Vous êtes sur la page 1sur 15

América : Cahiers du CRICCAL

La Gaitana : preludio a una biografia a la espéra


Ernesto Mächler Tobar

Résumé
« La Gaitana, biographie en attente ».
La Gaitana, cacique Yalcón (Cauca, Colombie), est une icône des luttes revendicatives des Indiens, mais jusqu'à nos jours
aucune étude biographique sérieuse n'a été écrite. À la fois cacique et mère, la Gaitana venge la mort de son fils, brûlé vivant
par ordre de Pedro de Añasco. Le Conquistador est fait prisonnier, ses yeux arrachés, et il sera exécuté avec lenteur. Qu'est- ce
qui détermine sa biographie ? La vengeance d'une femme est-elle l'élément primordial ? Si certains auteurs soutiennent qu'elle
est un être légendaire, les Cronistas, comme Juan de Castellanos qui se pose comme témoin privilégié, écrivent des centaines
de pages sur elle. La communication étudie divers portraits d'elle, parmi lesquels ceux de Gómez Picón, Méndez Bernal, Diaz
Diaz, et Vargas Villamil. La cacique perd son nom, et son caractère innominé souligne ainsi une banalisation ; tous les portraits
masculins utilisent un lexique péjoratif ; si la Vierge est le côté positif, cultivé, La Gaitana représente le côté négatif, animal,
archaïque : la Conquête se justifie donc elle-même.

Citer ce document / Cite this document :

Mächler Tobar Ernesto. La Gaitana : preludio a una biografia a la espéra. In: América : Cahiers du CRICCAL, n°40, 2010. La
biographie en Amérique latine. pp. 55-68;

https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_2010_num_40_1_1901

Fichier pdf généré le 16/04/2018


La Gaitana:

preludio a una biografîa a la espéra

Ernesto Mâchler Tobar


Université de Picardie Jules Verne

Ce qui est clair et évident s'explique de soi-même, mais le mystère exerce une action
créatrice. C'est pourquoi les figures et les événements historiques qu'enveloppe le voile de
l'incertitude demanderont toujours à être interprétés et poétisés de multiples fois. [...] Car
tout ce qui est confus désire la clarté, tout ce qui est obscur réclame la lumière.
Stefan Zweig, Marie Stuart (1933, p. 13)

OCUPA UN PUESTO DE HONOR en el panteôn del imaginario colombiano. Es


obligado hito de referenda en las luchas reivindicativas de sus indîge-
nas. Dos inmensas esculturas la representan en la plaza central de Neiva
(Departamento del Huila): el «Monumento a la Cacica Gaitana», de Rodrigo Arenas
Betancourt y «Los Potros», de Oscar Bechara. Sin embargo, hasta nuestros di'as no
se ha hecho ningûn estudio biogrâfico serio y completo sobre Gaitana; apenas
ciertas paginas desgranadas en las crônicas de Conquista, algunos bocetos dis-
persos posteriores, y una que otra obra que busca ficcionalizar su épica historia. A
pesar de estos folios, séria indispensable procéder a una innovadora investigaciôn
biogréfica, y multiplicar los ângulos de vista para evitar toda petrificaciôn (Dosse,
2005 : 55).

ïQuién es Gaitana? Los autores coinciden en lo siguiente: Pedro de Arïasco


(1500-1538), uno de los capitanes preferidos de Sebastian Moyano o Belalcâzar
(1480-1546), funda en 1538 la poblaciôn de Guacayo1 en la Provincia deTimanâ,

1 Se encuentran las graffas Guacayo, Guacallo, Guacalcallo, Gaucacallo, Guaca-Hayo y otras, asi como la
forma Antene. Con el tiernpo la poblaciôn tomaré el nombre de Timanâ, mientras el rîo conocido como
Guacayo recibirà el de Rio Grande de la Magdalena. Guaca-Hayo significa Rio de lasTumbas, o Rio de
aguas profundas, segûn los autores.
56 Ernesto MachlerTobar

que dependia de la Gobernaciôn de Popayân2, y se extendia en los dominios del


cacique yalcôn Pigoanza. Su interés estratégico radica en ser paso obligado entre
Lima y Quito, por un lado, y Cartagena, por el otro. Arïasco, envanecido y enso-
berbecido por el titulo de Teniente y su poder creciente, exigîa a los indigenas no
solamente pesados tributos sino una diaria presencia como homenaje de vasallaje.
Puesto que el cacique Buiponga, cansado de las expoliaciones, opta por no pre-
sentarse, el Teniente en persona decide apresarlo3, traerlo a Timanâ y quemarlo
vivo en la plaza central ante su madré Gaitana, buscando con el terror establecer
un ejemplo.
Ella intenta aliar los diferentes grupos en permanente conflicto y confederar-
los en un solo ejército, para expulsar a los espanoles de sus tierras y poder ven-
garse de Anasco. El hijo de Pigoanza frecuentaba a los espanoles, siendo llamado
por éstos don Rodrigo, y ténia una estrecha amistad con el Teniente; fue él quien
previno a los invasores del plan de venganza de la cacica, aliada en esta ocasiôn
con Pigoanza. Don Rodrigo no era el ûnico cacique aliado a los espanoles, pues
se hallan en las crônicas los nombres de Inando y Cameno, entre otros. Anasco,
derrotado por los 12000 indîgenas comandados por Pigoanza, es hecho prisionero
en la batalla de Aquirgâ , y entregado desnudo a la cacica. Esta le saca los ojos con
la punta de una flécha y se los présenta en una bandeja de oro; después le abre un
hueco por debajo de la barba y de la lengua, y por alli pasa una cuerda, halando
de la cual lo pasea de pueblo en pueblo hasta que él no puede caminar mes. Luego
le corta uno a uno diferentes miembros y lo hace morir desangrado. Se dice que el
cadâver sera devorado, la piel Ilenada de ceniza para decorar las entradas de las
casas, y su crâneo, usado cual copa para beber chicha.
Los espanoles, al mando de Juan de Cabrera, tras una victoria a traiciôn en
Timanâ, pierden varias batallas consecutivas entre 1 540 y 1 541 , e incluso piensan
en abandonar la nueva ciudad. Posteriormente, Juan de Ampudia y Caballero y
Gôngora (?-1541)4, gobernador de Popayân, consigue algunos triunfos que atraen
de nuevo la esperanza de una pacificaciôn. De Gaitana nada se vuelve a saber...
A pesar de las victorias indias, el resultado es una pérdida demogréfica dràstica y
dramâtica para las etnias implicadas. Las estadîsticas de la poblaciôn quimbaya
indican una cantidad de 15000 tributarios en el arïo 1539, de los cuales sola-

