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América : Cahiers du CRICCAL

La sátira como figura discursiva y politica en la obra de Andrés Eloy


Blanco
Douglas Bohórquez

Résumé
La satire, figure du discours et figure politique dans l'œuvre d' Andrés Eloy Blanco ».
Sur des textes peu connus de cet auteur, textes hybrides, caractérisés comme frontaliers entre le récit, la poésie, la réflexion,
on peut délimiter des discours pensés comme littéraires mais qui ont en même temps une claire intention politique. La satire y
exerce une critique de la démocratie bourgeoise commençante au Venezuela, dont l'auteur s'amuse à souligner les vices et les
déformations par un humour très ironique. La critique a classé A. E. Blanco dans la poésie, mais il a aussi reçu un grand accueil
du public populaire pour sa connaissance et son maniement des mythes et légendes du folklore vénézuélien qui se retrouvent
dans sa poésie et dans des nouvelles comme « La aeroplana clueca » où il met en jeu les figures discursives de l'ironie et de la
parodie, familières aux formes du folklore national et qui font référence au social et au politique. Son expérience littéraire qui
privilégie la satire est une des figurations de son expérience politique de constructeur d'une citoyenneté moderne.

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Bohórquez Douglas. La sátira como figura discursiva y politica en la obra de Andrés Eloy Blanco. In: América : Cahiers du
CRICCAL, n°37, 2008. La satire en Amérique latine, v1 : la satire entre deux siècles. pp. 107-115;

doi : https://doi.org/10.3406/ameri.2008.1818

https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_2008_num_37_1_1818

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La sâtira como figura discursiva y politica

en Andrés Eloy Blanco

Esta por estudiarse detenidamente el proceso de la sâtira en la


narrativa literaria venezolana desde los inicios de esta en el periodismo y en
el costumbrismo, hacia 1830, cuando el pais comienza a delinear su perfil
como naciôn independiente, hasta su adscripciôn a una narrativa mas
especificamente moderna, en torno a las décadas de 1910-1920, es decir, en el
momento en que la escena literaria venezolana se abre a la critica de sus
propios modelos con la apariciôn de las primeras manifestaciones de la
llamada vanguardia histôrica y ocurren reajustes en los côdigos estéticos del
modernisme

I. - Andrés Eloy Blanco en la tradiciôn satîrica venezolana


Cuando hablamos de la sâtira en la literatura venezolana y en general,
en la literatura, hablamos de una cierta constelaciôn de lo cômico, del humor
y de la risa que esta figura discursiva puede propiciar en el lector. Creemos
que existen al menos dos Andrés Eloy Blanco (1896-1955), asi como desde
esta perspectiva de la sâtira y del humor, existen también dos literaturas
venezolanas. Ocurre una suerte de desdoblamiento en nuestro autor. Un
Andrés Eloy Blanco que se adscribe a la tradiciôn de una literatura
romântica y sentimental es decir, emotiva y efusiva, remodelada,
ciertamente en buena parte de sus libros, re-elaborada, desde el horizonte
crïtico que le otorga el postmodernismo y un Andrés Eloy Blanco humorista
y en momentos un tanto experimental, adscrito a las bûsquedas propias de
la vanguardia histôrica. Nos interesa particularmente este ultimo Andrés
Eloy Blanco pues se vincula a esa otra literatura venezolana fundada en la
crïtica de sus lenguajes, relativamente poco conocida, en la que la presencia
de la sâtira y del humor ha sido una como corriente alterna, subversiva, a
veces un poco subterrânea, en la medida en que de alguna manera ha sido
poco atendida por la critica.
Las dos literaturas venezolanas coexisten paralelamente, asi como
también los dos Andrés Eloy Blanco. Una lectura algo mâs atenta del espacio
de la sâtira y de figuras vecinas, muchas veces inextricablemente ligadas a
ella, como la ironia, la parodia, la hipérbole, configuradoras de una especie
de retôrica del humor y de la risa nos permiten ver, constatar, la
dialogicidad y heterogeneidad de nuestra literatura y descubrir ese otro lado
de la irreverencia, del cuestionamiento de lo consagrado, de lo establecido,
tan importantes en la renovaciôn de nuestra literatura. Queremos hablar de
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ese Andres Eloy Blanco satirico, es decir anti-solemne, anti-canônico, que


