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15/9/23, 17:51 ¿Materia de España ?

Imaginarios nacionales y persistencia del estereotipo español en la cultura francesa (1898-1936)

Amnis
Revue d’études des sociétés et cultures contemporaines Europe/Amérique

Stéréotypes et solidification des imaginaires nationaux : regards croisés


Construction et circulation des discours

¿Materia de España ?
Imaginarios nacionales y
persistencia del estereotipo
español en la cultura francesa
(1898-1936)
Ferran Archilés Cardona
https://doi.org/10.4000/amnis.3265

Résumés
Français English Español
Entre 1898 et 1936 (c'est-à-dire entre le désastre colonial de la guerre de Cuba et le début de la
guerre civile), un stéréotype de l'Espagnol a circulé dans la culture française, stéréotype dont
l'origine remonte à la construction du mythe romantique au XIXe siècle. Cet article analyse les
raisons pour lesquelles ce stéréotype se diffuse au cours de cette période et quelles sont ses
origines politiques et culturelles. Il ne s’agit pas tant de comprendre la capacité de résistance de
ce stéréotype que d'étudier sa fonction. En ce sens, l'article souligne que le stéréotype d’une
Espagne éternelle, orientalisée et « passionnelle » a servi de contrepoint à l’image positive de la
France. Ainsi, l'image de l'Espagne a constitué un élément-clé dans le processus
d’autoreprésentation nationale française. Ce n'est donc pas une coïncidence si ce stéréotype a
joué un rôle particulièrement important dans la pensée réactionnaire et conservatrice française.

Between 1898 and 1936 (that is to say between the colonial disaster of the War of Cuba and the
beginning of the Civil War) in French culture a stereotype of the Spanish was maintained, whose
origins lie in the construction of the romantic myth in the 19th century. This article seeks to
deepen in the maintenance of this stereotype and the political and cultural reasons that could
explain it. Rather than outline the capacity of resistance of the stereotype per se, its aim is to
analyze what kind of function this stereotype fulfilled. In this sense, the article points out that the
stereotype of Spain as a country of eternal traits, orientalized and “passionate”, acted as a
counterpoint to a positive image of France. The image of Spain was, therefore, a key element for
the French national self-representation. It is no coincidence that this stereotype was especially
relevant in the French reactionary and conservative thinking.

Entre 1898 y 1936 (es decir entre el desastre colonial de las Guerra de Cuba y el inicio de la
Guerra civil) en la cultura francesa se mantuvo un estereotipo de lo español cuyos orígenes se
sitúan en la construcción del mito romántico en el siglo XIX. Este artículo trata de profundizar en
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el mantenimiento de este estereotipo y las razones políticas y culturales, que lo explican. Más que
apuntar a la capacidad de resistencia del estereotipo per se, se trata de analizar qué función
cumplió este estereotipo. En este sentido, el artículo apunta a que el estereotipo de España como
país de rasgos eternos, orientalizado y pasional, actuó como contrapunto de una imagen positiva
de Francia. La imagen de España fue, por la tanto, un elemento clave para la autorrepresentación
nacional francesa. No es casualidad que este estereotipo fuera especialmente relevante en el
pensamiento conservador y reaccionario francés.

Entrées d’index
Mots-clés : stéréotype, identité, nation, nationalisme, histoire culturelle
Keywords: Stereotype, Identity, Nation, Nationalism, Cultural History
Palabras claves: estereotipo, identidad, nación, nacionalismo, historia cultural

Texte intégral
1 En 1939 Pierre Drieu la Rochelle publicó la que probablemente sea su mejor novela
desde el punto de vista estético y al mismo tiempo la más significativa desde la
perspectiva de su lectura política. Gilles es la educación sentimental de un fascista bajo
el subtexto constante de la degeneración de Francia, en una novela no sólo
característicamente antisemita sino profundamente « racializada »1. En uno de los giros
sentimentales y políticos del protagonista –transunto apenas disimulado de su autor–
Gilles conocerá en su voluntario exilio en la Argelia colonial a Pauline. Se trata de una
joven « mantenida » que dejará a su amante por Gilles y que es así descrita :

Pauline pensait plus à l’amour qu’autre chose. Gilles croyait qu’il en était ainsi
parce qu’elle était espagnole ; il avait vu que le peuple espagnol n’etait pas encore
embourgeoisé. Elle avait una nature forte, violente, extrême qui retirait leur croc
venimeux à toutes les sottises qu’elle avait apprises sans le savoir a droite et à
gauche. Elle avait de l’orgueil et elle mettait son orgueil dans la passion ; elle
voulait aimer et être aimée, cela lui semblait sa destination de femme et cela
comptait beaucoup plus pour elle que l’argent. Elle pensait à la consideration,
mais seulement à travers un amant qu’elle rêvait. Elle n’avait aucune ruse, aucun
calcul, était toute impulsion.