2 Zona geogréfica que va desde Otavalo (Ecuador) hasta Santa Fé de Antioquia (cerca de Medellin,
Colombia).
3 Que Anasco en persona saiga a capturar a Buiponga plantea dos preguntas: iera tan importante el
cacique?, y itan enfurecido estaba el conquistador como para desplazarse él mismo? Si se considéra
la historia, la inclinaciôn es a contestar afirmativamente la primera pregunta: las técnicas de guerra
indigenas habian mostrado a los espanoles que capturar al jefe indio implicaba la rendiciôn de sus
ejércitos.
4 Ampudia perderâ la vida en condiciones similares a las de Anasco, en los combates por la defensa de
Timanâ.
La Gaitana: preludio a una biografîa a la espéra 57

mente quedan 69 en 1628; para los panches, en la Provincia de Tocaima, de los


15000 indios tributarios registrados en 1542 solo quedan 1300 en 1582 (Friede,
1982: 267 y 270).

De cômo es evanescente la informaciôn

El historiador Michel Winock recalca la necesidad de escribir nuevas biografias,


incluso sobre personajes bien trabajados, ya que la ôptica de la mirada sobre el
pasado sufre évidentes transformaciones con el tiempo. En su reciente retrato del
estadista francés Clemenceau, Winock sostiene que ciertos eventos crean un per-
sonaje: «Georges est né le 28 septembre 1841 à Mouilleron-en-Pareds, en Vendée ;
Clemenceau, à Paris, en 1870, quand les Prussiens assiégeaient la capitale» (2007:
1 3). El hombre politico nace asî propiamente en ese momento determinado. Volver
sobre la historia permite modificarla, rectificarla alli donde es necesario, dejando
intacto aquello que continua adaptândose al momento fclo politicamente cor-
recto?). Es posible extrapolar a la biografîa en general, si bien se refiere a la
historia personal en particular, lo que anota Peter Berger: «ces modifications, ces
ajustements continuels au tableau biographique sont rarement intégrés dans une
définition de soi claire et cohérente» (Berger, 2006: 98). Este intento de anamnesis
de la Gaitana ciertamente présenta incoherencias.
Varias preguntas quedan pues abiertas: <icuàl es entonces el elemento clave
que détermina una biografîa? ïQué es lo que se considéra decisivo: la muerte
del hijo o un evento anterior? La venganza, por ejemplo, ies la résultante del
dolor sentido por la madré ante la muerte ignominiosa del hijo, o una caracteris-
tica intrinseca de su naturaleza indîgena? iCuà\ es la signifîcaciôn de sus actos?
<iCambia mucho con la época la version del combate de Gaitana? Puesto que en
general la historia se circunscribe al aspecto vengativo, este acontecimiento
central conduce a considerar lo que se sabe de esta cacica como una epibiografîa, ya
que es el «récit d'un aspect d'une vie, qui contribue à en édifier le monument et
conforte le préjugement» (Viala, 2004: 928). Y permanece entonces la venganza
como respuesta a la agresiôn.
El problema bâsico que plantea una semblanza es la exacta verdad de los
hechos histôricos. Todo biôgrafo se halla en el punto medio de un camino que
oscila entre el refrân francés que sostiene que «toute vérité n'est pas bonne à
dire5», y la lînea de pensamiento anglosajona que se puede resumir con la frase
del crîtico Desmond McCarthy, segûn la cual el biôgrafo es «an artist under oath»
(Fernandez, 2006: 59). Por otro lado, Emir Rodriguez Monegal concebia, lo recuerda
Claude Fell, que «le discours biographique est fait d'allers-retours permanents

