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La crisis del siglo XIV fue una crisis económica (llamada por algunos autores, como Eric
Hobsbawm, la crisis de la "agricultura feudal"), pero fundamentalmente fue una crisis social:
el debilitamiento de los vínculos de servidumbre puso en jaque las bases del poder de los
señores feudales.1
Los movimientos campesinos (la Jacquerie, en Francia en 1358, y los levantamientos ingleses
de 1381, entre otros menores) fueron expresión de esta crisis. Pero también el ascenso de las
burguesías urbanas con la imposición de nuevas formas económicas y el predominio del
dinero constituyo otra amenaza para el poder de los señores feudales. [71]
A pesar del fuerte impacto que para las sociedades europeas significo la crisis del siglo XIV,
sin embargo, esta trajo los gérmenes del posterior desarrollo: las transformaciones de la
producción agropecuaria y de las manufacturas, la aparición de nuevas áreas comerciales y el
desarrollo de los mercados locales. Incluso, el debilitamiento del poder feudal implico la
consolidación de las monarquías que se transformaron en importantes agentes económicos.
1
Vease Hobsbawm, Eric J. (1982).
1
La formación de los imperios coloniales
A fines del siglo XV —tras un largo período de estancamiento— comenzaron a detectarse los
primeros síntomas de reactivación que dieron origen a un proceso de expansión económica a
lo largo del siglo XVI. El fenómeno más notable fue el proceso de expansión hacia la periferia
iniciado por España y Portugal que culminó con la creación de dos inmensos imperios
coloniales. La economía europea se transformaba en una economía mundial.
Tanto España como Portugal contaban -por distintas razones, fundamentalmente, la guerra
contra los musulmanes— con poderes monárquicos tempranamente consolidados. Eran
además poderes dispuestos a apoyar empresas de gran envergadura que ampliaran el
horizonte económico: búsqueda de nuevas rutas y áreas de influencia, control de circuitos
económicos cada vez más amplios. Los motivos pueden encontrarse tal vez en la necesidad de
encontrar una salida a la tensión social, a conflictivas situaciones internas: en Castilla, por
ejemplo, una nobleza de hidalgos empobrecidos esperaba que la corona les abriera la
posibilidad de conseguir las tierras que no tenían. A esto se suman otros factores que
posibilitaron las empresas: una buena tradición marinera, desarrolladas técnicas de
navegación (la carabela se conocía desde 1440), un adecuado desarrollo en astronomía y
cartografía, una favorable posición geográfica sobre el océano Atlántico.
Esta expansión hacia la periferia culminó, entre fines del siglo XV y las primeras décadas
del siglo XVI, de un modo notable; en 1488, Bartolomé Días llegaba al sur de África, al Cabo de
Buena Esperanza; en 1492, Colon a América; en 1498 Vasco de Gama a Calcuta; entre 1519 y
1520 la expedición de Magallanes realizaba el primer viaje de circunnavegación.
Tras una etapa de exploración, comenzaron los asentamientos que dieron origen a dos
imperios coloniales que prácticamente se dividieron el mundo.2 Metales americanos, pimienta
desde Oriente, esclavos desde África [72] se transformaron en el trípode que permitieron a la
economía europea transformarse en una economía mundial.
Los dos imperios tuvieron características diferentes. El portugués fue una extensa línea de
puntos en la costa (puertos, depósitos, factorías) destinada a controlar el tráfico marítimo. El
español, en cambio, se apoyó en la conquista de territorios y poblaciones. Sin embargo, ambos
compartieron una misma concepción de la economía: se consideraba que la riqueza no se
creaba, sino que se acumulaba. Era una concepción estática de la riqueza que la consideraba
(como la tierra) un bien inmóvil. Era aún una concepción medieval de la economía que se
2
Véase Mackenncy, Richard (1996), cap. 11 "Los síntomas de la expansión".
