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22/08/2023, 16:05 Corte y diplomacia en la Castilla bajomedieval

Mélanges de la Casa de
Velázquez
Nouvelle série

45-2 | 2015
La sociedad cortesana en la Península Ibérica (siglos xiv-xv)
Dossier. La sociedad cortesana en la Península Ibérica (siglos xiv-xv)

Corte y diplomacia en la Castilla


bajomedieval
En busca de las fuentes
Cour et diplomatie dans la Castille du bas Moyen Âge : à la recherche des sources

Court and diplomacy in late mediaeval Castile: in search of the sources

Óscar Villarroel González


p. 105-124
https://doi.org/10.4000/mcv.6537

Résumés
Español Français English
A lo largo del presente trabajo se analiza el estado actual de la investigación en lo referente a la
diplomacia y sus relaciones con la corte en el contexto castellano. Tras una historia larga,
historiográficamente se están viviendo una serie de cambios en lo relativo a este ámbito del
estudio histórico, cambios que apenas han tenido reflejo en el caso castellano. La falta de fuentes
es sin duda el principal problema que se presenta, ante la falta de un archivo de la monarquía que
conserve la documentación diplomática y de corte que permita abordar la historia de la
diplomacia castellana de una forma semejante a la que se desarrolla en otros ámbitos. Se plantea
así, como labor fundamental, la búsqueda de fuentes alternativas para la investigación. En este
trabajo se presenta esa búsqueda de forma razonada, mostrando un par de ejemplos de lo
fructuosa que puede llegar a ser esa labor en el avance del conocimiento histórico-diplomático de
la Corona de Castilla.

Dans le présent article, on analyse l’état actuel des recherches en ce qui concerne la diplomatie
castillane et ses relations avec la Cour dans l’espace castillan. Après une longue histoire, ce
champ de recherches historiques connaît une série de changements au niveau historiographique,
changements qui ont à peine touché le cas castillan. Le manque de sources est sans aucun doute
le principal problème, du fait de l’absence d’archives monarchiques qui conserveraient la
documentation diplomatique et curiale. Elles permettraient d’aborder l’histoire de la diplomatie
castillane de façon semblable à ce qui se pratique pour d’autres espaces. C’est pourquoi la
recherche de sources alternatives pour la recherche est une tâche fondamentale. On présente ici

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cette recherche de façon raisonnée, en montrant, par quelques exemples, combien cette tâche
peut donner des résultats fructueux pour le progrès de la connaissance historico-diplomatique de
la couronne de Castille.
This paper analyses the current state of the research as regards diplomacy and its relations with
the court in the Castilian context. After a long history, historiography is undergoing a number of
changes in this sphere of historical study—changes that have scarcely impinged in the case of
Castile. Lack of sources is undoubtedly the main problem, as there is no archive for the monarchy
preserving diplomatic and court documentation with which to tackle the history of Castilian
diplomacy in a similar way to other spheres of research. The main goal is therefore to find
alternative sources. This paper presents the rationale behind that search, offering a couple of
examples showing how fruitful this kind of work can be in advancing our knowledge of the
history of diplomacy in the Kingdom of Castile.

Entrées d’index
Mots clés : Castille, Cour, diplomatie, historiographie, monarchie, sources
Keywords: Castile, Court, diplomacy, historiography, monarchy, sources
Palabras clave: Castilla, corte, diplomacia, fuentes, historiografía, monarquía

Texte intégral
1 Una de las tareas pendientes dentro del estudio de la corte de los reyes de Castilla, y
más específicamente de ésta entendida como el centro del incipiente conjunto
institucional y gubernamental del reino, se centra en conocer cómo funcionaban
algunos de sus diversos aparatos1. En concreto, el estudio de la diplomacia tiene
todavía, para el caso castellano, una gran cantidad de carencias en cuanto a la
investigación se trata, pese a lo mucho realizado desde hace más de cien años. La
diplomacia y la corte pueden verse desde dos puntos de vista: por un lado la
organización en la corte de la diplomacia propia y, por otro, cómo trabajaba esa misma
diplomacia castellana pero ya en su destino o en el camino hacia él. Dentro de la
diplomacia en la corte castellana hay que tener en cuenta también una doble visión: en
primer lugar la organización de la diplomacia propia (qué organización burocrática
existía y hasta qué punto podemos conocerla) y cómo se insertaba en el marco
cortesano (no sólo administrativamente, sino también en cuanto al personal que la
integraba); en segundo cómo se negociaba con los embajadores ajenos que acudían a
Castilla, es decir, la diplomacia recibida. De esta forma, la corte se conformaba como un
espacio diplomático (donde se producía el envío y la recepción de información) así
como un espacio para la negociación. Todo ello dotado, obviamente, de un marco
cortesano, en el que participaba toda la corte y el entorno del poder. No hay que olvidar
un tercer caso, ya ajeno a la corte, pues no siempre el encuentro se realizaba allí (hubo
muchos casos de negociaciones en lugares fronterizos). Además, hay que tener en
cuenta quiénes la componían, y cómo se organizaba. Es decir, como se puede apreciar,
hay una multitud de cuestiones a las que prestar atención en la organización de la
diplomacia a la hora de poder apreciar correctamente su relación con la corte.
2 ¿Y con qué fuentes contamos para acceder al conocimiento de este y otros aspectos de
la corte, pues ese es el objetivo de este volumen? En el caso castellano contamos, de
partida, con un problema fundamental, como es la falta de ellas en un sentido general.
Así, una de las líneas principales a presentar será la búsqueda de fuentes alternativas,
así como la explotación maximizada de las disponibles. De ahí el título de esta
aportación, pues tal búsqueda es un paso previo y fundamental.
3 Por ello iremos presentando el estado actual del estudio de la diplomacia castellana y
su imbricación en la corte: las fuentes propias disponibles para tal estudio, la búsqueda
de otras alternativas y, por último, un breve ejemplo de las ventajas que podemos
obtener en el marco concreto de la diplomacia y la corte con su empleo, presentando
una muestra con un hecho diplomático concreto.

