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Derechos humanos

• Reseña histórica.
• Concepto.
• Importancia en el sistema constitucional argentino.

Reseña histórica
Los derechos humanos son el resultado de una regulación internacional de esos derechos.
Los Estados que suscriben normas internacionales de derechos humanos se encuentran
obligados a cumplirlos ante la comunidad internacional, que tiene derecho a exigirle
cuentas al respecto. Entender que nos referimos al Derecho Internacional de los Derechos
Humanos (DIDH), es de gran importancia, porque solemos pensar, erróneamente, que los
derechos humanos son cuestiones de gobiernos o de políticos de determinada posición
ideológica.

Antes de la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) no se hablaba de derechos humanos.


Sí hubo tratados internacionales relacionados con lo que se denominaba “Derecho de
Gentes” y luego “Derecho Internacional Humanitario”, más vinculados a la protección y
atención de personas desplazadas por las guerras que a los derechos esenciales y básicos
de todo ser humano. También los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo,
anteriores a la Guerra, fueron normas de avanzada, sin saber que se referían a un aspecto
–Derechos económicos, sociales y culturales- de lo que luego sería el DIDH. El concepto de
Derechos Humanos es posterior.

Los crímenes perpetrados durante la Guerra Mundial llevaron a que los gobernantes de
las potencias vencedoras se preguntaran qué hacer con situaciones así y cómo evitarlas en
el futuro.

Durante los Juicios de Nuremberg y de Tokio se juzgaron los crímenes cometidos por el
régimen nazi y por el Imperio de Japón, durante la guerra. Sin embargo, los tribunales
constituidos para juzgar esos hechos, no podían calificarlos con terminología que aún no
estaba incorporada a los sistemas jurídicos.

En el derecho penal, un delito es una acción típica, antijurídica y culpable. Es típica


porque está tipificada, descripta en una ley penal que dice que tal o cual conducta es
delito. Es antijurídica porque se opone a lo que está permitido en un sistema jurídico

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determinado y es culpable porque quien comete ese hecho, lo hace por dolo (sabe que
comete un delito, y lo hace voluntariamente) o por culpa (comete el hecho sin desear
hacerlo pero actúa con impericia o imprudencia).

De este modo, en 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, no existía el “delito” de


genocidio. No era un hecho tipificado en ninguna norma penal, de modo que los
tribunales debieron condenar encuadrando los hechos en las normas hasta entonces
vigentes. Hay una premisa también consagrada en el art. 18 de la Constitución Nacional
Argentina llamada principio de legalidad que sostiene que nadie puede ser condenado
por un hecho que al momento de cometerse no era delito.

Por eso, las condenas impuestas a los criminales nazis y sus secuaces eran por
determinados números de homicidios, por torturas o por privaciones ilegales de la
libertad, entre otros crímenes, pero no por genocidio, porque el genocidio no era un
delito tipificado en ninguna norma jurídica. Solo era entonces una palabra acunada por el
jurista judío polaco Rafael Lemkin en relación con el asesinato masivo de un millón y
medio de seres humanos, perpetrado por el Estado Imperial Turco (hoy Turquía) en 1915
contra su propia población armenia que hoy conocemos públicamente como genocidio
armenio.

Decíamos que fue después de la Segunda Guerra Mundial y como su consecuencia que se
comenzó a hablar de DDHH.

Sin embargo podemos hallar –también lo dijimos- antecedentes en las normas de la


Organización Internacional del Trabajo (OIT) un organismo creado en el marco del Tratado
de Versalles (1919) que fue el que marcó las condiciones de la paz, impuesta por las
potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial (1914 – 1919). Recordemos que en
tanto la Segunda Guerra Mundial se habría llevado la vida de alrededor de sesenta
millones de personas (60.000.000), la Primera había terminado con la vida de diecisiete
millones de personas (17.000.000), en ambos casos la mayoría civiles.

Se creó la OIT pensando en la necesidad de brindar mejores condiciones de trabajo y de


vida a las personas. Una organización internacional que debía generar normas
internacionales relativas a las condiciones de trabajo y sociales de la población. Normas
mínimas que todos los estados deberían aceptar. La idea de que la paz se funda en la
dignidad del ser humano fue la premisa de la redacción original del Preámbulo de la OIT,
consagrado en la Parte XIII del Tratado de Versalles de 1919 que comenzaba diciendo
“Visto que la Sociedad de las Naciones tiene por objeto establecer la paz universal, y que
tal paz no puede ser fundada sino sobre la base de la justicia social…”.

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La Declaración de Filadelfia de 1944 que se incorpora y modifica el texto original de la
Constitución de la OIT, fue un verdadero antecedente en materia de DDHH. Fue la primera
vez que sesionó (10 de mayo de 1944) la Conferencia General de la OIT desde el inicio de
la Segunda Guerra Mundial y estableció, entre otras cosas, que:

“…la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad de


todos… la lucha contra la necesidad debe proseguirse con incesante energía dentro
de cada nación y mediante un esfuerzo internacional continuo y concertado, en el
cual los representantes de los trabajadores y de los empleadores, colaborando en
un pie de igualdad con los representantes de los gobiernos, participen en
discusiones libres y en decisiones de carácter democrático, a fin de promover el
bienestar común”.

Sin embargo, las primeras normas del sistema internacional de DDHH fueron la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (junio de 1948) y la
Declaración Universal de Derechos Humanos (10 de diciembre de 1948). Si bien ambas son
declaraciones y no tratados, por lo que podrían considerarse no vinculantes, no
obligatorias para los Estados, lo cierto es que se considera que forman parte de los
principios que mueven a los organismos dentro de los cuales fueron promovidas (La
primera por la Organización de Estados Americanos –OEA- y la segunda por la
Organización de las Naciones Unidas –ONU-). En consecuencia si los Estados miembros de
la OEA y de la ONU respectivamente, suscribieron las Cartas de cada una de dichas
organizaciones, y dichas Cartas sustentan los principios y derechos consagrados en estas
declaraciones, los Estados no podrían actuar contra esos principios y derechos.

