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Résumé
Satire et nation dans le roman mexicain du XIXème siècle. Le cas de El Periquillo Sarniento ».
La conformation d'une tradition romanesque mexicaine a suivi un processus éthico- esthétique qui a commencé avec
l'articulation historique de l'Indépendance. En 1816 était publié El Periquillo Sarniento de José Joaquin Fernandez de Lizardi,
considéré comme le premier roman moderne non seulement du Mexique, mais de toute l'Amérique hispanique. Fort
conditionnée dans son horizon d'attente par le nationalisme criollo, l'œuvre appliquait une série de stratégies textuelles
satiriques qui ont déterminé sa poétique narrative et qui en ont fait un modèle pour le déroulement ultérieur de la tradition
hispano-américaine du roman moderne. Ce travail vise à élucider la présence, la description et le contexte de la satire dans ce
roman.
Bobadilla Encinas Gerardo Francisco. Sátira y nación en la novela mexicana del siglo XIX. El caso de El Periquillo Sarniento
de José Joaquin Fernandez de Lizardi. In: América : Cahiers du CRICCAL, n°37, 2008. La satire en Amérique latine, v1 : la
satire entre deux siècles. pp. 119-128;
doi : https://doi.org/10.3406/ameri.2008.1820
https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_2008_num_37_1_1820
ensayos
Aunque
que surgieron
se reconocen
del seno
antécédentes
de la Academia
importantes
de Letrân
en durante
las discusiones
la década
y
de 1840-1850, se afirma que la historia de la literatura mexicana moderna
comienza con Francisco Pimentel, quien publicô la Historia critica de la
literatura y de las ciencias en Mexico, desde la conquista hasta nuestros dias, en
1885, bajo el sello de la Libreria de la Ensefïanza. Tal consideraciôn se basa
en el hecho de que es « la primera historia sistemâtica de la literatura
mexicana » (Garza Cuarôn, 1990: 265), pues busca dar cuenta de nuestra
tradiciôn literaria como un proceso continuo, en un momento en el cual la
conformaciôn del estado nacional habia alcanzado ya una relativa
estabilidad que obligaba a este tipo de reflexiones (Gonzalez Stephan 1987:
101).
Se ha dicho que a partir de esa publicaciôn se perfila y establece un
campo de estudio especîfico en Mexico, el de la historia de la literatura, que
han continuado intelectuales tan importantes como Vicente Riva Palacio, con
Mexico a través de los siglos. Historia general y compléta del desenvolvimiento
social, politico, religioso, militar, artistico, cientifico y literario de Mexico, desde la
antigùedad mas remota hasta la época actual (1887-1889); Manuel Sanchez
Mârmol con Las letras patrias. Monografia escrita para la obra de Mexico. Su
evoluciôn social (1902); Luis G. Urbina con La vida literaria en Mexico (1910); José
Maria Vigil con Historia de la literatura mexicana (1910); Julio Jimenez Rueda
con Las letras mexicanas en el siglo XIX (1919); Carlos Gonzalez Pefia con
Historia de la literatura mexicana (1926); Juan B. Iguîniz con Bibliografia biogrâfica
mexicana (1969); y una larga lista mas que incluye a Emmanuel Carballo,
recientemente laureado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, con
Historia de las letras mexicanas en el siglo XIX (1991).
Entre muchos otros de un listado mas amplio, estos autores y estos
trabajos han establecido e institucionalizado una prâctica historiogrâfica
literaria que nace en el siglo XIX y se continua y se proyecta durante el siglo
XX. Historiôgrafos de la historia de la literatura mexicana e
hispanoamericana senalan que las ideas estéticas del romanticismo alemân
fueron los modelos que gravitaron sobre el desarrollo de dichos trabajos
durante la centuria decimonônica en Mexico e Hispanoamérica: de manera
especifica los planteamientos de Hegel, Fichte, Herder y Schlegel (Gonzalez
Stephan, 1987: 101). Este ultimo, en especial, se dice desempenô un papel
120 Gerardo Bobadilla Encinas
géneros a los que se intégra, pues les imprime esa perspectiva y ese tono tan
particulares, que a través de la risa créa una representaciôn criticamente
dialôgica y dialéctica del mundo.
He realizado esta apretada sintesis con la intenciôn de plantear la
panorâmica de un proceso histôrico, cultural y literario mas amplio, el de la
tradiciôn satîrica colonial, que révéla una praxis conocida y dominada por
los escritores que articulan y/o heredan ese imaginario contradictorio. Este
resumen busca trazar al menos los vasos comunicantes, el fluir de la
tradiciôn en el tiempo-espacio transculturado de Mexico. Cuando la novela
comienza a perfilarse desde finales del siglo XVIII, principios del XIX como
el género literario émergente — ya habia tenido manifestaciones previas
particularmente logradas como Los infortunios de Alonso Ramirez (1699), de
Carlos Sigiienza y Gôngora, o La portentosa vida de la muerte (1782) de Fray
Joaquîn Bolaftos —, la sâtira se adecûa a las necesidades del contexto
histôrico y literario y contribuye al proceso de apropiaciôn y reelaboraciôn,
de definiciôn en sintesis, de la novela como género y como manifestaciôn
cultural nacionalista en Mexico.