2 De Pauline sabremos también que :

Totalement ignorante, elle n’avait aucun goût. Avec le surprenant élan des
sauvages, elle s’était toujours jeté sur ce qui lui paraissait prestige, fausse fantaisie
ou signe de prospérité et de richesse, sur tout ce qui était compliqué, surchargé,
bariolé. A défaut de l’extravagant et du toc, elle tombait sur le cossu.2

3 Poco parece importar el hecho de que, en realidad, Pauline tal vez no sea española
sino francesa, pues para Gilles la explicación de su manera de ser es
quintaescencialmente racial. Pauline es el ejemplo de mujer española, salvaje y barroca,
producto de un pueblo no « aburguesado » y por tanto auténtico. La descripción de
Drieu está por completo ausente de originalidad : es la imagen de Carmen y a través de
ella del pueblo español que desde la construcción y éxito de mito romántico, los viajeros
y escritores franceses habían consagrado. Este estereotipo mitificado era una
« estructura de sentimiento », un marco cognitivo –y a la vez afectivo– inseparable de
la percepción de España y lo español3. Se trataba de una visión a la vez generizada y
orientalista de España4. En efecto, no por casualidad la representación de la mujer
resultaba envuelta en el velo del mito y el deseo colonial5.
4 Lo más interesante, por lo tanto, del texto de Drieu la Rochelle es el mantenimiento
casi en estado puro del estereotipo romántico a la altura de los años treinta del siglo
XX. Ciertamente, el impacto de la guerra civil española, todavía en curso cuando fue
escrita la novela tiene mucho que ver. De hecho, Gilles concluye en España en dos
episodios que se desarrollan en Barcelona e Ibiza durante la guerra (y que son pura

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ficción, pues Drieu la Rochelle no participó en la guerra). De hecho la huella romántica


estuvo bien presente en Francia al construir la imagen del país en armas 6.

Pervivencia. Nación(es) y estereotipos.


5 ¿Por qué pervivió este estereotipo ? ¿Por qué perviven los estereotipos (nacionales) ?
La bibliografía ha apuntado que es la sencillez y estilización de los estereotipos lo que
explica su estabilidad y resistencia al cambio. Esto significa, sin embargo que se trata
también de recursos retóricos relativamente flexibles, que pueden estar al servicio de
proyectos políticos y culturales distintos, lo que ayuda a su supervivencia. El supuesto
contraste con la « realidad » no le afecta, puesto que no existe otra posibilidad de
percepción de la misma que la que dicta el propio estereotipo. Pero, en definitiva, hay
que atender a los contextos sociales de recepción del estereotipo para ver si seguirá
manteniendo su función7. En mi opinión, debemos interrogarnos sobre la función que
la imagen de España mantuvo respecto de la (auto)representación de la identidad
francesa. Especialmente en la cultura conservadora del primer tercio del siglo XX para
la cual la imagen eterna y esencializada de España era un posible bálsamo (al menos
hasta 1936). Mientras España siguiera sirviendo como « otro » de Francia, la
pervivencia del mito romántico sería viable. La imagen de España era parte de la
construcción de la identidad nacional francesa, en contrapunto8. La « materia de
España » siempre fue « materia de Francia ».
6 En realidad, la huella romántica se había plasmado, antes de llegar al pozo profundo
de la guerra civil, en un camino que no estuvo exento de otros accidentes y escollos. Fue
especialmente significativo el contexto que envolvió los acontecimientos de la derrota
colonial de 1898. Por una parte, España se convirtió en la enésima confirmación de la
decadencia de las razas latinas, tras las debacles de Francia, Italia y Portugal en sus
guerras continentales o coloniales. Pero a diferencia de lo sucedido en Francia (o
Portugal) la derrota española significaba la desaparición del país como potencia en el
mundo colonial (vocación colonial que fue reconducida no sin dificultades hacia el
norte de África, a partir de 1898). El país objeto de « orientalismo » que había sido
España se había vindicado desde dentro y a la contra respecto del mito romántico, su
europeidad tanto como su idiosincrasia. La derrota colonial de 1898 ponía en graves
apuros la autoimagen del país. La huella romántica, en todo caso, no desapareció, más
bien se adaptó a las nuevas circunstancias. Sin embargo, y un tanto irónicamente, la
reacción ante el 98 en Francia y Europa fue notablemente menos pesimista que en
España misma. El 98 (y tras la popularidad que alcanzó España en la Exposición
Universal de 1900) fue visto también como posibilidad de estímulo, como acicate para
el renacimiento, incluso si el carácter español se estimaba sin cambios9. Irónicamente,
incluso Alfred Fouillée en su retrato psicológico de los pueblos europeos, se mostraba
menos riguroso que los autores españoles –que citaba abundantemente– sobre el
futuro de España. Y ello sin moverse un ápice, aunque con revestimientos
antropológicos modernos, del estereotipo de fondo :

