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El Argonauta español

Revue bilingue, franco-espagnole, d’histoire moderne et contemporaine consacrée à


l’étude de la presse espagnole de ses origines à nos jours (XVIIe-XXIe siècles)

13 | 2016
Varia
Livraison juin: La prensa y el levantamiento militar del 18 de julio de 1936

Los discursos catastrofistas de


los líderes de la derecha y la
difusión del mito del « golpe de
Estado comunista »
EDUARDO GONZÁLEZ CALLEJA
https://doi.org/10.4000/argonauta.2412

Résumés
Français English Español
En utilisant la théorie des processus d’encadrement culturel de l’action collective (framing
processes), cet article examine la campagne de délégitimisation du régime républicain menée
au printemps 1936 par les porte-parole politiques et journalistiques de la droite anti-libérale
sur deux points étroitement liés dans l’esprit du conservatisme espagnol de l’époque  :
l’incapacité du régime à résoudre le problème de l’ordre public et son rôle en tant que prélude à
une action révolutionnaire communiste. Ces processus d’encadrement jouèrent un rôle clé
dans la mobilisation de grande ampleur qui appuya le coup militaire du 18 Juillet, et la
légitimisation du régime franquiste

Using the theory of framing processes in collective action, this article examines the campaign
of delegitimization of republican regime addressed by political and journalistic spokesmen of
the anti-liberal right during the spring of 1936 in two issues closely linked in the mind of
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Spanish conservatism of the thirties: the regime’s the problem of Tout
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order
and its role as a prelude to a revolutionary communist uprising. These processes of framing
were a key to achieve the broad-based mobilization that gave coverage to the military coup of
July 18 and then to legitimize the Franco’s regime.

Utilizando como punto de referencia la teoría de los procesos de encuadramiento cultural de la


acción colectiva (framing processes), el presente artículo estudia la campaña de
deslegitimación del régimen republicano abordada por los portavoces políticos y periodísticos
de la derecha antiliberal durante la primavera de 1936 en dos aspectos clave que estuvieron
íntimamente relacionados en la mentalidad del conservadurismo español de los años treinta :
la incapacidad del régimen para resolver el problema del orden público y su papel como
antesala de una acción revolucionaria de tipo comunista. Estos procesos de enmarcamiento
serían un elemento clave para conseguir la movilización de amplia base que dio cobertura al
golpe de Estado del 18 de julio y legitimar a continuación al régimen franquista.
Entrées d’index
Mots-clés : anticommunisme, Droite, peur, Seconde République, violence
Keywords: anticommunism, Right, fear, Second Republic, violence
Palabras claves: anticomunismo, Derecha, miedo, Segunda República, violencia

Texte intégral
1 Durante la primavera de 1936 fue necesaria una redefinición de la naturaleza de la
violencia como amenaza inminente a la integridad personal, social y política de
determinados grupos para que éstos optaran por una respuesta armada expeditiva y sin
cuartel que adoptó la forma de una guerra civil1. El miedo, instrumentalizado y agitado
como un trapo rojo delante de la población, provoca que, a veces, ésta no constatara el
desfase entre el grado real de violencia sufrida y su percepción en las tensas
circunstancias que se estaban viviendo. El generalizado estado de miedo y de ansiedad
generado por la incertidumbre aceleró la dinámica de represalias y contrarepresalias,
en medio de continuos llamamientos a la resolución de los problemas políticos por
medio de la fuerza.
2 La acción contrarrevolucionaria no fue sólo el resultado de la vulnerabilidad del
régimen republicano o de la capacidad organizativa de los distintos grupos de la
derecha, sino que también fue una construcción cultural. La justificación de la rebelión
militar ante un pretendido estado de caos social y contra la « amenaza roja » cuajada en
el mito del golpe comunista fue un exponente señero de un proceso de encuadramiento
cultural que permitió a la derecha concitar adhesiones para incitar a la movilización
electoral y emprender luego la acción contrarrevolucionaria. Los procesos de
encuadramiento son « esfuerzos estratégicamente conscientes emprendidos por grupos
de gente para elaborar concepciones comunes del mundo y de ellos mismos que
legitiman y motivan la acción colectiva  »2. Los marcos de acción colectiva son un
conjunto de creencias y significados compartidos (ideas, tradiciones, discursos
políticos, lenguajes, actitudes mentales, símbolos, ritos, mitos y valores), orientados a la
acción, que permiten a los colectivos movilizados dar sentido al mundo social que les
rodea y elaborar discursos críticos, es decir, interpretar las circunstancias políticas en
tono contencioso y autoidentificarse como grupo3.
3 La definición e identificación, por parte de los portavoces de la derecha, del Frente
Popular como caos o tiranía, cuyo programa político actuaba por acción u omisión
como antesala de la revolución comunista, tuvo la virtualidad de generar, atizada por el
miedo, el clima cultural necesario para alentar el enfrentamiento civil. Durante la
primavera de 1936, los voceros de las distintas formaciones de derecha destacaron la
ilegitimidad de ejercicio del régimen republicano a través de la denuncia de dos
aspectos clave e íntimamente relacionados en la mentalidad del conservadurismo
español de los años treinta : su incapacidad para resolver el problema del orden público
y su papel como antesala de una acción revolucionaria de tipo comunista. Estos
procesos de encuadramiento serían clave para conseguir la movilización de amplia base
que dio cobertura al golpe de Estado del 18 de julio y legitimó a posteriori al régimen
franquista.

I - Los debates parlamentarios sobre la


cuestión del orden público
4 Tras la derrota electoral de febrero, la prensa monárquica en sus diversas tendencias
no cesó de atizar el espectro de la revolución y la guerra civil. En su opinión, la
«  táctica  » gilrroblista de «  asalto  » y legalista a la democracia republicana no había
hecho sino esterilizar el triunfo de las derechas en 1933 y conceder a la revolución el
tiempo necesario para reponerse del golpe sufrido en octubre de 1934. Se imponía una
nueva actuación que abandonase el «  retrasado concepto sobre la legalidad  » de los
dirigentes cedistas, que no era «  lo que exige en nuestra época en la lucha
contrarrevolucionaria  »4. Era necesaria una nueva táctica, esta vez inequívocamente
movilizadora y rupturista con la legalidad : « O rinde España un supremo esfuerzo —
decía La Época—, sumando las energías de todos sus ciudadanos o desaparece como
nación, sepultada bajo la ola roja de Moscú, cuyas primeras víctimas serían
precisamente los ciudadanos que aún intentan en vez de combatir, contemporizar con
la revolución »5. Fue entonces cuando el discurso político de la extrema derecha, que no
había tenido reparos en hablar de «  contrarrevolución  » y «  reacción  » durante la
campaña de febrero, alcanzó su caracterización definitiva, que mantendría durante la
guerra y la posguerra. Un relato basado en la maniquea contraposición de símbolos  :
« civilización o barbarie », « por España o por Rusia », « la bandera española contra la
bandera roja  », «  cruz por un lado, de otro, la hoz y el martillo, «  el voto contra el
puño  », etc.6 La inoculación de un ambiente guerracivilista que rompiera con la
normalidad democrática fue su principal misión. Como reconoció el activista
monárquico Jorge Vigón :

« En los últimos años de la Segunda República había aquí muchas gentes que se
resistían a entender que estábamos ya en guerra civil : algunos lo decíamos,
pero apenas nadie aceptaba la idea ; donde unos cuantos veíamos las típicas
acciones de extrema vanguardia que conducen a la toma de contacto de dos
ejércitos, los demás se obstinaban en ver solamente atentados, represalias y
contrarrepresalias. Parecían afectados de una ceguera irremediable que le
colmaba a uno las medidas de la irritación. Y los mismos que mataban y morían
se imaginaban protagonistas de episodios anormales de una lucha política muy
corriente »7.