5 Otra forma es afirmar con Joseph Joubert: «Ce qui est vrai à la lampe n'est pas toujours vrai au soleil».
58 Ernesto Mach 1er Tobar

entre le factuel et le littéraire, mais ce dernier l'emporte toujours» (Fell, 2005: 37).
Por ello résulta pertinente escudrinar los objetivos personales perseguidos por el
autor al evocar al biografiado, explicaciôn que por lo general es procurada en el
prôlogo. Si se extrapola la afirmaciôn de Claude Lévi-Strauss al hacer referenda
a la historia, y se la asimila a la labor misma del biôgrafo, se ve que no existe una
libertad total sino una escogencia relativa «entre une histoire qui apprend plus et
explique moins, et une histoire qui explique plus et apprend moins», (Lévi-Strauss,
1962: 312). Todas las semblanzas biogrâficas de Gaitana se podrian situar enton-
ces en el esquema francés: pocos elementos, pero gran riqueza de significaciones
y reflexiones posibles.
iPor que escoger una version de los hechos y no otra? £Qué es ficticio y
que realidad? Ciertos autores, como Benhur Sânchez Suerez (1987: 27), Alonso
Valencia Llano (1991: 97) y Juan Friede, la presentan como mltica o tal un ser
legendario, «labor de la fantasia popular hispânica», sosteniendo que «lo que se
puede comprobar con documentos histôricos es que Arïasco fue muerto a manos
de los yalcones en una guerra de coalieiôn que formaron estos indios con los pâez,
pirama y guanaca» (Friede, 1974: 149). La leyenda serviria a explicar cômo los
indios perdieron sus tierras, aclara el autor.
En La pensée sauvage, Lévi-Strauss sostiene que existe una especie de côdigo
de la historia, puesto que «il n'y a pas d'histoire sans dates» (Lévi-Strauss, 1962:
308). El periodo de Gaitana oscila aquf entre 1510 y 1545, aproximadamente. A
pesar de lo poco que se evoca, la resistencia indigena a la ocupaciôn espanola en
la zona de lo que hoy son los Departamentos del Cauca y del Valle del Cauca fue
larga, permanente y violenta (Valencia Llano, 1991). Cual si fuese una régla mate-
mâtica, menos atenciôn a las incursiones indias prestaba el bianco, habitante de
las nuevas y lejanas villas, mayor cantidad de operaciones belicosas se Ilevaba a
cabo, en una fatigante y desangradora guerra de guerrillas. Yalcones, pijaos, inan-
dos, apiramas, guanacas, paeces y otras etnias combatian no solamente entre si,
sino que igualmente lo hacian frente al espanol. El historiador Friede recuerda esta
permanente agresividad desde inicios del siglo XVII: «La hostilidad de los pijaos se
acrecentô de tal modo que todos los vecinos desde Timanâ hasta Mariquita en el
valle del Magdalena y desde Buga a Cartago en el del Cauca, clamaban por una
intervenciôn oficial» (Friede, 1982: 172).

De cômo lo escueto implica una manipulaciôn

Al acercarse a Gaitana, la referencia obligada, y quizâ por ello la mas copiada,


es sin duda la inmensa obra en verso del Beneficiado Juan de Castellanos (1522-
1 607), Elegfas de varones ilustres de Indias (1 589), para la cual recurriô tanto a su
experiencia personal como a crônicas anteriores. Fray Pedro Simon (1574-1630)
La Gaitana: preludio a una biograffa a la espéra 59

no haré sino plagiar, con algunas variantes, ese texto para escribir sus Noticias
historicités de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales (1627). A
partir de allî, <iqué tanto se adultéra la realidad para acomodarla a los intereses de
los biôgrafos? Si se considéra un «pari biographique» (Dosse, 2005), es necesario
tener en cuenta un prisma de lectura. En general, los cronistas de Indias, sabido
es, tienen marcada tendencia a presentar de manera negativa a cualquiera de
los dirigentes tribales o a las etnias que se oponen a su conquista despiadada e
interesada; por otro lado, ciertos eventos quedan censurados por la Corona, acaso
autocensurados por los mismos cronistas.
Castellanos campa en posiciôn de testigo veraz, con informaciôn de primera
mano, sobre ello insistirâ a menudo; «soy testigo yo de vista», afirma después de
escribir:

Voy al nivel de la verdad atado,


Y délia discrepar punto no oso,
Por parecerme tiempo mal gastado
Mezelar lo cierto con lo fabuloso.
(Castellanos, 1997:899)

Présenta una situaciôn de resistencia en la cual las mujeres toman parte


activa, no solo en este combate sino en la vida pûblica en general, y destaca la
importancia capital de Gaitana, a quien introduce asi:

Para lo cual no fue pequena parte


Una india llamada la Gaitana,
0 fuese nombre propio manifiesto,
0 que por los espanoles le fuese puesto.
En aquella cercana serrania
Era serïora de las mâs potentes,
Y por toda la tierra se tendia
Gran fuerza de sus deudos y parientes. (888)

La cacica sera testigo obligado de la quema del hijo:

En presencia de aquella que lo ama:


De fuscos humos rodeado vivo
Su vida consumiô la viva llama. (889)

Y la venganza decidida, aparece como una mujerde lengua mordaz, «bârbara


cruel», «turbada, despulsada y amarilla», «revestida de furias infernales», «mala
vieja macilenta», «perdida por beber sangre cristiana», y ansiosa de una venganza
interminable:

Ningûn animal hay de su cosecha


Tan cruel, tan protervo ni tan fiero,
Cuanta flaca mujer si se pertrecha
60 Ernesto MachlerTobar

(Para vengarse) de furor severo;


Y aun con matar no queda satisfecha. (908)

La muerte de Afiasco es compasiva y claramente evocada:

El pié le cortan, otra vez la mano,


Otra vez pudibundos génitales,
Hasta que con paciencia de cristiano
Saliô de las angustias de mortales. (895-897)

Después de saciada su venganza, no se la vuelve a mencionar...