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El estado actual del conocimiento de la


diplomacia castellana
4 El panorama actual de esta parcela del conocimiento histórico es un tanto extraño.
Aunque se trata de una disciplina que ha sido objeto de atención desde hace bastante
tiempo, podríamos decir que queda mucho, por no decir casi todo, por hacer. Ladero
Quesada indicó hace años cómo su conocimiento estuvo lastrado largo tiempo por la
creencia de que no hubo una auténtica diplomacia, y por ello se abordó desde puntos de
vista narrativos y de la historia política tradicional2. Hay abundantes trabajos que, de
una forma u otra, podríamos encuadrar dentro de la historiografía de la política exterior
o de la diplomacia. Es verdad que a través de ellos se analizaron cuestiones de cierto
peso y relevancia, pero algunos han quedado hoy día un poco marginados pues se
consideran formas antiguas de investigar y aproximarse al fenómeno.
5 Y es que, durante muchos años, la historiografía y el análisis diplomático centraron
su interés en conocer a los embajadores y a las misiones desarrolladas al servicio de los
reyes, así como los tratados firmados3. No cabe duda de que es una parte fundamental
de la diplomacia, pero estos trabajos acabaron siendo poco más que una sucesión de
embajadas sin una trabazón que diese cohesión, o buscase darla, a la eterna sucesión de
enviados o de tratados. Alguno de los grandes referentes de la historia diplomática
castellana, por su magnitud, pertenecen a estos dos grupos. Así, la publicación desde en
1999 de la Historia de la diplomacia española, de Ochoa Brun, supone el mejor
ejemplo en todos los sentidos. Esta magna obra presenta la evolución de la diplomacia
en los territorios del actual estado español a lo largo de toda su historia, atendiendo a
los diversos ámbitos geográficos y sus formas estatales o preestatales4. Para el periodo
que nos concierne nos encontramos con una sucesión de los embajadores que el autor
pudo encontrar documentados5. El conocimiento de esas misiones era la forma de
presentar la evolución de la diplomacia, al menos en los momentos del periodo
medieval. Aunque Ochoa Brun supone su culmen, esto venía de antiguo. Ya en 1848 nos
encontramos la obra de Goñi, que tuvo un gran peso en su tiempo y que supuso un
intento de acercamiento al análisis de las relaciones internacionales6. Sin embargo,
para la época medieval no pasaba de presentar líneas muy generales y un conocimiento
muy somero.
6 La segunda vertiente de esta forma de la historia diplomática se centraba en la
publicación de los tratados en los que fructificaba o por los que se daba forma a la
política exterior. En la historiografía occidental, algunos trabajos sirven todavía como
fuente de conocimiento por la documentación que trascribieron y, con ello,
conservaron7. Este tipo de trabajos se emprendieron también en España, si bien con
objetivos y resultados diversos. Así, Tejada y Ramiro recopiló los tratados con el poder
pontificio dentro de su obra sobre los cánones de los concilios hispanos8. También hubo
una recopilación de tratados, al estilo de la monumental de Rymer, como fue la obra de
Abreu y Bertodano, que finalizaba su recorrido en el siglo xviii9.
7 Como en tantos campos de la Historia, la segunda mitad del siglo xx trajo la
renovación. Normalmente nos encontramos con estudios con un enfoque cronológico,
bien porque presentan su evolución, bien porque se centran en momentos concretos,
especialmente de los siglos xiv y xv. En este sentido nos encontramos con trabajos
sobre Enrique II, Enrique III y Juan I (en el estudio de Suárez Fernández sobre el
reinado10). No se dejó de lado la publicación de fuentes, que permitió, en algunos casos
concretos (como las relaciones entre Castilla y Portugal durante el reinado de los Reyes
Católicos) contar con corpus documentales muy extensos y casi completos, así como
algunos análisis con un enfoque amplio en su temática y cronología o con otros estudios
sobre marcos geográficos concretos: por ejemplo, sobre la política atlántica de los
Trastámara, sus relaciones con el pontificado o su política ante el Cisma de Occidente11.
8 Se inició también el análisis de la política exterior desde un punto de vista más
amplio, buscando la existencia de una línea de actuación tanto en las políticas seguidas
como en los medios que utilizó la monarquía. Esta línea, desarrollada por Díaz Martín,
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quedó truncada, sin embargo, con su temprana muerte12. En ese mismo perfil
podríamos englobar el análisis de la diplomacia hispana que, a lo largo de toda su
historia, realizó Ochoa Brun, que, pese a sus carencias, sigue siendo de obligada
consulta, al menos como punto de partida13.
9 El estudio de las embajadas y de los embajadores, también en el ámbito castellano, ha
sido la forma habitual de acceder al conocimiento diplomático, en ocasiones sobre
personajes concretos que tuvieron un peso específico, como, y especialmente, Pedro
López de Ayala, Alfonso de Santamaría o Juan Manuel de Villena14. El análisis de
embajadas concretas siempre ha estado relacionado con la existencia de fuentes
documentales excepcionales (por su rareza en el ámbito castellano) y permitió el
estudio más o menos exhaustivo de momentos concretos y de misiones específicas: por
ejemplo, sobre algunos concilios del siglo xv o sobre grupos concretos, en zonas y casos
muy específicos15. Lo mismo ocurre con algunas relaciones a veces bilaterales, que han
sido analizadas a veces con gran profusión y calidad. Así, por ejemplo, sobre las
relaciones con Portugal existe una cierta abundancia en la bibliografía16. Sobre Aragón
prima el punto de vista aragonés, lógico dada la gran cantidad de fuentes disponibles17.
También sobre otros territorios extrapeninsulares como el reino francés (donde hay
algunas obras clásicas que se centraron en ese tema ya a finales del xix), el espacio
inglés o las relaciones con el ámbito imperial18. En esta diplomacia más allá de los
límites peninsulares ha de incluirse, obviamente, al poder pontificio19.
10 Hay algunos aspectos, especialmente relevantes en cuanto a la imbricación en la
corte, que han sido analizados, aunque sea de forma somera (o al menos no de forma
específica), siempre al hilo de las fuentes castellanas. Por ejemplo, se ha trabajado
sobre la relevancia del boato y la ceremonia al analizar la presencia de reyes de armas y
de un «tenedor del guion real20». Otro aspecto también esbozado es el análisis de
aquellos servidores puramente administrativos de la diplomacia, habiéndose destacado
la presencia y la evolución de algunos cargos con especial peso en estas funciones. Así,
los secretarios de latín aparecen mencionados desde la década de los años 20 del siglo
xv, con nombres como Juan de Mena, Gonzalo González Capoche (escribano de cámara
y secretario de latín), o Luis González de los Llanos, aunque seguramente la
organización en sí de la secretaría se llevaría a cabo en la década de 1430-144021. Misma
función, pero hacia un ámbito diferente, realizaban los trujumanes o traductores del
árabe, fundamentales para las comunicaciones con el reino de Granada y cualquier otro
reino islámico y las hubo más veces de lo que nos imaginábamos22.
11 Puede decirse que se avanzó en el conocimiento de la política exterior de la Corona de
Castilla; pero no tanto su imbricación en la corte (especialmente en la propia, pero
también en la ajena). Además, parece obvio que en la historiografía castellana, en cierto
modo, se mantuvieron las formas de análisis y aproximación a la cuestión durante la
segunda mitad del siglo xx, ajenas a algunas cuestiones que preocupaban fuera de
nuestras fronteras. Así, desde trabajos de historiadores como Lucien Bély, Francesco
Senatore, Christine Lutter, Jean Gaudemet, Olivier Guyotjeannin o Stéphane
Péquignot, se ha prestado atención a cuestiones como la terminología, con aportes
procedentes de la antropología política que pusieron el acento sobre la comunicación y
la negociación (sus formas, tiempos, documentos), o sus actores (quiénes eran, cómo se
elegían, qué formación tenían)23.
12 Así pues, existe una cierta bibliografía castellana, pero faltan trabajos de tipo
metodológico: ¿cómo se llevaba a cabo la diplomacia?, ¿quiénes formaban parte de
ella?, ¿por qué eran elegidos?, ¿cómo se organizaba en la corte? Algo se ha hecho ya,
pero se está poco menos que empezando24. Donde más carencia hay, tal vez, es en el
análisis de su relación e imbricación con las cortes regias. Pero aquí nos topamos con
una cuestión fundamental: ¿con qué fuentes contamos para realizar este tipo de
estudios? Ahí está el quid de la cuestión.

