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Mario Lipsitz
Resumen
La exigencia henryana de una manifestación absoluta del fundamento lo lleva desde su primer
gran trabajo L´essence de la manifestation (1963) a subordinar la ontología a la fenomenología. Una
fenomenología que, sin embargo, ha de abandonar el phainomenon griego –inevitablemente finito
y determinado por el medio en que se produce: el mundo, la exterioridad– para consagrarse a la
descripción de una revelación infinita e invisible que el filósofo identifica con la afectividad que
reina en la intimidad de la vida. Abordamos en este artículo los argumentos más generales de la
crítica henryana a la ontología que se expresa en las filosofías de la conciencia, en el idealismo
alemán y en las filosofías de la existencia.
Palabras clave: afectividad – ontología – fenomenología – vida – subjetividad
Summary
The Henry’s exigency of one absolute manifest of the fundament takes him from his first big
work L’essence de la manifestation (1963) to subordinate the ontology to the phenomenology. A
phenomenology that has to abandon the Greek phainomenon –inevitable limited and determined
by the environment in which takes place: the world, the outdoors– to devote to the description
of one infinite and invisible revelation that the philosopher identifies with the sensitiveness
which reigns in the intimacy of life. This article brings to attention the most general arguments
of Henry’s critics on the ontology that expresses itself in the philosophies of the conscience, in
the German idealism and in the existential philosophies.
Key words: sensitiveness – ontology – phenomenology – life – subjectivity
Résumé
L´exigence posée par M. Henry d´une manifestation absolue du fondement l´amène depuis son
premier grand livre L´essence de la manifestation (1963) à subordonner l´ontologie à la
phénoménologie. Une phénoménologie qui, toutefois, delaisse ou plutôt dépasse le
phainomenon grec –inévitablement fini et determiné en vertu du milieu dans lequel il se produit
(le monde)– et qui desormais se consacre à la description de son fondement compris comme
une revelation infinie et invisible que le philosophe identifiera à l´afectivité de la vie. Nous
reprenons dans cet article les lignes générales qu´assume la critique henrienne de l´ontologie
implicite dans les philosophies de la conscience, dans l´idéalisme allemand et dans les
philosophies de l´existence.
Mots clefs: afectivité – ontologie – phénoménologie – vie – subjectivité
INTRODUCCIÓN
Voy a referirme a la crítica henryana de la ontología tradicional y a su relación
con la fenomenología tal como la comprende el filósofo francés. No se
abordará aquí pues la filosofía de Henry en su expresión positiva, sino su
singular punto de vista sobre la ontología occidental, del que intentaré ofrecer
una aproximación muy general.
Dado que el sentido de ser del existente singular presupone el sentido de
ser en general, el trabajo de elucidación de la ontología –sostiene Henry– no
puede hacerse recaer sin contradicción en la explicitación del sentido de ser de
un existente determinado.
Sobre esta observación descansan las críticas henrianas a las llamadas
“filosofías de la conciencia”, a la fenomenología de la razón y a su supuesta
superación por las “filosofías de la existencia”, que hemos de presentar a
continuación.
3 Ibid., 27.
4 Ibid.
10 Ibid., 11.
11 Ibid., 9-13.
12 Ibid., § 3, § 4 y § 5.
13 Ibid., § 5.
14 Ibid.
15 Ibid., § 8.
16 Ibid.
17 Ibid., 45. Se encuentra también una presentación sintética de la crítica henryana a la
ontología en su conferencia “Phénoménologie de la naissance”, publicada en Alter, Revue de
Phénoménologie 2 (1994): 295-312.
18 Ibid., § 6.
19 Henry, “La crítica del sujeto”, en Fenomenología de la vida (Barcelona: Columna Editores,
1991).
CONCLUSIÓN
La crítica henryana a la ontología significa: la exigencia intransigente de
expulsar la determinación fuera de la esencia de la manifestación. Pero
también la exigencia del carácter absolutamente fenomenológico del
fundamento: ser es, en Henry, aparecer, pero aparecer de tal modo que lo que
aparece en él es ante todo el puro aparecer considerado como tal y
desprovisto de toda determinación óntica.
La crítica de la ontología significa, además, la subsunción de la ontología a
la fenomenología, pero no para limitarla sino, por el contrario, para
preservarla en su designio. Si el “ser” es algo más que una pura consideración
formal impuesta por las exigencias de la razón –sostiene Henry– también debe
aparecer: también el ser debe su ser a su aparecer.21
Por último, la crítica de la ontología conduce en Henry al reconocimiento
de una esfera invisible de fenomenalidad que sostiene y garantiza en última
instancia la posibilidad de la fenomenalidad ekstática griega. La esencia última
de la manifestación es, en Henry, una afectividad ontológica pura en cuya
inmanencia radical se revela el infinito.22 Pero, por ser esta esencia ajena a la
luz del mundo en la que se muestra el phainomenon griego –lo finito y su
finitud–, la filosofía nunca la ha sabido pensar.
Finalmente, ¿cuál es la significación para el hombre que habita el mundo,
la significación existencial de este olvido del fundamento y de su modo propio
de manifestación?
Al igual que la luz de la que hablan las Escrituras y que brilla sobre los justos y sobre los
injustos –escribe Henry–, el aparecer del mundo ilumina todo lo que ilumina con
indiferencia: cosas o personas, en la neutralidad más aterrorizante. Hay víctimas y
torturadores, hay actos caritativos, hay genocidios, reglas y excepciones, excesos, el
viento, el agua, la tierra, y todo esto ante nosotros del mismo modo, bajo este modo de
ser que expresamos cuando decimos: “esto es”, “hay”. Pero el aparecer del mundo no
sólo es indiferente a todo lo que él devela, sino que además es incapaz de conferirle
existencia.23
La indiferencia, la neutralidad de la luz que brilla sobre el ente: no expresan
sino la exterioridad del ente respecto de su propio aparecer, la contingencia de
su manifestación, la fenomenalidad puramente exterior en que se exhiben las
cosas del mundo. Es en este sentido que, en este medio, “nadie ha visto un
hombre ni tampoco lo verá”:24 el hombre henryano, una realidad puramente
interior y afectiva, una realidad invisible.
Me permito añadir, en el mismo sentido, que, bajo la neutralidad
indiferente de esta luz del mundo que la filosofía interroga desde los griegos
buscando el sentido del ser, los genocidas nunca son genocidas, ni tampoco
los excesos son excesos. Nunca se produce en ella algo semejante al
sufrimiento o a la alegría. En la objetividad ciega que impone la luz del
mundo, en la exterioridad brutal que despliega, no puede haber más que
“hechos”.
Mario Lipsitz
Universidad Nacional de General Sarmiento
Dirección: Gorriti 4950
1414 Buenos Aires
ARGENTINA
E-mail: mlipsitz@ungs.edu.ar
23 Henry, C´est moi la vérité. Pour une philosophie du christianisme (París: Seuil, 1996).
24 Henry, “La crítica del sujeto”.