retoma la tradiciôn satîrica de ese periodismo y costumbrismo civicos y
combativos del siglo XIX, impregnando la sâtira de una atmôsfera de gracia,
de ingenio, de fantasia que no ténia en sus inicios. Andrés Eloy Blanco
continua y modifica esa tradiciôn satîrica inicial, resemantizândola. Estas
modificaciones pasan por supuesto por la re-escritura que de la sâtira hacen
nuestros modernistas, para quienes la literatura ya no tiene el explïcito
carâcter edificante y pragmâtico que tenïa en los albores de nuestro
periodismo y en el primer costumbrismo. En los modernistas la sâtira
comienza a hacer parte de esa retôrica del humor mâs compleja a la que
hemos aludido y que hace difïcil distinguirla de la ironîa, de la parodia y
menos aûn concebirla como esa suerte de sub-género, de discurso ancilar
prestado a las luchas por el poder politico a lo largo del siglo XIX e inicios
del XXi.
La resemantizaciôn que de muchos de los significados y contenidos
ideolôgicos de la tradiciôn satîrica hace Andrés Eloy Blanco involucra un
cambio en los conceptos de cultura y de pueblo que manejarâ nuestro
escritor. Para él, como en casi todos los costumbristas venezolanos, la sâtira
mantiene un cierto carâcter cïvico, edificante: la crïtica inhérente al humor
satîrico — se deduce de la lectura de sus textos — podrïa conducir a corregir
defectos, re-formular conductas humanas, politicas o pûblicas, es decir
Blanco crée que la literatura debe participar en la construciôn de una mejor
ciudadanîa. La mirada sobre el pueblo y el concepto de cultura que ese
pueblo construye, no son despectivos, tal como ocurre en nuestro primer
costumbrismo, a excepciôn de Daniel Mendoza quien invierte los términos.
Andrés Eloy Blanco conoce la cultura, la mitologïa, el folklore y el
imaginario venezolano, tal como su producciôn lïrica tradicional lo révéla y
es ese conocimiento de la mentalidad del venezolano, particularmente de ese
venezolano pobre, excluido y sometido durante largos aftos de dictadura

1. Delgado Senior subraya el carâcter explicitamente politico del discurso satirico durante el
siglo XIX, ligado a la turbulencia politica y a la inestabilidad socio-econômica que generaron la
Guerra Federal (1859-1863), las montoneras, el caudillaje. La sâtira podia colmar entonces el
periodismo y formar parte de la diatriba politica, confundiéndose con el insulto y la agresiôn
personal a través de paginas, hojas sueltas, bandos, etc. Al tratar de localizar las primeras
manifestaciones de literatura satîrica y de humor en Venezuela, Delgado refiere la existencia del
sacerdote Juan Antonio Eguiarreta, poeta burlesco quien « se hizo famoso en la Caracas de fines
del siglo XVIII » pero ya en el orden de una literatura mâs especificamente satîrica, sefiala:
« Algunas cûspides decimônicas resultan de imprescindible menciôn. Luis Delgado Correa,
poeta festivo, autor de sâtiras dialogadas... fundô en 1854 el periôdico mensual « El mosaico »,
el cual contaba entre sus colaboradores a Fermin Toro, Rafael Maria Baralt, Eduardo Calcano y
Juan Manuel Cajigal... » Igualmente, apoyândose en la investigaciôn de Ildemaro Torres (El
humoristno grâfico en Venezuela, 1982) apunta que « desde 1921 con la apariciôn de « La mariposa
Negra » hasta 1981 con « Matarile » existieron en Venezuela 77 periôdicos y revistas de corte
humoristico » (Delgado Senior, 2006: 70).
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que él llamara « Juan Bimba », uno de los factores de su condiciôn de poeta