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Las fuentes para el conocimiento de la


diplomacia
13 El problema se puede definir con una sola palabra: escasez. ¿Se podría decir, incluso,
carencia? Sería excesivo. Dado que nos encontramos ante un ejercicio del poder por
parte de la monarquía, parece obvio pensar que es entre sus fuentes donde podemos
encontrar información sobre la diplomacia y su relación con la corte. Y ahí radica el
problema, en el archivo de la monarquía. Como es bien conocido en Castilla, pero no
tanto fuera de este ámbito historiográfico, no se conserva el archivo de la monarquía
castellana medieval. No podemos decir que no existiese, sino que no se ha conservado.
El archivo había estado custodiado por los secretarios reales o de la institución emisora
(Cancillería, Contaduría mayor de cuentas…), sometido a los vaivenes de la corte y a la
disgregación, ante el hecho de que a la muerte del posesor toda la documentación
quedaba en manos de sus herederos25. Al parecer, Juan II y Enrique IV habrían
intentado poner fin a esto estableciendo la documentación en Medina del Campo o
Segovia, y posteriormente Fernando el Católico, ya en 1509, en la Chancillería de
Valladolid26.
14 Podríamos decir que el Archivo General de Simancas es su sucesor, pero, como es
bien sabido, no se organizó y fundó hasta la época de Carlos I y Felipe II. En concreto,
Carlos I organizó lo existente del patrimonio real y sobre esa base, en 1588, Felipe II
fundó el Archivo General como centro documental de la monarquía hispánica, en el que
debía conservarse todo lo emanado de la administración27. Esto influye en la
documentación conservada, porque si de la época de Juana I y de los Reyes Católicos se
conserva casi completa, según retrocedemos en el tiempo se reduce de forma casi
exponencial, pues no son más que los restos del archivo regio en el momento en el que
Carlos I se decidió a concentrarlo en Simancas: de Enrique IV, Juan II y Enrique III
hay, según se recorre el siglo xv, cada vez menos documentación y con anterioridad a
Enrique III se dispone de muy pocos documentos.
15 Eso hace que haya una escasez de documentación, en especial de índole diplomática y
cortesana: salvo excepciones, es muy escasa y fragmentaria.
16 ¿De dónde obtenemos la información entonces? Básicamente, se han aprovechado
esas magras fuentes junto a las de tipo cronístico. Pero, ¿hasta qué punto nos permiten
la reconstrucción?
17 La cronística castellana medieval plantea una serie de problemas que hay que tener
en cuenta. Para empezar, el cronista era un oficio regio. El rey nombraba uno o varios
cronistas que tenían por encargo la redacción de la historia del reinado. Esto ya hace
que partamos de una información que puede ser sesgada por la defensa de quien
ostentaba el poder real (en ocasiones detentaba, no defendiendo exclusivamente al rey).
A esto se une la existencia de crónicas particulares, que tienen unas claras filiaciones
políticas. En general hay que tener muy en cuenta la orientación de cada una de las
crónicas, e incluso de las diversas partes de ellas, pues en ocasiones tienen varios
autores que responden a iniciativas e intereses políticos diversos. La edición de las
crónicas trata de abordar y de desentrañar los intereses que podía tener cada cronista y
cómo eso se refleja a lo largo de la narración (algo que sin duda hemos de tener en
cuenta)28.
18 ¿Y qué noticias nos pueden aportar para conocer las relaciones entre la historia de la
diplomacía y de la corte?: nombres de embajadores, el objetivo de la misión, el
destinatario… El problema que se plantea es que no se aportan datos de la negociación,
ni la documentación, no hay noticias de los poderes otorgados, ni sobre los medios,
tampoco cómo se mantenían, cómo se integraban en la corte ajena (más allá de
describir recepciones o ceremonias, y esto en escasas ocasiones)… Además, no ofrecen
una nómina completa (pues otras fuentes nos permiten comprobarlo) sino incompleta
en cuanto al número (no se reflejan todas las embajadas) y a la composición (pues
tampoco se mencionan todos los embajadores).