Les Espagnols se croyaient bien différents des Maures : au pont de vue ethnique,
ils en étaient dejà tres voisins. Ils n’ont pas reçu assez d’éléments celtiques et
germaniques pour avoir la douceur dans le sang ; il sont demeurés Africains, et ces
Occidentaux sont aussi des Orientaux.10

7 Desde finales del siglo XIX el campo semántico que girava alrededor del « carácter
nacional » de los pueblos (concepto que se enraizaba en las profundidades del
pensamiento Ilustrado) se habia reconvertido hacia la creencia científica en la
existencias de las psicologias de los pueblos o « psicologias nacionales ». El contexto
posterior al desastre de 1898, que sancionaba el declive casi definitivo de España como
potencia colonial, confirmaba la percepción de la dying nation y parecía ratificar el letal
significado de sus particularidades y debilidades.

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8 A comienzos del siglo XX, en efecto, el estereotipo español no era ya un asunto tan
solo de viajeros, pintores o literatos ociosos, como pudo haberlo sido en el siglo XIX. En
este sentido cabe resaltar el papel decisivo que ejercieron los padres del hispanismo
académico español, en su condición de profesionales y detentadores de legitimidad
cultural11. Ciertamente, el hispanismo tenía por objetivo promover un conocimiento
mejor y ello acomportaba la lucha contra los tópicos sobre España en Francia. Con su
voluntad cientifista, Alfred Morel-Fatio había advertido contra la visión de los
románticos franceses :

Nos romantiques furent tout naturellement attirés par l’Espagne, qui’ls se


figuraient plus chevaleresque, monacale, inquisitoriale, plus gothique, sombre et
truculente qu’elle ne l’a jamais été, à aucune époque de son historire [...] La
plupart des romantiques, presque tous, on profondément ignoré la littérature
espagnole tant ancienne que moderne ; ce qui’ls on pris à l’Espagne se réduit à des
légendes, des noms, des costumes, en un mot, à de la couleur.12

9 Pero el asunto estaba lejos de quedar zanjado. En 1908, el gran hispanista francés
Ernest Merimée encabezaba su célebre manual de historia de la literatura española con
estas palabras : « Isolée des autres pays par la mer, qui l’entoure des trois côtés, et par
la chaîne des Pyrénées au nord, la péninsule Ibérique semble, au premier coup d’oeil,
destinée à vivre d’une vie propre, et à realiser aisément son indépendance et son
unité ». Pero el autor apuntaba que ni el mar ni las montañas habian impedido las
sucesivas invasiones y que « l’únité géographique elle-même, qui paraissait devoir
faciliter son unité politique, est plus apparente que réelle ». En realidad : « Par suite de
différences considerables d’altitude entre ces régions et d’autres causes physiques, le
climat, les productions, la physonomie de chacune d’elles varient considerablement ».
La geografía, por tanto (y siguiendo la más granada tradición intelectual y académica
francesa) parecía conjurarse contra la unidad, tras la diversidad escondía su oreja el
tipismo y el color local.

Tous ces régions gardent encoré una physionomie propre : elles ont été conquises
et colonisées, à des époques diverses, par des peuples d’orgines, de civilisations,
de religions, de langues différents. Ce n’est qu’après de longs siècles de luttes que
l’unité politique a pu se réaliser. En dépit même de cette unité péniblement et
tardivament conquise l’Espagne est l´une des nations où les provinces gardent
encore les plus fidèlement leur caractère propre, leurs moeurs locales, leurs
dialectes : le régionalisme, le féderalisme semblent sortir de lui-même.

10 Sería posible hablar (como sí había hecho Fouillée) por lo tanto de un carácter
español ?

On peut, à la rigueur, parler du génie français, allemande ou anglais, parce que les
différences provinciales se sont, en ces pays mieux fondues pour former un type
general et moyen, et que, d’ailleurs, on le dégage a posteriori du rôle joué par ces
peuples et du carácter de leur civilisation. Mais le génie espagnol nous apparaît
bien divers, selon les époques et selon les régions. La fusión est moins complète ici
qu’ailleurs, à tel point que, tandis qu’il est malaisé en France de distinguer
sûrement l’origine régionale des écrivains d’après leurs seuls oeuvres, chaque
región de l’Espagne garda longtemps, dans le domaine littéraire et artistique, une
physonomie propre qui ne s’est point encore entièrement effacée.