5 Esta tarea de ruptura retórica de la normalidad a través de la difusión de un discurso


catastrofista fue la tarea prioritaria de los portavoces más cualificados de la derecha,
que convirtieron las Cortes en lo contrario de un ámbito de argumentación, conciliación
y deliberación  : el Congreso se erigió en caja de resonancia que amplificaba los
antagonismos que fraccionaban al conjunto de la sociedad, de suerte que la Guerra Civil
se declaró antes en el Parlamento que en la calle8. Tras la estrepitosa derrota electoral
de Gil Robles, la pérdida del acta por el líder de Renovación Española Antonio
Goicoechea y la entrada en la cámara de una decena de parlamentarios afectos al
Bloque Nacional, José Calvo Sotelo se convirtió en el más influyente portavoz de la
derecha antirrevolucionaria y transformó su escaño en altavoz de una propaganda
violenta destinada a preparar el ánimo de las masas derechistas a favor de un golpe de
Estado. El 21 de febrero, indicaba que el movimiento actual ya no era político, como en
1931, sino social. La misión de las derechas era « no estorbar, antes al contrario, ayudar
a los creadores del Estado mientras sinceramente traten de convertirlo en instrumento
de paz ciudadana ; y cuando les falle el propósito —cosa segura, más o menos pronto,
porque ya ocurrió en 1932, 1933 y 1934—, ir derechamente a la sustitución integral de
ese Estado. En esta fase, naturalmente, no se juega el problema de régimen, pero sí en
la posterior »9. Llegado el momento, llamaba a « actuar como cirujano con el Ejército
en el seno de la sociedad »10.
6 El gobierno, que había pospuesto en dos ocasiones el debate sobre el orden público
en la Comisión Permanente de las Cortes de 1933, a la espera de que se calmaran los
ánimos11, tuvo que afrontarlo en el peor momento, al día siguiente de los tumultos
ocasionados en Madrid con ocasión del Día de la República, que habían provocado dos
muertos, y en vísperas de una nueva jornada luctuosa que arrojó un balance de cinco
muertos y más de 30 heridos. Desde el primer momento, el antiguo ministro de la
Dictadura mantuvo una actitud provocadora  : presentó de forma marcadamente
sectaria la cuestión del orden público, relatando prolijamente supuestas violencias
sociales mezcladas deliberadamente con conflictos sociolaborales e incluso delitos
comunes, cifrando en 74 muertos y 345 heridos las víctimas provocadas desde el triunfo
del Frente Popular al 15 de abril, e intentando justificar con ello un freno a la
«  revolución  » que se plasmaría en la instauración de un «  Estado autoritario y
corporativo », lo que llevó al diputado comunista José Díaz a proferir una amenaza de
muerte12. Dos días más tarde, los principales diarios conservadores publicaron una
prolija relación de los supuestos incidentes violentos protagonizados por la izquierda,
entrando deliberadamente en el juego de denuncias y aliento de los desórdenes
callejeros mantenido por la extrema derecha toda esa primavera13. La publicística de
extrema derecha acogió acríticamente estos datos, que fueron publicados sin apenas
enmienda en numerosos libros durante la etapa franquista14. El embajador
norteamericano Claude Bowers explica muy gráficamente la estrategia desarrollada por
la prensa ultraconservadora :

« Todos estos incidentes eran cuidadosamente y sistemáticamente compuestos


diariamente y publicados en los periódicos antidemocráticos bajo un titular
permanente : “Desórdenes sociales en España”. La prensa extranjera daba la
mayor importancia a esto. Era como si en los Estados Unidos, por ejemplo,
todas las peleas, todas las muertes, todos los robos, crímenes, huelgas, no
importa lo insignificante que fuesen, se anotaran y se publicaran en la primera
página del The New York Times bajo el título permanente : “Desórdenes
sociales en los Estados Unidos” »15.

7 La progresiva merma del poder legitimador del discurso parlamentario ante la


sociedad tuvo su plasmación más acabada en la prensa diaria. Todo parece indicar que
las denuncias y recuentos de desmanes expuestos por Calvo Sotelo y Gil Robles en el
Parlamento procedían de una red de informadores establecida ex profeso por los
partidos de derecha, si bien en el caso del líder bloquista no parecen órdenes directas,
sino unas informaciones espontáneamente remitidas por sus seguidores16.
8 Durante esa primavera reaparecieron en la prensa conservadora secciones fijas
tituladas «  Alteraciones de orden público  », «  Síntomas  », «  Cuestiones sociales  »,
«  Conflictos de trabajo, etc., que magnificaban todo tipo de desorden público17. La
prensa conservadora británica reforzó la imagen que tenía el Foreign Office de los
sucesos de España : periódicos como The Times, The Daily Mail y The Daily Telegraph
incluyeron los informes que Calvo Sotelo y Gil Robles ofrecían regularmente en las
Cortes contabilizando los actos de violencia en España18, lo que indujo al gobierno a
convocar a todos los corresponsales extranjeros al Ministerio de Estado para
amonestarles «  por enviar reportajes sobre la situación de España, que eran
tendenciosos, engañosos y deliberadamente exagerados »19.
9 Los voceros de la derecha más radical denunciaban el deterioro constante del
principio de autoridad debido a la ausencia de un gobierno fuerte que controlase los
excesos de las masas, ya que las autoridades locales y provinciales campaban por sus
respetos sin acatar las órdenes superiores, y con el apoyo de las « milicias socialistas »
20
.
10 El día 25 de abril, en una entrevista concedida al diario ABC, Calvo Sotelo volvió a ex-
poner la alternativa maniquea que se cernía sobre España : o el comunismo o un Estado
«  nacional  » que en su boca adquiría caracteres marcadamente totalitarios. Sin
embargo, el 11 de julio daba su opinión al periódico bonaerense La Nación de que, a
pesar del aumento de las huelgas, creía que había menos riesgo de que se produjese
otra insurrección izquierdista del que había existido en febrero, ya que ninguno de los
partidos revolucionarios estaba planeando semejante actuación en un futuro
inmediato21.
11 El 19 de mayo, el nuevo primer ministro Santiago Casares Quiroga anunció
desafiante que «  se han acabado las contemplaciones con los enemigos, claros o
encubiertos, de la República », declarando además que « hace algún tiempo yo dije que
no estaba dispuesto a tolerar una guerra civil. Pues bien  ; cuando se trata de un
movimiento fascista —digo fascista sin determinar esta o aquella organización, pues
todos sabemos qué es el fascismo y cuáles son las organizaciones fascistas—, cuando se
trata de atacar a la República democrática y las conquistas que hemos logrado junto al
proletariado, ¡ah  !, yo no sé permanecer al margen de esas luchas y os manifiesto,
señores del Frente Popular, que contra el fascismo el Gobierno es beligerante »22.
12 Esta terminante declaración de defensa de la República motivó una airada réplica del
dirigente monárquico. En su opinión, el Gobierno no podía ser beligerante, sino
« aplicar la ley inexorablemente a todos. Pero el Gobierno no puede convertirse en un
enemigo de hombres, de compatriotas, cualquiera que sea la situación en que éstos se
coloquen, porque para castigar la delincuencia existen leyes y un Poder Judicial, que es
el encargado de aplicarlas y de sancionar a los que las infringen  ». El líder bloquista
advirtió que, frente al sectarismo del gobierno, « un general [...] sería siempre un dique
magnífico, probablemente irrebatible, contra la anarquía, porque sabría interpretar el
deber patrio, y en aras del deber patrio el deber militar, que consiste en servir
legalmente cuando se mande con legalidad y en servicio de la Patria, y en reaccionar
furiosamente cuando se manda sin legalidad y en detrimento de la Patria  »23. Acto
seguido, y tras solicitar la adopción en España de las medidas económicas corporativas
italianas y alemanas, Calvo Sotelo mantuvo un violento incidente con el diputado
socialista santanderino Bruno Alonso, a quien insultó gravemente, y concluyó con un
llamamiento al deber patriótico del Ejército en reaccionar contra las asechanzas
antinacionales24.
13 El 11 de junio, el Gobierno presentó al presidente de las Cortes una petición para que
la Cámara prorrogase el estado de alarma, petición que Martínez Barrio llevó a la
Cámara pese a no estar incluida en el orden del día. El resultado fue que la minoría
monárquica no pudo exponer su postura, con lo que Calvo Sotelo presentó al día
siguiente la oportuna protesta. El 16 de junio, en otro histórico debate sobre orden
público, Gil Robles hizo otra prolija relación de actos violentos provocados
supuestamente por la izquierda25, e interpeló al Gobierno para que arbitrase las
«  medidas necesarias para poner fin al estado de subversión en que vive España  ».
Marcelino Domingo le respondió recordando las más graves crisis de la Monarquía :

« Más grave era la situación en 1917, cuando, por la actitud del régimen, hubo
de convocarse una asamblea de parlamentaros en Barcelona, y siguió a la
asamblea de parlamentarios un movimiento revolucionario de gran volumen.
Más grave fue la situación producida en 1921, como consecuencia de una
descomposición de los organismos del Estado a que no se ha llegado en ningún
momento en la República, situación de descomposición que determinó la
catástrofe de Annual. Mucho más grave en 1923, cuando hubo necesidad de
producir una sublevación militar ; porque, agotados todos los partidos del
régimen, fue necesario acudir a un general insurrecto para salvar con una
situación de fuerza, la monarquía. ¿Quiere ofrecerse la monarquía como un
régimen de superioridad en la conservación del orden público en parangón con
la República ? Pues ahí quedan todos estos hechos para evidenciar, primero, la
herencia ; segundo, la inferioridad »26.

14 En esa misma sesión, Calvo Sotelo volvió a denunciar la anarquía existente y achacó
al Frente Popular « el 60 % del desorden público », económico y militar. En cuanto al
compromiso manifestado por el gobierno de poner coto a la situación, advirtió con su
habitual tono apocalíptico  : «  Estos propósitos podrán ser sinceros, pero os falta la
fuerza moral para convertirlos en hechos […] Han sido precisos 250 ó 300 cadáveres,
1.000 o 2.000 detenidos y centenares de huelgas. Por todas partes, desorden, pillaje,
saqueo, destrucción »27. En realidad, el líder monárquico no acusaba del deterioro del
orden público al gobierno ni al Frente Popular (FP) sino «  al sistema democrático-
parlamentario y a la Constitución del 31  », y acabó propugnando de nuevo un Estado
donde no se permitieran huelgas ni lock-outs : « A este Estado llaman muchos Estado
fascista, pues si ése es el Estado fascista, yo, que participo de la idea de ese Estado, yo
que creo en él, me declaro fascista ». Esta declaración, no por evidente, dejó de indignar
a las izquierdas, pero fue su indirecta y famosa invocación al Ejército lo que motivó una
enérgica respuesta del presidente Casares. El líder bloquista reivindicó...