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19 Normalmente es a través de otros archivos castellanos como hemos podido ir


conociendo algo más. Fundamentalmente, además de los ya mencionados datos de
Simancas, los archivos municipales y algunos eclesiásticos. Estos nos han permitido
completar las noticias de alguna embajada, ya que mencionan a algún embajador más o
las fechas de la misión. Así, por ejemplo, la crónica de Juan II nos indica que en 1420
Diego de Anaya estuvo en la corte de Francia como embajador, regresando a mediados
de ese año29. Sin embargo, gracias a la documentación conservada en el Archivo
Capitular de Cuenca sabemos que partió a mediados de 1419 y que también acudía con
el mismo rango de embajador Rodrigo Bernal, arcediano de Salamanca30.
20 Como vemos, las noticias son muy escasas y la documentación, en muchas ocasiones,
tiene un alcance menor, completando solo la lista de embajadores. Cierto es que hay
alguna excepción que nos hace suponer que tal vez quede documentación de interés
escondida en archivos inesperados. Así, por ejemplo, no hace muchos años se
localizaron unas instrucciones para un embajador presente en Roma, que se
conservaban en la Biblioteca Nacional gracias a la copia que las campañas de Burriel y
Morales llevaron a cabo en el Archivo Capitular de Toledo (donde todavía se guardan
los originales hoy día)31. Este tipo de documentación es excepcional, aunque podría
ocurrir que existiese aún otra documentación semejante perdida por algún archivo.
21 De esta forma, los archivos castellanos poco más nos pueden ofrecer sobre la
diplomacia regia, salvo honrosas y agradables sorpresas. ¿De dónde obtener, pues, la
información? La propia dinámica de la diplomacia (contacto entre dos cortes o poderes
distintos) nos lleva a la solución: de aquellos archivos de las instituciones receptoras, es
decir: de los archivos foráneos.

Los archivos extranjeros a Castilla


como fuente de información
22 Efectivamente, esta puede ser la fuente de información que nos permita avanzar. A
diferencia de la monarquía castellana, hay otros poderes regios y soberanos del
Occidente medieval que sí han conservado sus archivos, con lo que tenemos la
posibilidad de que en ellos se conserve documentación diplomática relativa a Castilla e,
incluso, castellana. Esto que parece algo obvio, no ha sido emprendido hasta ahora.
23 ¿En qué archivos? Obviamente allí donde se custodie la documentación de los reinos
o poderes soberanos con los que tuvo contacto la monarquía castellana. Así, parecen
indispensables los siguientes: Aragón, Portugal, Navarra, Francia, Inglaterra, el
papado, Milán, Florencia o Nápoles. Para la Corona de Aragón encontramos tanto el
Archivo de la Corona de Aragón (Barcelona) como el del Reino de Valencia (Valencia),
este último especialmente para la época final del periodo. En Portugal, el Archivo da
Torre do Tombo, así como en Navarra el Archivo Real y General del Reino de Navarra.
En Francia, los Archives Nationales (de los que hablaremos a continuación con más
detalle) y también algunos archivos departamentales donde puede conservarse
documentación de otros poderes, como por ejemplo en los Archivos Departamentales
del Norte, donde aparece en ocasiones documentación del ducado de Borgoña32. En
Inglaterra, los National Archives custodian mucha información sobre la diplomacia con
Castilla33. Para el pontificado romano, tanto el Archivio Segreto Vaticano como el
Archivio di Stato di Roma, donde en la sección Camerale I se conserva documentación
pontificia. Junto a ellos, diversos antiguos estados italianos cuya documentación se
conserva en los diversos archivio di stato: Florencia, Venecia, Nápoles o Milán (como
analiza en esta misma obra para el caso aragonés la profesora Villanueva34).
24 Se nos plantea un problema previo, que es la cantidad de documentación conservada.
Esto depende de cada uno de los archivos, así como de los avatares de los poderes
soberanos con los que Castilla se relacionó. En casi todos, esto es un trabajo todavía por
realizar, pero qué duda cabe que las nuevas tecnologías vienen en nuestra ayuda pues

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en muchos casos podemos acceder a los catálogos a través de Internet, lo que permite
aprovechar mucho más los desplazamientos.
25 A tenor de lo visto anteriormente en el estado de la cuestión bibliográfica, salta a la
vista que estos centros apenas han sido objeto de análisis, al menos para la corte y la
diplomacia en Castilla. En general, podríamos decir que apenas han sido utilizados y
sólo algunos de ellos han merecido la atención de la historiografía, aunque parezca
mentira. El Archivo da Torre do Tombo es, tal vez, uno de los más atendidos; en
concreto, Antonio de la Torre y Luis Suárez Fernández utilizaron parte de sus fondos en
sus trabajos sobre las relaciones con Portugal35, aunque aún queda mucho por explorar.
26 Lo mismo ocurrió con los Archives Nationales franceses, utilizados por Suárez
Fernández en su trabajo sobre el Cisma36. Sin embargo, este caso es un buen ejemplo de
cómo la documentación ya analizada en esos archivos queda lejos de ser completa,
además de poder explotar más sus posibilidades con nuevos enfoques metodológicos.
De esta forma, Suárez Fernández presentó documentación castellana en esos archivos
relativos al Cisma, sin entrar en qué tipo de documentos eran (no era su objetivo a fin
de cuentas), siguiendo en muchos casos los datos ya transmitidos por Georges Daumet.
Como veremos a continuación, un análisis exhaustivo de sus fondos nos aporta
sorpresas.

