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Caravelle

Carlos Hugo Aparicio, Trenes del Sur


Geneviève Despinoy

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Despinoy Geneviève. Carlos Hugo Aparicio, Trenes del Sur . In: Caravelle, n°59, 1992. Sens et non-sens d'une
commémoration : les Amérindiens face au Ve Centenaire. pp. 320-322 ;

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réalité que cette maison dans laquelle ils vivent tous en vase clos,
— comme la bourgeoisie qu'ils représentent probablement, — : «
Sintiendo por primera vez los ruidos de afuera... Nunca nos habíamos
parado a oírlos ». Grâce à Amalia, nous en savons un peu plus sur
le monde extérieur, même si l'auteur nous suggère les faits plutôt
qu'il ne nous les révèle.
Mais, Amalia va également perturber ces jeunes garçons pubères
et va changer cette atmosphère d'insouciance paisible « ahí
empezaron las rivalidades..., todos manoteándose en el comedor por sentarse
al lado de ella, si hasta al Sam Tamborello lo veo mirándola como
un escolar ». Pour la première fois, le narrateur-adolescent découvre
l'amour. Ce sera la guerre ouverte entre René Guajardo et lui. La
jalousie, l'attitude ambiguë d'Àmalia vont entraîner la
décomposition de ce monde heureux.
Amalia est-elle la conscience, la liberté, l'amour révélateur et
destructeur ? Il suffit qu'elle arrive : De golpe Amalia en él umbral...
« de un golpe todos destruidos » p. 118.
Ce roman n'est pas un réquisitoire contre la dictature, mais, par
une lecture personnelle d'une situation vécue, où se mêlent les
éléments politiques, sociaux et humains Ana María del Río, racontant à
sa façon « comment l'esprit vient aux jeunes » gens, apporte
également son émouvant témoignage sur des situations tragiques qui
continuent d'exister dans certaines régions d'Amérique Latine. Elle décrit
de façon réaliste un monde irréel, où les choses n'obéissent pas
toujours aux lois naturelles. Les personnages enfermés dans leur monde
clos et vivant en marge de ces lois, défiant la logique, l'équilibre, la
pesanteur, n'échappent pas longtemps aux lois des hommes qui
finissent par détruire cet univers magique.
De golpe Amalia en el umbral est une allégorie suggestive sur
l'histoire récente du Chili.

Maryvonne Rozenblat.

Carlos Hugo Aparicio. — Trenes del Sur. Buenos-Aires, Editorial Le-


gasa, Nueva Literatura, 1988, 290 p.

Poeta y cuentista salteño, Carlos Hugo Aparicio ha creado con su


novela una « fábula entre real e imaginada » que lleva al lector
dentro de una red de emociones estéticas.
NOTES DE LECTURE 321