« ... el principio de autoridad, cuya más augusta encarnación es el Ejército. Vaya


por delante un concepto en mí arraigado : el de la convicción de que España
necesita un Ejército fuerte, por muchos motivos que no voy a desmenuzar [...]
Para mí el Ejército —lo he dicho fuera de aquí y en estas palabras no hay nada
que signifique adulación—, para mí el Ejército —y discrepo en esto de amigos
como el señor Gil Robles— no es en momentos culminantes para la vida de la
Patria un mero brazo, es la columna vertebral [...]

No creo que exista actualmente en el Ejército español, cualesquiera que sean las
ideas políticas individuales, que la Constitución respeta, un solo militar
dispuesto a sublevarse en favor de la Monarquía y en contra de la República. Si
lo hubiera sería un loco, lo digo con toda claridad, aunque considero que
también sería un loco el militar que al frente de su destino no estuviera
dispuesto a sublevarse en favor de España y en contra de la anarquía, si ésta se
produjera »28.

15 El presidente del Consejo responsabilizó de futuras intentonas golpistas al diputado


monárquico, reproche que éste, naturalmente, aceptó, ya que, ante la conciencia de la
debilidad de los monárquicos, intentaba atraer al Ejército hacia posiciones afines,
afirmando que España podría salvarse de esta situación con un régimen autoritario y
corporativo, cuyo primer paso sería una dictadura provisional apoyada por las fuerzas
armadas. Como confió al marqués de la Eliseda y a Jorge Vigón, «  en la rectificación
pienso puntualizar claramente mi solidaridad con cuanto pueda hacer el Ejército  »29.
Este fue uno de sus últimos llamamientos a un proceso instauracionista gradual
mediante una intervención militar de titularidad no necesariamente monárquica. Pero
consignas como ésta, repetidas en tantas ocasiones por Calvo Sotelo en los meses
anteriores, se hallaban camino de materializarse un mes después a través de un golpe
de Estado al que no pudo asistir.
16 Su último desplante lo realizó en la sesión del 1 de julio, cuando abundó en su
conocida tesis de que el fascismo era una reacción instintiva de la burguesía contra la
inminente revolución marxista y el consiguiente peligro de proletarización. En actitud
desafiante, afirmó que la derecha no permitiría ensayos izquierdistas y que implantaría
un Estado corporativo. En ese momento fue interrumpido por un formidable escándalo
y el antiguo Director General de Seguridad Ángel Galarza aseveró que «  contra el sr.
Calvo Sotelo toda violencia es lícita  », frase que el presidente de la Cámara Martínez
Barrio solicitó fuera borrada del acta de la sesión30. No cabe duda de que los
escalofriantes discursos de Gil Robles y Calvo Sotelo sobre la anarquía en España
atizaban el pánico de las clases medias y altas, que fueron inducidas a creer que sólo el
Ejército podría salvarlas31.
17 Los portavoces de las derechas aprovecharon los debates sobre prórroga de los
estados de alarma para denunciar sucesivamente, el 15 de abril, el 16 de junio y el 15 de
julio, el deterioro de la autoridad gubernativa a nivel estatal, aireando una serie de
estadísticas violentas de dudoso rigor y veracidad. En la dramática reunión de la
Diputación Permanente de las Cortes celebrada el 15 de julio, Gil Robles añadió 64
muertos y 224 heridos más a los datos fechados desde su última intervención
parlamentaria hasta la muerte de Calvo Sotelo, y argumentó de este modo su oposición
a avalar la prórroga del estado de alarma :

« La suspensión de garantías constitucionales tiene dos finalidades muy claras,


encaminadas al mantenimiento del orden público, incluso tal como lo define
nuestra ley orgánica en la materia, que dice : ‘Se garantizan los derechos cívicos,
políticos, sociales e individuales de los españoles’, y para garantizar también el
normal funcionamiento de los organismos del Estado. Si no sirve para cumplir
estas dos finalidades, el estado de alarma no puede tener la menor justificación.
Si el estado de alarma no tiene eficacia para garantizar los derechos de los
ciudadanos y el normal funcionamiento de los órganos del Gobierno, el estado
de alarma, resorte normal y legítimo de todos los gobiernos, se convierte en una
facultad abusiva »32.

18 Nunca se sabrá con qué métodos democráticos pensaba la derecha « accidentalista »,


embarcada de pleno en la conspiración, resolver el tan traído y llevado problema del
orden público. Lo que resultaba evidente era que, a tenor de las grandes movilizaciones
observadas durante esos meses, el Gobierno no quiso o no pudo aplicar una política
estrictamente represiva que hubiese incrementado el malestar de las masas obreras y
justificado una involución en sentido conservador (al estilo de la que propuso Miguel
Maura en sus seis artículos aparecidos en El Sol del 18 al 26 de junio) e incluso
contrarrevolucionario (como la que acabó por producirse el 17 de julio), y pensó que
una gestión del orden público basada en una coacción moderada y selectiva y en la
concesión rápida de reivindicaciones sociales podía estabilizar la República con apoyo
del ala más moderada del PSOE33. El caso es que los discursos apocalípticos de los
portavoces derechistas calaron en el inquieto ánimo de las clases conservadoras,
exacerbaron su sentimiento de precariedad y sentaron los fundamentos psicológicos
necesarios para apoyar y justificar la intervención « salvadora » del Ejército.

II - El mito « golpe de estado »