Un ejemplo de documentación
castellana: los Archives Nationales
(París)
27 Parece lógico pensar que los archivos regios franceses han de conservar gran cantidad
de documentación de sus relaciones con la monarquía castellana en su periodo
bajomedieval. Es conocida la alianza que existió entre ambos reinos a lo largo de finales
del siglo xiv y la mayor parte del siglo xv. De hecho, una de las primeras obras (y casi
única) que se centró en el análisis de esas relaciones entre ambas coronas se basó
principalmente en la documentación de los archivos franceses37. Es más, el mismo
autor en un estudio posterior (pero centrado en el periodo previo, entre los siglos xiii y
xiv) también bebió de las importantes fuentes conservadas en París38. En ellos utilizó
las cartas castellanas y los acuerdos alcanzados para trazar una historia de esas
relaciones: cuándo hubo embajadas, cuándo se produjeron los acuerdos, cuándo se
ratificaron…
28 Ya solo el análisis de estas obras nos muestra la gran cantidad de información
conservada, fundamental para complementar lo poco conservado en Castilla. Pero,
obviamente, esto no supone que el autor presentase ni analizase todo el conjunto de la
documentación (sin tener en cuenta los nuevos análisis que se pueden emprender con
una nueva metodología). Basta para ello un rápido vistazo a los catálogos del
mencionado archivo.
29 Efectivamente, revisando los catálogos del Trésor des Chartes se puede comprobar
cómo los legajos de la serie J comprendidos entre las signaturas 599-606, 657-676, 759,
915-917 y 994 contienen información de índole diplomática que atañe a Castilla o, en su
defecto, a Castilla y otros reinos hispanos39. Es decir, un total de treinta y tres legajos
que contienen información diplomática (acuerdos, cartas de poder, cartas de
creencia…) entre los reyes castellanos y sus embajadores o los monarcas franceses, todo
ello datado entre los siglos xiii y xvi. Es mucha más documentación (y más antigua en
líneas generales) que la que se conserva en Simancas de la misma índole.
30 La importancia de la información que nos puede transmitir este archivo sobre las
relaciones con Francia, pero también en cuanto a los métodos y formas de trabajo de la
diplomacia y la corte castellana, crece si atendemos al contenido de estas layettes. Baste
como ejemplo una de ellas, la 600. Esta contiene un total de once unidades
documentales, entre las que encontramos: poderes de embajadores de Alfonso X en

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1280, treguas entre Castilla y Francia confirmadas por Alfonso X (1280), otra carta de
Alfonso X concordando una reunión entre los reyes castellano y francés (1280), el
nombramiento de un embajador regio en el Imperio por parte de Alfonso X (1256),
bulas pontificias sobre paces entre ambos reinos (1277 y 1284), actas de reuniones de
los embajadores de ambos reinos (1276 y 1288), alianzas de nobles castellanos con el
rey francés (1276) y una recepción de embajadores galos por Alfonso X y el tema a
negociar (1276)40.
31 La documentación conservada ofrece noticias absolutamente desconocidas sobre la
diplomacia en ese periodo (sólo el hecho de que se conserven actas de la negociación es
sorprendente, aunque «sólo» se trate de actas de los acuerdos alcanzados o de las
propuestas de cada una de las partes). Eso sin contar las menciones de embajadores,
sus poderes… En algún caso, estos documentos nos confirman alguna noticia
transmitida por las crónicas (como el caso de Martín, obispo de Astorga, embajador en
1288 en nombre de Sancho IV); pero normalmente nos ofrecen información del resto
de la comitiva (en este caso nos informan también de su compañero, Rodrigo
Velázquez, canónigo de Astorga), aportando, así, datos desconocidos hasta ahora que
permiten analizar quiénes formaron parte de esas embajadas y su imbricación en la
corte41.
32 No cabe duda que el análisis de este archivo es fundamental para conocer la historia
de las relaciones con Francia (desde el punto de vista castellano) así como la relación
entre ambas cortes y su diplomacia. También es muy importante para un correcto
análisis de la diplomacia castellana y sus formas. Pero aún podemos analizar de forma
mucho más concreta otro ejemplo, comparando qué conocemos por las fuentes
castellanas y lo que nos aportan otras ajenas a este reino.

Un ejemplo del beneficio de la


utilización de fuentes ajenas al reino:
las negociaciones con Aragón de 1430
33 Procedo a continuación a presentar un caso que servirá de ejemplo de cómo los
archivos ajenos a Castilla nos permiten ampliar nuestros conocimientos y entrar en el
análisis de las relaciones entre las cortes de los distintos reinos implicados. En este caso
me centraré en un ejemplo de relaciones con la Corona de Aragón, utilizando las
fuentes castellanas por un lado, y las que se conservan en el Archivo de la Corona de
Aragón por otro.
34 En el momento en el que nos centramos, 1431, las coronas de Castilla y Aragón están
en pleno conflicto. Alfonso V intervino en defensa de los intereses castellanos de sus
hermanos los infantes de Aragón, mientras que el rey de Castilla había actuado contra
ellos por sus intentos de detentar el poder en su nombre. Efectivamente el conflicto
interno castellano devino en guerra abierta produciéndose entradas aragonesas en
Castilla y viceversa a lo largo de 142942.

Lo que sabemos por las fuentes castellanas


35 Ambas entradas, la aragonesa y la castellana (aún revistiendo más gravedad la
primera) no pasaron de ser meras algaradas que no llegaron a la batalla. Tras ambas, ya
a finales de 1429, se entablaron conversaciones de paz en Almajano, cerca de Soria,
para conseguir poner fin al enfrentamiento43. Allí negociaron Álvaro de Luna y Lope de
Mendoza, aunque sólo debió servir para acordar unas negociaciones (además de
treguas), puesto que el arzobispo de Toledo, Juan Martínez Contreras, que ya aparece
en Almajano junto al rey, quedó en la frontera para negociar la paz44. Con estas fuentes