Concepto
Las normas de derechos humanos conforman un paquete normativo internacional, por lo
que los Estados que suscriben un tratado internacional de Derechos Humanos están
obligados a cumplirlo ante la comunidad internacional.

Se trata de derechos esenciales de la persona humana y no se circunscriben a una


determinada rama del derecho como el derecho penal, el derecho civil o el derecho del
trabajo, sino que cruzan transversalmente todo el derecho.

El origen de esta decisión internacional de auto obligarse parte de la conciencia que tomó
la comunidad internacional ante los horrores de la Segunda Guerra Mundial y de que
dichos horrores fueron el resultado de las políticas de los Estados.

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Por eso se entiende que cuando en el territorio de cualquier Estado se violan los derechos
humanos, el Estado en cuestión es responsable. Es responsable internacionalmente
porque tiene un compromiso asumido de no violarlos y es responsable internamente ante
las víctimas de esas violaciones.

Estos derechos esenciales de las personas tuvieron que ver al inicio de la regulación con el
derecho a la vida, a la integridad, a la libertad y lentamente se fueron agregando otros
derechos y nuevas normas que aumentaron la protección jurídica internacional. Derecho a
no ser discriminados por pertenecer a minorías o a grupos humanos estructuralmente
desfavorecidos en determinadas sociedades, derechos a los recursos naturales, derecho a
la salud, a la educación, a la identidad, a elegir dónde vivir, son derechos consagrados en
diversos instrumentos jurídicos internacionales que los estados deben respetar.

Los derechos humanos son violados por los Estados, pero también por sus agentes y por
particulares. Pero hay que recordar que, independientemente de quien tenga
responsabilidad en el derecho interno, el Estado en cuyo territorio alguien violó derechos
humanos será responsable internacionalmente por esa violación. Los Estados no solo
deben abstenerse de violar los derechos humanos. Tienen la obligación de impedir su
violación, de cuidar que no se violen.

Importancia en el sistema constitucional argentino


La República Argentina tiene una historia de violación de DDHH a partir de la instauración
de dictaduras militares que derrocaron gobiernos constitucionales e impusieron
regímenes de restricción de derechos esenciales llegando al terrorismo de Estado.

Si bien nuestro país tiene antecedentes gravísimos previos a la creación del sistema
internacional de DDHH, como fue el aniquilamiento físico y cultural de pueblos originarios,
el asesinato masivo de sus integrantes, el sometimiento a servidumbre forzada de los
sobrevivientes, el desplazamiento de esas poblaciones fuera de sus tierras ancestrales, la
imposición de la religión católica y de la cultura blanca sobre sus religiones y culturas
ancestrales, luego la persecución política de personas por tener ideas contrarias a los
gobiernos de turno llegando a la matanza, encarcelamiento, tortura y expulsión de
militantes obreros y sindicales, lo cierto es que las últimas dictaduras militares han violado
en forma sistemática y planificada los DDHH.

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Después de la instauración de la democracia en 1983, el Estado argentino ha ido
asumiendo responsabilidades en materia de protección de los DDHH, siendo la máxima
consagración la incorporación en 1994 del nuevo artículo 75 de la Constitución Nacional,
que en su inciso 22 equipara doce instrumentos internacionales de DDHH a la jerarquía de
la propia Constitución Nacional y habilita la incorporación de nuevas normas
internacionales de DDHH a esa lista jerárquica por medio de un sistema de mayoría
especial de dos terceras partes de los miembros de cada Cámara del Congreso.

Es por eso que el derecho argentino está teñido de Derechos Humanos. El Art. 2 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y el Art. 26 de la
Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) (normas internacionales que tienen
jerarquía constitucional en nuestro sistema jurídico) establecen el llamado principio de
progresividad en Derechos Económicos, Sociales y Culturales que obliga a los Estados
partes a no retroceder en esa materia una vez que una norma que se considere de DDHH
ha establecido una determinada protección o derecho.

En nuestra materia veremos algunos de esos derechos económicos, sociales y culturales,


aunque en general abundaremos sobre el derecho privado, particularmente en nociones
generales de derecho civil y comercial, y en contratos civiles y comerciales.

Sin embargo, algunos de esos contratos se encuentran enmarcados en estos derechos


económicos, sociales y culturales, como por ejemplo, lo es el contrato de locación, cuando
se trata de locación con fines habitacionales, es decir de vivienda. (Art. 14 Bis
Constitución Nacional, Art.11.1 PIDESC, Art. 34.k de la Carta de la OEA a la que remite el
Art. 26 de la CADH).

Es muy importante tener presente el principio de progresividad en derechos económicos,


sociales y culturales porque el Estado argentino no puede dictar ni sancionar normas que
reduzcan o retrocedan en estos derechos, porque estarían violando compromisos
internacionales en materia de Derechos Humanos como los mencionados Art. 2 del
PIDESC y Art. 26 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos y, como estas
normas tienen jerarquía constitucional en virtud del Art. 75 inciso 22 de la Constitución
Nacional, también estaría violando la Constitución Nacional.

En otros términos, una norma (ley, decreto de necesidad y urgencia u otras de inferior
jerarquía) que reduzca derechos económicos, sociales y culturales, sería inconstitucional.

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De tal modo que cuando hablemos de derecho, tanto en esta materia como en Derecho B
o Derecho II en la que se tratarán derechos sociales, no podremos dejar de lado la
consideración de la importancia que los derechos humanos tienen en nuestro sistema
jurídico.

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