El colombiano Rafael Gômez Picôn establece dos semblanzas de Gaitana. La
primera en su obra Magdalena, Rio de Colombia (1945), donde la présenta después
del asesinato de su hijo:

Desde entonces la suelta y negra cabellera de Gaitana, simbolo de nobilisimo triptico de


madré, cacica y mârtir, desplegôse cual una bella y endiablada bandera agitada por el
vendaval de la desolaciôn y de la muerte. i Bandera para empapar en sangre de esparïoles!

Ahade paginas después:

Los gritos de guerra a muerte salian de su garganta poderosa cual endemoniado pregôn,
afluian a sus labios resecos de odio, sedientos de venganza, cual embriagador y delicioso
licor. Era en aquellos instantes la diosa del exterminio. (Gômez Picôn, 1983: 76 y 79)

Y termina recordando que no existe certeza sobre su final:

Desapareciô cual una bella y diabôlica vision, nueva Furia desatada ante el bérbaro sacri-
ficio de su hijo, y sus guerras fueron uno de los mayores esfuerzos realizados contra los
conquistadores, por los hijos del Nuevo Mundo. Desapareciô como una diosa sin que
nadie supiera cômo ni cuéndo. Mas batalladora que Sacresaxigua, el chibcha y que el inca
Atahualpa. Igual a Caupolicén el de Chile y a Cuauhtemotzin el de Mexico. (1983: 100)

Su segunda semblanza es Timanâ. De Belalcàzar a La Gaitana (1960), que


constituye sin duda alguna la mâs compléta informaciôn biogréfica moderna. La
presentaciôn de su «egregia cacica», madre-mârtir, es evocada en términos simi-
lares a los utilizados en su obra précédente:

Cual una apariciôn meteôrica que ilumina el horizonte como un incendio de destellos
enceguecedores, surge la figura de la Gaitana, a la sombra del dolor, del martirio y de la
venganza, porel bérbaro sacrificio de su hijo. (Gômez Picôn, 1981: 105-106)

Este autor destaca la importancia de los actos que permiten a un personaje


desplegar la totalidad de sus potencialidades:

Mas cuando el motivo aparece, maxime si es con toda intensidcd, ccr.moviendo hasta las
fibras mâs recônditas del ser entonces las excelsas condiciones brotan rampantes, desbro-
zan e iluminan el sendero que por lo general conduce a la inmortalidad. (125)
La Gaitana: preludio a una biograffa a la espéra 61

Elogia la cuna privilegiada y la alegrîa que debiô traer a su hogar al nacer,


sostiene que enviudô muy joven, y destaca sus capacidades de lider y de diplomâ-
tica; afirma también que era una mujer fuerte, puesto que podia estar en todos
los frentes de combate a pesar de lo escarpado del terreno, y no la mujer vieja
que algunos intentan denigrar. Sin embargo, al evocar la venganza, los epitetos
que utiliza son peyorativos refiriéndose a una mujer de la cual «huyô el sosiego,
se acendrô la amargura, muriô la piedad» (133), que a sus companeros «los habîa
inyectado de odio y de pasiôn» (185), y la describe: «Sus ojos, cual pulidos aza-
baches, despedfan Hamas. Sus brazos y sus manos se contraian nerviosamente
cual garras listas para el zarpazo» (174), cual si se hubiera animalizado:

Desencajada, anhelosa, felina la mirada, inquieto el ademén que rubricaban los brazos y
las manos cual afiladas garras listas para el zarpazo, deplegada la nutrida cabellera que
principiaba a platearse, ella confiaba sus cuitas a las otras mujeres entre sollozos y suspi-
ros. [...] Y asî enhebrô su dolor, su protesta, su venganza, de bohio en bohio, venciendo la
muy complicada orograffa de la comarca. (134-135)

Sin embargo, lo que prétende este autor es elogiar a la cacica; afirma que «en
las paginas de la historia La Gaitana ha de ocupar siempre un sitio especial. Pocos
ejemplares de su sexo podràn comparârsele» (201). La compara con Juana de Arco,
sosteniendo que si sus enemigos la tacharon de bruja, ella terminé por infligirles
fuerte derrota.
En el capîtulo «Una cacica surgida de la hoguera y otras insurrecciones», de
su obra Grandes insurrecciones, Rafael Méndez Bernai retoma, con ligeras varia-
ciones, la obra de Gômez Picôn. Sin embargo, a pesar de que su intenciôn es
presentar «los protagonistas de una suerte de gran épica» que constituyen el fun-
damento de la futura repûblica, el léxico utilizado es bastante tendencioso: si los
espanoles retroceden, los indîgenas huyen cobardemente, si aquéllos combaten
con valor inigualado, éstos lo hacen en una algarabîa desaforada. Si aquéllos
ganan después de encomendarse religiosamente a Santiago, se retiran a descansar;
si los indîgenas, que constituyen una «horda», «una verdadera multitud enloque-
cida», son los vencedores, entonces «embriagados por la sorberbia, se entregaron
a las mâs estruendosas celebraciones», con alcohol, orgîa y antropofagia, «a las
mâs desaforadas festividades» (Méndez, 2000: 173 y 179). Gaitana es apenas una
mujer «herida en lo mâs profundo de sus afectos, y con la imperiosa necesidad de
tomar venganza» (168). Como ultimo ejemplo antes de ver las propuestas de fic-
cionalizaciôn, la semblanza biogrâfica6 de Marta Herrera Angel la présenta como
una viuda «emparentada con los principales senores de los pueblos paeces y yal-
cones», y como importante dirigente religiosa. El cacique Pioanza sera quien dirija

6 Esta semblanza forma parte del tomo «Biografias», de la Gran Enciclopedia de Colombia, del Circule» de
Lectores.
62 Ernesto Machler Tobar

las huestes a la batalla, y una vez capturado Anasco, «Gaitana ejecutô en él los
tormentos ideados por una madré que nunca pudo perdonar a quien hiciera morir
a su hijo abrasado por las llamas» (Herrera Angel, 1993: 233).