2
expresaba en la necesidad de reservarse para si todos los mercados y que consideraba el
monopolio como la garantía para una mayor acumulación.
Pero los cambios también se registraron en las formas que asumía la organización de la
producción. Como señala Kriedte, la organización de la [73] producción comenzó a
desarrollarse en formas divergentes en Europa occidental y en Europa oriental. Los polos más
extremos fueron, por un lado, Inglaterra, donde se desarrolló una agricultura comercial con
incipientes relaciones capitalistas; por otro, Polonia y el oriente de los territorios alemanes en
donde la expansión agrícola se realizó sobre el reforzamiento de la servidumbre feudal.
3
Vease Kriedte, Peter (1986), cap. I "La epoca de la revolucion de los precios".
3
Tomas Moro denunciaba en Utopia, "las ovejas se comían a los hombres". La necesidad de
conciliar la alimentación de los hombres con la alimentación de los animales reforzó el sistema
de explotación agropecuaria rotativa. Las tierras de labranza eran transformadas
periódicamente en praderas, para convertirlas después en campos de labor. La roturación
periódica y el estiércol mejoraron además la calidad de la tierra.
Este sistema tuvo un profundo impacto en el mundo rural: comenzó a transformar la antigua
estructura de la aldea campesina, con su antigua organización basada en campos abiertos (open
field) y trabajo comunitario.
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en bruto. Era un sistema donde elementos nuevos como el arrendamiento se confundía con
antiguos vínculos sociales y que fácilmente —tal como en muchos casos ocurrió- podía
deslizarse a un tipo de relación feudal.
La crisis del siglo XIV había afectado menos a la economía manufacturera que a la
agricultura. Se habían visto trastocadas las industrias de lujo, organizada en rígidas
corporaciones, dedicadas a elaborar —como los pafios de Florencia— productos de alto precio
y calidad, dirigidos a un mercado restringido, pero no había perjudicado a la industria
domiciliaria rural, que se basaba en la capacidad para tejer de la familia campesina.
Y este tipo de industria domiciliaria habrá de sentar las bases de la expansión manufacturera
del siglo XVI.
Las manufacturas fueron reactivadas por el aumento de una demanda que surgía del
crecimiento de la población y de los mercados que nacían con la expansión de ultramar. La
principal manufactura continuó siendo -con excepción de algunos casos regionales— la
producción textil, que llena una necesidad humana básica después de la alimentación. Sin
duda el autoabastecimiento era aún muy alto en una sociedad donde el mundo rural seguía
siendo dominante, pero el aumento de la demanda y la diversificación [75] de la sociedad
permitió el desarrollo de las new draperies, géneros relativamente baratos hechos con lana
cardada. Estos desarrollos permitieron, además, consolidar y colocar en un primer plano
formas organizativas de la producción que ya se ubicaban claramente fuera de las antiguas
corporaciones medievales.
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La expansión del comercio fue otra de las características de este período. El mercado de
ultramar transformo, como ya señalamos, al mercado europeo en un mercado mundial, en el
cual holandeses e ingleses comenzaron a disputar a Portugal su predominio en Oriente. Se
trataba todavía de un comercio que mantenía características tradicionales: especias y metales
preciosos, es decir, productos de precio alto, dirigidos a una demanda restringida. Sin
embargo, en algunas regiones, como en el Báltico y en el Mar del Norte, el comercio
comenzaba a adquirir características modernas: ganado, cereales, textiles, es decir, productos
de mayor volumen y bajo precio, dirigidos a una demanda masiva. El intercambio también
reflejaba los cambios más profundos de la esfera económica.
La expansión del siglo XVI se daba, sin embargo, dentro de marcos que aún eran
predominantemente rurales. La imposibilidad de romper con estos marcos llevo a este proceso
expansivo a encontrar sus propios límites. Como veremos, la "crisis" del siglo XVII, al borrar
estos obstáculos creo las condiciones para el advenimiento del capitalismo.