comunista : la falsificación y la
difusión de los documentos
19 La trayectoria de la República puede interpretarse como la historia de la espiral de
pánicos morales sufridos por las élites económicas, sociales y políticas del país, que
como reacción reclamaron energía y autoridad fuerte34. Una de las manifestaciones de
ese pánico que actuó como baza justificativa del golpe militar fue la afirmación de la
existencia de un completo plan insurreccional comunista previsto para la primavera de
1936. El publicitado « golpe comunista para el 1 de agosto » fue el fruto tardío de una
extensa maniobra propagandística de intoxicación de la derecha española, enfrascada
en la tarea de difundir consignas y rumores de amenaza revolucionaria que propiciaran
el clima moral para una insurrección y, una vez desencadenada ésta, justificaran la
actuación del bando rebelde durante la Guerra Civil35.
20 Como ha destacado Hugo García, la forja a escala continental del mito político del
«  peligro comunista  » tuvo lugar inmediatamente después del triunfo bolchevique en
Rusia36. La primera vez que se habló de « complot bolchevique » fue durante la primera
etapa de gobierno laborista en Gran Bretaña en 192437. En Alemania, la rápida
transformación en sentido autoritario que el país sufrió desde la llegada del nazismo al
poder fue justificada, tras el incendio del Reichstag el 27 de febrero, como respuesta a la
presunta amenaza de una inminente insurrección comunista38, y así fue aceptada por la
prensa conservadora española. En los tres primeros años de la República hubo escasas
alusiones al «  peligro bolchevique  », ya que la derecha proyectó su retórica
intransigente contra la revolución, la república, el separatismo, la masonería y el
marxismo genérico. El discurso anticomunista recobró su autonomía en 1934 a raíz de
la presunta « bolchevización » del PSOE y las « atrocidades » del octubre asturiano, que
fueron comparadas con las de la revolución bolchevique y la guerra civil rusa, en base a
narraciones truculentas de popes crucificados, monjas violadas e hijos de guardias
blancos sin ojos que fueron incorporadas sin mayor problema al relato derechista de la
insurrección asturiana. La revolución de octubre brindo, en efecto, una nueva
oportunidad para agitar el espantajo del peligro que entrañaba el comunismo
identificado con la «  Anti-Patria  », en sintonía con la campaña sobre las atrocidades
perpetradas por los revolucionarios que lanzó la prensa de derecha, que fue
paulatinamente silenciada con la imposición de la censura. En ese ambiente de
paranoia antirrevolucionaria se enmarca la difusión de las primeras teorías de un
complot masónico-bolchevique en la más rancia línea del antisectarismo reaccionario39.
La firma del pacto franco-soviético en mayo de 1935 y la celebración del VII Congreso
de la Komintern en agosto dio nuevos bríos a la campaña anticomunista de las derechas
españolas, que contemplaron la evolución hacia la unidad de las izquierdas en Francia y
en España como un proceso de convergencia revolucionaria que obligaba a los grupos
conservadores de ambos países a enfrentarse a un peligro común.
21 La mitología anticomunista fue revitalizada en el contexto favorable que brindaba la
campaña electoral de enero-febrero de 193640. Esta paranoia no decayó tras la derrota
electoral, y el 4 de abril. Azaña criticó a los « propaladores de rumores » y calificó de
«  patraña  » la posibilidad de una inminente revolución comunista41. Fue entonces
cuando se fue forjando el mito del «  contubernio comunista  ». El anticomunismo se
convirtió en el eje de los discursos parlamentarios de Calvo Sotelo, que junto con la
prensa afín fue construyendo la imagen de un enemigo que se difundió en toda su
crudeza durante la guerra civil.
22 Desde ese momento, la prensa conservadora de uno y otro lado de los Pirineos
denunció la política de « Frente Popular » como un « Caballo de Troya » soviético. Tras
las elecciones de febrero, esta idea fue ampliamente reflejada en las páginas de diarios
como ABC, que mantuvo el tema de la amenaza comunista en la agenda política
española hasta el estallido de la Guerra Civil42. A fines de marzo, la prensa derechista
aseguró que el revolucionario húngaro Bela Kun había llegado a Barcelona desde París
con un millón de pesetas para sufragar la revolución comunista. Toda esta campaña
estaba perfectamente sintonizada con el catastrofismo parlamentario de los voceros
más cualificados de la extrema derecha. Después de que Azaña criticase el 4 de abril a
los «  propaladores de rumores  », y calificase de «  patraña  » la posibilidad de una
inminente insurrección de cuño marxista, Calvo Sotelo hizo suyas las tesis del « peligro
comunista  » y de la identidad del Frente Popular con los intereses soviéticos,
precisamente en los mismos discursos parlamentarios en los que denunció el deterioro
del orden público43. Justo por esas fechas, y pocas semanas después de que la prensa
obrera acusase a la CEDA de estar preparando grupos paramilitares para desestabilizar
la situación, El Debate hizo públicas unas supuestas órdenes dictadas por la Komintern,
en las que instruía al campesinado para formar destacamentos que se enfrentaran al
Ejército y la Guardia Civil en estrecho contacto con una « guardia roja ciudadana »44.
La campaña de agitación anticomunista puesta en marcha por los generales Franco y
Mola en Marruecos y por Goded en Madrid y Baleares, con el entusiasta concurso de la
prensa más conservadora, caló profundamente en la oficialidad joven, que se sumó
prácticamente en bloque al golpe45.
23 La proliferación en abril de falsos panfletos que contenían planes detallados de una
revolución izquierdista, con listas negras de derechistas a eliminar fue denunciada
desde el momento de su aparición por periódicos como Claridad46. Pero fue Herbert R.
Southwort el debelador de este engaño, en varias obras y artículos47 que muestran el
recorrido realizado por cuatro de estos documentos desde su envío por Frederick
Ramón Bertodano y Wilson, marqués del Moral, al Foreign Office (que ya entonces los
calificó de poco fiables48) en agosto de 1936 hasta su publicación en numerosas obras
dedicadas a los antecedentes y desarrollo de la guerra, que incurren en sistemáticas
contradicciones sobre su autoría y localización :
24 El primer documento es un titulado «  Informe Confidencial nº  3, que incluye
«  Instrucciones y contraseñas para los jefes locales  » y «  Organización de Madrid  »
sobre una sublevación a iniciar entre el 10 de mayo y el 29 de junio de 1936, que expone
las contraseñas generales (entre las que figuras unas dirigidas a la ejecución de aquellos
que se encontrasen en listas negras) ; la organización revolucionaria en Madrid dividida
en Radios supuestamente comunistas y el plan insurreccional a seguir, que deberían
hacer efectivo 50 células de 10 hombres cada uno y los soldados comprometidos en los
cuarteles49.
25 El segundo documento o « Informe Confidencial nº 11 » consta de una lista con los
integrantes del Soviet Nacional presidido por Francisco Largo Caballero ; una serie de
enlaces regionales y la organización general de las milicias, dirigidas por Santiago
Carrillo y divididas en tres clases  : grupos de asalto nada menos que con 150.000
hombres, de resistencia con 100.000 hombres y grupos sindicales de los que se afirma
desconocer el número, aunque posteriormente, en un desglose por regiones, aparece
una cifra total de 120.000 implicados50, lo que supone un total de 370.000 milicianos
dispuestos a actuar con 25.000 armas largas, 30.000 pistolas ametralladoras y 250
ametralladoras.
26 El tercer documento o «  Informe Reservado  » refiere una reunión preparatoria del
golpe celebrada en la Casa del Pueblo de Valencia el 16 de mayo entre un delegado de la
Komintern, sindicalistas franceses, representantes soviéticos y tres representantes de la
Central del Comité Revolucionario de España, además de otros implicados, donde se
habría discutido un plan revolucionario de diez puntos, entre los que figurarían la
desautorización de los dirigentes centristas y reformistas del PSOE, la censura al
gabinete Casares Quiroga, la convocatoria de una serie de huelgas o el encargo de
diferentes asesinatos de personalidades contrarrevolucionarias.
27 El cuarto y último documento son instrucciones encaminadas a la « neutralidad del
Ejército y sus oficiales ».
28 Ricardo de la Cierva reconoció en 1969 que el autor de los supuestos documentos
comunistas era el periodista de Falange Tomás Borrás, quien los había distribuido por
medios falangistas y militares tras reproducirlos con ayuda de una mecanógrafa que
trabajaba en el Ministerio de la Guerra, pero en su opinión, esta «  manifestación de
agit-prop falangista » era una « simple anécdota »51. El asunto también le merece un
comentario incómodo y displicente al propagandista José María García Escudero, quien
concuerda con Cierva que «  tratar de reducir las causas de la subversión y del
alzamiento (que es lo que pretende Southworth) a una disputa de papeles es llevar el
análisis histórico a un absurdo terreno burocrático  »52. Como si hubieran estado
depositados en un armario y no se hubieran difundido ampliamente con intención
exculpatoria antes, durante y después de la guerra.
29 El mito del golpe comunista, que había migrado desde Alemania a España, llegó a
Francia ese mismo verano con intenciones igualmente desestabilizadoras  : de
noviembre de 1936 a enero de 1937, la página militar de L’Action Française consagró
una serie de artículos a la « autodefensa » en caso de guerra civil contra los « rojos », y
mostró unos supuestos planes comunistas para la neutralización del Ejército calcados
de la mixtificación española. La sociedad secreta ultranacionalista CSAR (Cagoule)
trató de justificar una movilización contrarrevolucionaria basándose en un inminente
levantamiento comunista, pero a diferencia del caso español, la orden de movilización
general dada en la noche del 15 al 16 de septiembre de 1937 condujo al descubrimiento
por la Sûreté de numerosos depósitos de armas y a la detención el día 18 de unos
sesenta cagoulards implicados en un supuesto complot que buscaba la instauración de
«  un régimen dictatorial que preparara la restauración de la Monarquía  »53. Resulta
muy reveladora la circulación por esas fechas (15 de noviembre de 1937) en el seno de
un Ejército francés enormemente sensibilizado con el mito de la infiltración comunista,
de los documentos españoles sobre un posible golpe de Estado comunista. Esta
maniobra de intoxicación tuvo su origen al parecer en el segundo jefe del Estado Mayor,
general Paul-Henri Gérodias, quien fue destituido inmediatamente54.
30 La paciente indagación de los dudosos orígenes y los canales de difusión de estos
documentos apócrifos realizada por Southworth no nos impide realizar algunas
consideraciones sobre su contenido a la luz de la estrategia desarrollada por el PCE y la
IIIª Internacional en la primavera de 1936. Evidentemente, la política soviética y de la
Komintern no podía estar más lejos del aliento a una inverosímil acción concertada
entre socialistas y comunistas para dar un golpe de Estado, y mucho menos la SFIO
habría estado dispuesta a colaborar en un golpe revolucionario contra el Frente Popular
según lo presenta el «  Informe Reservado  » de la reunión de Valencia. Además, en el
documento 2º aparecen ciertos integrantes del « Soviet Nacional » (Jiménez de Asúa,
Jerónimo Bujeda) y enlaces revolucionarios (Belarmino Tomás) que pertenecían a la
fracción centrista del PSOE, precisamente la que se pretende desautorizar en el punto
6º del documento 3º. Como hemos visto, Claridad denunció los documentos como una
maniobra intoxicadora de la derecha, algunos de cuyos órganos de prensa insertaron
sin mayores comentarios estas hojas55, con lo que el tan cacareado complot secreto
comunista alcanzó al tiempo dominio público y perdió su eficacia hasta que se
promovió su utilización en el extranjero en los meses posteriores al golpe militar.
Ninguno de los supuestos delegados de la Komintern que visitaron España eran
militares ni parecen haber tomado un mínimo contacto con las supuestas milicias
obreras56. Por último, resulta evidente que ni el ala izquierda socialista ni el comunismo
jugaban en la primavera de 1936 la baza del derrocamiento de la república democrática.
En el caso del PCE, y como hemos visto, el reducido aparato militar comunista no
encaraba en la primavera-verano de 1936 la eventualidad de una acción insurreccional,
sino que se definía como organización de autodefensa obrera de cara a un eventual
golpe contrarrevolucionario. El apoyo defensivo al régimen suponía la culminación de
un lento pero inexorable proceso de renuncia a las veleidades insurreccionales y de
integración en el esquema político de la República, siguiendo las resoluciones
frentepopulistas surgidas del VII Congreso de la Komintern. Además, las MAOC y las
milicias socialistas no disponían de los efectivos adiestrados ni de la infraestructura que
menciona el documento nº 2, como quedó demostrado en los continuos llamamientos
al armamento de las masas en los meses anteriores y los días posteriores al 18 de julio.
31 En los trabajos para la elaboración del Dictamen sobre ilegitimidad de poderes
actuantes en 18 de julio se exhumó el supuesto plan revolucionario preparado por la
Komintern en Moscú el 27 de febrero de 1936 y la reunión de la Casa del Pueblo de
Valencia el 16 de mayo57. En la Carta Colectiva de 1937, el episcopado afirmó que « El 1
de mayo siguiente [1936] centenares de jóvenes postulaban públicamente en Madrid
para bombas y pistolas, pólvora y dinamita para la próxima revolución ». Otros autores
reprodujeron los documentos —con preferencia, el apócrifo de la Komintern— en su
afán de justificar la legislación de Responsabilidades Políticas58 o denunciar las
asechanzas soviéticas durante la Guerra Fría. Como ejemplo señero de paranoia
anticomunista de esa época, el norteamericano David E. Allen presentó en su tesis
doctoral el plan revolucionario de diez puntos presuntamente elaborado por la
Komintern en febrero, que incluía terrorismo, guerra contra Portugal y la
independencia del Marruecos español. Incluso relató la llegada entre febrero y abril de
un número importante de agentes comunistas como Bela Kun y de unos treinta
exiliados de la revolución de Asturias, que es lo único cierto de su historia59. El propio
Franco seguía dando pábulo a esta mentira en la posguerra :

« La revolución comunista que debía estallar en mayo fue pospuesta para junio,
y, por último, hasta finales de julio. Informados a tiempo, la hicimos abortar
con un levantamiento de carácter puramente defensivo »60.