11 La diversidad regional era en definitiva para Merimée la prueba de una « fusión »


nacional no conseguida, y a la postre causa de una inevitable propensión al
« federalismo » (esto es al regionalismo y la fragmentación).
12 Con todo, Merimée se veía obligado a conceder que :

Sans doute quelque traits généraux se retrouvent un peu partout et se


mantiennent a travers les âges : un amour jaloux de l’indépendance, un
individualisme irréductible, un sentiment très chatouilleux de l’honneur ou de ce
que l’on estime tel, une foi religieuse à laquelle tout se subordonne, un loyalisme à
tout épreuve a l’egard du souverain, loyalisme que l’on concilie d’ailleurs avec le

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mépris de la loi et de la règle, une tendence marquée à donner le pas à
l’imagination sur la raison, l’instict sur la réflexion.13

13 Este singularmente desequilibrado balance (por otra parte siempre subordinado a la


diversidad regional del país) recogía por tanto la imagen más estereotipada de los
españoles heredada del mito romántico : individualismo y honor ; religiosidad extrema
y desprecio a la ley, predominio, en resumen, del instinto sobre la razón o la reflexión.
Un país nada cartesiano, en definitiva.
14 Otro de los grandes hispanistas posteriores al 98, Ernest Martinenche, mostró en
fechas cercanas a las del libro de Merimée las mismas dudas sobre la posibilidad de
trazar una « psicologia del pueblo español ». Martinenche se apoyaba en sus reflexiones
en la obra de Rafael Altamira de 1902 La Psicología del pueblo español, obra cumbre
del género en la península. Pero su reflexión iba en un sentido bastante diferente al del
autor alicantino. Así, señalaba :

Comment discerner à travers les diversités profondes d’un peuple dans les
différents phases de son evolution les traits essentiels et jamais effacés ? Comment
choisir entre deux caractères contradictoires celui qu’on proclamera le seul
national ? Cette entreprise est a peu près impossible pour tout peuple dont
l’histoire n’est pas achavée ; elle devient presque ridicule pour le peuple espagnol
dont le génie semble précisement fait de contrastes.

15 Para Martinenche, la palabra clave era la de « contraste » (una idea de fuerte


impronta barresiana al referirse a España, sin duda). Porque estos contrastes se
concretan en España en una dificultad insalvable de adaptarse a la vida moderna no hay
« asociación » ni « cohesión » para las necesidades de la producción internacional
(salvo, tal vez, en Cataluña) : « Dans la vie privée, l’Espagnol ne réussit pas toujours à
se débarrasser d’un orgueil sans raison et d’un bavardage sans resultat ». Es tarde para
que España se cure ? Con Altamira, Martinenche señalará que el renacimiento de
España dependerá del « alma de su pueblo » y de la actitud de las clases dirigentes.
Pero, justo en las páginas que culminan la obra de la que proceden estas citas,
Martinenche se pregunta si hay que virar el genio español de su « curso natural » y la
respuesta es negativa. Así :

N’esperons pas et ne souhaitons pas que l’Espagne brûle jamais de la fièvre


industrielle alllemande, ni qu’elle devienne un jour, comme l’Angleterre, le plus
grand drapeau commercial du monde. Elle paierait ces avantages de la perte des
caractères qui nous la rendent sympathique. Il est bon et il est juste que, dans une
Europe en proie au progrès scientifique, elle conserve un peu de la tradition du
Moyen Âge. Il suffit qu’en restant elle-même s’acommode aux conditions de la vie
moderne, sans renoncer a son trésor de romanesque. L’humanité serait a plaindre
le jour où elle ne pourrait plus construire quelques chateaux en Espagne.

16 Para Martinenche España con sus defectos y virtudes (lealtad y generosidad) « les
Espagnols nous divertissent des Anglo-Saxons. Et ce n’est pas un mince mérite ».
España reserva espiritual de Europa, por lo tanto, tal vez en diálogo con un cierto
Costa y un cierto Unamuno (pero no Altamira). Martinenche no se privará de afirmar
en el párrafo final de su obra que a España « On l’aime parce qu’à peu près seule en
Europe elle a gardé beaucoup de son pittoresque. On l’aime pour les sensations nées de
ses contrastes, pour tous les rêves éveillés dans ses vieux decors »14. El estereotipo más
estructura de sentimientos que nunca, quedaba degradado definitivamente a decorado,
a un pintoresco y viejo decorado.
17 Ciertamente el énfasis en el tipismo –de la mano del énfasis en la fatal diversidad
regional– no era en las primeras décadas del siglo XX ninguna novedad, pues así había
venido siendo a lo largo del siglo XIX y con raíces que ahondan, de hecho, en el siglo
XVIII. El mundo cultural francés (con su inmensa capacidad de difusión de imaginarios
por toda Europa) contribuyó de manera destacada a desplegar este imaginario a través
de un proceso de exotización y « orientalización » de la diferencia española. Pero, de
todas formas, el énfasis en la diversidad territorial y sus efectos era también un
producto cultivado por los autores locales. Las dudas sobre la unidad nacional y su
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fragilidad o sobre la posibilidad misma de una psicología colectiva nacional, permean