De cômo el horresco referens se hace ficciôn

Al menos dos autores de teatro van a ficcionalizar esta figura: Diaz Diaz y
Vargas Villamil, cada uno de ellos evolucionando con ciertas particularidades
como se veré mas adelante; curiosamente ambas obras fueron estrenadas en
radio-teatro, lo que se puede explicar dado el interés popular por el personaje.
Existe igualmente un montaje de creaciôn colectiva del Teatro Popular de Bogota
(TPB), La Gaitana, dirigido por Luis Alberto Garcia y Jorge Ali Triana7.
Oswaldo Diaz Diaz (1910-1967) escribe la tragedia Lo Gaitana (1937)8, y sos-
tiene en una «escena prôlogo» el interés particular de su obra, puesto que per-
sigue «el carâcter y la intenciôn de un testimonio» (Diaz, 1972: 5-6). La cacica
es presentada como sacerdotisa, actuando en un momento en el cual la vision
del conquistador es ya la de un ser mortal, capaz de traiciôn. Ella es obligada a
presenciar la muerte de su hijo Gaira en una pira: «Me ataron, me amordazaron,
pero me dejaron los ojos abiertos y los oidos atentos [...] Ante mi, ante su madré,
ante su raza, prendieron fuego y atizaron la hoguera» (110-111). Dado ese «dolor
de sangre», la declaraciôn de guerra total al bianco queda sellada y el clamor de
venganza de la madré brama en el templo: «Que la tierra sepa que yo, la cacica,
llamo a la venganza y que la tierra toda tiemble a mi llamado» (113). Gaitana no
es aqui el elemento federador, es apenas una vengadora, enviando a otros al com-
bate hasta triunfar sobre Anasco, que hecho prisionero escucha una enumeraciôn
de lentas muertes posibles, antes de comenzar a delirar por el humo de ciertas
hierbas quemadas, delirios que le permiten recordar el pasado como si su vida des-
filara ante sus ojos para luego perderlos vaciados por la punta de una flécha. En
un descuido de sus captores, el conquistador se suicidarâ con la cuerda con que lo
Ilevan de cabestro. Hicsa, hija de la cacica, preludia el mestizaje, aunque una vez
seducida es arrojada como flor marchita; la madré, antes de suicidarse, la maldice.
La conquista de los yalcones es evocada igualmente por Luis Hernando Vargas
Villamil (1916) en La Gaitana (1959). Ciertamente, mâs que una novela, como
asegura la carétula, es un guiôn radiofônico, con diélogo permanente y minimas
descripciones o recuentos de acciôn a cargo de un «narrador»; esto hace que el
texto esté Ileno de onomatopeyas, sin duda destinadas a un oyente de radio, pero

7 Ha sido imposible tener acceso al manuscrito original debido al cierre del TPB.
8 Estrenada y transmitida por la Radiodifusora Nacional de Colombia en 1940, bajo el nombre de
Conquista, a causa de la similitud entre el nombre de la pieza y el del importante hombre politico Jorge
Eliécer Gaitân.
La Gaitana: preludio a una biograffa a la espéra 63

que no conmueven al lector. Es el ûnico que propone el nombre real de la cacica,


Huatypân; su hijo sera llamado Timanco y el verdadero nombre de Don Rodrigo es
Pigambo. Para sustentar su obra, propone une bibliografîa de refereneia asi como
un diccionario de palabras pijao; en su listado de personajes principales, distingue
entre los personajes histôricos y los que ha inventado en su creaeiôn.
Gaitana es llamada aquî «Gran Madré», la «Gran Sacerdotisa» que tiene un
«alma impenetrable», mujer de «mirada electrizante» y con mucho poder sobre las
diversas tribus desde antes del sacrificio de su hijo. El momento escogido
corresponde al de las primeras visiones de los sacerdotes y de los anuncios de los espias,
segûn los cuales un ser extrano, montado sobre otro mes extraho aûn, se acerca a
su territorio. Primera aparieiôn:

Sobre el pedestal de sus treinta y cinco ahos, la faz curtida pero aûn hermosa y noble, la
mirada pénétrante y lejana, vestida toda de negro, con la gran manta sobre los hombros
cayéndole hasta el suelo, la madré suprema de las tribus se levanta de su trono de oraciôn
y se pierde silenciosamente en los ojos de sus sûbditos. Es apenas alta y Neva al cuello dos
grandes collares relucientes. (Vargas Villamil, 1959: 39-40)

Entre las variaciones importantes se pueden destacar no solamente los presen-


timientos de lo que ocurrirâ, incluso la hoguera para Timanco9, sino que Arïasco
no participa en la detenciôn de este, Gaitana no le saca los ojos personalmente
con un clavo de oro, y el final, que insiste en la disposiciôn de la cacica para escu-
char los preceptos catôlicos del chaman bianco. La actitud es entonces pasiva,
excepto para reclamar venganza: «jnuestros ojos tienen Hamas, tan grandes como
las que devoraron a Timanco! jSî, Hamas que abrasarân la tierra toda y que no
tendrân compasiôn de nada!» (245), o «te voy a cortar la lengua y a romper la
mandfbula; esa lengua que no se moviô para concéder el perdôn a una vfctima
inocente» (277). La certeza de la resistencia preludia el futuro: «Nuestros gritos
no son uno, ni dos, ni cientos, sino miles de gritos indios», anuncia la cacica (215).