popular2, de juglar.
Y este conocimiento de los lenguajes orales, del folklore, de las
modalidades culturales genuinas del venezolano esta en la la sâtira de
Andrés Eloy Blanco, utilizada ya no para provocar en el lector el llanto sino
mas bien la risa3. Siempre Andrés Eloy Blanco es un autor que juega a la
identificaciôn emotiva: busca conmover al lector. La utilizaciôn de la rima, la
re-elaboraciôn de significaciones ligadas a leyendas, al imaginario de la
familia (en poemas como « La casa, la novia y Juan »), los temas del amor
filial (en poemas como « El regreso de la madré », « Los hijos infinitos ») y
pasional, el realismo telûrico (« El poema del Apure », « Coquivacoa »), el
tono oracular y declamatorio a través del manejo de la copia, de « los
palabreos », de la décima, etc., tienen ese propôsito, de identificaciôn o
contacto emotivo. Digamos que hay en Andrés Eloy Blanco una literatura
que tiende al tono y humor nostâlgico o melancôlico4 y otra orilla, otro modo
discursivo, de tono festivo y satirico. Ambas modalidades discursivas estân
en la tradiciôn de una literatura realista y emotiva, de la representaciôn, de
la mimesis.
La sâtira de Andrés Eloy Blanco — en la perspectiva de Stern a la que
hemos aludido — involucra una estimaciôn negativa, una mirada crîtica, a
veces ridiculalizante de personas o del entorno que el poeta considéra
agresivo. Su prâctica de la sâtira, referida al momento histôrico que le toeô
vivir, esta estrechamente vinculada a su actuaciôn pûblica y politica5. Su
humor satirico distiende, desacraliza lo que el poder consagra. Sus textos
satïrico-politicos funcionan como contra-discursos que pretenden desmontar,
erosionando a través de la provocaciôn, de la risa, la solemnidad o gravedad
que asumen los relatos o discursos del poder. Asi, Blanco satiriza la
artificiosa majestuosidad de personalidades y asociaciones o instituciones

2. « El pueblo venezolano — dira Blanco en algûn momento — se mueve al ritmo de dos