Es novela y es cuento, poema, tango, trenzados con un arte total


en su estructura y su lengua sublimada por el sueño, la memoria y
la imaginación. Tiene como «vida propia», que madura con el
tiempo al igual que su narrador-protagonista, pero conserva para
nuestro placer de lector la pureza de la infancia.
La primera parte de la novela introduce al lector, a un tiempo, en
el país real (La Quiaca) y el país mítico (la infancia) que pone sobre
el primero « sus propias imágenes » como lo hace el protagonista
mirando « el paisaje infinito » de la puna cuando se va « con alma
de tango ». Doble también es el protagonista vacilando entre niño y
hombre, demasiado grande para pelear con el hermanito y llorar,
demasiado chico para « pensar en esas cosas » que escribe en la
carta a su compañera de clase. Este doble aspecto nos da la
sensación de extrañamiento y de comunión a la vez cuando leemos, o más
bien escuchamos, las letras de los tangos que el niño hace « suyas
(...) para revivirlas con toda el alma ». Esos tangos que va
interpretando como adulto, lo nutren desde la infancia, le ritman la vida
como su respiración. Están presentes no sólo como intertexto en su
contenido, su lenguaje fuertemente evocativo, sino también en su
baile, en su música y en sus voces. El tango, poesía y verdad intuí-
bles por él ya antes de comprenderlo, junto con su imaginación, hace
que « se confunden las melodías con sus propias calles », con sus
emociones. Todo el ambiente viene inundado de esa nostalgia y acaba
la primera parte con su larguísima evocación del último día, de la
última noche antes del adiós, en páginas que gimen como lamento de
bandoneón, que pide que le dejen llorar ese doble desarraigo de la
infancia y del « horizonte de su patria ».
El relato-tango conoce un corte : « veinte años no es nada » y la
segunda parte, como al niño que espera y se ve « volver con la frente
marchita », nos da la amargura de sus letras en voz ronca, fruto de
una realidad vivida. En medio de tanta tristeza brotan destellos de
ternura mezclándose poemas, sonetos, propios del protagonista,
diálogos y risas desengañados entre el olor a vino de una « Ultima
Curda » con el compadre, testigo de esta « Balada para un loco ».
Entonces la persistente presencia de la sombra viva del protagonista va
uniendo pasado y presente con un futuro casi hecho memoria. En el
vaivén permanente entre espacio, tiempo y protagonista dobles,
además del tango, fascina otro elemento capital : los trenes del Sur,
cubiertos del misterio y de la ilusión de la Ciudad, « del polvo de
esas lejanías ». En la estación el niño espera su llegada contemplando
« el cansancio sombrío de las máquinas » ; conoce su horario,
anunciado por el estruendo o el pito solitario de « las locomotoras brumo-
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sámente imaginadas ». Pero le espantan cuando se lo llevan a él.


Sin embargo la parte de él que se queda tiene confianza, volverá,
porque « siempre hay trenes del Sur ».
Existe una multiplicidad de símbolos que muestran la relación
entre los tiempos del relato. Se destacan dos por su importancia
en la unidad entre realidad e imaginación : el de la « coronilla
rebelde » y el de la mancha de tinta. El pelo del niño no se disciplina ;
ese rasgo físico desaparece en el adulto que vuelve « con las nieves
del tiempo » pero también la vida le vence la rebeldía del carácter,
cuando se repite que « no quiere que lo lleven » a la banda mientras
lo llevan y cuando desea que se rompa el tren del abandono y tiene
que « al fin partir ». La mancha de tinta que la Luva derramó en su
banco es el solo episodio y el solo « regalo » que le une de verdad
a la « única novia de sus sueños » : esa « hermosa heroína » de
bucles dorados, ojos entre verdes y azules, mejillas de durazno,
siempre con él, rehuída e inalcanzable, se hace humana antes de
desaparecer. Esta mancha quedará como « el testigo de esos instantes
imborrablemente compartidos ».
En Trenes del Sur la poesía es inherente a la narrativa, surge en
cada página, de las palabras, del ritmo, abarcando entre sueño y
melancolía todo el registro de los sentimientos humanos. Para Carlos
Hugo Aparicio « el arte tiene una sola región y esa región es el alma
humana » por eso puede aparecer su novela, a una lectora lejana,
como una verdadera « revelación de la realidad »... Pero de toda la
realidad » como la entiende también el escritor Ernesto Sábato. Por
su arte el autor logra que su lector conteste a la voluntad de su
protagonista de « agarrar su mano y llevarlo... a su casa mía para
siempre ».
El descubrimiento, realizado posteriormente a su lectura, del
universo de la novela Trenes del Sur, quedará también para mí como
una segunda lectura, enriquecida por el recuerdo hermoso de la
primera, flotando entre sueño y realidad.

Geneviève Despinoy.

Jorge Ibarguengoitia. — Autopsias rápidas. Selección de Guillermo


Sheridan. México, Editorial Vuelta, 1989.

Autopsias rápidas es uno de los tres volúmenes en que Guillermo


Sheridan ha recogido lo que él considera lo mejor de la producción

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