32 El arraigo cultural de este mito queda de manifiesto en su continua reproducción a lo


largo del tiempo, desde los primeros propagandistas del régimen de Franco hasta el
actual revisionismo de factura más o menos académica61.

III - Balance : la obra del miedo


33 Con todos estos antecedentes que acabamos de exponer (la crisis del orden público,
los mensajes apocalípticos de los líderes políticos, la proliferación de rumores
insensatos y la divulgación de documentos provocadores), la situación psicológica de
los sectores más movilizados de la sociedad española a mediados de julio de 1936 puede
condensarse en el reflejo de temor como elemento desencadenante de la violencia.
Había, sobre todo, miedo a los partidos rivales por su indefinición, su programa oculto,
su estructura de movilización beligerante (milicias, matones, pistoleros, etc.) y su
carácter de movimiento mesiánico, místico, sectario, con mezcla de religión y política.
El miedo desmoviliza o disuade cuando el potencial de coacción es muy intenso, la
fuente de la amenaza no está perfectamente definida y no se está seguro de disponer de
los recursos coactivos para afrontarla con éxito porque ya se ha mermado con
anterioridad la posibilidad de resistencia. Esta fue la impresión que tuvo la masa de
trabajadores izquierdistas tras los sucesos de 1934. Pero el miedo puede movilizar
cuando se conoce la fuente y el potencial de la amenaza, y se piensa que se puede acabar
con ella mediante el empleo de la violencia preventiva. Esta es la tesis de la resistencia a
la tiranía que fue asumida por gran parte de la derecha en la primavera de 1936. El
generalizado estado de miedo y de ansiedad aceleró la polarización y luego la dinámica
de represalias y contrarrepresalias, en medio de continuos llamamientos a la resolución
de los problemas políticos por medio de la fuerza. El temor a la revolución y a la guerra
civil provocó la violencia preventiva de unos y la repuesta defensiva de otros, en una
espiral que condujo, en definitiva, en una particularmente siniestra self-fulfilling
prophecy, a ese fin no deseado. Esta violencia crecientemente organizada, que no pudo
ser constreñida con los mecanismos precautorios y sancionadores del Estado
republicano, generó una dinámica de polarización que acabó arrojando a buena parte
de la derecha en brazos del Ejército. Azaña, que en la primavera de 1936 había
confesado a su cuñado Cipriano Rivas que había «  una gran ansiedad pública  », una
evidente «  situación de pánico  » y que «  el hombre neutro está asustadísimo  »62,
reconoció en 1937 que «  el hecho político de la rebelión se ha incubado al calor del
miedo. El coco de la revolución social, manejado por los propagandistas de la dictadura,
le quitaba el sueño a mucha gente pacífica »63. También el ex-comunista Enrique Castro
Delgado recuerda que, en la primavera de 1936…

« España entera era miedo. Un miedo escondido y repartido en el fondo de


figuras humanas para los que el día era un tormento de temblores interiores, de
miradas oblicuas, de blasfemias a flor de labios, de plegarias, de un andar
viviendo y pensando en la muerte. Al anochecer… Al anochecer el miedo era el
amo y señor de España. Se le veía entrar en las iglesias y penetrar en el cuerpo y
en el alma de mujeres enlutadas que rezaban precipitadamente… Se le veía
entrar en los cuarteles y ahogar las risas de los oficiales, poner fin a sus partidas
de póker… Se le veía entrar en la Casa del Pueblo para provocar un silencio
angustioso o parea dar vida a un mundo de murmullos… El miedo ahogaba la
risa de todo un pueblo, provocaba el insomnio de toda una nación »64.

34 El miedo y el hastío de la violencia dieron lugar a la característica reflexión de « esto


no puede seguir así  » precursora de los grandes estallidos involucionistas como
liberadores de tensión política. Luis Romero analiza que «  en gran parte de los
españoles predominaba el deseo, quizá fatalista, de que estallara de una vez la violencia
para quemar las reservas de acometividad dirigida a aniquilar al odiado contrario.
Creían que el choque sangriento rompería la insostenible angustia que les
atormentaba »65.
35 A partir del día 17 de julio, el Ejército cortó sin contemplaciones el nudo gordiano del
recelo mutuo. Fue entonces cuando el « miedo a » los adversarios ideológicos dejó paso
al « terror contra » los enemigos políticos, dirigido a su eliminación física a través de
prácticas de exterminio. En los primeros meses de la guerra civil se aplicó una violencia
indiscriminada marcada frecuentemente por lógicas terroristas. En su factura
inmisericorde, el conflicto de 1936-39 fue una guerra de liquidación y de exterminio
similar a la emprendida en Europa del Este en ambos conflictos mundiales. Esta
realidad, que fue común a los dos bandos contendientes, tuvo en la zona rebelde
características peculiares que impulsaron una «  barbarización  » creciente de los
comportamientos individuales y colectivos, y el empleo sistemático de la violencia
intimidatoria contra colectivos de ciudadanos a los que se asignó la categoría de hostiles
o, simplemente, de desafectos. Como observa Chris Ealham, la historia de la República
puede entenderse en parte como la historia de la espiral de pánico moral de las élites
económicas, sociales y políticas del país, que reclamaron sistemáticamente energía y
autoridad a la hora de ejercer el poder66. La cultura política dominante en los sectores
de la población que apoyaron a los militares facciosos contempló la violencia, no como
un mero instrumento, sino como un valor en sí misma que orientaba su conducta moral
y política. Escudándose tanto en el bando de estado de guerra (que fue confirmado y
extendido el 28 de julio al territorio bajo su mando por la Junta de Defensa Nacional)
como en el predominio del fuero castrense establecido por decreto de 31 de agosto de
1936, los sublevados desplegaron una política de acoso e intimidación de amplias capas
de la población que tuvo su ultima ratio en el empleo sistemático de la violencia. Una
estrategia de aplicación del terror para anular políticamente a los vencidos en la guerra
que se mantendría activa hasta los últimos estertores de la dictadura, y que tras ella
generaría esa duradera onda de temor vinculada a la memoria y el olvido del conflicto
fratricida.