todo el pensamiento español del primer tercio del siglo XX, de Unamuno a Altamira
como vemos. Se trató de un diálogo continuo con los autores europeos. Cuando en 1914
Julían Juderías publicó su vindicativo trabajo contra la leyenda negra (la respuesta al
mito más negativo del pasado español difundido por Europa) se veía obligado a
conceder que España conservaba « no pocos rasgos primitivos. Podemos hablar, en
efecto de su unidad moral, de su comunidad de sentimientos y de aspiraciones, pero no
de su unidad política a la cual se oponían los eternos factores : el particularismo, el
individualismo »15.
18 No por casualidad el « costumbrismo » se había convertido en columna vertebral de
la cultura literaria española del siglo XIX : una piedra de toque (a través de la voluntad
de « autenticidad ») para el mundo literario y plástico. Andalucia como epítome del sur
en los creadores del mito romántico dio paso hacia el fin de siglo progresivamente al
interés por Castilla –con Maurice Barrès como pasarela– sin que la atracción por el sur
desapareciera. El propio Barrès –que visitó España cuatro veces a partir de 1892 y hasta
1902– era un heredero del mito romántico. España era « un África que deja en el alma
una especie de furor tan rápido como una guindilla en la boca »16. Si bien, amplió la
valoración de la geografía simbólica del país nunca abandonó su visión y pasión sobre el
sur y « Oriente » a lo largo de su obra. Como señaló Ida-Marie Frandon, los españoles
como tales ocupan poco espacio en la obra de Barrès y su rol no es otro que recordar la
dominación morisca y atestar en ellos la presencia de lo oriental17. Para Barrès « En
Espagne on garde le contact avec les angoisses et les espérances du Moyen Age, en
même temps qu’on s’irrite l’imagination aux promesses voilées de l’Orient »18. De hecho
su obra sobre el Greco y sobre Toledo, se publicó en 1913 cuando el pintor ya había sido
recuperado en Cataluña y España y cuando Castilla ya era el centro sentimental para los
autores del 9819. Por supuesto no se trató de una opción excluyente o definitiva : la
generación del 27 volvería a mirar al sur y maquillaria su reconversión de materia
aberiada de viaje hacía la autenticidad de lo (nacional) popular.
19 Aunque menos importante que el 98, cabe resaltar el legado que la Primera Guerra
mundial dejó en los intelectuales y viajeros europeos. España no participó en el
conflicto bélico, en parte por la debilidad de su propia situación (lo cual tendía a
reforzar en Europa como en España misma, la marginación del país) pero si fue un
terreno de juego de la batalla cultural20. La división entre intelectuales y políticos
aliadófilos y germanófilos trazaba una linea divisoria con Francia como eje. Muchos de
los germanófilos eran, en realidad, conservadores y católicos contrarios a la República
francesa laica. En sentido opuesto, la simpatía por Francia se daba entre sectores
progresistas y republicanos. Nunca como hasta la fecha desplegó Francia una actividad
diplomática y cultural tan intensa : era necesario mejorar la imagen de Francia en
España, y al revés. La denuncia contra los excesos del estereotipo se habían convertido
en materia sensible y los hispanistas participaron intentando paliar los efectos de la
imagen de una España de pandereta y navaja21. Sin embargo cuando Angel Marvaud
publicó en la segunda década del siglo su documentado libro sobre la España del siglo
XX (que fue considerado como modélico entre los hispanistas franceses) volvía a recaer
en los tópicos de un pueblo « semiafricano », supersticioso e indisciplinado (que
requería la guía de Francia para su europeización)22.
20 Significativamente en los años veinte España volvio a ponerse de moda por Europa y
más allá. Por una parte las españoladas pasaron a ser un tema recurrente en las
pantallas cinematrográficas americanas y europeas23. Por otra parte, y como reacción a
décadas de saturación, una visión autodeclaradamente antiromántica de España
emergió con fuerza en algunos esnsayistas. Las obras de Waldo Frank, Virgin Spain de
1926 y La Penínsola Pentagonale de Mario Praz, de 1927 son, tal vez, sus mejores
ejemplos. Incluso Francis Carco al publicar su Printemps d’Espagne en 1929 –una obra
que a priori podía caer del lado más frívolo y autocomplaciente– denunciaba que
« L’erreur fréquente que nous commetons en Espagne est de voir le pays sous l’angle où
Gautier l’a décrit. Rien n’irrite plus les Espagnols, ni ne nous rend plus ridicules »24.
Pero la irritación y el ridículo iban a continuar.
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21 Con remarcable consistencia, autores locales y forasteros siguieron insistiendo en las