motores esenciales: la emociôn y el humor; hacerle reir un poco, hacerle llorar un poco, bastan
para que él se ofrezca todo, abiertos sus fuertes brazos de trabajador » (« Mi recital » en Blanco,
1973: 42).
3. Para Stern la risa y el llanto tienen que ver con las emociones y constituyen lenguajes
emotivos, afectivos. La risa — dice — se révéla como « un juicio » de valor negativo
concerniente a una degradaciôn de valores. Mâs adelante senala: « Ciudadano de dos mundos
— del mundo espiritual de los valores y del mundo natural de los hechos exentos de valores —,
el nombre esta siempre en peligro de resbalar del mundo superior al mundo inferior, de sufrir
asi una degradaciôn de sus valores... » (Stern, 1975: 9, 48).
4. Pensamos en poemas como « La vejez del mariscal », « El tiempo del seflor », « La
renuncia », « Copias del amor viajero », « El dulce mal », « Elegia inacabada », por mencionar
algunos pertenecientes a su libro Poda. Saldo de poemas, el cual recoge su producciôn lirica de los
afios 1927 a 1928, publicado por primera vez en 1934 por la editorial Elite (Blanco, 1980 vol. 1:
41-174).
5. Remitimos a Andrés Eloy BLANCO Obras complétas. Tomo IV (Humorismo), Caracas, 1973.
Congreso de la Repûblica y a la recopilaciôn de textos humoristicos y satïricos que
originalmente aparecieron en periôdicos y revistas o que circularon entre amigos, realizada por
José Rivas Rivas titulada: Ingenio y gracia de Andrés Eloy Blanco. Caracas, 1996, Fundarte.
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que fueron en su momento y algunos aûn son, expresiones del poder politico,
tales como la « Sociedad Bolivariana » de Venezuela o el propio Parlamento
(hoy Asamblea Nacional), emblema de una democracia que en la década de
los aftos cuarenta comenzaba apenas a configurarse, por cuya mejor
condiciôn tanto él luchara.
Para Andrés Eloy Blanco todo puede ser desestabilizado por el humor
festivo, irreverente, removido de su mono-lôgica racional por esta comicidad
satirica, transgresora, que parodia lenguajes y a veces dégrada valores y
jerarquias simbôlicas6. La desestabilizaciôn ocurre cuando nuestros escritor
ataca las formas discursivas canônicas (en el caso, por ejemplo de la parodia
de las « Obras maestras de la literatura » o de la parodia de las « Obras de
Francisco Villaguada y otras » (Blanco, 1973: 227-367), los lenguajes
institucionales (los lenguajes académicos o presuntuosamente eruditos),
pero también a través de la parodia satirica de discursos narrativos, que
pretenden regular el comportamiento doméstico y ciudadano. (Es el caso de
la critica parôdico-satirica que realiza del muy conocido Manual de Urbanidad
y buenas marieras para uso de la juventud de ambos sexos de Manuel Antonio
Carreiio que apareciera en 1854 y se convirtiera en un libro de consulta
obligada durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX (« La urbanidad de
Carrefio », ibid.: 57-61).
Igualmente Blanco parodia y satiriza las formas estereotipadas de
lenguaje y particularmente aquellos discursos que pretenden ofrecerse como
soluciones mâgicas, taies como « La clave del éxito »7 Cualquier lenguaje
canonizado o en vias de constituirse en tal, puede ser objeto de una re-
elaboraciôn parôdica y satirica que lo convierta en irrisorio. De esta manera
la descontrucciôn humoristica tiene mucho de pulsion lûdica pues se
prétende afectar los hâbitos del lector, su lôgica instrumental, pero también
erosionar o remover su concepciôn unidimensional del mundo. Es de nuevo
un humor irreverente que desacraliza o desmitifica para hacer émerger una
critica plural, re-significadora, que subraya dogmas, defectos o apela a una
vision mas humana de las cosas. Es el humor satirico que se manifiesta por
ejemplo a través de la parodia del lenguaje reporteril, de la prensa
sensacionalista o de leyendas o cuentos infantiles como el muy conocido que
habla del casamiento de « La cucarachita Martinez y el raton Pérez ». 8 La
sâtira posibilita una lectura mas imaginativa, de una realidad histôrico-social
que se présenta como constrictiva. En esto radica su carâcter liberador,
politico: es un contra-discurso del poder.

6. Jean Duvignaud observa que la risa implica una suerte de agresiôn momentânea contra el
orden del mundo y de las jerarquias. Para este estudioso lo cômico se muestra subversivo,
liberador, en la medida en que parece concéder licencia para violar la régla (Duvignaud, 1985).
7. Op. Cit., «La clave del éxito» (Once recetas para triunfar en los negocios, en las
profesiones, en la politica, en la loterïa, en la vida y en el amor »).
8. « Se casa la cucarachita Martinez, después de despreciar a muchos pesados » (ibid.: 77-82).
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IL - El caso de La aeroplana clueca