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podemos intuir un enorme peso de la corte, y especialmente del entorno más politizado,
pues quienes aparecen son los principales actores políticos.
36 Efectivamente las fuentes toledanas nos muestran al arzobispo en la frontera
aragonesa al servicio regio45: estaba allí para «librar y determinar» las negociaciones
con Aragón y Navarra junto a Mendoza, señor de Almazán46. Sabemos que el arzobispo
quedó en la frontera cuando el rey marchó hacia el sur del reino en 1430 y también que
el prelado seguía en la frontera, en Ágreda en concreto, en junio de 1431, pues desde allí
despachó diversas cuestiones de la sede primada47.
37 Juan Martínez Contreras había sido elegido arzobispo por mediación del rey y había
actuado como embajador regio en el Concilio de Siena entre 1423 y 142448. Todo ello
indica claramente la razón de su elección. Sin embargo, su presencia causaría, a tenor
de las fuentes conservadas, un retraso en las negociaciones. Esto es así porque en el
proceso acudió a Tarazona y, en el momento de entrar, se produjo un conflicto
eclesiástico-diplomático. Intentó hacerlo con la cruz alzada, en señal de su condición de
primado hispano, pero el obispo de Tarazona se negó, alegando defender la primacía en
la persona del arzobispo de Tarragona49. Esto llevó a un pleito que perduró durante
más de dos años, hasta que lo suspendió Eugenio IV en 143350. Por ello sabemos que el
prelado estuvo en la frontera al menos hasta julio de 1431, pero faltan noticias suyas
hasta que se comunicó su muerte en noviembre de 143251.
38 Poco más se puede decir aparte de que el arzobispo estaba en la frontera negociando
y que el peso de los principales personajes de la corte fue fundamental. Apenas nada
sobre la presencia de servidores puramente administrativos, ni sobre contactos con la
corte castellana o aragonesa. Las fuentes en las que encontramos información son las
crónicas y la documentación conservada en el Archivo de la Catedral de Toledo. Pero,
¿qué podríamos conocer con las fuentes aragonesas?

Lo que nos aportan las fuentes aragonesas


39 El Archivo de la Corona de Aragón conserva una cantidad ingente de documentación
emanada y recibida por la corte y la administración regia. Es lógico que entre sus
fondos podamos encontrar abundante información de índole diplomática de las
relaciones con la vecina corte castellana. Gracias a la herramienta PARES podemos
acceder de forma cómoda al menos a una parte de ella. Así, una búsqueda sencilla,
simplemente por los términos «arzobispo de Toledo» en la demarcación temporal
1429-1434 (utilizando la herramienta «Búsqueda avanzada», nos arroja una
cincuentena de documentos conservados en la sección Archivo Real (Real Cancillería).
Todos ellos contienen documentación sobre la negociación desde 1430 hasta 1432, con
cartas que el arzobispo Martínez Contreras, junto a los otros embajadores, escribió a los
oficiales, a los embajadores y procuradores aragoneses y navarros, y a las cortes
castellana y aragonesa. Hay sin duda mucha más documentación que en Castilla.
40 A ello, además, podríamos añadir la ya publicada por Bofarull en el siglo xix sobre las
negociaciones, que nos arroja cientos de páginas sobre las conversaciones hasta 1434,
con lo cual muestra claramente que una búsqueda más profunda nos ofrecería como
resultado una masa casi ingente de documentación52. Sin embargo, bástenos con esto
para demostrar lo que aquí se pretende: la ampliación de la información que el Archivo
de la Corona de Aragón nos ofrece.
41 Gracias a ella, por ejemplo, podemos llegar a saber la nómina completa de los
embajadores y la presencia de un entorno curial. Así, en los primeros documentos de
1430 aparecen las firmas de todos los que forman parte de la comitiva castellana, lo que
las crónicas no nos transmitían. Así, aparecen Juan Martínez Contreras y Pedro de
Mendoza, señor de Almazán (aquellos que mencionan las crónicas o la documentación
castellana), pero también: el deán de Cuenca, dos doctores, Gonzalo González Capoche
(como notario), y otras dos personas más53. Se amplía la nómina cuantitativa y
cualitativamente: el deán de Cuenca era Pedro de Bocanegra, capellán real que había
desarrollado labores diplomáticas al servicio regio, precisamente ante el rey navarro54.
https://journals.openedition.org/mcv/6537 9/16
22/08/2023, 16:05 Corte y diplomacia en la Castilla bajomedieval