Notes
1 CRUZ, Rafael, En el nombre del pueblo. República, rebelión y guerra en la España de 1936,
Madrid, Siglo XXI, 2006, p. 191.
2 «  Introduction  : Opportunities, Mobilizing Structures, and Framing Processes. Toward a
Synthetic, Comparative Perspective on Social Movements  », in Doug McADAM, John D.
McCARTHY y Mayer N. ZALD (eds.), Comparative Perspectives on Social Movements :
Political Opportunities, Mobilizing Structures, and Cultural Framings, Cambridge,
Cambridge University Press, 1996, p. 6.
3 GAMSON, William A., Talking Politics, Cambridge, University of Cambridge Press, 1992,
p.  7  ; LORENZO CADARSO, Pedro Luis, Fundamentos teóricos del conflicto social, Madrid,
Siglo XXI, 2001, p. 49 y SNOW, David A. y BENFORD, Robert D., « Master Frames and Cycles
of Protest  », in Aldon MORRIS y Carol M. MUELLER (eds), Frontiers in Social Movement
Theory, New Haven-Londres, Yale University Press, 1992, p. 137.
4 P. Manuel VÉLEZ, «  Después de la batalla electoral, cap. II  : Las causas  », in Acción
Española, nº 85, marzo 1936, p., 562.
5 Editorial « Contra la tibieza y por la acción contrarrevolucionaria », in La Época, 3-III-1936,
p. 1.
6 CRUZ, op. cit., 2006, p. 93.
7 VIGÓN SUERODÍAZ, Jorge, Milicia y Política, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1947,
p. 402.
8 GONZÁLEZ CUEVAS, Pedro Carlos, Acción Española. Teología política y nacionalismo
autoritario en España (1913-1936), Madrid, Tecnos, 1998, p. 324. La táctica de la provocación
verbalista de los dirigentes de la derecha, en RAMOS OLIVEIRA, Antonio, Historia de España,
México, Compañía General de Ediciones, 1952, vol. III, pp. 245-246.
9 Declaraciones de Calvo Sotelo a ABC, 21-II-1936, cit. por GALLEGO, Ferrán, Barcelona,
mayo de 1937. La crisis del antifascismo en Cataluña, Barcelona, Debate, 2007, p. 228.
10 Cit. por LLEIXÀ, Joaquim, Cien años de militarismo en España. Funciones estatales
confiadas al Ejército en la Restauración y el franquismo, Barcelona, Anagrama, 1986, p. 54.
11 Sir Henry S. Chilton a Anthony Eden (Madrid, 31-III-1936), in TNA.FO, General
Correspondence, Political, Spain, leg. 371/20.520, pp. 249-250.
12 DSC, 15-IV-1936, pp.  309-310. La declaración política de gobierno Azaña y la respuesta
catastrofista de Calvo Sotelo, en despacho de Henry S. Chilton a Anthony Eden (Madrid, 18-IV-
1936), in TNA.FO, General Correspondence, Political, Spain, leg. 371/20.521, p.  90. Según
Calvo Sotelo, desde el 16-II hasta el 2-IV-1936 había habido : 163 sedes políticas y domicilios
particulares asaltados, 106 iglesias quemadas y otras 36 asaltadas, 72 edificios incendiados, 11
huelgas generales, 169 motines, 39 tiroteos, 85 agresiones, 24 atracos con 345 heridos y 74
muertos. Un resumen de los discursos parlamentarios de Calvo Sotelo entre IV/VII-1936, en
MINA APAT, María Cruz, «  ABC en la preparación ideológica del 18 de julio  », in Manuel
TUÑÓN DE LARA (dir.), Comunicación, cultura y política durante la II República y la
Guerra Civil. II Encuentro de Historia de la Prensa, Bilbao, Universidad del País Vasco, 1990,
tomo II, pp. 15- 23.
13 Datos de desastres del 16-II al 15-IV-1936 leídos en las Cortes por Calvo Sotelo, en
«  Resumen de los sucesos acaecidos en España desde el 16 de febrero de 1936 hasta el 2 de
abril del mismo año », in La Época, 17-IV-1936, pp. 2-3 ; El Debate, 17-IV-1936, p. 2 ; ABC, 17-
IV-1936, pp. 37-42 y El Siglo Futuro, 17-IV-1936, pp. 3-5.
14 La relación de hechos violentos expuesta por Calvo Sotelo desde el 16-II al 4-V-1936 fue
publicada por EL CABALLERO AUDAZ (seud. de José María Carretero Novillo), La agonía de
España : los culpables, Madrid, Eds. Caballero Audaz, 1936, pp.  265-304, y luego en los
apartados «  situación del orden público  » de la obra de PLA, Josep, Historia de la Segunda
República Española, Barcelona, Destino, 1940-1941, vol.  IV, pp.  290-300, 311-323, 342-356,
375-383 y 411-422. Hay de todo, desde crímenes comunes a ocupaciones de fincas e invasiones
de pisos desalquilados. Significativamente, acaba la relación el 4-V, lo que indica que no lo
confeccionó el autor, sino que lo tomó de los periódicos derechistas que no pudieron dar más
información porque fueron sometidos a censura. Fue esta relación la que, por ejemplo, usó
veinticinco años más tarde COMÍN COLOMER, Eduardo, Historia del Partido Comunista de
España, Madrid, Editora Nacional, 1965.
15 BOWERS, Claude G., Misión en España, Barcelona, Grijalbo, 1977, p.  206. Curiosas
referencias a la paz social reinante en Andalucía, en pp. 207-212.
16 Véanse relaciones de violencias entre abril y mayo, en CDMH, PS Madrid, carp. 1.626, leg.
1.326. La mayor parte son cartas de adhesión incondicional a Calvo Sotelo y de felicitación por
sus intervenciones parlamentarias. Menos de la mitad relatan hechos violentos. Según
RANZATO, Gabriele, La grande paura del 1936. Come la Spagna precipitò nella gerra civile,
Bari, Laterza, 2011, pp.  162-163, la mayor parte de las fuentes relacionadas con las
persecuciones realizadas por los ayuntamientos socialistas en perjuicio de los propietarios
están constituidas por protestas enviadas personalmente, por las asociaciones o por los
diputados de derecha.
17 BARREIRO GORDILLO, Cristina, La prensa monárquica en la segunda República. Los
diarios madrileños, Bilbao, Grafite Ediciones, 2004, p. 144.
18 FERNÁNDEZ LONGORIA, Miguel, «  La percepción de los acontecimientos políticos
españoles de enero a julio de 1936 en la prensa inglesa », in Espacio, Tiempo y Forma, Serie V :
Historia Contemporánea, nº 17, 2005, p.  196. El asesinato del ciudadano británico en
Barcelona, Jack Mitchell Hood, director de la firma textil «  La Escocesa  », el 2-VII-1936
conmocionó a la opinión pública de las islas.
19 Bowers a Hull (Madrid, 23-III-1936), in NARA, Confidential U.S. State Department, Central
Files, Spain, Internal Affairs, parte 1, bobina 42, documento nº 852.00 P.R./440, pp. 1 y 18, cit.
por BOSCH, Aurora, Miedo a la democracia. Estados Unidos ante la Segunda República y la
guerra civil española, Barcelona, Crítica, 2012, p. 92.
20 Véanse las cartas enviadas a José Calvo Sotelo en la primavera de 1936 y reseñadas en
MURILLO PÉREZ, María Guadalupe, « La derecha contrarrevolucionaria en 1936 », in Studia
Zamorensia, nº 0, 1989, p. 126.
21 « Sinceramente lo digo, sólo por una traición criminal de algún partido gobernante podría
encaramarse al poder el marxismo. Y aun así sería fugaz el éxito. Son significados marxistas los
primeros en dudar del mismo y aún en desear sigilosamente que no se produzca » (ABC, 15-
VII-1936, p. 22).
22 El Socialista, 20-V-1936, p. 2.
23 Cit. por CIERVA, Ricardo de la, Historia de la Guerra Civil Española, I : Perspectivas y
antecedentes, 1898-1936, Madrid, Ed. San Martín, 1969, p. 727.
24 DSC, 19-V-1936, p. 704, cit. por CIERVA, Ricardo de la, Los documentos de la primavera
trágica. Análisis documental de los antecedentes inmediatos del 18 de julio de 1936, Madrid,
Sección de Estudios de la Guerra de España de la Secretaría General Técnica del Ministerio de
Información y Turismo, 1967, p. 488. Véase también La Vanguardia, 20-V-1936, p. 24.
25 Según Gil Robles, desde el 16-II al 15-VI se habían producido los siguientes sucesos  : 160
iglesias destruidas y 251 asaltadas, 269 muertos y 1.287 heridos, 341 huelgas, 161 atracos y 863
actos varios de violencia (DSC, 16-VI-1936, p.  1.374). El debate, en carta de George Ogilvie-
Forbes a Anthony Eden (Madrid, 17-VI-1936), in TNA.FO, General Correspondence, Political,
Spain, leg. 371/20.522, p. 97. Véase también « Reflexiones y lecciones del último debate », El
Socialista, 18-VI-1936, p. 1.
26 Cit. por BALLARÍN AURED, Manuel, La razón en marcha. Crónica del Frente Popular de
Zaragoza, Zaragoza, Fundación Rey del Corral de Investigaciones Marxistas, 2004, p. 270.
27 DSC, 16-VI-1936, p. 1.388.
28 DSC, 16-VI-1936, pp. 1.384-1.386.
29 Marqués de la ELISEDA, « Consciente sacrificio », in ABC, 13-VII-1960.
30 DSC, 1-VII-1936, pp. 1.765-1.776.
31 PRESTON, Paul, « Teoría y práctica del fascismo español », in Cultura, sociedad y política
en el mundo actual Nuevos Cuadernos de La Magdalena, Madrid, Universidad Internacional
Menéndez Pelayo, 1981, p. 225.
32 GIL ROBLES, José María, Discursos parlamentarios, Madrid, Taurus, 1971, p. 623.
33 MALEFAKIS, Edward, Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo
XX, 5ª ed., Barcelona, Ariel, 1982, pp. 428-430.
34 ELAHAM, Chris, La lucha por Barcelona. Clase, cultura y conflicto, 1898-1937, Madrid,
Alianza, 2005, p. 239.