No toda la producciôn literaria de Andrés Eloy Blanco esta apegada a
la tradiciôn estética. Considerado por la critica como parte de la heterogénea
y significativa « generaciôn de 1918 » en la cual aparecen autores tan
importantes y diversos entre si como el mismo José Antonio Ramos Sucre,
quien también nace en Cumanâ en una fecha relativamente cercana a la
fecha de nacimiento de Andrés Eloy Blanco, en 1890, Enriqueta Arvelo
Larriva, Jacinto Fombona Pachano, Fernando Paz Castillo, Salustio Gonzalez
Rincones, entre otros. Blanco, como constata Miliani9, escribe su obra en un
periodo de transiciôn temporal y estética. Recibe buena parte de la herencia
cultural del siglo XIX y le toca vivir la experiencia de la crisis que significa la
apertura hacia el siglo XX, el siglo de la modernidad de Hispanoamérica. Un
siglo marcado en sus décadas iniciales por tantas innovaciones cientîficas,
tecnolôgicas y humanisticas, a la vez que por tantos conflictos bélicos:
mencionemos solo las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945) que
ocurren en Europa pero afectan la economîa del planeta y modifican la
sensibilidad humana y estética. Es el siglo también de la Revoluciôn
Mexicana (1910-1917), de la Guerra Civil Espanola y de las vanguardias
artîsticas y literarias que ciertamente surgen en Europa pero contaminan
toda la literatura que se hace en Latinoamérica, promoviendo cambios
significativos en el modo de concebir y practicar la literatura en cada uno de
nuestros paises.
La Venezuela en que comienza a escribir Blanco, hacia 1913, cuando
ese ano publica por primera vez algunos poemas en el diario El Universal, es
un pais rural aislado culturalmente, sometido como esta, a la férrea
dictadura de Juan Vicente Gômez. Este ha clausurado la Universidad, que
ira reabriendo sus puertas parcialmente en 1915. En una perspectiva literaria
el pais se encuentra en un momento de transiciôn y de crisis. Hay un
conflicto y diâlogo de tendencias literarias y estéticas que marcan la
producciôn de Andrés Eloy Blanco. El modernismo ha tenido ya su periodo
de auge y comienza a mostrar algunos signos de agotamiento. En el seno del
Cïrculo de Bellas Artes, en el que participan jôvenes escritores y artistas de la
plâstica, se inician lecturas y discusiones sobre las nuevas tendencias de la

9 . Andrés Eloy Blanco — dice Miliani — « se forma y escribe su obra en un marco


intelectual complejo. La inteligencia literaria del Modernismo y el Criollismo... se inserta en
algunas manifestaciones de la vanguardia, llega activa hasta los aflos cuarenta de este siglo
[siglo XX]... » (Blanco, 1996: XXV). Contra la opinion generalizada de que Andrés Eloy Blanco
tuvo una actitud de rechazo total frente a las vanguardias, Miliani sostiene que ya en Poda, un
libro de poemas escrito entre 1923-1928, pueden localizarse poemas como « El poema de las très
velocidades » o « El gatito jaspeado » en los que « podrian hallarse imâgenes con cierto recato
ultraista o futurista ». Sefiala Miliani que esos anos de 1928 a 1933 « Es su época de producciôn
mayor dentro de la linea vanguardista. Dos libros elevan al poeta en ese periodo...: Baedeker
2000 y Bar co de piedra. Compléta la trilogia Malvina recobrada » (Blanco, 1996: XI). Miliani no cita
La areoplana clueca escrita ese ano y que a mi modo de ver participa de la bûsqueda experimental
de resonancias vanguardistas de los libros que él menciona.
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vanguardia: futurismo y ultraismo fundamentalmente. Entre 1916 y 1928