De cômo se mitifica la historia

Uno de los primeros elementos que capta la atenciôn es el carâcter innomi-


nado de Gaitana, pues la carencia de un nombre exacto implica de por si una
banalizaeiôn, o incluso una expropiaciôn, una negaciôn. Si nombrar era poseer,
borrar el nombre es una negaciôn, una condena al olvido. El ûnico en ofrecer el
nombre de Huatypân es Vargas Villamil; habrîa dejado de utilizarloen el momento

9 Anasco exclama ante la pira: «Nunca como ahora he comprendido mejor el alma del que incendia. Ver
arder a Roma fue una satisfacciôn de verdadero valor artistico; ver arder a un hombre, asf sea uno de
estos indios, es todo un poema de grandeza primitiva, jy estamos en la tierra de las gentes primitivas!»
(238).
64 Ernesto MachlerTobar

de enviudar, como para significar una nueva existencia. En segundo lugar, una
cierta incapacidad para desligar las dos existencias: Gaitana y Arïasco
inseparables en la lucha y en la biografia. iPierde la una la razôn de ser sin la otra?
Se constata que el léxico dénigrante aparece mayoritariamente en los retratos
elaborados por hombres y esta ausente en aquéllos escritos por mujeres. «Ayant
peur des femmes, les hommes hésitent à les aborder soit parce qu'ils les idéalisent,
soit parce que, pensent-ils, elles sont dangereuses», sostiene Jean Cournut (2001 :
9). <iEs el miedo arcaico de los hombres con respecto a las mujeres el que los hace
presentar asi esta historia? ïExplica esto la ausencia de una sôlida biografia?
iPodrîa considerarse a la Gaitana como una anti-Virgen? Maria, que sufrirâ
en su corazôn el traspaso de siete punales de dolor al ver la inmolaciôn de su
ûnico hijo en la cruz, acallô cualquier intento de venganza. Betty Osorio propone
una lectura segûn la cual el paralelo Virgen-Gaitana tendrîa por objetivo buscar
la simpatia del lector cristiano (Osorio, 1997: 33). Este punto de vista puede
verse en Vargas Villamil, donde su evocaciôn se cierra sobre Gaitana interesada
en escuchar el mensaje del Padre Ignacio. <iEs un intento de recuperaciôn de la
imagen de la cacica por parte de alguien que comparte afinidades con la Iglesia
Catôlica? lia Gran Madre, vîctima del sacrificio de su hijo para que la union entre
las diversas tribus permita la expulsion del mal, de los espanoles y su conquista?
La cacica adquiere indudablemente el carécter heroico requerido, «attestée dans
l'épreuve par la manière de faire face et de triompher de l'adversité au prix d'une
souffrance», como sintetiza François Dosse (2005: 165). Sin embargo, es posible
plantearse que equiparar Virgen y Gaitana tiene por objeto destacar mejor, por
contraste, el caracter negativo y diabôlico de la segunda, el carécter sagrado de
aquélla y el lado madre arcaica, animal, de esta, con todo lo terrorîfico que ello
conlleva.
Se dirîa, en resumen, que en el caso de Gaitana lo que realmente cuenta,
de manera déterminante, es el caracter vengativo y salvaje del acto en si, poco
importa si el autor de los hechos es un hombre o una mujer, si ténia un nombre
y una historia o si carecia de ellos, si era joven o Ilegaba al final de la vida. El
membrete, como una marca indeleble al rojo vivo, es el haber cometido un acto
inhumano y por ello incomprensible, con lo cual se détermina para siempre a la
cacica. De acuerdo con esta «thanatographie» (Dosse, 2005: 60), si la barbarie
se hace évidente, la Conquista es justificada y puede continuar. Sostiene Osorio
que con ello la acciôn de los conquistadores se hace meritoria y sus hazanas
mâs admirables (Osorio, 1997: 36). Cuestiôn de ejemplo, como las hagiografias
de los santos: meditaciôn y camino. No déjà de sorprender la ausencia de un
profundo cambio de actitud entre los retratos coloniales y los posteriores a la
Independencia.
La Gaitana: preludio a una biografia a la espéra 65