35 Por ejemplo, la insurrección comunista de 1-VIII presentada por COMÍN COLOMER,
Eduardo, Insurrección armada. Técnica del golpe de estado comunista, Madrid, publicaciones
de Policía, revista técnico-legislativa, 1950, pp.  225 ss. no es sino una transcripción de los
planes expuestos en NEUBERG, A. (seud. colectivo), La insurrección armada, Madrid,
Editorial Roja, 1932 y LANDSBERG, A. (seud. colectivo), El camino de la victoria : el arte de
la insurrección armada, Barcelona, Ed. La Batalla, 1936.
Un estudio de la apelación al « coco comunista » y su instrumentalización en los portavoces de
la derecha en la República y la literatura de combate franquista y posterior, en HERNÁNDEZ
SÁNCHEZ, Fernando, « Con el cuchillo entre los dientes : el mito del “peligro comunista” en
España en julio de 1936 », in Francisco SÁNCHEZ PÉREZ (coord.), Los mitos del 18 de julio,
Barcelona, Crítica, 2013, pp. 276-280.
36 GARCÍA FERNÁNDEZ, Hugo, «  Historia de un mito político  : el peligro comunista en el
discurso de las derechas españolas (1918-1936) », in Historia Social, nº 51, 2005, pp. 3-20.
37 Sobre la burda elaboración por los conservadores británicos de un supuesto «  complot
bolchevique  » (carta de Zinoviev publicada por el Daily Mail el 15-X-1924), que tras la
comparación de Ramsay MacDonald con Kerenski llevó a la derrota electoral laborista en
octubre de 1924, véase BAKER, Nicholson, Humo humano. Los orígenes de la Segunda
Guerra Mundial y el fin de la civilización, Barcelona, Debate, 2009, pp. 16-17.
38 EHRT, Adolf, Rebelión armada. Revelaciones sobre la intentona revolucionaria comunista
en vísperas de la Revolución Nacional, Berlín-Leipzig, Eckart-Verlag, 1933.
39 Además de las obras antisectarias del padre Tusquets, destacan los panfletos del policía
KARL. Mauricio (seud. de Julián Carlavilla del Barrio), El comunismo en España, Madrid,
Impta. Sáenz, 1932 y Asesinos de España. Marxismo, anarquismo, masonería, Madrid, Ed.
Bergua, 1935.
40 «  La futura revolución de socialistas, anarquistas y comunistas está dirigida y financiada
desde Moscú », La Nación, 4-I-1936, p. 3 : « La táctica es bien clara : los partidos republicanos
de izquierda harían el papel de “aupadores” de cucaña o de puente, para que con comodidad
asalten el poder y el Estado ». Otra acusación similar : « A las órdenes de Rusia », in El Debate,
16-I-1936, p. 1.
41 GARCÍA FERNÁNDEZ, art. cit., p. 16.
42 MINA, art. cit.
43 Las declaraciones de Azaña, en ABC, 5-IV-1936. Esta tesis la volvería a desarrollar en su
famoso discurso pronunciado en el Ayuntamiento de Barcelona el 18-VII-1938 : « En la base
del ataque armado contra la República había, entre otros, unos errores que conviene señalar.
Había, en primer término, un error de información, abultado y explotado por la propaganda :
el error de creer que nuestro país estaba en vísperas de sufrir una insurrección comunista.
Todos sabemos el origen de esa patraña. Es un artículo de exportación de Alemania e Italia que
sirve para encubrir empresas mucho más serias. ¿Una insurrección comunista en el año 36,
cuando el Partido Comunista era el más moderno y el menos numeroso de todos los partidos
proletarios [...] ¿Quién iba a hacer esa revolución ? ¿Quién la iba a sostener ? ¿Con que fuerza ?
Suponiendo, que ya es suponer, que alguien hubiera pensado semejante cosa, la lógica hubiera
prescrito que ante una amenaza de este tipo o de otro semejante y contar el Estado
republicano, contar el Estado español, que no era comunista, ni estaba en vías de serlo, de alto
abajo ni de los costados, todas las fuerzas políticas y sociales amedrentadas por esa supuesta
amenaza se hubiera agrupado en torno del Estado para defenderlo, Hubieran hecho cuadro en
torno suyo, porque el fin y al cabo era un Estado burgués ; pero, lejos de eso, lo cual prueba la
falsedad de la tesis, en lugar de defenderlo, lo asaltaron » (AZAÑA, Manuel, Obras Completas,
Madrid, CEPC-Gobierno de España/Taurus, 2007, separata del CD original, p. 12).
44 Alfonso MERRY DEL VAL, «  Los planes comunistas sobre España  », in El Debate, 7-IV-
1936, p. 3. Además, se dice que la inminente instalación de la Embajada soviética en España
sería el refugio de activistas revolucionarios. Un editorial de El Debate, 30-V-1936, p.  1
afirmaba que los incidentes y conflictos que se multiplicaban en España respondían al plan
insurreccional ya esbozado por Lenin en cuanto a la táctica comunista de sembrar la confusión
y fomentar la movilización de masas hasta el momento propicio para la actuación de una
minoría de activistas revolucionarios. Precisamente por esas fechas, Pío XI, al inaugurar la
Exposición Internacional de la Prensa Católica en mayo de 1936, pronunció palabras que
preconizaban la resistencia frente al «  pericolo grande, totale e pericolo universale  » del
comunismo « en todas sus formas y gradaciones », especialmente en Rusia, México, España.,
Uruguay y Brasil (ÁLVAREZ BOLADO, Alfonso, «  Guerra civil y universo religioso.
Fenomenología de una implicación », in Miscelánea Comillas, vol. XLIV, nº 85, 1986, pp. 243-
245).
45 PUELL DE LA VILLA, Fernando, «  La trama militar de la conspiración  », in Francisco
SÁNCHEZ PÉREZ (coord.), Los mitos del 18 de julio, Barcelona, Crítica, 2013, p. 76.
46 Claridad, 6-IV  ; 10 y 30-V-1936. En este último artículo, titulado «  Grotesco y criminal.
Cómo vamos a realizar la revolución antes del 29 de junio. Claves y radios. Cinco petardos,
cinco. Ejecución de los contrarrevolucionarios y expulsión de los republicanos. El primer
Soviet nacional, presidido por Largo Caballero. Organización de las milicias », in Claridad, 30-
V-1936, p. 16 se reproducen el « Informe confidencial número 3 » y el « Informe confidencial
número 11 ».
47 Los documentos secretos del complot comunista y su recorrido propagandístico e
historiográfico, en SOUTHWORTH, Herbert R., La destrucción de Guernica. Periodismo,
diplomacia, propaganda e historia, Barcelona, Ibérica de Ediciones y Publicaciones, 1977,
pp.  124-126  ; «  Conspiración contra la República Los ‘Documentos secretos comunistas’ de
1936 fueron elaborados por Tomás Borrás », in Historia 16, nº 26, junio 1978, pp. 41-57 ; El
mito de la Cruzada de Franco, Madrid, Plaza & Janés, 1986, pp.  195-213 y El lavado de
cerebro de Francisco Franco : conspiración y guerra civil, Barcelona, Crítica, 2000, pp. 22-
186.
48 El informe de George Ogilvie-Forbes a Anthony Eden (Madrid, 9-VI-1936), in TNA.FO,
General Correspondence, Political, Spain, leg. 371/20.522, pp.  67-69 incluye como anexo un
presunto documento procedente de la Casa del Pueblo de Madrid sobre actividades
revolucionarias de los pioneros comunistas tras el entierro del alférez de los Reyes el 16-IV  :
vigilancia de los gobernadores civiles y alcaldes, vigilancia en los cuarteles del ejército e
incursiones en los mismos, eliminación o destitución de generales y oficiales al mando. Una
vez se inicie la revuelta, grupos de la Milicia comunista vestidos de Guardia Civil o Asalto
detendrán a las cabezas de los partidos antimarxistas con el pretexto de asegurar su defensa
personal. Eliminación de familias completas, etc. Es decir, el típico documento apócrifo creado
para ampliar el miedo. El propio diplomático piensa que «  it reads very much like a Fascist
forgery  ». Los planes de la Casa del Pueblo de Madrid o instrucciones de la Komintern,
remitidas por el crédulo cónsul británico en Vigo, William H. Oxley, en VIÑAS, Ángel,
«  Madrid, mayo y octubre de 1936  », in El valor de la historia. Homenaje al profesor Julio
Aróstegui, Madrid, Editorial Complutense, 2009, pp.  277-279 y La conspiración del general
Franco y otras revelaciones acerca de una guerra civil desfigurada, Barcelona, Crítica, 2011,
pp.  216-217. Los enviados por Félix Ramón Bertodano al Foreign Office, en TNA.FO, leg,
371/20.538.
49 TNA.FO, leg. 371/20.538. Según Jacques BARDOUX, « Le Complot russo-communiste », in
Revue des Deux Mondes, 1-X-1937, pp. 640-671, los dos primeros documentos fueron copiados
en los locales de la UGT de Madrid en VI-1936, y otros tres ejemplares con ligeras variantes
fueron encontrados en archivos comunistas de Lora del Río (Sevilla), una aldea de Badajoz y en
La Línea. En CDMH, PS Madrid, carp. 2.050 existe una reproducción diferente del primer
documento, que titula «  Instrucciones y contraseñas para el movimiento revolucionario
preparado por los rojos en el verano de 1936 », que al parecer fue encontrada en la escalera de
una casa madrileña y que además de la omisión de algunas palabras no significativas omite por