fragilidades y anomalias de una nación que parecía poco más que un conjunto de
fragmentos dispersos. Este sería el no demasiado novedoso trasfondo de los artículos
publicados en el diario El Sol que José Ortega y Gasset agrupó en 1922 como libro :
España invertebrada25. Este volumen acuñó con su título una de las imágenes más
persistentes tanto dentro como fuera de España a lo largo de todo el siglo XX. El
inmenso prestigio de Ortega, convirtió la idea de la « invertebración » en dogma de fe.
Ortega manifestó enfáticamente su voluntad de distanciarse de los autores
regeneracionsitas y de los autores del 98. Sin embargo, era mucho menos original de lo
que creía y su deuda con aquellos autores –y significativamente su idea de España–
mayor de lo que jamás reconocería. Ortega no tenía ninguna simpatía por el mito
romántico o por la visión orientalista de España, ciertamente. Su proyecto nacionalista
–y a la vez su voluntad de europeizar España– lo imponía. Su visión de la fragilidad
nacional –y del particularismo congénito– se basaba en un relato de la excepcionalidad
española (con fundamento histórico en la Edad media) que convergía sin embargo con
el legado romántico de un país nunca plenamente entrado en la Modernidad26.
22 Los años treinta fueron una nueva edad fecunda en la producción cultural francesa
sobre España : la República y la guerra incitaron el interés y la inquietud. Aunque ahora
está casi completamente olvidado, el infatigable escritor profesional (miembro de la
Académie Française) e hispanófilo por vocación –y reaccionario por convicción– que
fue Louis Bertrand publicó a lo largo del primer tercio del siglo XX diversas obras
dedicadas total o parcialmente a España, resultado de sus viajes e investigaciones
históricas. Su mirada era de neta simpatía hacia España y lo español y no faltaron sus
llamadas en contra de los tópicos. Así por ejemplo en su guía de España publicada en
1934 clamaba contra los prejucios antiespañoles y contra los efectos, en definitiva del
mito romántico (no todo debía ser Carmen y El último Abencerraje, decía…). Por eso
señalaba que : « Un histoire convaincu d’avance que les Espagnols sont un peuple
stupidement fanatique, malpropre, paresseux, enemi de la culture et de l’esprit,
interpretera tous les faits de leur histoire dans le sens le [sic] plus desfavorable ». Pero
lo cierto es que el propio Bertrand –natural de la Lorena, enamorado del sur francés y
de la Argelia francesa : un Barrès menor– dificilmente escapaba a la atracción por el
pasado moruno español y en general al mito orientalizante, como la misma guía
atestiguaba. Llegado el viajero a Valencia solo tenía ojos para :

…le jardin sentimental et voluptueux, l’éternel pays des guitares et des romances
d’amour, –vieille poésie toujours jeune, immortelle comme la terre elle-même !
Elle flottait sur la ville endormie avec le parfum des jasmins et des chevelures
fémenines, avec les effluves aromatiques des palmiers et des orangers,
qu’enfiévrait la senteur des marécages et des rizières humides !...27

23 En un plano más analítico, un par de años antes Bertrand había publicado su magna
obra dedicada a la historia de España – la más reeditada en Francia en el primer tercio
del siglo XX. En este trabajo sintetizaba su interpretación del país y (sin mencionar a
Ortega, pero influido por el) sentenciaba : « L’Espagne semble donc réfractaire à la
centralisation, aussi bien sous la République que sous la Monarchie. L’idée régionaliste
y est extrêmement populaire, malgré tous les dangers que le régionalisme comporte,
surtout dans un pays ou l’éducation politiques des masses est encoré à faire »28.

Coda : ante un espejo curvo


24 La guerra civil, en definitiva, dificilmente podía eliminar o transformar en
profundidad los estereotipos sobre España, y de hecho los reforzó, a izquierda y
derecha, por toda Europa (aunque en las muy difundidas obras de Bernanos y de
Malraux, el mito romántico está básicamente ausente). Ferocidad y fantasía, resumían
para Montherlant el alma española y la guerra : Barrès y Unamuno y don Quijote y
Sancho se cruzaban en 1936. Más aun :
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On entend souvent les hispanisants s’élever contre le mot célèbre de Théophile
Gautier : « L’Afrique commence aux Pyrénées ». Ils nous expliquent par la
géologie que ce mot est una bêtise. Que Téophile Gautier ait été fécond en bêtises,
cela est sûr, mais ce mot-ci est la vérité même. Les Marocains aventurés en
Espagne par Franco [...] se retrouvent « chez eux » non seulement en Espagne,
mais dans les méthodes de la Guerre d’Espagne. Cattle of same colour.29