La acciôn de sacarle los ojos a la vfctima se explica mejor si se recuerda que


para ciertas etnias este ritual tiene como objetivo evitar que el muerto vea y con
ello impedir que vuelva para encontrar a su asesino (Osorio, 1997: 40). En el caso
de Arïasco, los ojos que le son arrancados constituyen el primer paso de la reta-
liaciôn de Gaitana, incluso una transferencia, puesto que son los ojos de ella los
que han presenciado la horrenda inmolaciôn de su hijo; si ella no puede dejar de
ver la hoguera, jque quien la hizo no pueda ver mâs! En cuanto a la mutilaciôn
del cuerpo de Anasco, es posible evitar la plana explicaciôn de una venganza por
muerte lenta. Dufourmantelle propone un interesante anâlisis sobre los cuerpos
mutilados, acotando que es una acciôn irreversible, «comme si une fois mutilés
les corps étaient renvoyés à ce reste immémorial coupé du règne des vivants,
alors que laissé intact, ce corps était rendu à la communauté humaine, les
obsédant, dès ce moment, par l'injustifiable de l'acte même du crime» (Dufourmantelle,
2001: 58-59). Gaitana, de acuerdo a sus biôgrafos, habri'a querido eliminar cual-
quier rastro humano de su victima, desaparecerlo de la faz de la tierra: la ausencia
de cuerpo dificulta el duelo; de su hijo quedan solo cenizas.
Es interesante también evocar el tema del canibalismo, tocado por todos los
autores10, como consecuencia de las batallas. Gômez Picôn propone como
explicaciôn de la antropofagia el hecho de que los indîgenas utilizaron ante los espanoles
una politica de tierra arrasada para dificultar su avance. Se hablan «negado a
sembrar propugnando una especie de eficaz huelga de hambre, pues se agotaron
los alimentos» (Gômez Picôn, 1981: 115). Una vez acabadas las existencias, los
roedores y las raices, los indios, y a veces los espanoles, se vieron obligados a
recurrir a la antropofagia. No se debe olvidar que curiosamente los pueblos que
opusieron una feroz resistencia al avance espanol se hallan catalogados entre los
mâs canîbales, y que tal étiqueta garantizaba impunidad y la posibilidad de hacer-
los esclavos a quien les hiciera la guerra y los venciera.
Exagerar la sed de venganza de Gaitana fcapenas un detalle particular?) podrîa
coadyuvar a animalizar o a presentar como salvaje a quien, ante la atrocidad e
injusticia de lo sucedido a su hijo, decide oponerse a los designios invasores. Y
simultâneamente servir a la mitificaciôn de la vengadora. iEs salvaje el acto de
la cacica? Salvaje en un sentido arcaico, pre-histôrico y casi animal, de terreno
desconocido, tal y como lo propone Anne Dufourmantelle. Por ello, «toute mère
est sauvage et son enfant est abandonné à cette part sauvage dès qu'il vient
au monde» (Dufourmantelle, 2001: 13). Si el nacimiento ya implica una primera
separaciôn de la madre, radical, violenta y marcante, la muerte del hijo antes que

10 «Vieron en uno de sus aposentos / Monstruosidad que los escandaliza, / Cueros de indios sobre cuatro-
cientos / Colgados, todos Ilenos de ceniza, / Cuyas carnes sirvieron de alimentos: / Uso que por allf se
solemniza» (CASTELLANOS, 1997: 875). Adestacar el carâctersolemne evocado porCastellanos. iSe trata
de canibalismo ritual?
66 Ernesto MachlerTobar

la genitora implica una segunda separaciôn, inaceptable puesto que anormal en


el orden natural de los eventos. No obstante, desde el nacimiento el hijo esté
condenado a la muerte de manera irreversible; la continuidad entre la madré y el
hijo se rompe entonces dos veces. Analizando el caso colombiano de la violencia,
Dufourmantelle sostiene: «La femme, de mère en fille, est celle qui se souvient,
celle qui jamais n'oublie, celle qui perpétue la vengeance dans cette interdiction
de l'oubli» (Dufourmantelle, 2001 : 56). Gaitana jamés olvidô...
Si se transporta la venganza de la indigena al interior de una historia de la
resistencia indigena a la Conquista, incluso y mes ampliamente a toda resistencia
a la injusticia o agresiôn exteriores, se tienen mes luces de anélisis. «L'histoire
biographique et anecdotique, qui est tout en bas de l'échelle, est une histoire
faible, qui ne contient pas en elle-même sa propre intelligibilité, laquelle lui vient
seulement quand on la transporte en bloc au sein d'une histoire plus forte qu'elle»,
sostiene Lévi-Strauss (1962: 311). Entonces, <ise reivindica asi una especie de ley
del Talion? Imposible, sin embargo, no valorar directamente la cacica como
persona, en su riqueza particular, como mujer, como indigena, como madré, como
resistente, considerando en todos estos aspectos «les nuances du caractère, les
détours de leurs motifs, les phases de leurs délibérations» (Lévi-Strauss, 1962:
311). Lo que es vital retener es esa necesidad de buscar un consenso para opo-
nerse a la Conquista espanola, la importancia de reconocer el carécter mortal de
los invasores y de sus caballos, de reconocerlos tan humanos como los indios a
pesar de su otredad. El anélisis debe centrarse entonces en el carécter util de una
confederaciôn asi propuesta y en el requisito indispensable de un lider carismético
como motor de la oposiciôn a una agresiôn exterior.
Nuevas posibilidades a profundizar: el carécter de la relaciôn entre Afiasco y
Don Rodrigo es en general poco claro. Todos insisten en la cercania permanente,
en el caminar tornados de la mano, en las légrimas vertidas por el segundo cada
vez que el primero ignora sus consejos, y ante el tormento que sufre el
conquistador. ïEs la primera relaciôn homosexual entre espanoles e indios narrada por los
cronistas en el Nuevo Mundo? ^Es una manera de sugerir que ante el contacto con
el conquistador el indigena se civiliza?11
El interés évidente de una biografia justa, certera en la medida de lo posible,
veraz, radica en un cuestionamiento de la version popular. Como lo sintetiza
Laura Abbassian, «il ne s'agit plus de proposer une réponse univoque, à l'abri de
la polémique interprétative, mais de faire jaillir une remise en cause des vérités
établies par l'historiographie officielle» (Abbassian, 2000: 143). Gaitana hizo de
manera innegable que con su ejemplo la resistencia continuara durante muchos