publica sus primeros libros de poesia (El huerto de la epopeya: 1918; Tierras que
me oyeron: 1921; Poda, Saldo de poetnas, que publica en 1934), a la vez que
participa en manifestaciones estudiantiles contra la dictadura de Gomez, por
lo que cae preso y es encarcelado en varias oportunidades. Son afios de
formaciôn, de lectura de los grandes poetas românticos y simbolistas
franceses (Hugo, Verlaine, Baudelaire entre otros), de los clâsicos espanoles,
de los grandes poetas modernistas como Rubén Dario o José Marti. Pero
Andrés Eloy Blanco, quien ha podido viajar a Espana en 1923 a recibir un
importante premio otorgado por la Academia de la Lengua Espanola por su
« Canto a Espana », conoce también la poesia ultraista de Gerardo Diego, las
obras de Valle Inclân, Antonio Machado y le llega la informaciôn de las
poéticas de vanguardia en Europa a través de Guillermo de Torre. Sin
embargo, sus primeros libros estân estrechamente ligados al modernismo y
personalmente muestra réservas con relaciôn a las para él estruendosas
innovaciones de la vanguardia.
Pero su sensibilidad no es impermeable a los cambios estéticos y
literarios. Una muestra de ello son sus libros de poesia Baedeker 2000 y Barco
de piedra que escribe preso en las cârceles de Gômez, entre 1920 y 1933 y los
libros de escritura hïbrida, fronteriza: Malvina recobrada (Caracas, Artes
Grâficas, 1937) y La aeroplana clueca (episodios, Caracas, Artes Grâficas, 1935).
Nos detendremos, por el particular tono satîrico de algunos de sus
« episodios » en este ultimo libro, relativamente poco considerado por la
crïtica10.
Esta colecciôn de « episodios venezolanos » o relatos como se lo ha
querido caracterizar, son en realidad textos11 en los que el autor movido por
el espïritu de renovaciôn de las vanguardias histôricas se arriesga al diseno
de formas breves e hïbridas, sin perder su afân de una literatura nacional,
pero permeada por una bûsqueda experimental, que desplaza la escritura
hacia ciertos limites, en el cruce de diversos géneros (relato, poesia, crônica,
reflexion ensayistica) colocândose asï un poco al margen de la tradiciôn, en
lo que a modalidades genéricas establecidas se refiere. Tienen pues estos
textos la extraneza que les otorga esa tension entre las fronteras de los
géneros y expresan por lo tanto una lucha contra la tradiciôn canonizante.
La sâtira présente en estos textos como suele ocurrir en la obra de humor

10. Remito a la version de La aeroplana clueca que aparece recogida en Andrés Eloy BLANCO
El ârbol de la noche alegre Buenos Aires, 1960. Edit. Cordillera, volumen que forma parte de una
ediciôn masiva de sus Obras Complétas dirigida por el escritor venezolano Juan Liscano. Se trata
de textos escritos y concebidos muy probablemente entre 1920 y 1930, periodo en que se
concretan en Venezuela expresiones de la llamada vanguardia histôrica. Blanco no los publica
como libro sino hasta 1935 en Caracas, en las prensas de una denominada editorial Caribe.
11. En el sentido que Barthes le da a este término: « ...el texto es el afloramiento mismo de la
lengua... es dentro de la lengua donde la lengua debe ser combatida, descarriada: no por el
mensaje del cual es instrumenta, sino por el juego de las palabras cuyo texto constituye » (R.
BARTHES, 1995, « Lecciôn inaugural » en El placer del texto y lecciôn inaugural, pâg. 123. Mexico.
Siglo XXI).
La sâtira como figura discursiva y polîtica, A. E. Blanco 113