25 Hacía tiempo que todo ello ya no era sólo un prejuicio de viajeros más o menos
anacrónicos, afectados de esprit romántico. Era una imagen enquistada, un tropo que
parecía casi indestructible : su función era netamente performativa. La España del
franquismo, además, se regodearía en la imagen del Spain is different, cerrando el
círculo.
26 Pero si el estereotipo pervivió es porque fue capaz de responder en cada momento a
necesidades distintas que supo a la vez crear y colmar. Ciertamente, en los años veinte y
treinta del siglo XX la presencia del estereotipo español entre sectores conservadores y
reaccionarios, de Barrès a Drieu pasando por Bertrand, es casi una constante. España,
el país indómito e individualista era un objeto de deseo exótico ; peligrosamente
revolucionario en 1936 era también una advertencia. Pero su carácter espiritual
profundo y su autenticidad premoderna era a la vez una aspiración y un reservorio para
Europa : para Francia. A quien temiera o recelara de la modernidad, la alteridad
española le servía de espejo curvo en que mirarse.
27 En todo caso, tras la guerra el estereotipo no era sólo asunto de autores
conservadores (o franceses). En 1943 en su meditada obra El Laberinto español Gerald
Brenan dio una forma casi definitiva a aquella mirada saturada de sospecha –y
simpatía– de los dos últimos siglos que la reciente guerra no hacía otra cosa que
validar. Con pleno dominio de su mirada orientalista, Brenan señalaba:

By their failure to form a politically homogeneous nation Spaniards have


preserved a kind of life which was common in the Middle Ages and in antiquity,
but which modern men, the children of small families and diffuse societies, have
lost. Most of the qualities we admire them for come from this. Their vigour and
independence of character, the quickness and completeness of their response to
any social situation, their emotional integrity, their gift of words –and, one should
add, their chronic indiscipline are all due to the fact that they have gone on living
the intense life of the Greek city-state or Arab tribe or medieval commune.30

28 A finales de 1947 el periodista y politólogo Serge Groussard, antiguo resistente,


concluía así su libro de viajes Solitude espagnole : « Passant qui entres [sic] en
Espagne, n’oublie pas qu’aux Pyrénées finit l’Europe »31. Una vez más, la « realidad » –
en esta ocasión la de la España franquista– confirmaba el estereotipo. No podía ser de
otra forma.

Notes
1 Winnock, Michel, Nationalisme, antisemtisme et fascisme en France, Paris, Seuil, 2014,
pp. 399-424.
2 Drieu la Rochelle, Pierre, Gilles, Paris, Gallimard, 1973, pp. 505-506, 530.
3 El concepto de estructura de sentimiento en Williams, Raymond, El campo y la ciudad, Buenos
Aires, Paidós, 2001.
4 Véase, por todos, Andreu Miralles, Xavier, El descubrimiento de España. Mito romántico e
identidad nacional, Madrid, Taurus, 2016.
5 Archilés, Ferran, « ¿Carmen a través del estrecho ? Imperialismo, género y nación española
ante el espejo marroquí (C.1880-c.1909) », Zabalgoitia, Mauricio (ed.), Hombres en peligro.
Género, nación e imperio en la España de cambio de siglo (CIX-XX), Madrid,
Iberoamericana/Vervuert, 2017, pp. 67-98.
6 Fernandez-Montesinos, Andrea, « L’Espagne éternelle. La huella de los románticos franceses
en la prensa francesa durante la Guerra Civil española », en Varela, Javier et al (eds.), La mirada
del otro. La imagen de España ayer y hoy, Madrid, Fórcola, 2016, pp. 95-108