11 Recordar la equivoca relaciôn entre Aquiles y Patroclo; los griegos distinguen entre homosexualidad
activa y pasiva. Aqui, ïun conquistador activo y un indigena pasivo?
La Gaitana: preludio a una biografia a la espéra 67

arïos: «paeces y pijaos permanecieron libres debido a la resistencia activa y pasiva


que adoptaron, amparados por su organizaciôn y defendidos por su aislamiento»
(Chaves, 1958: 221). Hoy forma parte de la identidad mftica de los colombianos, y
en especial de los indîgenas paeces. La venganza objetiva por la inicua ejecuciôn
de su hijo puede ser considerada «une ruse de la raison», a la manera hegeliana,
que sirviô para catalizar e impulsar entre los diferentes pueblos indîgenas el deseo
de afrontamiento a la Conquista, constituyéndose asi en simbolo de resistencia y
de libertad.

Bibliografîa
ABBASSIAN, Laura, 2000, «Fidélité historique et routes de l'imaginaire chez Arturo Uslar Pietri,
Carlos Fuentes, et Ricardo Baccino Ponce de Leôn: représentations de l'Indien, du Découvreur,
du Libérateur», in Soubeyroux, Jacques (dir.), Histoire et fabulation. Espagne et Amérique latine
(XIXe et XXe siècles), Saint-Étienne, Université de Saint-Étienne, p. 143-150.
BERGER, Peter L, 2006, Invitation à la sociologie, Paris, La Découverte, traduit de l'anglais par
Christine Merllié-Young.
CASTELLANOS, Juan de, 1997, [1589], Elegias de varones ilustres de Indias, Bogota, Gerardo Rivas
Moreno.
CHAVES, Milciades, 1958, «Los indîgenas del Cauca en la Conquista y la Colonia», in Academia
Colombiana de Historia, Homenaje al Profesor Paul Rivet, Bogota, Editorial A.B.C., p. 203-234.
COURNUT, Jean, 2001, Pourquoi les hommes ont peur des femmes, Paris, PUF.
Dl'AZ DiAZ, Oswaldo, 1972, la Gaitana. Blondinette, Bogota, Colcultura.
DOSSE, François, 2005, Le pari biographique. Écrire une vie, Paris, La Découverte.
DUFOURMANTELLE, Anne, 2001, La Sauvagerie maternelle, Paris, Calmann-Lévy.
FELL, Claude, 2005, «Emir Rodriguez Monegal et la biographie littéraire», in America, n° 33, Les
modèles et leur circulation en Amérique latine, Ve série, Paris, p. 31-42.
FERNANDEZ, José Francisco, 2006, «Beckett and His Biographer», The European English Messenger,
volume 15, n° 2, autumn, p. 58-63.
FRIEDE, Juan, 1974, [1953], LosAndaki, 1538-1947. Historia de la aculturaciôn de una tribu selvâ-
tica, Mexico, Fondo de Cultura Econômica.
ID., 1982, [1963], Los Quimbayas bajo la dominacion espahola. Estudio documental (1539-1810),
Bogota, Carlos Valencia, 2a ediciôn.
GOMEZ PICON, Rafael. 1981, [1960], Timanâ. De Belalcâzara La Gaitana, Bogota, Editorial ABC.
ID., 1983, [1945], Magdalena, Rio de Colombia, Bogota, Tercer Mundo, 7a ediciôn actualizada.
HERRERA ANGEL, Marta, 1993, «Cacica Gaitana», in Gran Enciclopedia de Colombia, Bogota, Circulo
de Lectores, Tomo 9, p. 233.
LÉVI-STRAUSS, Claude, 1962, La pensée sauvage, Paris, Pion.
MÉNDEZ BERNAL, Rafael, 2000, Grandes insurrecciones. Colombia Prehispànica, Conquista y Colonia,
Bogota, Intermedio.
68 Ernesto MachlerTobar

OSORIO, Betty, 1 997, «La Gaitana: mito de autonomia y resistencia», in Betty Osorio y Maria Mercedes
Jaramillo (editoras), Las desobedientes: mujeres de nuestra America, Bogota, Panamericana,
p. 25-44.
SANCHEZ SUÂREZ, Benhur, 1987, Narrativa e historia. El Huila y su historia, Neiva, Fundaciôn Tierra
de Promisiôn.
VALENCIA LLANO, Alonso, 1991, Resistencia indigena a la colonization espahola, Cali, Universidad
del Valle.
VARGAS VI LLAM IL, Luis Hernando, 1959, La Gaitana, Bogota, Editorial Minerva.
VlALA, Alain, 2004, «Biographie», in Encyclopédie Thématique Universalis, Culture, volume 2, Paris,
Universalis, p. 927-930.
WlNOCK, Michel, 2007, Clemenceau, Paris, Perrin.
ZWEIG, Stefan, 1933, Marie Stuart, Paris, Bernard Grasset, traduit de l'allemand par Alzir Hella.

Vous aimerez peut-être aussi