completo la segunda parte del mismo, dedicada a la organización revolucionaria en Madrid. El
único sello impreso es el perteneciente al Servicio de Recuperación de Documentos. Una
versión resumida de los dos primeros documentos, al parecer encontrada en Palma de
Mallorca durante los combates de VII/VIII-1936, fue publicada por el semanario Gringoire el
9-X-1936, y otros dos ejemplares de los mismos fueron publicados por GERAHTY, Cecil, The
Road to Madrid, Londres, Collins, 1937, p.  375, tras ser obtenidos «  en el cuartel general
comunista en La Línea, cerca de Gibraltar  ». Cinco copias diferentes con ligeras variantes
fueron encintradas por las tropas rebeldes, una en las sedes comunista o anarquista, otro en los
papeles de Alberto Bayo en Palma y los otros en pequeñas ciudades y pueblos (Exposure of the
Secret Plan to Establish a Soviet in Spain, Londres, s. ed., 1938). LOVEDAY, Arthur F., World
War in Spain, Londres, John Murray, 1939, pp. 55-56 y ¿Hacia dónde va España ? 1923-1945.
De la Guerra Civil a la Guerra Mundial, Santiago de Chile, Zig-Zag, 1947, pp. 80-81) asegura
haber conseguido una copia del documento en Londres en VI-1936. Otras, según
KNOBLAUGH, H. Edward, Correspondent in Spain, Londres, Sheed & Ward, 1937, p.  28,
fueron enviadas por correo anónimo a las embajadas españolas en el extranjero. Sobre la
controversia de la conspiración comunista FLANARY, Barbara Jean Dawson, The conflicts of
the Second Spanish Republic : a historiographical survey, Ann Arbor, UMI, Dissertation
Information Service, 1988, pp. 319-332. Los documentos falsos de la conspiración comunista,
también están en AGMA, AGL, Documentación Roja, leg. 70, carp. 165 y leg. 74, carps. 2 y 13.
50 Como dato curioso, en un documento del Estado Mayor de Franco fechado en VII-1937,
donde se solicitaba información sobre el Ejército antes del golpe militar y su ulterior evolución,
se presentaban como auténticos datos estadísticos muy similares de los efectivos de milicias
republicanas  : 150.000 hombres «  de asalto  », 100.000 «  de resistencia  » y 300.000 de
« sindicales y otras organizaciones » (AGMA, Cuartel General del Generalísimo, arm. 1, leg. 91,
carp. 2).
51 CIERVA, op. cit., 1969, vol. I, p. 709. El 26-IX-1974, Comín Colomer reconoció a FRASER,
Ronald, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española,
Barcelona, Planeta DeAgostini, 2006, pp. 124-125 nota 23 que suscribió a sabiendas el bulo del
complot comunista.
52 GARCÍA ESCUDERO, José María, Historia política de las dos Españas, Madrid, Editora
Nacional, 1975, vol. III, pp. 1.316-1.318 y CIERVA, op. cit., 1967, p. 428.
53 WEBER, Eugen, L’Action Française, París, Fayard, 1985, pp. 430 y 439.
54 BOURDREL, Philippe, La Cagoule, trente ans de complots, París, Albin Michel, 1970,
pp. 199-200 ; MARTÍNEZ PARRILLA, Jaime, Las fuerzas armadas francesas ante la guerra
civil española (1936-1939), Madrid, Eds. Ejército, 1987, pp. 121 ss. y VIÑAS, Ángel, El escudo
de la República, Barcelona, Crítica, 2007, pp. 308-309.
55 « Claridad publica el texto de una hoja, que supone de origen fascista », in La Constancia,
31-V-1936.
56 Testimonio de Vittorio Vitali («  Carlos Contreras  ») a ALPERT, Michael, «  The Spanish
army and the Popular Front  », in Martin ALEXANDER y Helen GRAHAM (comps.), The
French and Spanish Popular Fronts. Comparative Perspectives, Cambridge, Cambridge
University Press, 1989, p. 18.
57 ESTADO ESPAÑOL, Dictamen de la Comisión sobre ilegitimidad de poderes actuantes en
18 de Julio de 1936, Madrid, Editora Nacional, 1939, pp. 67-68.
58 Por ejemplo, BENÍTEZ DE LUGO, Luis, Responsabilidades civiles y políticas.
Indemnización de los daños y perjuicios ocasionados por el Frente Popular y sus afines y su
exigibilidad jurídica por el Estado Nacional, Barcelona, casa Editorial Bosch, 1940, pp. 75-85
presenta las órdenes apócrifas de la III Internacional a sus delegados en España (16-XI-1935),
el «  Informe Confidencial nº  3  » aparecido en Gringoire el 2-VIII-1936  ; el «  Informe
Confidencial nº 11 » y el informe reservado sobre la reunión de 16-V en la casa del Pueblo de
Valencia
59 ALLEN, Jr., David Edwards, The Soviet Union and the Spanish Civil War, 1936-1939,
Ph.D., Stanford University Press, 1952, pp. 103-106.
60 «  ¿Dónde Estamos  ?  », in La Revue Belge, 15-VIII-1947, en FRANCO BAHAMONDE,
Francisco, Palabras del caudillo, 19 de abril de 1937-diciembre 1942, Madrid, Editora
Nacional, 1943, pp. 414-415.
61 Las medidas presuntamente adoptadas por la Komintern el 27-II-1936 (eliminación del
presidente Alcalá-Zamora, expropiación de fincas, destrucción de edificios religiosos,
exterminio de la burguesía, terror general, creación de milicias, dictadura proletaria,
independencia de Marruecos y guerra con Portugal) son dadas por ciertas por ARRARÁS,
Joaquín et alii, Historia de la Cruzada Española, Madrid, Ediciones Españolas, 1939-1944,
vol. II, p. 451 ; COMÍN COLOMER, op. cit., 1965, p. 185 ; GUTIÉRREZ, Ricardo, Memorias de
un azul, Salamanca, Impta. Comercial Salmantina, 1937, pp.  107-109 y RIVAS GÓMEZ, El
Frente Popular (antecedentes de un alzamiento), Madrid, Ed. San Martín, 1976, pp. 197-208,
quien en pp.  331-334 expone las famosas informaciones confidenciales del Soviet Nacional,
que achaca a la UME. Lo sorprendente es que a estas alturas del siglo XXI aún den pábulo a
estas historias autores como TOGORES, Luis, Yagüe. El general falangista de Franco, Madrid,
La Esfera de los Libros, 2010, p. 170 o SACANELL RUIZ DE APODACA, Enrique, El general
Sanjurjo, héroe y víctima. El militar que pudo evitar la dictadura franquista, Madrid, La
Esfera de los Libros, 2004, pp. 196-198. Este último describe un Soviet Nacional liderado por
Largo Caballero y un mando supremo de milicias detentado por Carrillo, y fecha el inicio del
levantamiento revolucionario para el 11-V o el 29-VI-1936. MARTÍNEZ BANDE, José Manuel,
Los años críticos. República, Conspiración, Revolución y Alzamiento, Madrid, Encuentro,
2007, p.  181 nota 56 sigue creyendo en el mito del golpe comunista, pero riza el rizo al
presentarlo como un complot que debería haber estallado de forma simultánea de Francia y
España. La sintonía golpista correspondió más bien a los grupos de extrema derecha de ambos
países. La teoría de la conspiración bolchevique en la primavera de 1936, y las justificaciones
posteriores del Alzamiento para adelantarse a la conspiración rusa en España, son bien
analizadas por CRUZ, Rafael, « ¡Luzbel vuelve al mundo ! Las imágenes de la Rusia Soviética y
la acción colectiva en España », in Rafael CRUZ y Manuel PÉREZ LEDESMA (eds.), Cultura y
movilización en la España contemporánea, Madrid, Alianza, 1997, pp.  298-301 y op. cit.,
2006, p.  194. Véase también MÁRQUEZ HIDALGO, Francisco, Las sublevaciones contra la
Segunda República. La Sanjurjada, Octubre de 1934, Julio de 1936 y el Golpe de Casado,
Madrid, Síntesis, 2010, pp. 108-110.
62 RIVAS CHERIF, Cipriano, Retrato de un desconocido. Vida de Manuel Azaña, Barcelona,
Grijalbo, 1982, pp. 672 y 674
63 La velada en Benicarló, en AZAÑA, Manuel, Obras Completas, México, Oasis, 1966-1968,
vol. III, p. 406. El miedo como acción defensiva de ambos bandos y factor desencadenante del
golpe de Estado, en PALACIO ATARD, Vicente, « El Gobierno ante la conspiración de 1936 »,
in Vicente PALACIO ATARD, Ricardo de la CIERVA Y HOCES y Ramón SALAS
LARRAZABAL, Aproximación histórica a la guerra española (1936-1939), Madrid,
Universidad de Madrid, 1970, pp. 138-146.
64 CASTRO DELGADO, Enrique, Hombres made in Moscú, Barcelona, Luis de Caralt, 1963,
p. 232.
65 ROMERO PÉREZ, Luis, « Fracasos y triunfos del levantamiento », in Edward MALEFAKIS
(dir.), La Guerra Civil Española, Madrid, Taurus, 2006, p. 75.
66 ELAHAM, op. cit., p. 239.

Pour citer cet article


Référence électronique
Eduardo González Calleja, « Los discursos catastrofistas de los líderes de la derecha y la
difusión del mito del « golpe de Estado comunista » », El Argonauta español [En ligne],
13 | 2016, mis en ligne le 20 octobre 2016, consulté le 24 avril 2023. URL :
http://journals.openedition.org/argonauta/2412 ; DOI : https://doi.org/10.4000/argonauta.2412

Auteur
Eduardo González Calleja
Universidad Carlos III de Madrid

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La prensa carlista y falangista durante la Segunda República y la Guerra Civil (1931-
1937) [Texte intégral]
Paru dans El Argonauta español, 9 | 2012

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