Gonzalo González Capoche había sido secretario de Martínez Contreras y en esos


momentos era secretario de latín de Juan II55. El entorno curial que pasaba
desaparcibido en las fuentes castellanas empieza a aparecer.
42 La propia documentación constata quiénes son esos otros personajes o doctores,
además de comprobar las variaciones en la embajada. Así, cuando se alcanza un primer
compromiso en enero de 1431, en Ágreda, aparecen como embajadores castellanos:
Martínez Contreras, Mendoza, Fernando González Dávila (refrendario), Pedro González
del Castillo (oidor de la Audiencia y del Consejo), Juan Fernández de Toro (oidor),
Pedro de Bocanegra, Martín de Vargas (prior de Valbuena) y Pedro Ramírez
(maestrescuela de Toledo y camarero mayor del arzobispo)56. Además, muestra los
cambios que hubo: entrada de Fernán González Dávila, de Rodrigo Alfonso, de Diego
Ramírez, de Juan Ruiz de Peñavier, de Pedro de Castilla (que se incorporó el 9 de
diciembre de ese mismo año, en sustitución de Martínez Contreras, fallecido en 143457).
43 Aparece el itinerario de los embajadores y de las negociaciones: en octubre de 1430 la
legación está repartida por pequeñas poblaciones de la frontera, huyendo de la
pestilencia que les había alejado de Ágreda58. En agosto de 1432 se negociaba desde
Ágreda, dirigiendo la legación aún Martínez Contreras59. En marzo de 1433 estaban en
Alfaro y ya no aparecen ni Martínez Contreras ni Pedro de Mendoza, que fue sustituido
por su hijo Diego Hurtado de Mendoza60.
44 También se aportan datos sobre el funcionamiento de la diplomacia, en algunas
ocasiones con formas de actuación que podíamos sospechar para Castilla, pero que
hasta el momento no habíamos comprobado fehacientemente. Por ejemplo, las
procuraciones de los embajadores tenían una fecha de caducidad, con lo cual el rey se
veía obligado a renovarla antes de que llegase (así, el 16 de julio de 1432 hacía lo propio,
renovándola por un año más a partir del 25 de julio)61. Además, se conservan los
poderes concedidos a sus embajadores, algo que en Castilla es absolutamente
excepcional, como ya hemos visto62. Se conservan alegaciones por escrito de los
procuradores y también las respuestas de los rivales, claro, con lo cual podemos asistir
a la negociación (que se aleja del tema que aquí nos centra, pero que es fundamental
para la historia de la diplomacia)63. El ACA nos muestra, además, una constante
correspondencia con la corte castellana y con la aragonesa, con hasta 49 cartas64.
45 Como podemos ver, a la vista de los ejemplos y con una somera aproximación a la
documentación conservada fuera de Castilla, si queremos hacer la historia de la
diplomacia y su relación con la corte hay que buscar fuera. La lógica indicaba que allí
debía hallarse (aunque hemos de insistir que esa lógica no parecía haberse percibido
hasta ahora), y la realidad ha mostrado, en dos ocasiones, que efectivamente allí está.
Allí podemos encontrar datos sobre cómo funcionaba, cómo se organizaba, quiénes
eran sus componentes, cuáles eran sus objetivos, de qué poderes les dotaba la
monarquía, qué miembros de la corte y del entorno burocrático del rey participaban;
sobre cómo se negociaba, las formas, los medios, los acuerdos alcanzados, su
confirmación por los embajadores o el mismo monarca… en definitiva, las fuentes que
necesitamos.
46 La única forma de saber también cómo esa diplomacia se imbricaba en el mundo
cortesano es acudir a esos archivos. Allí podremos comprobar de dónde procedían y qué
cargos tenían los embajadores, si había miembros de la burocracia entre ellos, cómo se
relacionaban con la corte ajena, cómo se les recibía, agasajaba o ignoraba. Podremos
ver también el peso que la política interna o los cambios en la corte tenían en esas
embajadas y en sus componentes, es decir, cómo se relacionaban corte y diplomacia,
cómo una se imbricaba en la otra; cómo, incluso, cuando se negociaba fuera del ámbito
cortesano, éste estaba presente.
47 Para acceder a ello hemos de salir, hemos de volver a los archivos ya visitados y
explotar al máximo esa información. Hemos de acudir donde nunca se llegó para
buscarla. Aragón, Francia, Inglaterra, Portugal, Navarra, el Imperio, el papado, los
estados italianos… Dado que la diplomacia castellana actuó sobre ellos es necesario
comprobar qué queda allí, de las cartas regias de presentación y de poder que
entregaron a los respectivos señores y que, a veces, custodiaron en sus archivos.
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48 Obviamente no podemos dejar de lado los archivos castellanos. Aún hay cosas por
hacer y sitios donde buscar esa información: archivos familiares de los embajadores,
archivos eclesiásticos, municipales (Toledo, Murcia, Burgos, Osma…), el mismo Archivo
General de Simancas. Aún podemos encontrar información sobre los burócratas que
formaban parte de los aparatos de la monarquía que intervenían en la diplomacia:
trujumanes, secretarios reales, secretarios de latín… Hay que revisar las crónicas en
busca de toda la información diplomática: recepciones, fiestas, noticias de la
negociación… de forma que se pueda crear un corpus lo suficientemente amplio que
permita analizar esa parte fundamental de la diplomacia, como es su desarrollo en la
corte.
49 Sin embargo, es la búsqueda en el exterior la que debe aportarnos la mayor parte de
la información. Sólo de esta forma podremos plantearnos abordar el estudio de la
diplomacia y la corte desde un punto de vista metodológico renovado, y acercar nuestro
conocimiento del funcionamiento de la diplomacia castellana al que se tiene sobre la de
reinos vecinos.

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Notes
1 El presente trabajo se enmarca dentro del proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia e
Innovación nº HAR2010-16762 «Prácticas de consenso y de pacto e instrumentos de
representación en la cultura política castellana (siglos xiii al xv)».
2 Ladero Quesada, 2000, p. 461.
3 Pereira Castañares, 1992, pp. 155-156.
4 Ochoa Brun, 1999-2012.
5 La cantidad de las fuentes supone una de las grandes fallas del autor. La nómina que presenta
se reduce a los grandes embajadores y alguna de las grandes misiones.
6 Goñi, 1848.
7 Rymer, Foedera.
8 Tejada y Ramiro, Colección de los tratados. Lo hace en un fáctico tomo VII que está integrado
en el VI.
9 Abreu y Bertodano, Colección de los tratados de paz.
10 Suárez Fernández, 1956; Id., 1950, también Mitre Fernández, 1999; Suárez Fernández,
1977-1982, pásim.
11 Torre, Suárez Fernández, 1958-1963, línea luego continuada, tras la muerte de su maestro,
por Suárez Fernández, 1965-1972; Id., 1959; Id., 1960; Díaz Martín, 1981.
12 Díaz Martín, 1987.
13 Ochoa Brun, Historia. Realiza un repaso desde la época antigua, dedicando a la época
medieval los volúmenes 1 (el ámbito castellano) y 2 (ámbitos aragonés y navarro).
14 Sobre Ayala, véase Suárez Fernández, 1962; Meregalli, 1955; o el más reciente, pero
también inferior, de Serrano de Haro, 2001. A Cartagena como diplomático le dedica una parte
de su estudio Fernández Gallardo, 2002, pásim. Y sobre Villena, véase Olivera Serrano,
1995.
15 Goñi Gaztambide, 1966; Álvarez Palenzuela, 1992; Suárez Fernández, 1963; Fernández
Gallardo, 1994; Villarroel González, 2007, Id., 2013; Diago Hernando, 1995.
16 Además de los mencionados: García Fernández, 2008; Beceiro Pita, 1996; Id., 1997; Id.,
1999.
17 Olivera Serrano, Pastor Bodmer, 2000; Masià de Ros, 1994; Ferrer i Mallol, 2005;
Moxó y Montoliu, 1997; Álvarez Palenzuela, 2000; López Fernández, 2008.
18 Francia: Daumet, 1913; Id., 1898; Olivera Serrano, 1993. Francia e Inglaterra: Ceberio
Castro, 1988. Inglaterra: Echevarría Arsuaga, 2007; Bello León, Hernández Pérez, 2003.
Imperio: Diago Hernando, 1995; Meyer, 1998.
19 Desde épocas concretas a periodos algo más amplios: Nieto Soria, 1996; Fernández de
Córdova Miralles, 2005; Villarroel González, 2010b.
20 Ladero Quesada, 1998, p. 341.
21 Gómez Izquierdo, 1968, p. 38; Cañas Gálvez, 2012, pp. 365-366, 374-375 y 184.
22 Tenemos documentados trujumanes entre los cargos de la corte desde 1443 (Gome Díaz de
Arabia), Gómez Izquierdo, 1968, p. 104. Es conocido el trabajo sobre los contactos con el Egipto
mameluco: Martínez Montavez, 1963.
23 No hay espacio aquí para un análisis ya realizado: Péquignot, 2009, pp. 1-8.
24 Villarroel González, 2013, Id., 2010a.
25 Amezua, 1945, p. 11.
26 Ibid., pp. 11 sqq.; así se puede comprobar en la información del archivo Granda Juesas, 1989,
p. 55.
27 Rodríguez de Diego, 1998.
28 La historia de la edición de crónicas es muy extensa. Baste citar uno de los últimos y sin duda
más ambiciosos emprendidos en los últimos años: el análisis de la cronística castellana desde sus
orígenes hasta época de los Reyes Católicos, llevada a cabo por Gómez Redondo, 1998-2007, al
hilo del análisis de la prosa castellana; Id., 2012.
29 Lorenzo Galíndez de Carvajal, Crónica del serenísimo príncipe don Juan, p. 382.

