahorrando hasta el último dólar para
Coincidencia reanudar su formación académica y liberar
Tampoco es casual la coincidencia en las el tiempo que Raymond necesitaba para
librerías de dos libros de memorias que escribir. Maryann alternó sus estudios con
tienen al autor de ‘¿Quieres hacer el favor todo tipo de trabajos, sobre todo como depen- TIEMPOS FELICES. Raymond y Maryann Carver. / M.C.
de callarte, por favor?’ como protagonista. diente y camarera, mientras su marido
Se trata de ‘Carver y yo’ (Bartleby, 2007), rechazaba los que no le permitían suficien- dos hijos adolescentes y Raymond sola- narraciones hasta límites intolerables,
en el cual Gallagher reconstruye la déca- te libertad para seguir con sus creaciones y mente a medias integrado en el circuito creando un estilo seco y abrupto que para-
da final del escritor, y ‘Así fueron las cosas’ aceptaba aquéllos donde podía poner en prác- literario académico, que proporciona dójicamente se convierte en la marca
(Circe, 2007), que es obra de su primera tica su ideal de lectura, la narración que se becas, trabajos temporales como profesor característica de su patrocinado. Aunque
esposa, Maryann Burk Carver. Profesora consume de una sola sentada, en puestos invitado o puestos de lector en universi- sigue publicando poemas y cuentos en
de enseñanza secundaria, el relato de su como publicista o celador de hospital. dades, pero no ofrece estabilidad ni garan- revistas, que le proporcionan premios de
convivencia de veinte años con Carver es tías de reconocimiento y sí multitud de ciertos prestigio, en 1974 toca fondo: en
estremecedor y conmueve finalmente por Problemas ocasiones para la infidelidad. Carver otoño, los Carver declaran su segunda ban-
la lealtad que guarda a un hombre de tem- Los mayores quebraderos de cabeza les comienza también en 1968 su relación con carrota y en diciembre Ray deja sus pues-
peramento complicado, que atravesó tem- alcanzan mediados los años setenta, con el abusivo editor Lish, que recorta sus tos docentes aquejado de alcoholismo agu-
poradas violentas, ahogado por la bebida do, que no supera hasta junio de 1977.
y agobiado por las deudas, que condujeron Es la peor época para la pareja. Ray
al matrimonio varias veces a la bancarro- manda a Maryann al hospital de una pali-
ta y a la señora Carver al hospital en algu- za y no pierde ocasión de ponerle los cuer-
na ocasión. nos. En Acción de Gracias de 1976 se sepa-
La vida en común de los Carver comien- ran por primera vez. La separación es defi-
za de la forma más accidentada. Se cono- nitiva dos años después, pasados los peores
cen en el verano de 1955, en una cafetería episodios, pero Carver ya no siente amor
de Yakima, en el estado de Washington, por ella. «Me había destrozado la vida
donde Maryann ha obtenido su primer tra- intentando conservar en ella a Ray», reco-
bajo de verdad, como camarera, a los quin- noce Maryann con milagroso candor des-
ce años. Se enamora de un cliente tímido pués de todo lo que le ha hecho pasar el
y apuesto, sólo dos años mayor que ella, narrador de Clatskanie. «Dejé a Ray a los
hijo de una compañera que al poco tiempo treinta y ocho años porque, en el fondo,
se despide. Maryann teme no volver a ver- creía que era lo que él deseaba de verdad.
le, pero Ray regresa al tercer día. Está en Era demasiado caballeroso para pedirme
mitad del pasillo y ella sale del mostrador que me fuese. Nunca dijo dejémoslo de
para atender a otro cliente, tratando de apa- una vez ni me pidió el divorcio. Quedó en
rentar indiferencia: «Me dispuse a pasar mis manos la decisión». Instalado en El
detrás de él, sin ninguna muestra especial Paso con Tess Gallagher, Carver experi-
de reconocimiento. Y no sé por qué, pero menta a partir de 1981 un éxito tras otro
me acerqué impulsivamente. Lo suficien- hasta el cáncer que trunca su carrera en
te para rozarle la espalda con el pecho. Se HACIA LA DECADENCIA. La pareja en 1972. / M.C. 1988.

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