https://journals.openedition.org/amnis/3265 8/10
15/9/23, 17:51 ¿Materia de España ? Imaginarios nacionales y persistencia del estereotipo español en la cultura francesa (1898-1936)
7 Baso las siguientes reflexiones en Beller, Manfred, Leerssen, Joep (eds.), Imagology. The
cultural construction and literary representation of national characters : a critical survey,
Amsterdam, Rodopi, 2007 ; Jeanneney, Jean-Noel (dir), Une idée fausse est un fait vrai. Les
stereotypes nationaux en Europe, Odile Jacob, Paris, 2000; Pickering, Michael, Stereotyping:
The politics of representation, Palgrave, Basingstoke, 2001.
8 Lo señala con agudeza en su tesis doctoral Fernández-Montesinos, Andrea, L’Espagne
éternelle. La pervivencia de los estereotipos románticos de España en Francia durante la
guerra civil española, Madrid, Universidad Complutense, 2015, p. 448.
9 Bonnaffoux, Denise, Images d’Espagne en France au détour d’un siècle (XIXe-XXe), Aix-en-
Provence, Publications de l’Université de Provence, 1999, pp. 347-368.
10 Fouillée, Alfred, Esquisse psychologique des peuples européens, Paris, Félix Alcan éditeur,
1903, p. 145.
11 Niño, Antonio, Cultura y diplomacia. Los hispanistas franceses y España, 1875-1931, Madrid,
CSIC, 1988. El Hispanismo en su contexto intelectual en Espagne, Michel, Le paradigme de
l’étranger. Les chaires de littérature étrangère au XIX e siècle, Paris, Les éditions du CERF,
1993, pp. 202-208.
12 Morel-Fatio, Alfred, Études sur l’Espagne. Première série, Paris, F. Vieweg, Libraire-Editeur,
1888, p. 77.
13 Mérimée, Ernest : Précis d’histoire de la littérature espagnole, Paris, Garnier Frères, Paris :
1908, pp. 1-5.
14 Martinenche, Ernest, Propos d’Espagne, Paris, Hachette, 1905, pp. 306-322
15 Juderías, Julián, La leyenda negra, Barcelona, Araluce, 1917, pp. 46-47.
16 González Cuevas, Pedro Carlos, « Maurice Barrès y España », Historia Contemporánea, 34,
2007, pp. 201-224, cita de p. 211.
17 Frandon, Ida-Marie, L’Orient de Maurice Barrès. Étude de genèse, Droz, 1952, p. 55.
18 Citado por Moreau, Pierre, Maurice Barrès, Paris, Éditions du Sagitaire, 1946, p. 91.
19 Storm, Eric, El descubrimiento del Greco, Madrid, Marcial Pons, 2011.
20 Fuentes Codera, Maximiliano, España en la Primera Guerra mundial, Madrid, Akal, 2014.
21 Niño, Antonio, op.cit., pp. 239-259 ; Peiró Marín, Ignacio, « La gran guerra de los
historiadores : la encuesta franecsa de Alfred Morel-Fatio sobre la neutralidad, la beligerancia y
el pacifismo de los intelectuales españoles », en Gamarra, Yolanda, Fernández Liesa Carlos R.
(eds.), Los orígenes modernos del Derecho internacional. Estudios conmemorativos del
centenario de la Primera Guerra Mundial, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2015,
pp. 71-126.
22 Niño, Antonio, op. cit. p. 255.
23 García Carrión, Marta, « Españoladas y estereotipos cinematográficos. Algunas
consideraciones sobre su recepción en la España de los años veinte », Iberic@l, n° 10, 2016,
pp. 123-135.
24 Carco, Francis, Printemps d’Espagne, Paris Albin Michel, 1929, p. 183. Incluso los inefables
hermanos Tharaud parecían fatigados de exotismo en Tharaud, Jerome, Tharaud, Jean, La
semaine Sainte à Seville, Paris, Plon, 1927.
25 Ortega y Gasset, José, España invertebrada, Madrid, Revista de Occidente/Alianza Editorial,
1981.
26 Con el característico embrollo de la prosa orteguiana, el filósofo convertía la tendencia a la
disgregación en un mal secular de las « masas ». Un país sin élites –ni verdadero feudalismo en el
pasado– requería un enérgico proyecto nacional que bien dirigido, podría, tal vez, cambiar las
cosas. Archilés. Ferran, « La nación de las mocedades de José Ortega y Gasset y el discurso del
nacionalismo español (c.1906- c. 1914) », en Forcadell, Carlos, Saz, Ismael, Salomón, Pilar,
Discursos de España en el siglo XX, Valencia, PUV/IFC, 2009, pp. 65-122.
27 Bertrand, Louis, Espagne, Paris, Éditions Alpina, 1934, pp. 10, 35
28 Bertrand, Louis, Histoire d’Espagne, Paris, Arthéme Fayard et Cia éditeurs, 1932, p. 510.
29 Montherland, Henry de, Coups de soleil. Afrique-Andalousie, Paris, La Palatine, 1950,
pp. 146, 150.
30 Brenan, Gerald, The Spanish Labyrinth, Cambridge, Cambridge University Press, 1960 (ed.
original 1943), pp. IX-X.
31 Groussard, Serge, Solitude espagnole, Paris, Plon, 1948, p. 315.

Pour citer cet article

https://journals.openedition.org/amnis/3265 9/10
15/9/23, 17:51 ¿Materia de España ? Imaginarios nacionales y persistencia del estereotipo español en la cultura francesa (1898-1936)
Référence électronique
Ferran Archilés Cardona, « ¿Materia de España ? Imaginarios nacionales y persistencia del
estereotipo español en la cultura francesa (1898-1936) », Amnis [En ligne], | 2018, mis en ligne
le 10 mars 2018, consulté le 15 septembre 2023. URL :
http://journals.openedition.org/amnis/3265 ; DOI : https://doi.org/10.4000/amnis.3265

Auteur
Ferran Archilés Cardona
Universitat de València, España, fearcar@uv.es. El autor participa en el proyecto « Crear la
nación. Discursos y prácticas » GV2016-117, financiado por la Generalitat Valenciana y en el
proyecto HAR2014-53042-P, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

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https://journals.openedition.org/amnis/3265 10/10

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