**
En 1816, José Joaquîn Fernandez de Lizardi publicô El Periquillo
Sarniento a manera de novela por entregas en la imprenta de don Alejandro
Valdés, texto del cual se editarian solo très tomos ese ano pues la censura
virreinal prohibiô que saliera a la luz el cuarto. Fue en 1830-1831, en ediciôn
pôstuma, cuando la obra se publicô compléta en la Imprenta Galvân, bajo la
direcciôn de Mariano Arévalo: para entonces era considerado ya un texto
canônico, sobre todo por los escritores libérales pertenecientes a la Academia
de Letrân, agrupaciôn que desempenô un papel fundamental en el proceso
de mexicanizaciôn de la literatura en el periodo comprendido entre 1830 y
1850.
La novela es reconocida como la primera novela moderna de Mexico y
Latinoamérica, porque su articulaciôn como discurso literario y cultural
concreto, responde a la integraciôn de una triple intencionalidad
cognoscitiva, ética y estética, dirigida hacia el enunciado, hacia la
enunciaciôn y hacia la série literaria que condiciona su realizaciôn concreta
(Bajtin, 1989). A esta consideraciôn habria que sumar los afanes totalizantes
del texto, que buscan captar los distintos factures y procesos que coexisten
contradictoriamente en el tiempo-espacio representado, el del sistema
virreinal.
La novela, a partir de la imagen poética, de la metâfora textual de la
sarna, de la putrefacciôn, articula un entramado de redes significativas que,
en el nivel de la acciôn, da origen al sobrenombre del protagonista —
« Periquillo Sarniento » por « Pedrillo Sarmiento » — y, en el nivel de la
narraciôn, simboliza y proyecta los errores y vicios sociales y morales de la
ya entonces agônica sociedad y cultura novohispanas. Asï, la obra desarrolla
el motivo de la bûsqueda de una identidad que inconscientemente
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lectores como para la misma sociedad? A mî, al menos, asi me lo parece [...] (Fernandez,
2001: 7).
Fuertemente influenciado por la erudiciôn y la formalizaciôn del
discurso enciclopedista dieciochesco, el narrador de la obra révéla una
tendencia a apoyar sus consideraciones con un farrago de citas provenientes
de obras y autores canonizados para la época, como una manifestaciôn del
afân de los escritores iberoamericanos del siglo XIX por demostrar su
conocimiento, dominio y compartimiento del saber letrado occidental,
europeo, como coinciden en senalar Ângel Rama, Jean Franco y Jefferson
Rea Spell, entre otros estudiosos. Sin embargo, y como puede advertirse en
la cita anterior, llama la atenciôn que la entidad narrativa asuma de manera
explicita como sus modelos éticos y estéticos las figuras representativas de la
tradiciôn satîrica clâsica, esto es, Horacio, Juvenal, Seneca, Plutarco, pues
ello presupone tanto el reconocimiento de un modo de representaciôn y
valoraciôn artîstica del mundo, como, también, el desarrollo de un proceso
ético-estético de apropiaciôn y adecuaciôn del dicho modo de representaciôn
artistica del mundo a las particularidades y coyunturas de un proyecto
literario y cultural particular, el de Fernandez de Lizardi, que al mismo
tiempo inicia el proceso histôrico y cultural definitorio de una tradiciôn
literaria, de una tradiciôn narrativa independiente en busca de su
representatividad.
En este contexto, asentando el pacto de ficciôn autobiogrâfico y
confesional de la obra, dice el prôlogo asumido por el propio narrador-
personaje, Periquillo ,:
expongo a su vista y a su consideration vicios y virtudes de diferentes personas con
quienes he tratado, [...]. Pero no por esto juzgue ninguno que yo le retrato; hagan
cuenta en hora buena que no ha pasado nada de cuanto digo y que todo es ficciôn de mi
fantasia; yo les perdonaré de buena gana el que duden de mi verdad, con tal que no me
calumnien de un satirico mordaz. Si se halla en mi obrita alguna sâtira picante, no es mi
intention zaherir con ella mâs que al vicio, dejando inmunes las personas, [...]
(Fernandez, 2001: 5).
La autofiguraciôn del narrador como un narrador satirico no mordaz
y la visualizaciôn del enunciado novelesco como un enunciado satirico, son
particularmente importantes para la articulaciôn narrativa particular y
original del texto, tanto como para la praxis novelesca mexicana que iniciaba.
Y es que de esta manera El Periquillo Sarniento, como novela que
aparentemente tiene en la forma de la novela picaresca el vehïculo que
permite su realizaciôn textual, encuentra en la sâtira la modalidad ética y
estética que resuelve artisticamente los limites y contradicciones del mundo
colonial representado, al permitirle al protagonista concientizar y, sobre
todo, superar las contradicciones de su existencia y de su tiempo-espacio
histôrico, alcanzando un grado de conciencia y madurez moral que lo hace
llegar a un tiempo-espacio de la enunciaciôn ideal de estabilidad y
congruencia ética, al que, por definiciôn y estructura, no conduce la novela
picaresca. Al mismo tiempo, de esta manera la tradiciôn literaria, como
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1. El nacionalismo criollo fue una articulation ideolôgica que, conduciendo sus metas y
objetivos por un camino politico y no social, permitiô explicar el proceso independentista y la
vida nacional en un primer momento como la restauration natural de un aima, de una esencia
mexicana original que se identificô con el mundo prehispânico, azteca especificamente, aunque
cancelado en lo concreto por las diferencias de lengua y de cultura (Brading, 1996).
SÂTIRA Y NACIÔN: EL PERIQUILLO SARNIENTO 127