festivo de Blanco, mantiene un carâcter crïtico, cuestionador y por lo general


tiene un carâcter referencial. Forma parte de su concepciôn ética y politica de
una literatura que desea la construcciôn de una ciudadanîa moderna
fundada en un principio fundamental para él, de justicia social, de una
democracia de participation popular12.
Asi, en el primer texto « La aeroplana clueca », que da tîtulo al libro,
bajo la forma fragmentaria y brève de un diario de anotaciones personales,
un nino-narrador que encuentra, asombrado, un gran huevo de metal en una
tierra cercana a un campo de aviaciôn, nos expresa sus apreciaciones tiernas
y satîricas en torno a la guerra, es decir, a un modo deshumanizado de hacer
politica, de conducir el mundo. Es la critica irônica y satirica también en
relation a una modernization tecnolôgica avasallante de la condition
humana. « La aeroplana clueca » — notemos la utilization del lenguaje
coloquial venezolano — pasa a ser denominada en algûn momento la H3
para marcar irônica y satiricamente el contraste entre lo afectivo (la ternura
del nino, el celo propio de helicôptero-ave que ha parido) y la violencia
bélica.
La ironia y la sâtira se juegan en el espacio simbôlico de tensiones
entre naturaleza (cielo, aves, garzas, palomas, avestruces, matorrales) y
tecnologia y mas especificamente se proponen como cuestionamiento del
desplazamiento que esta ultima ejerce sobre la primera. Por otra parte al
vincular la sâtira a la escena simbôlica de una libertad en peligro se
imprégna de cierta tonalidad alegôrica13. El texto adquiere la dimension de
una critica satîrico-alegôrica en la medida en que es ya la libertad misma del
ser humano la que esta amenazada. El helicôptero-ave (La aeroplana clueca) es
emblema alegôrico de esa libertad que sera atacada, derrumbada al suelo « y
allï quedô sin una voz » (Blanco, 1960: 164).
La descripciôn poético-narrativa del combate entre aviones enemigos
sugiere una confusion tal que la misma aeroplana que simboliza la libertad,
el amor materno, etc. es derribada y herida de muerte, lo que nos confirma el
escepticismo y la desesperanza que se movilizan detrâs de esta critica
satirica de un mundo cercado por la violencia de la guerra y la
deshumanizaciôn que promueve también la modernization tecnolôgica. La
sâtira de nuevo tiene aqui su perfil ético pues un mundo asi desolado no
déjà espacio para el amor, la libertad o la ternura, nûcleos de la sensibilidad
a los que se apela permanentemente en este texto.

12. Blanco no concibe la literatura como un puro «culto de la belleza ». El artista —


senala — « tiene que estar rozândose un poco y hasta mucho con la politica y con sus verdades
y mentiras... No vivo en diferenciaciôn. . . La politica, pues, obliga como un arte » (A. E. BLANCO,
1960, « Politica y literatura » en Reloj de piedra. pâg. 90-92, Buenos Aires, Cordillera).
13. Senala Noguerol como la sâtira puede aliarse con modos indirectos de expresiôn como
la alegoria y la ironia, « que disfrazan y suavizan el ataque. Podemos définir la alegoria (« alos-
agoreu » significa « decir otra cosa », « hablar algo diferente ») como la actitud retôrica que
subvierte el lenguaje. » (Noguerol Jiménez, 1995: 25).
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Se da en varios de los trabajos que configuran este libro un proceso al


que hemos aludido de re-significaciôn de lenguajes procedentes del folklore,
de la mitologîa popular y del imaginario cultural y social vénézolane Y por
supuesto, la sâtira de estos textos esta impregnada de esa fabulaciôn mîtica,
oral, criolla que se desprende literariamente del costumbrismo y del
criollismo. En un texto como « La gloria de Mamporal » la presencia de este
humor satirico, que se enlaza, resignificado, con esa tradiciôn de fabulaciôn
costumbrista adquiere relevancia. Blanco imita parôdicamente y
satiricamente el tono y la ambientaciôn propias de un relato costumbrista
para proponer una lectura herética del mismo. De este modo su sâtira
humoristica se dirige a desmontar el provincianismo y la estrecha
mentalidad localista y sensacionalista que hace de Mamporal « el centro del
sistema planetario » (ibid.: 165). Blanco invierte parôdicamente los términos
en que se juegan los significados del relato costumbrista: Mamporal,
denominaciôn inventada de un apartado pueblo del interior de Venezuela
ya no es, como en los relatos costumbristas y criollistas tradicionales, un
lugar apacible donde nada pareciera ocurrir sino por lo contrario un lugar
de « ajetreo de novedades domésticas, de pequenas cosas sensacionales, de
conflictos alternantes »... que se opone a la vida de la capital, caracterizada
por el abigarramiento cosmopolita, los autos, la division de grupos
sociales... » (ibid.: 165).
La sâtira es igualmente discurso crïtico de un poder centralizado que
se ha olvidado de los pueblos interioranos: « Por aquï, la politica nacionai es
ciencia remota, casi de jurisdicciôn sobrenatural... » (ibid.: 166). Nuestro
autor ataca con particular énfasis critico, los abusos o desviaciones de un
poder jerârquico que suele fundarse en la violencia, ignorando la ética y la
razôn. El narrador asume la mascara de un jurista-funcionario que ha
llegado al pueblo (Mamporal) para hacer justicia en relaciôn al « escândalo
social » que fue el « estupro de una chiquilla del hato viejo de Garabunda »
(ibid.: 166). La violencia y el sensacionalismo que esta provoca son el
elemento de relaciôn entre un episodio y otro. El texto juega a un cierto
recorte satirico y parôdico de la noticia como espectâculo de la crueldad. Asi,
en relaciôn a la violaciôn de la nifïa, se nos dice: « Trajeron las pantaleticas
rotas y ensangretadas » (Ibid.: 166).
Otro de los nûcleos de ataque irônico y satirico en el texto son las
rivalidades entre dos pueblos vecinos: Mamporal y Manati. En una escritura
irônica y satirica que no elude la parodia de la crônica y del artîculo de
costumbres y de reflexion sociolôgica, se nos indican las irréconciliables
oposiciones que los separan: « Manati es guelfo, Mamporal es gibelino;
Manati es tirio, Mamporal es troyano; Manati es el diablo, Mamporal es el
Nuncio. Las fronteras hacen odios, la vecindad hace rencores... » (ibid.: 167).
El titulo mismo de este texto « La gloria de Mamporal » alude satiricamente
a la costumbre de los pueblos de erigir estatuas a supuestas y a veces falsas
« glorias » locales. En la ocasiôn en que Manati decide « inaugurar » el 19 de
La sâtira como figura discursiva y polîtica, A. E. Blanco 115