https://journals.openedition.org/mcv/6537 14/16
22/08/2023, 16:05 Corte y diplomacia en la Castilla bajomedieval
30 Archivo de la Catedral (AC) de Cuenca, Secretaría, Actas capitulares, Libro III, f° 56vº.
31 Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 13 018, fos 149vº-150rº; Villarroel González,
2001, pp. 173-174; Id., 2003, pp. 277-278; Archivo Capitular (AC) de Toledo, A.8.L.1.1a.
32 Especialmente en la Chambre des Comptes, véanse, por ejemplo, los inventarios de los bienes
de Margarita de Austria (Archives Départementales du Nord, Chambre des Comptes, n. 123.900),
publicado en F. Checa Cremades (dir.), Los inventarios de Carlos V y la familia imperial/The
Inventories of Charles V and the Imperial Family, Madrid, Villaverde editores, 2010, vol. 3, p.
2389.
33 Una búsqueda sencilla en su base de datos ofrece notable información sobre la actividad
castellana: así, buscando simplemente «Castille» nos encontramos con la primera entrada que
arroja como resultado la actuación de Gonzalo Moro como embajador de Enrique III (SC
8/179/8931), disponible en <http://discovery.nationalarchives.gov.uk/SearchUI/Details?
uri=C9294799> [consultada el 30/10/2013].
34 Páginas 143-146 de este volumen.
35 Torre, Suárez Fernández, 1958-1963.
36 Suárez Fernández, 1960.
37 Daumet, 1898.
38 Id., 1913.
39 Se puede consultar en el Plan d’Orientation Général, Notice J, Trésor de Chartes, disponible
en
<http://www.archivesnationales.culture.gouv.fr/chan/chan/fonds/EGF/SA/SAPDF/egfn_j.pdf>
[consultado el 30/12/2013], o bien en la sala de inventarios del CARAN (Archives Nationales).
40 Información extraída del legajo conservado en el CARAN: Archives Nationales, J/600.
41 Lo transmite la crónica regia: Crónica del rey don Sancho el Bravo, en Crónicas de los reyes
de Castilla, t. I, p. 72. Véase Villarroel González, 2013, p. 314. Archives Nationales, J/600,
nº 20.
42 Para una aproximación al periodo: Porras Arboledas, 1993, pp. 148-196.
43 Lo transmite una de las crónicas del reinado: Lorenzo Galíndez de Carvajal, Crónica del
serenísimo príncipe don Juan, p. 471.
44 Villarroel González, 2013, p. 323
45 Id., 2003, pp. 68-69.
46 AC de Toledo, A.8.L.1.3. Es una orden de proteger los bienes y derechos del arzobispo y sólo
informa de la razón por la que está en la frontera, sin dar detalles. Es un rasgo típico de las
noticias conservadas en estos archivos.
47 AC de Toledo, V.9.C.1.3.
48 Villarroel González, 2001, pp. 164-179; Id., 2007, pásim.
49 AC de Toledo, X.8.D.1.2a.
50 AC de Toledo, X.8.D.1.2.
51 AC de Toledo, V.9.C.1.3ª; AC de Toledo, A.8.L.1.5.
52 Bofarull y de Sartorio, 1869. Bien es cierto que en la publicación en ningún momento se
indica la signatura de la documentación que se transcribe.
53 Pueden apreciarse sus firmas en Archivo de la Corona de Aragón (ACA), Cancillería (C), Cartas
reales (CR), Alfonso IV [V], Serie general (SG), 1552.
54 Véanse unos apuntes biográficos en Villarroel González, 2011, pp. 576-577.
55 Cañas Gálvez, 2012, pp. 365-366.
56 Bofarull y de Sartorio, 1869, pp. 18-19.
57 Ibid., pp. 441 sqq.
58 ACA, C, CR Alfonso IV [V], SG 1514.
59 Ibid., SG 1705.
60 Bofarull y de Sartorio, 1869, pp. 394 sqq.
61 Ibid., p. 349.
62 Ibid., pp. 121 sqq.
63 Ibid., pp. 184 sqq.
64 ACA, C, CR Alfonso IV [V], SG 1514, 1518, 1519, 1528, 1557, 1601, 1602, 1614, 1615, 1629, etc.

https://journals.openedition.org/mcv/6537 15/16
22/08/2023, 16:05 Corte y diplomacia en la Castilla bajomedieval

Pour citer cet article


Référence papier
Óscar Villarroel González, « Corte y diplomacia en la Castilla bajomedieval », Mélanges de la
Casa de Velázquez, 45-2 | 2015, 105-124.

Référence électronique
Óscar Villarroel González, « Corte y diplomacia en la Castilla bajomedieval », Mélanges de la
Casa de Velázquez [En ligne], 45-2 | 2015, mis en ligne le 01 janvier 2018, consulté le 22 août
2023. URL : http://journals.openedition.org/mcv/6537 ; DOI : https://doi.org/10.4000/mcv.6537

Cet article est cité par


González, Óscar Villarroel. (2020) Diplomacia y construcción monárquica.
Medievalista online. DOI: 10.4000/medievalista.3313

Auteur
Óscar Villarroel González
Universidad Complutense de Madrid

Droits d’auteur

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