abril (fecha patriôtica) un busto del coronel Julio Rondôn « héroe nacional,
nacido en Manatï », el pueblo de Mamporal discute también erigir un busto
a una gloria local que no tienen o sobre cuyo nombre no logran acuerdo.
Deciden entonces erigir un busto de una figura desconocida que ténia
« veinte aftos en un rincôn del cuarto de mi vieja » segun lo senala uno de los
habitantes de Mamporal. Se satirizan asî los llamados « actos civicos » o
« patriôticos »; propios de una Venezuela rural del siglo XIX y XX
clausurada en su provincianismo.
« La gloria de Mamporal » es sâtira en lo que tiene de critica
referencial, histôrica y geogrâfica, pero es también metâfora, por lo que tiene
de espacio alusivo, de sugerencia, en tanto en su escritura irônica y parôdica
se ponen en tension diversas formas y lenguajes, procedentes algunos de
ellos de la tradiciôn oral y de la cultura popular venezolana.
Si como dice Foucault « El discurso es una série de elementos que
operan dentro del mecanismo general del poder »14 la sâtira en estos textos
de Andrés Eloy Blanco es una figura privilegiada de la critica del poder y
mâs explicitamente de la mecânica que el poder impone configurando
limites disciplinarios. De esta manera, no es solo el poder politico relativo a
las crueldades e irracionalidad de la dictadura de Gômez, lo que es objeto de
ataque a través del humor parôdico, irônico y satîrico de nuestro autor, sino
la critica misma de las relaciones de fuerza que constrinen al venezolano de
la época de Blanco y que marcan los limites de una cultura de comienzos del
siglo XX seriamente amenazada por la racionalidad de un saber-poder
tecnocrâtico moderno. Es a ese saber-poder opresivo al que aluden otros
textos satiricos que hacen parte de este libro como « Alfonso El Sabio »,
« Tono Estrada vuelve de la guerra », « El nifio que apagô la vela », « Susiche
en Babel », « Jésus Napoléon Bolivar », y el alucinante y extrano texto
denominado « La mosca ».

Douglas Bohôrquez
Universidad de Los Andes, Trujillo, Venezuela

14. Michel Foucault habla de una « tecnologîa que mira a fondo a los individuos, hasta en su
cuerpo, en su comportamiento » (M. FOUCAULT, Estética, ética y hermenéutica. pâg. 60 y 295, parte
de sus Obras Esenciales. Vol. II, Mexico, Paidos).

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